martes, 27 de septiembre de 2011

Porque elijo a Eduardo Duhalde


En el Blog http://www.smentiras.blogspot.com/ de Jorge Rodríguez encontre un texto que comparto con ustedes.
Falta todavía para las elecciones nacionales, y finalizadas las primarias todo el mundo parece estar convencido de que no hay nada por disputar más que los cargos parlamentarios.
De nada vale la enorme cantidad de irregularidades encontradas luego de revisar los telegramas enviados por las autoridades de mesa, que son sistemáticas a lo largo de todo el país y que si bien no han podido por sí solas volcar el resultado a favor de un contendiente, sí con seguridad han alterado el porcentaje de votos con que el oficialismo ganó la primera minoría, transformándolo súbitamente en mayoría.
Los medios masivos de comunicación son cómplices del gobierno en la desinformación acerca de este problema, y si lo mencionan, sólo lo hacen para aclarar que de ningún modo esto altera el gran triunfo del oficialismo en las elecciones.
Nadie dudaba del triunfo del oficialismo, lo decían todas las encuestas.
Pero éstas daban porcentajes y diferencias muy inferiores que no podían sino augurar algún éxito también en la general, pero con serias dudas de que pueda darse en octubre un triunfo en primera vuelta.
¿Cuál fue la idea del gobierno? Instalar, con la complicidad de casi toda la prensa (ni hablar de la oficialista) y de la población que lamentablemente hace un culto en creer todo lo que se le dice desde el poder, la idea de la invencibilidad de la presidente.
Desde aquí decimos que no hay nada decidido, mucho menos si se trata de suposiciones basadas en mentiras.
En una de las primeras declaraciones de la primera mandataria escuchamos que la participación del electorado fue la mayor de la historia.
Ya conocemos la afición de la señora presidente por las cosas más grandes de la historia que ha supuestamente logrado su gobierno.
Pero es mentira una vez más.
La participación fue bastante elevada (casi un 78%), sin dudas, teniendo en cuenta que los principales candidatos habían sido designados a dedo por los partidos y que muchas de las listas para otros cargos tampoco tenían competencia interna.
Pero en las elecciones nacionales de octubre de 1983 la participación superó el 85 por ciento.
Claro, para la señora la historia argentina comenzó en 2003Lograr una participación de alrededor del 90% es muy difícil, pero no imposible.
Debemos concientizar a la población del carácter fundacional que posee este comicio, y su resultado podría poner en serio riesgo la supervivencia de la República tal como la conocemos.
Ni hablar del sistema democrático para la elección de autoridades, ya bastante alterado como hemos visto en estos días.
En 1983 todas las encuestas daban ganador al PJ; sin embargo, Herminio mediante (ahora hubo miles de Herminio) latente, incluso apartándose de decisiones previas de los partidos, votó masivamente al candidato Raúl Alfonsín en una polarización histórica, que dejó al tercero en discordia con apenas el 2% de los votos.
Si esto se pudo hacer en una época donde no había Internet, ni tampoco en consecuencia redes sociales, ¿por qué no se puede lograr ahora, cuando en otros lugares se han derribado tiranías de décadas con la ayuda de Facebook y Twitter? Las maniobras fraudulentas mencionadas al principio pueden ser combatidas, sea por la implementación de la boleta única o la convocatoria a un verdadero ejército de fiscales partidarios para verificar que todo se haga de acuerdo a las normas establecidas, sin las trampas tan habituales en los lugares más desprotegidos.
Pero además de esto, hace falta un candidato que pueda aglutinar todos (o casi todos)los votos de aquellos que pretendemos terminar de una vez y para siempre con este régimen autoritario y clientelar.
Y quién puede ser ese candidato? Siempre tomando como referencia los resultados (con seguridad irreales) que constan en el sitio oficial de las elecciones primarias, los que han superado el 10% de los votos han sido Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner.
No elegiría a Alfonsín porque es un candidato surgido súbitamente a causa de la muerte de su padre, y al cual no le veo condiciones mínimas como para enfrentar semejante responsabilidad con los difíciles momentos económicos que se vienen luego de la crisis global y el desastre que provocará el desmanejo kirchnerista en el mediano plazo.
No elegiría a Binner porque esencialmente se trata del jefe de un partido que estuvo de acuerdo con casi todas las iniciativas legislativas del régimen, tratándose esencialmente de un kirchnerismo light.
Además, el propio Binner dio algunas señales peligrosas, como cuando ante el inconcebible papelón de la presidente con el tema de Papel Prensa, declaró muy suelto de cuerpo que le parecía algo positivo.
Sí elegiría a Eduardo Duhalde, pese a tratarse de un dirigente de extracción peronista cuando yo soy decididamente contrario a esas ideas.
Pero como he expresado más arriba, se trata de un momento fundacional donde debemos dejar de lado preferencias personales para pensar un poco más en salvar lo poco que nos queda.
Me conformaría con que aquel que asuma el poder sea un poco más honesto que el que lo deja.
Volviendo a Duhalde, le tocó asumir la presidencia desde el Senado cuando el país estuvo al borde del colapso absoluto, y si bien las cosas no marcharon bien al principio, con la gestión de Roberto Lavagna se pudo poner en marcha un crecimiento que los Kirchner aprovecharon después para adjudicárselo a su modelo.
Por supuesto que hubo todo tipo de imperfecciones, pero ¿acaso alguien busca un candidato perfecto que no existe? Al menos con Duhalde sabemos que está en condiciones de ocupar el cargo en un momento muy triste en lo institucional, con un potencial económico inmejorable que es sistemáticamente dilapidado por este régimen populista clientelar, que no hace más que hundirnos cada vez más en la pobreza.
Además, es el único de los candidatos de la oposición que no dio señales acerca de un pacto de impunidad con el kirchnerismo.
Y cuenta aún con un importante control del aparato bonaerense, que le posibilitaría competir en mejores condiciones que otros candidatos en lo que se considera es el punto geográfico fuerte del gobierno.
A propósito de esto último, muchos le adjudican a Duhalde la culpa por haber posibilitado la llegada de Néstor Kirchner al poder.
Cierto es que le dio su apoyo en aquel momento, pero luego de tentar en infinitas ocasiones a Carlos Reutemann, quien además tenía una intención de voto que hubiera borrado del mapa a Kirchner tanto en una interna cerrada como en una abierta, tal como fueron en realidad las elecciones de presidenciales de 2003.
Tampoco fue culpable de la deserción de Menem, que resultó el candidato más votado en la primera vuelta.
Y otros se quejan porque no cuentan con un candidato opositor que responda a sus ideas.
Entonces votan en blanco, a sabiendas que se trata de un voto para el gobierno, o directamente no van a votar.
Eso es exactamente lo que necesita el régimen.
La ausencia de candidatos nuevos con ideas nuevas y sanas para el futuro del país es responsabilidad de todos.
Sobre todo de aquellos que han perdido el tiempo adulando a este gobierno en casi todas sus tropelías, en lugar de ofrecer una alternativa que respete las leyes de la Nación y las garantías constitucionales, conjuntamente con el apoyo a un sistema económico libre que aproveche al máximo los recursos que aún disponemos.
No será seguramente Duhalde, ni por su edad, ni por su convicción personal, una nueva tentación de eternizarse en el poder.
Sólo será una transición durante la cual todo el país deberá dar vuelta una página importante de la historia y comenzar a formar una nueva dirigencia capaz de afrontar los tiempos que se vienen.
Será su responsabilidad también, y se lo vamos a exigir, despejar de una vez por todas las tentaciones del autoritarismo y la violación sistemática de toda regla como credo.
Sean transgresores, le reclamaba a la juventud el extinto ex presidente Kirchner. Así quedamos.
Por todo lo expuesto es que en las próximas elecciones daré mi voto al candidato Eduardo Duhalde.
Por Argentina.
Por el sistema republicano en peligro.
Por el futuro de las generaciones que vienen.

