jueves, 31 de enero de 2013

Radio Tarifa


Radio Tarifa es un grupo musical español que mezcla muy variados estilos musicales como el, jazz, world music y flamenco

El nombre de Radio Tarifa proviene de una síntesis de radio que capta y emite el sentir musical del Mediterráneo y del cabo de Tarifa, que es geográficamente el punto de España mas cercano a África.

Para el grupo, "Tarifa es un poco frontera, tierra de nadie y, sobre todo, balcón del Mediterráneo".

Han hecho giras musicales por todo Europa (España, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, Bélgica, Suiza, Holanda, Portugal, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Luxemburgo, Irlanda, Grecia, Eslovenia, Hungria, Austria) y también en países como Turquía, Marruecos, Egipto, Palestina, Australia, Nueva Zelanda, Brasil, Colombia, México, Canadá o Estados Unidos.1

Su obra es una fusión de músicas y estilos que incluye ritmos arabo-andalusíes, flamencos, músicas de países de ambos lados del Mediterráneo, así como instrumentos y elementos de la Edad Media, o caribeños, etcétera. 

Fusionan melodías tradicionales y composiciones propias, utilizando instrumentos antiguos egipcios, como el ney (flauta de caña), o griegos y otomanos clásicos (oboes de madera o armonios), mezclados con instrumentos modernos como saxo, bajo o guitarra eléctrica.

En sus actuaciones en vivo participan hasta ocho músicos, con elementos adicionales como un bailaor flamenco o una bailarina de danza oriental.

El cantante del grupo, Benjamín Escoriza falleció el 9 de marzo de 2012 tras una enfermedad pulmonar.

La Tarara por Radio Tarifa

31 de enero de 1908. Nacimiento de Atahualpa Yupanqui



Nació en el Campo de la Cruz, en, Juan A. de la Peña  el 31 de enero de 1908.Su infancia transcurrió en Agustín Roca, partido de Junín, donde su padre trabajaba en el ferrocarril. 

Inicialmente estudió violín con el Padre Rosáenz, el cura del pueblo. Más tarde aprendió a tocar la guitarra en la ciudad de Junín con el concertista Bautista Almirón, quien sería su único maestro. Inicialmente vivió en Junín en la casa de Almirón; posteriormente regresó al pueblo de Roca y viajaba 16 kilómetros a caballo para tomar las lecciones en la ciudad.3

Atahualpa Yupanqui descubrió la música de Sor, Albeniz, Granados y Tárrega, y también las transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach, Schumann. Luego, ya más grande, se trasladaba 16 Km a caballo desde Roca a Junín.

En 1917 con su familia pasó unas vacaciones en Tucumán, y allí conoció un nuevo paisaje y una nueva música, con sus propios instrumentos, como el bombo y el arpa india, y sus propios ritmos, la zamba, entre ellos. La temprana muerte de su padre lo hizo prematuramente jefe de familia. Jugó tenis, boxeó y se hizo periodista. Fue improvisado maestro de escuela, luego tipógrafo, cronista, músico y fundamentalmente, agudo observador del paisaje y del ser humano. A los 19 años de edad, compuso su canción "Camino del Indio". Emprendió un viaje a Jujuy, Bolivia y los Valles Calchaquíes. En 1931 recorrió Entre Ríos, afincándose un tiempo en Tala. Pasó por Montevideo, para luego dirigirse al interior oriental y el sur del Brasil.

En 1934 reingresó a la Argentina por Entre Ríos y se radicó en Rosario, Santa Fe. En 1935 se estableció en Raco, provincia de Tucumán. Pasó brevemente por la ciudad de Buenos Aires —donde diversos intérpretes comenzaban a popularizar sus canciones— para actuar en radio. Recorrió después Santiago del Estero, para retornar por unos meses a Raco en 1936. Realizó una incursión por Catamarca, Salta y Jujuy. Más tarde visitó nuevamente el Altiplano en busca de testimonios de las viejas culturas aborígenes. Retornó a los Valles Calchaquíes, recorrió a lomo de mula los senderos jujeños y residió por un tiempo en Cochangasta, provincia de La Rioja.