Un crimen impune, 38 años después

En estos días se recuerda el brutal asesinato de José Ignacio Rucci, ocurrido el 25 de septiembre de 1973.

La diputada Claudia Rucci, su hija, que al momento del hecho contaba con 9 años, esta empeñada en que la justicia determine fehacientemente quienes fueron los autores materiales e intelectuales del crimen.
La sociedad aún no elaboró debidamente este atentado escandaloso contra la vida y las heridas siguen abiertas. 
 
Como una antigua costumbre, los acontecimientos que nos han marcado a fuego, no terminan de cerrarse.

Un crimen es un crimen y la violencia no se justifica de ninguna manera.
Los iluminados de otros tiempos están cómodamente protegidos por silencios y complicidades jurídicas y sobre todo esgrimiendo el argumento de la prescripción de la causa. 
 
Que haya, supuestamente, prescripto, no significa que el crimen no se cometió y menos aún que los responsables no deban dar cuenta de sus actos. Simplemente se amparan en un tecnicismo.

Se pretende justificar por medio de argumentaciones vagas, hechos que de ninguna manera pueden justificarse.

Ha corrido mucha sangre en el país y pareciera que solo tiene valor la que derramaron los “Jóvenes Idealistas”.

Muchos de esos "esclarecidos" se han transformado en lo que combatian en la decada de los 70. Ahora son poderosos empresarios, funcionarios del Estado en diferentes niveles, periodistas o docentes universitarios que pretenden reconocimiento social por su pasado.
La utilizacion de eufemismos lo que ha logrado, es que como sociedad, confundamos los términos y los hechos gravisimos, que aparentemente dejan de serlo por como se los enuncia.
La verdad es que a José Ignacio Rucci lo emboscaron, lo masacraron y con ese crimen pretendieron, por medio de códigos mafiosos, llamar la atención de Juan Domingo Peron.

Hubo sectores que justificaron y alentaron la violencia en tiempos de la dictadura. 
 
Esos mismos grupos continuaron activos durante etapas democráticas y lo único que lograron fue preparar el terreno para el advenimiento de la mas feroz de las dictaduras que conoció nuestro país.

Ninguno de ellos formulo una auto critica frente a la sociedad.

Ninguno de de ellos se hizo cargo ni se hizo responsable de sus actos ni expreso arrepentimiento por las consecuencias de sus acciones.

Ninguno de ellos pidió perdón a los familiares de las victimas por sus crimenes.

El Estado, buscando cerrar una etapa, indemnizo a un grupo pero le niega el derecho a otro sector de la correspondiente reparación y reconocimiento.

Gracias a las importantes indemnizaciones que cobraron oportunamente, disfrutan de un bienestar y un nivel de vida que nunca tuvieron.
 
El revanchismo es mal consejero y lo único que logra es exacerbar las diferencias.

En el matutino Clarín de hoy, en la sección Opinión, se publicaron dos comentarios que reproducimos a continuación. Uno escrito por Julio Barbaro y el segundo por Ricardo Roa.

Asesinaron a Rucci, dispararon contra el camino de la democracia

La muerte del dirigente gremial peronista, el 25 de septiembre de 1973, marcó un punto de inflexión en la política argentina.
Provocó un incremento de las confrontaciones, con formas de violencia que después desembocaron en el golpe militar.
Por Julio Bárbaro ex Diputado y ex Interventor del Comfer
El asesinato de José Ignacio Rucci fue un punto de inflexión en nuestra historia.
Sus ejecutores lo imaginaron para exigirle al General Perón mayor presencia en su gobierno, como una demostración de poder que los hiciera imprescindibles.
Eran tiempos de democracia en los cuales los violentos seguían convencidos de que el único poder surgía de la boca del fusil.
El General Perón, en el final de su tiempo, se enfrentaba con aquellos jóvenes que él había elegido para conducir la democracia.
Era una tensión que abarcaba toda la sociedad. En ese entonces muchos nos cuestionaban al ser diputados como si fuéramos burócratas que habían renunciado a su misión revolucionaria.
La democracia fue un logro popular en el cual las organizaciones armadas habían colaborado a gestarla, pero algunas de ellas se creían sus dueños.
Pero si la democracia era el logro del pueblo y su Jefe, para la guerrilla era solo una etapa anterior a la confrontación final.
Cuántas veces nos hablaron de agudizar las contradicciones, de que al venir el golpe el poder militar de la dictadura quedaría al desnudo y el pueblo entonces los iba a acompañar.
Recuerdo la ley de represión a la violencia de la guerrilla y aquel encuentro en el que el General los recibe y les imparte una clase de política.
Recuerdo también la renuncia de aquel grupo a sus bancas.
Pero todo esto solo describe el clima en el cual la soberbia de la conducción militar de ese grupo -que tantos cargos había recibido- decidía enfrentar a Perón, asesinar a uno de sus hombres más cercanos y apreciados para marcarle que el futuro era de ellos.
Ese futuro, que el General había imaginado democrático y pacífico, ellos lo querían violento y confrontativo.
El día del asesinato, el General Perón abrigó por minutos la esperanza de que no fueran los jóvenes que había elegido para sucederlo. Fueron solos minutos. Ninguno de ellos se hizo presente en el velatorio, como manera de dejar en claro el cariz de los hechos.
Recuerdo el velatorio y el dolor de aquellos que nos dábamos cuenta que esa vida truncada implicaba el inicio de una guerra sin sentido ni posibilidades, iniciaba el suicidio de gran parte de una generación.
Con José Ignacio Rucci lo que muere es un camino de encuentro de un pueblo con su Jefe y con la democracia, una opción de consolidar la justicia.
Ya después todo sería muerte y retroceso, se iniciaba una guerra cuyo único final posible era la tragedia individual y colectiva.
El enemigo solo fue fuerte en las armas, y el pueblo en los votos. Ese enemigo eligió el camino de la derrota.
Aquel día creo recordar una frase de mi discurso como diputado: “No sé si atribuirlo a la CIA o a la KGB, solo sé que dispararon contra la Argentina”.
Fue un asesinato que inició el retroceso de un pueblo.

Hacer politica con la historia

Por Ricardo Roa: Editor General Adjunto de Clarín
Del Editor al Lector
Han pasado 38 años y el de José Rucci es aún el crimen de Montoneros más oscuro y difícil de explicar dentro del peronismo . Rucci era mucho más que el jefe de la CGT: era el sindicalista de mayor confianza de Perón. Su asesinato fue, en los hechos, un tiro contra el propio Perón , que acababa de ganar la elección con un abrumador 62% de los votos.
Montoneros nunca asumió del todo el operativo.
Quizá porque no encontró la manera de justificar algo que hasta confundió a militantes de su propia organización, que inicialmente atribuyeron el ataque a la derecha. El asesinato rompió para siempre la relación con Perón y desató una guerra incontenible dentro del peronismo.
No es un tema menor que el atentado se cometiera en medio de la fusión de Montoneros con las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Unos eran movimientistas, los otros marxistas y rigurosamente militaristas. Y aunque todos se acoplaron bajo el rótulo de Montoneros, las minoritarias FAR le impusieron su sello ideológico a la unión: la burocracia sindical pasó a ser el enemigo principal.
Como dice Julio Bárbaro, “eran tiempos de democracia en los cuales los violentos seguían convencidos de que el único poder surgía de la boca de un fusil” (Ver: Asesinaron a Rucci, dispararon contra el camino de la democracia). La sociedad estaba violentamente politizada y la militancia lo teñía todo: no era cuestión sólo de convicciones políticas.
El caso judicial está prescripto, salvo que se lo considere un crimen de lesa humanidad como ha vuelto a reclamar su familia, que ayer recordó al gremialista en la Catedral (Ver: La CGT pegó el faltazo a la misa por Rucci en la Catedral). También estos años son de opciones categóricas: ningún dirigente de la CGT oficial asistió a la misa.
La verdad histórica no siempre se encuentra en los Tribunales. El tema es el presente y la manera que desde el presente se aborda la historia. Hay una tarea pendiente en la generación de los 70: dejar un legado de verdad.
No se trata de buscar castigos sino de encontrar la verdad.
Y recuperar la memoria es contar lo que ocurrió y cómo ocurrió.

La justicia tiene ahora la posibilidad de dar una respuesta. Sera Justicia?

Leonardo Liberman
Fuentes:

Wladyslaw Szpilman. El Pianista








Wladyslaw Szpilman nació en 1911, y estudió piano en Varsovia y Berlín. Tenía 27 años cuando estalló la guerra y ya era conocido como uno de los pianistas polacos más destacados.

Tras la ocupación alemana, Szpilman y su familia fueron desalojados de su apartamento e internados en el ghetto de Varsovia, donde se ganó la vida interpretando en bares, en los que se reunían colaboradores y traficantes del mercado negro.

Fue uno de estos colaboradores judíos quien salvó a Szpilman del tren que llevó a su familia a la muerte en los campos de concentración.
Gracias a una red de conocidos de antes de la guerra, miembros de la resistencia y a la ayuda de un oficial alemán, Szpilman sobrevivió a la guerra.
Después de la guerra, la radio polaca volvió a funcionar, con grandes dificultades. Entre 1945 y 1963 fue director musical de Radio Varsovia y, posteriormente, siguió su carrera como compositor y concertista.
El pianista escribió sus memorias en 1946, pero las autoridades comunistas polacas prohibieron en libro.
Fue el hijo de Szpilman, que nunca había hablado con su padre de la guerra, el que encontró el manuscrito y reeditó las memorias en 1999, que recibieron una gran aclamación internacional.
Szpilman murió el 6 de julio de 2000, antes de que empezara el rodaje de la película basada en sus memorias.