A causa de su afiliación al Partido Comunista su obra sufrió la censura durante la presidencia de Juan Perón, fue detenido y encarcelado varias veces. Al respecto ha dicho Yupanqui:
«En tiempos de Perón estuve varios años sin poder trabajar en la Argentina... Me acusaban de todo, hasta del crimen de la semana que viene. Desde esa olvidable época tengo el índice de la mano derecha quebrado. Una vez más pusieron sobre mi mano una máquina de escribir y luego se sentaban arriba, otros saltaban. Buscaban deshacerme la mano pero no se percataron de un detalle: me dañaron la mano derecha y yo, para tocar la guitarra, soy zurdo. Todavía hoy, a varios años de ese hecho, hay tonos como el Si menor que me cuesta hacerlos. Los puedo ejecutar porque uso el oficio, la maña; pero realmente me cuestan.»
Atahualpa se fue a Europa en 1949. Édith Piaf lo invitó a actuar en París el 7 de julio de 1950. Inmediatamente firmó contrato con "Chant du Monde", la compañía de grabación que publicó su primer LP en Europa, "Minero soy", que obtuvo el primer premio de Mejor Disco de la Academia Charles Cros, que incluía trescientos cincuenta participantes de todos los continentes en el Concurso Internacional de Folclore. Posteriormente, viajó extensamente por Europa.

En 1952, Yupanqui regresó a buenos aires, donde rompió su relación con el Partido Comunista, lo que hizo más fácil para él concertar actuaciones en radio. Mientras que con su esposa Nenette construía su casa de Cerro Colorado (Córdoba), Yupanqui recorría el país.
El reconocimiento del trabajo etnográfico de Yupanqui se generalizó durante la década de 1960, y con artistas como Mercedes Sosa y Jorge Cafrune grabaron sus composiciones y lo hicieron popular entre los músicos más jóvenes, que se refieren a él como Don Ata.

Yupanqui alternaba entre sus casas en Buenos Aires y Cerro Colorado, provincia de Córdoba. Durante 1963 y 1964, realizó una gira por Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel e Italia. En 1967 realizó una gira por España estableciéndose finalmente en París. Volvió periódicamente a la Argentina y apareció en Argentinísima II en 1973, pero estas visitas se hicieron menos frecuentes cuando la dictadura militar de Jorge Videla llegó al poder en 1976.

En 1985 obtuvo el Premio Konex de Brillante como mayor figura de la historia de la música popular argentina.6 En 1986 Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. En 1987 volvió al país para recibir el homenaje de la Universidad Nacional de Tucumán. Debió internarse en Buenos Aires en 1989 para superar una dolencia cardíaca, pese a lo cual en enero de 1990 participó en el Festival de Cosquín.
Sin embargo, a los pocos días Yupanqui cumplió un compromiso artístico en París. Volvió a Francia en 1992 para actuar en Nîmes, donde se indispuso y falleció el 23 de mayo. Por su expreso deseo, sus restos fueron repatriados y descansan en Cerro Colorado.

Destino del Canto

miércoles, 30 de enero de 2013

El viaje de un periodista español al país que ama la vida. Lo que nunca me contaron sobre Israel y ni siquiera podía imaginar

Miguel Boó
Recientemente, veintidós gallegos de todas las edades y profesiones, todos ellos miembros de la Asociación Gallega de Amistad con Israel, viajaron al país hebreo para conocer in situ qué había de mito y qué de realidad en todo lo que nos cuentan y en todo lo que nos dejan de contar los medios de comunicación occidental.

En el grupo había seis periodistas, dos médicos, tres empresarios, cinco estudiantes y dos enfermeras, de todas las ideologías políticas posibles; casi todos cristianos y algún ateo.

La Asociación de la que forman parte se fundó el 1ú de diciembre de 2006 y ya es una de las más activas de Galicia, donde han conseguido que su Parlamento Autonómico aprobara una moción en memoria del Holocausto, han llevado a conferenciantes israelíes como Yehoshúa, Perednik o Alona Fisher y han organizado un encuentro de autoridades de Israel en España con empresarios gallegos para preparar lo que será una cumbre bilateral de negocios.

Por si fuera poco, su presidente, Pedro Gómez Valadés, a quien su partido (los independentistas del Bloque Nacionalista Gallego) abrió un expediente de expulsión por ser amigo de Israel (sin embargo ponen a Irán como ejemplo de país a imitar), fue recibido por Dalia Itzik.

A la vuelta de tu viaje por Israel, la gente, en España, te pregunta si no te ha ocurrido nada, si no te has expuesto a peligros, si no has vivido riesgos innecesarios. Te preguntan si por la calle se nota la violencia, la guerra, los efectos del terrorismo. Si hay psicosis, si no se huele el miedo, si nos han estado escoltando todo el tiempo, si hemos podido visitar lo que quisimos o nos obligaron a hacer determinados itinerarios, si hemos podido salir por las noches, si hemos visto tanques en las calles.