Ha pasado más de medio siglo antes de que se haya publicado en Europa este diario donde se recogen las notas y apuntes de lo que fue el ghetto de la capital polaca. Relata cómo fueron levantados los muros, como en 1942 empezaron los “reasentamientos” hacia Treblinka, donde fue trasladada la familia Szpilman, de lo que el autor se libró casualmente, aunque no volvió a tener noticias de su familia. 

Estas memorias relatan cómo sobrevivió a la destrucción de la comunidad judía de Polonia. Se trata de un vivo relato de la vida del ghetto y de cómo, sorprendentemente, logró escapar y sobrevivir.
La fuerza del tema y de las emociones que genera, convirtieron esta obra en una inspiración para el director de cine Roman Polanski, que llevó el libro al cine.

En estas páginas se muestra el deseo irrenunciable e inextinguible de libertad.

El libro consta de tres documentos distintos.
En primer lugar, el diario de Szpilman, que nos hace un recorrido por el día a día de la construcción del ghetto y los intentos de supervivencia del protagonista y su familia, con un tono de fría descripción de los hechos.

El segundo reproduce extractos del diario del capitán del Ejército alemán Wilm Hosenfeld, desde enero de 1942 hasta agosto de 1944, que nos da juicios críticos sobre el totalitarismo nazi y la responsabilidad de todo su pueblo.

La unidad de estos dos personajes, a través de sus diarios, sólo se conoce al final y a través de la nota explicativa de Wolf Biermann, en el epílogo.

Los horrores que se cuentan en la primera parte sólo son soportables por la sobriedad de quien y por el asombro del narrador y protagonista, sobre lo que va sucediendo. No se dan detalles, sino que parece buscarse un tono discreto, frío ante el horror difícil de imaginar.

El diario del capitán Hosenfeld, desde las primeras fases, reflexiona sobre el infierno nazi, creado por medio de una sociedad construida sin Dios, y constata dos consecuencias que nacen de esta raíz: el odio a lo diferente (los judíos) y el intento de aniquilar la libertad.

Pero la conciencia y la mentalidad crítica no se queda en el pensamiento, sino que sus palabras se hacen gesto al salvar a un judío. Hosenfeld murió siete años más tarde en un campo de concentración soviético, sin que Szpilman pudiera hacer nada por salvarle.
Szpilman refiere en primera persona, con un lenguaje directo y conciso, lo que vivió en primera persona: la abyección humana, el dolor, el hambre, la enfermedad, la humillación y la muerte.

Pero en el relato no hay acusaciones o venganzas, sino una simple descripción de increíble fuerza. No es un relato de buenos y malos, ni un libro sobre el gueto de Varsovia.

Aparecen las atrocidades cometidas por alemanes, lituanos y ucranianos, pero también por policías judíos y polacos.

Wladyslaw Szpilman interpreta en piano, el Nocturno en Do Sostenido Menor de Frederic Chopin.



Escena de la película "El Pianista" de Roman Polanski. El actor Adrien Brody interpreta el papel de Wladyslaw Szpilman y la banda de sonido fue grabada por el pianista Janusz Olejniczak.

Balada Nº 1 en Sol Menor Op. 23 de Frederic Chopin.


El pianista de "El Pianista"
 

Janusz Olejniczak nació en Polonia en 1952. Sus maestros de piano fueron Ryszard Bakst y Zbigniew Drzewiecki. En el año 1970 fue laureado en el VIII Concurso Internacional de Piano Frédéric Chopin con la sexta posición en Varsovia, y dos años más tarde en el Concurso de Piano Alfredo Casella en Nápoles. 

Durante los años 1971 y 1973 realizó sus estudios en París con Konstanty Schmaeling y Witold Malcuzynski.
Fue miembro de una orquesta de cámara, y su repertorio cubría a compositores como Beethoven, Schumann, Schubert, Chopin, Ravel y Prokofiev. 
Realizó numerosas grabaciones en la radio, televisión y discográficas, para los sellos Polskie Nagrania, Selene, Pony Canyion, Opus 111 y CD Acord. 

Entre algunos de sus premios figuran: el Disco de Oro, el Premio de la Industria Discográfica Polaca y el Disco del Año de la Revista Studio por los conciertos de Chopin con la Orquesta Sinfónica de Varsovia, dirigida por Grzegorz Nowak.
Actuó como Frédéric Chopin en la película La nota azul, de Andrzej Zulawski y, pese a que Adrien Brody hizo el papel de Władysław Szpilman en El Pianista de Roman Polański, fueron las manos Olejniczak las que tocaron en las escenas de piano.

Tuve el enorme placer de estrechar la mano de este artista, en una visita que realizó a Radio Nacional y gracias a Andrés Jeziersky, que ofició de traductor, pude conversar unos minutos con el. Una experiencia inolvidable.

Leonardo Liberman



Fuentes: www.memoriales.net/lite_szp.htm You Tube, Taringa, Wikipedia.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Hitler en la Rosada

Con autorización y conocimiento del Dr. Enrique Guillermo Avogadro, reproducimos este comentario de su autoría, publicado en su Blog el 25 de septiembre de 2011. http://egavogadro.blogspot.com

“El caudillo es, aún, el temido padre primitivo. La masa quiere
ser siempre dominada por un poder ilimitado. Ávida
de autoridad (…) tiene una inagotable sed de sometimiento”
Sigmund Freud
La semana que terminó estuvo signada, amén de distintos componentes económicos externos sobre los cuales hablaré al final de esta nota, por tres hechos, más que significativos, que desnudan en qué consistirá la “profundización del modelo” que un exabrupto de don Roberto Felletti, actual Secretario de Hacienda y futuro Diputado Nacional, nos hizo conocer como programa del futuro período presidencial de doña Cristina Fernández de Kirchner.
Que todos esos episodios recuerden a la construcción del “relato” hitleriano, que puso en marcha Joseph Goebbels, no es una mera coincidencia. Me refiero, obviamente, a la censura que don Guillermito Moreno quiere implementar, a un curioso convenio firmado por el Ministro de Educación y el Presidente de Telam, y a una nueva materia que ha pasado a integrar el ciclo básico en la Universidad Nacional de José C. Paz, en el Conurbano bonaerense.
El inefable y patotero Secretario de Comercio Interior no tuvo mejor idea, para ocultar la inflación que, día a día, se come los ingresos de todos los argentinos pero, en especial, de los más pobres, que aplicar multas a las consultoras económicas que llevan estadísticas privadas sobre ese flagelo y cuyos resultados mensuales, como sabemos tanto yo como cualquier ama de casa, duplican las fantasías del Indec.
Los analistas afectados por esas multas –curiosamente, fue excluido de ellas el encuestólogo oficialista Artemio López- silenciaron, en general, sus voces, que desafinaban con el “relato” de don Moreno y de don Amadito Boudou, el Ministro de Economía quuien, para no hablar de inflación, la llama “tensión de precios”.
Frente al prudente y natural miedo de las empresas y de sus titulares, se levantó gran parte de la oposición en la Cámara de Diputados, que comenzó a difundir su propio índice, confeccionado a partir de los estudios realizados por esos particulares.
En el ínterin, don Moreno había denunciado criminalmente a algunas de esas consultoras –Melconian, Ferreres, etc.- por la presunta comisión del delito de “agiotismo” ya que, según él, los analistas mentirían al medir la inflación para favorecer a los tenedores de bonos ajustables por esa variable, y a los bancos, que lucrarían subiendo las tasas de interés.
Llamativos argumentos, ya que la enorme mayoría de esos bonos están, naturalmente, en manos de tenedores locales. ¿Alguien se imagina a un extranjero invirtiendo en bonos emitidos en pesos argentinos?
Pero no paró allí la vocación censora de don Guillermito. Pidió al Juez interviniente que requiriera a los diarios los datos personales de los periodistas que escriben en ellos sobre economía. El joven magistrado a cargo de la investigación, Dr. Alejandro Catania, con una celeridad inusual entre sus pares, hizo suyo tal pedido, con la presunta intención de llamarlos como testigos a la causa.
En esta extraña Argentina kirchnerista no resultaría sorprendente que, con posterioridad, esos mismos periodistas fueran imputados de similar delito por el vehemente y belicoso Secretario de Comercio.
El segundo hecho, el convenio entre Educación –ministerio a cargo de don Alberto Sileoni- y la agencia Telam, cuya Presidencia ocupa don Martín García –ícono de esa nueva categoría denominada “prensa militante”-, es aún más siniestro, si cabe.
En efecto, el objeto del convenio es que los estudiantes secundarios argentinos que han recibido –o lo hagan en el futuro- las notebooks que regala el Gobierno reciban, gratuitamente, los contenidos que produce la agencia, que ha dejado de ser “oficial” para transformarse en “oficialista”. La inocultable intención de colonizar, culturalmente, a los jóvenes recuerda con toda nitidez a las juventudes nazis que formaba el Ministro de Propaganda del III Reich quien, en lugar de computadoras, regalaba radios con igual propósito.
Finalmente, en absoluta sintonía con lo anterior, le cuento que, en la Universidad Nacional de José C. Paz, en la tierra del Intendente Mario Ishii –el mismo que, para irse de vacaciones, dejó en su puesto a su mamá-, se ha incorporado, como materia del ciclo básico y, por tanto, obligatoria, “Filosofía Kirchnerista”.
Más allá de poder discutir si el Gobierno tiene una “filosofía”, nuevamente aparece claro qué pretenden hacer doña Cristina y don Amadito con el país, en qué clase de Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua pretenden convertir a la Argentina, una vez que su triunfo sea confirmado el próximo 23 de octubre.-
Porque, si una vez más las mediciones de opinión política tienen razón, la viuda de Kirchner será reelecta por un porcentaje mayor que el que obtuviera en las primarias de agosto. Con esos guarismos, y la suma de voluntades que le aportarán –ya lo están haciendo- las flamantes y férreas convicciones de algunos ex-opositores, la señora Presidente contará con mayoría propia –quizás, hasta las especiales- en ambas cámaras del Congreso.
Si se suma a ello la genuflexa conducta del Poder Judicial, encabezado por una indigna Corte Suprema que, ni siquiera, ha pedido explicaciones a uno de sus miembros por la descubierta propiedad de seis prostíbulos ni ha impuesto el cumplimiento de una sola de sus sentencias, doña Cristina contará, a no dudarlo, con la suma del poder público.
Esas intenciones –está tan confiada en su triunfo que ha decidido desnudarlas aún antes de las elecciones- describen, con total precisión, qué le espera a las libertades individuales en la Argentina a partir de hoy mismo. La abulia y la anomía de la ciudadanía, ahíta de consumo y de deudas, permitirá que eso resulte posible mientras el viento de cola continúe soplando sobre la economía.
Sin embargo, hay preocupantes nubes en el horizonte internacional porque, para subsistir, este demencial “modelo” requiere de un financiamiento que ya ha agotado a todas las cajas hasta hoy saqueadas; me refiero, obviamente, a las reservas del Banco Central, a la cartera de crédito del Banco Nación, al fondo de sustentabilidad de la Anses y a los ahorros privados confiscados en las AFJP’s.
Para continuar con la actual expansión del gasto, el Gobierno deberá recurrir a otros caminos extraordinarios, ya que tiene vedado el acceso a los mercados voluntarios de crédito internacional. Tales senderos parecen conducir sólo a la estatización del comercio de granos o al saqueo a las obras sociales sindicales; ambas posibilidades serán, necesariamente, frentes de tormentas complicados.
Pero, como dije, en materia externa la situación se está complicando rápidamente, ya que la crisis de 2008, que comenzó como estrictamente financiera, ha llegado a la economía real y, con ello, está destruyendo las bases de nuestra prosperidad.
Para poder continuar comprándonos soja a precios crecientes –se dice que el “modelo” necesita que suba 20% por año para resultar sustentable sin ajuste-, tanto China como India necesitan poder vender sus propios productos. Lo hacen, claro, a los Estados Unidos y a Europa, cuyas economías están siendo vapuleadas gravemente por la crisis. A mero título informativo, la soja bajó US$ 60 por tonelada en estos días.
Además, la Argentina necesita poder seguir exportando a Brasil, que ha devaluado su moneda, en lo que va del mes de septiembre, en un 15%; es decir, nuestros productos se han encarecido allí en ese porcentaje.
Si esas nubes amenazadoras se transforman en realidades, no habrá blindaje nacional que valga, y el golpe a nuestra situación será muy grave. El humor nacional volverá a girar entonces, esta vez en contra del Gobierno. Éste lo sabe, pero no parece que el equipo económico, más allá de tocar la guitarrita para amenizar las reuniones de La Cámpora, tenga capacidad y tiempo para enfrentarlo.
Bs.As., 25 Sep 11
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