Una experiencia única 
  
Y cuando les respondes que no has tenido nunca sensación de peligro, ni de inseguridad, ni de riesgo, ni un poquito de miedo siquiera, los decepcionas. Y no digamos cuando les dices que aquello (Jerusalén sobre todo, pero también Galilea y los Lugares Santos de la vida de Jesús) estaba lleno de viejitos cristianos españoles encantados de la vida y ajenos a todos los prejuicios que, sobre Israel, Occidente crea y difunde.

Tal vez, también, porque en el subconsciente de muchos de esos integrantes de la tercera edad no existe un equivalente entre Israel y Tierra Santa. Para ellos Israel es un lugar en guerra y Tierra Santa es otro lugar donde nunca pasa nada ni puede pasar

Para nosotros, los que quisimos ir a Israel y no a Tierra Santa, nos encontramos con un país ejemplar y maravilloso en muchos sentidos. En un estado del tamaño de nuestra Galicia sin la provincia de Lugo, vivimos la experiencia única e insuperable de dejar nuestro pedido en el Muro de las Lamentaciones, de flotar en las aguas del Mar Muerto, pisar todos y cada uno de los lugares por los que transitó Cristo desde que nació hasta que fue crucificado y emocionarse en el Museo que recuerda el Holocausto de seis millones de judíos a manos de los nazis.

Arboles y telenovelas en la cuna del mundo La expedición gallega, que incluso plantó un árbol, y así lo certifica un documento oficial del Keren Kayemet Leisrael, se fotografíó con las  soldadas que pasean como civiles por las tranquilas calles de Jerusalén, departió con más de un israelí que conoce el castellano gracias a las telenovelas sudamericanas que allí triunfan, se remojó en el lugar del Jordán donde Juan Bautista bautizó a Jesús, ascendió a las alturas épicas de Masada donde los últimos judíos resistieron hasta el suicidio frente al sitio de los romanos, y atravesó el Mar de Galilea para subir a los Altos del Golán.

Con las banderas de Galicia e Israel en ristre, los viajeros sellamos nuestra amistad con ese pueblo trabajador y amante de la vida, comprobamos el milagro israelí de haber convertido el desierto en un vergel, y nos sentimos en todo momento seguros y emocionados de estar en la cuna del mundo. Lo que no es poco en un país amenazado diariamente por el terrorismo islamista que le niega su derecho a existir.


El mito de la miseria más triste del mundo  
A la vuelta del viaje, muchos de mis amigos se quedaban con la boca abierta cuando les decía que en Belén o en Ramala o en cualquier sitio de Cisjordania la gente no vive en tiendas de campaña, sin agua, ni luz, con niños descalzos y letrinas comunales para hacer sus necesidades. El cliché de los medios de comunicación europeos en general y españoles en particular nos ha dibujado un escenario como el descrito, donde la población palestina siempre está al borde del colapso, de la muerte por hambruna y por falta de medicinas El cliché es el que se corresponde con el país más pobre del mundo; más que Rwanda, Guinea, Tanzania, Costa de Marfil, o incluso Haití o Bolivia.

Cuando les cuento que he visto ciudades sin tiendas de campaña y con edificios, con carreteras, escuelas, restaurantes, hospitales y que la gente tiene celulares y coches, y que los comercios están más surtidos que en La Habana, pues les cuesta creerme. Vale, que Gaza es otra cosa, pero tampoco es Mozambique, ni mucho menos.

Del miedo, al ejemplo Los derechos humanos no existen en los territorios que controlan Hamás o Al Fatah, pero a los europeos nos pareció que a pesar de celebrarse sin libertades, ni derechos fundamentales, ni candidaturas de todas las tendencias; y a pesar de que no se considerarían válidas en ningún país occidental, las elecciones palestinas fueron democráticas. No importa que nunca homologaríamos algo así si tuviera lugar en Israel.

Es decir, si mañana, por ejemplo, la mayoría cualificada de los israelíes decidieran apoyar a un partido ultra nacionalista en cuyo programa figurara expulsar a todos los árabes de los territorios ocupados, entonces Europa pondría el grito en el cielo porque no lo consideraría democrático. (Ya no decimos ético, siquiera).

Está claro que los europeos usan dos varas de medir, según se trate de Israel o de sus enemigos.
Así que a los israelíes, de derechas y de izquierdas, les llevan todos los demonios que nosotros, los europeos, los expedidores de los auténticos certificados democráticos king size o extra luxury', miremos con lupa todas sus acciones, pasemos por alto todos los abusos anti democráticos de los dirigentes palestinos y nos comportemos como si nos importara una higa que las mujeres palestinas vivan sojuzgadas mientras las cómicas españolas se iban a fotografiar con Arafat.