lunes, 19 de septiembre de 2011

Sociedad degradada

Con autorización y conocimiento del Dr. Enrique Guillermo Avogadro, reproducimos este comentario de su autoría, publicado en su Blog el 18 de septiembre de 2011. http://egavogadro.blogspot.com
Si a uno de nuestros máximos jueces se le prueba que es propietario de lugares donde se ejerce la prostitución, y no renuncia; si la única arma de la que parece disponer la oposición para intentar evitar la catástrofe electoral es un parricida estafador; si el organismo ícono de los derechos humanos se transforma en una empresa constructora al servicio del Gobierno; si una obra es anunciada seis veces y su inexistencia se cobra la vida de muchos argentinos, y si una de las principales vedettes es un hombre que también es madre, debemos confesar que hemos dejado de ser “un país en serio”.

Es curioso lo que está sucediendo, por ejemplo, en relación al sentimiento generalizado hacia el extranjero.

Por una parte, parece que nos estamos convirtiendo en una sociedad xenófoba –basta con estudiar el proyecto de ley de tierras, que priva a los no argentinos del derecho constitucional a poseer superficies importantes- y, por el otro lado, todos los días abrimos con mayor generosidad y con mayor irresponsabilidad nuestras fronteras a los inmigrantes de todo tipo.

El proyecto mencionado es, a todas luces, una estúpida maniobra populista y, a la vez, la semilla de la transferencia de grandes propiedades rurales a los amigos del Gobierno; como es obvio, cuando la cantidad de clientes posibles disminuyen, los precios de los bienes bajan.

Los pseudo nacionalistas locales, tan funcionales al oficialismo en tantos y variados temas, parecen creer que los extranjeros –que, además, sólo poseen hoy el 3% de la superficie- darían a la tierra un uso distinto a los nacionales o, forzando la hipótesis, que podrían enrollarla cual alfombra y llevársela.

Recuerdo que, hace relativamente poco, una imbécil cadena de mails llamaba a oponerse a una supuesta operación que, a través del llenado de las bodegas de los buques que volvían en lastre a Europa con agua potable del Paraná, en realidad estaba saqueando ese recurso natural que, según se dice, pronto faltará en el mundo.

Si el autor original de ese dislate se hubiera sentado a pensar, habría descubierto que todas las bodegas que se encuentran por año en esa situación equivalen al caudal que ese río lleva al mar en menos de una hora.

Porque, en el fondo, la tierra y el agua son nada más que dos armas más que los argentinos suponemos en manos de los poderes universales que quieren perjudicarnos, sin percibir que tal conspiración en nuestra contra no es necesaria, que para destruir a la Argentina nos bastamos y sobramos los ciudadanos de este martirizado país.

Desde el otro ángulo, como dije, nos hemos convertido, por obra y gracia del “kirchner-cristinismo” –que busca y obtiene miles de votos con esa política- en el país que, en todo sentido, tiene más inexistentes fronteras.

No sólo por la porosidad de las mismas al tráfico de todo tipo de drogas y dineros non sanctos sino por la demencial manera en que los argentinos actuales conducimos lo que debiera ser una política migratoria.

Desafío al lector a encontrar una sola nación en el mundo, con excepción de la Argentina, que no imponga requisito alguno al ingreso y permanencia de extranjeros en su territorio.

Es claro que esa falta de exigencias ha hecho que hoy nuestro país se vea inundado de inmigrantes sin formación de ningún tipo, pobres marginados en sus propias tierras, que nada pueden aportar a nuestro país y que, por el contrario, demandan de él la atención de sus necesidades básicas insatisfechas en materia de salud, educación, transporte y vivienda.

También debe reconocerse que esa negligencia migratoria es funcional a la política, que rápidamente transforma a los recién llegados en clientes del poder de turno, los documenta y exprime de ellos los votos necesarios para perpetuarse, mientras la bonanza económica siga vigente.

Ayer, los periódicos publicaron una noticia sorprendente, que refleja con exactitud el problema al que me refiero.

Sonia Quisberth Castro, boliviana y con un hijo discapacitado, demandó a la ciudad de Buenos Aires para que ésta fuera obligada a entregarle una vivienda. La señora Castro, además, recibe cuatro beneficios mensuales: uno porteño, de $ 1.700, para pagar su pensión; una pensión nacional, de $ 833, por la discapacidad de su hijo; otro, también porteño, de $ 270, como ciudadana de la ciudad; y, finalmente, otro más, de $ 200, de un programa especial. En resumen, la dama en cuestión percibe, mensualmente, la suma de $ 3.003 y, además, ¡cree que la ciudad debe darle una vivienda!

Los hospitales de Buenos Aires están totalmente colapsados pues, prácticamente con la misma infraestructura, deben atender no solamente a sus habitantes sino a los hombres, mujeres y niños que llegan desde los países limítrofes en pos de una medicina pública de la carecen allí sino, además, gratuita, o sea, solventada con los impuestos que tributan los porteños.

Los colegios públicos, primarios y secundarios, y las universidades nacionales tienen, exactamente, el mismo problema, ya que están superpoblados y, conseguir una matrícula en ellos, se ha transformado en un calvario del cual pueden dar fe innumerables madres de la ciudad y el Conurbano.

Por lo demás, esos desarraigados que llegan en tropel a nuestra Argentina, en general, terminan engrosando la población de las villas de emergencia, que crecen desmesuradamente en superficie y en altura, o durmiendo a la intemperie, en calles y plazas.

En muchas de esos asentamientos, como ya lo denunciara el Padre Pepe, la droga y la delincuencia han sentado sus reales y, desde allí, se trafica, se secuestra, se roba, se mata y se muere. El tristemente llamado “caso Candela” parece ser una muestra de esa situación.

Los jueces han dejado de aplicar las leyes vigentes, que no precisan de modificación alguna para corregir estos males, y los policías de todo pelaje y color se muestran aterrados ante la posibilidad de reprimir el delito, y verse acusados ante los Tribunales por hacerlo con eficiencia.

La impunidad con que la historia ha premiado los escandalosos latrocinios cometidos por personajes públicos, con la consecuente disparidad ante la ley que ello implica, es un factor más de disgregación social, entronizando el principio del “sálvese quien pueda”.

¿Cómo se puede exigir buena conducta a una sociedad que habilita a personajes como Carlos Menem, Ricardo Jaime, Felisa Miceli, Sergio Schoklender, Hebe Bonafini, a continuar en libertad después de robar como lo han hecho? ¿O permite que Ricardo Lorenzetti, Eugenio Zaffaroni u Norberto Oyarbide continúen haciendo como que imparten justicia? ¿O tolera que terroristas y asesinos confesos como Horacio Verbitsky, Carlos Kunkel y Eduardo Luis Duhalde ejerzan cargos públicos?

Para brindar seguridad, uno de los principales reclamos ciudadanos, la Ministro del ramo no ha tenido mejor idea que retirar gendarmes y prefectos de nuestras fronteras para cubrir las zonas más calientes del Gran Buenos Aires.

Con ello, obviamente, las ha desguarnecido más aún y, si hasta ahora se podía pasar a través de ellas con automóviles con droga, ahora se podrá hacerlo en camiones con acoplado y embarcaciones de todo tipo.

Del transporte aéreo de estupefacientes, ni hablar. Porque el inefable don Anímal Fernández, el payaso autor de tantas nuevas zonceras argentinas, nos ha enseñado que instalar radares para detectar la presencia de aeronaves contrabandistas no es la solución -¿cuál será, entonces?- y la eventual sanción de una ley que autorice a derribarlas no solamente no ha sido impulsada sino que, si lo fuera, no habría aviones para hacerla cumplir.

Nuestra terrible anomía, esa que denota la ausencia de normas sociales de comportamiento, de convivencia y de solidaridad se constata día a día, en un ejemplo simplísimo, con sólo observar cómo tratamos los argentinos al espacio público o, mucho peor, cómo nos llevamos de la economía argentina tres mil millones de dólares por mes actualmente.

Nuestra falta de respeto a los demás, que nos permite estacionar en cualquier parte y a cualquier hora, aunque entorpezcamos el tránsito o impidamos el uso de las rampas para discapacitados, transformar la calle en un basural, bloquear sendas peatonales o de bicicletas, estropear sin remedio parques y plazas, destruir o robar monumentos y placas de todo tipo, fabricar productos malos y caros porque el Estado nos protege, y miles de etcéteras que todos conocemos, no puede ser más que un claro reflejo de nuestra peculiar forma de ver y entender la cosa pública.

Trasladada esa anomía a la política, se puede comprender mejor el marcado desinterés que ésta genera en la gran mayoría de los ciudadanos. Es cierto que la corrupción imperante ha hecho que se perciba como ladrón a todo aquel que incursiona en ella, pero habla muy mal de nosotros que permitamos, día tras día y década tras década, que nuestros bienes más preciados –el país, la ciudad, el barrio, nuestra casa, nuestra educación, nuestra salud, nuestra seguridad, nuestra propia vida- sean administrados por cafres, por los peores elementos de nosotros mismos, que lucran desembozadamente y que sacrifican inexorablemente el futuro.

Sólo un compromiso personal, activo, militante y corajudo de todos los argentinos podrá impedir que la curva que marca el camino de nuestra degradación como sociedad continúe descendiendo hacia el infierno.

Brasil y Colombia pudieron hacerlo, cuando fueron atacados por los mismos virus que hoy conviven entre nosotros; México paga hoy, con sus cincuenta mil muertos, el haber ignorado el problema hasta que fue muy tarde para resolverlo. ¿Cuál será, entonces, el futuro de la Argentina?

Lo malo es el lugar desde el que ahora partimos para esa batalla que deberemos dar. Nuestro país es casi el único Estado –acompañado por Venezuela y algunas naciones africanas- que se ha derrumbado tan catastróficamente, cualquiera sea el cristal con que se lo mire.

Porque, si bien es cierto que estamos mucho mejor, en materia económica, que en la crisis de 2001, la película de los últimos setenta años de historia nacional debería ingresar en el género terror.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Otra tragedia y van.....

La sombra de la tragedia nos acecha y cuando llega, solemos buscar explicaciones o justificaciones. Lo concreto es que lo que ocurre, no sucede por casualidad.

Hace unos días amanecimos conmocionados por una noticia escalofriante.

Un colectivo provocó un grave accidente en las vías del ferrocarril Sarmiento, causando 11 muertes y mas de 200 heridos de diversa gravedad.

Un cúmulo de factores se encadenó para llegar al desastre.

Podemos describir y explicar cada uno de ellos y analizarlos de modo particular y como interactuaron.

Lo concreto es que la falta de control por parte del Estado es la causa principal de esta desgracia.

No es responsabilidad únicamente de las actuales gestiones, tanto de la ciudad como de la nación. Es algo que va mas allá.

Las causas son, por decirlo de alguna manera, antiguas, ancestrales.

La conducción del Estado fue abandonando paulatinamente su responsabilidad a lo largo de décadas en el control y la gestión eficiente de sus recursos y la sociedad lo fue aceptando en silencio.

En los años 90 se presentó una solución mágica. Privatizar.

Lo que en países normales demora años en ser concretado, después de un riguroso análisis, en nuestra argentina se logró en un tiempo récord.

No vamos a analizar aquí, por cuestión de espacio, quienes se beneficiaron.

Lo concreto es que los que perdimos somos los ciudadanos comunes que padecemos, día a día, las consecuencias y por lo que parece las soluciones van a tardar en llegar.

Una barrera que está a mitad de recorrido. Un chofer que se arriesga a una maniobra peligrosa. Los funcionarios de las distintas jurisdicciones que se acusan mutuamente. Los organismos de control que no cumplen con su cometido. La empresa que no tomó los recaudos necesarios y por último la justicia que va a demorar años en investigar.

Podemos seguir mencionando factores, pero las soluciones de fondo no aparecen.

Lo que mas me indigna es que nunca pasa nada. ¿Cuanto tiempo mas va a pasar para que reaccionemos?

Si el accidente se puede evitar, entonces es negligencia.

Las pocas veces que nos quejamos en serio fueron los cacerolazos en 2001, con la caída del gobierno de De la Rúa y las marchas frente a los Bancos por el corralito.

Después hubo tímidas y esporádicas reacciones frente a temas, por demás importantes, pero que no llegaron a conmover a las mayorías y si lo hicieron, no alcanzo para que la ciudadania haga algo mas que comentar lo ocurrido.

Un observador imparcial podría afirmar, sin temor a equivocarse, que el nuestro es un pueblo dócil y anestesiado.

¿Sera esa la suerte y el destino que nos espera?

Leonardo Liberman

martes, 13 de septiembre de 2011

Hasta cuando ?


Han pasado más de 200 años y todavía no nos hemos puesto de acuerdo para avanzar.

Tenemos todo para ser un país pujante, fuerte, poderoso y lo único que tenemos es una sociedad dividida, fragmentada, sin sentido de pertenencia y sin mística.

Los países vecinos nos dan ejemplo de progreso cuando nosotros, hasta hace unos 50 años, éramos “El Faro” de Latinoamérica.

¿Que nos pasó? ¿Que hicimos mal para encontrarnos en este estado?
Muchos dirigentes nos hablan de estadísticas, números y curvas de crecimiento y bienestar, pero lo que se ve es un panorama de abandono y pobreza.

Los números del crecimiento no se ven reflejados en resultados positivos.
Dentro de los centros urbanos crecen de manera imparable villas de emergencia y hay dirigentes que lo usan como referencia.

Pasan los años y lo que crece rápidamente es la desigualdad, ampliando la brecha entre los ricos y pobres.

El último censo revelo que más de la mitad de la población no tiene agua corriente ni cloacas. Hay que buscar mucho para encontrar países con ese registro.

Si eso no es pobreza, como se llama?

Lógicamente que no es culpa solamente de este gobierno, a este resultado se llegó por pésimas gestiones sostenidas en el tiempo.

Es curioso, siempre estamos comenzando nuevas etapas que nos hunden más y la razón es que no creemos en planes que superen un periodo de gobierno. 

Todos buscan la reelección pensando que en el segundo periodo van a concretar los planes. El anterior fue el ensayo general. 

Después llega otro, cambia de dirección y así nos va.

Los padres fundadores pensaron otra cosa y lo demostraron con sus acciones y sus obras.

Las acciones hablan más alto que las palabras.

Los legisladores que redactaron nuestra constitución, pensaron en un gran país. Lo somos?

Un sector enfrentado con otro, mirándonos con desconfianza y pensando en salvarnos solos.

Nos vivimos quejando de los males que nos golpean y lo primero que hacemos es señalar a los demás sin hacernos cargo de nuestro propio comportamiento.

De una vez por todas tenemos que asumir que si los políticos son corruptos es porque somos cómplices silenciosos de ese proceder y no nos hacemos cargo de lo que nos toca.

Es cierto que quien tiene la responsabilidad de conducir tiene mayor responsabilidad, pero de nosotros depende elevar la voz cuando vemos que las cosas no están bien.

La democracia termina siendo una cascara vacía si para lo único que está es para votar cada cuatro años. Las instituciones tienen que funcionar adecuadamente como lo marca la Constitución.

Se habla mucho de la calidad institucional y lo que realmente se hace es atentar contra el sistema.

No nos quejemos demasiado si estamos rodeados de corruptos, acaso no lo somos en parte, por la forma en que nos desempeñamos a lo largo de nuestra vida? 

Festejamos y aceptamos alegremente la viveza criolla y las pioladas o avivadas y no nos damos cuenta que con nuestra actitud fomentamos ese comportamiento.

Si continuamos así los resultados van a ser los mismos. Renunciemos a ser truchos.

Tenemos el mercado informal más grande de Sudamérica, que tiene página de internet y vienen con tours de compras y por otro lado, una enorme cantidad de talleres que esclavizan extranjeros para proveer a ese mercado.

Un puesto en ese lugar cuesta cientos de miles de pesos y el Estado no recauda nada en impuestos y hace la vista gorda porque algún funcionario está arreglado.

Podría seguir escribiendo páginas y páginas. Alguna vez nos vamos a despertar?

Leonardo Liberman