La paz es posible
   
Pero no solo los israelíes. Hay palestinos con nacionalidad israelí, como el comerciante Anuar S. o el taxista Ahmed J. nos dicen con la boca pequeña (y por separado) que ellos lo que quieren es que acabe la violencia, y que si participan en movilizaciones o actos de la intifada es porque si no serán represaliados por los islamistas. ``Queremos trabajar y mejorar, y que nuestros hijos tengan futuro''', dice Anuar, que bien podría ser habitante de Nazaret, donde árabes y judíos coexisten desde 1948. O de la laureada Nevé Shalom (Oasis de Paz), una villa cooperativista situada entre Jerusalén y Tel Aviv que visitamos para comprobar la ejemplar convivencia entre 50 familias, la mitad judíos y la otra palestinos, y de la que se han hecho lenguas desde Hillary Clinton al líder palestino Faisal al-Husseini, pasando por el Premio Nobel Elie Wiesel o el escritor marroquí Taher Ben Jalún.


El amor a la vida  
Tan ejemplar como Nevé Shalom, pero en otro ámbito, fue que durante las décadas de los '70, '80 y '90 ingresaran cada día en Israel 150.000 palestinos para trabajar. Naturalmente, Europa siempre exigió que Israel empleara mano de obra palestina, pero nunca pidió lo mismo de Jordania y Egipto, igualmente limítrofes con los palestinos, de quienes son hermanos de sangre y de religión. Eso sí, si les daban trabajo se criticaba a los judíos por tener colapsados en las colas fronterizas a los pobres palestinos, pero si no se lo daban, entonces Israel era un país sin entrañas.

Lejos de ser un país malvado, pudimos visitar el Hospital Hadassa, donde los médicos tratan por igual a víctimas y a verdugos. A personas heridas en un atentado y al terrorista que las atacó. Fue así como supimos que para un israelí, o al menos para un judío, lo importante es, siempre, la vida. Porque salvar una vida es salvar al mundo.

Y nos impresionó, vaya si no, lo que está haciendo la red de voluntarios más grande de Israel en cuestión de servicios de asistencia y cuidados en el hogar, a través de Yad Sará. Impresionante. Una institución que no recibe ayuda del Estado y que le ahorra 300 millones de dólares en costes de internamiento hospitalario y cuidados intensivos.

Así que, visto lo visto y vivido lo vivido, uno se vuelve con la sensación de que acaba de conocer de primera mano todo lo que nunca le contaron sobre Israel y ni siquiera se podía imaginar.

*El autor es licenciado en Ciencias de la Información (Periodismo) por la Universidad de Navarra (1978) y está haciendo un doctorado en Ciencias de la Información en las Universidades Complutense (Madrid) y de Vigo.
 
Fue redactor y director en medios de prensa, escribió numerosos artículos y varios libros. Últimamente se publicaron sus obras ``La Correspondencia Gallega'', ``El desastre del '98''' y ``Abreviatura'''.
Es uno de los fundadores y primer secretario general de la Asociación Gallega de Amistad con Israel.



Por Miguel Boó, Galicia



Martin Luther King desconocido. Aniversario de su nacimiento

                           
Eduardo Eurnekian y Baruj Tenembaum, presidente y fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, recuerdan un nuevo aniversario del nacimiento de Martin Luther King, ejemplar defensor del derecho de cada ser humano a ser diferente, así como promotor de la solidaridad y el coraje cívico, valores cardinales ejercitados por las personas que auxiliaron a perseguidos durante el Holocausto, el Genocidio Armenio, y otras catástrofes sociales, pasadas y presentes.

Martin Luther King, el adalid de la Paz, el más lúcido de los luchadores por la libertad del pueblo negro y predicador de la hermandad de todos los pueblos, moría asesinado el 4 de abril de 1968 en la ciudad de Memphis, a causa de las heridas recibidas por los disparos efectuados por James Earl Ray.

Había nacido el 15 de enero de 1929 en la ciudad de Atlanta, estado de Georgia; hijo del Reverendo Martin Luther King, Sr. y de Alberta Williams.

Luego de cursar con éxitos sus estudios, obtuvo el doctorado en Teología Sistemática en la Universidad de Harvard, en 1955. A lo largo de su vida recibió más de veinte doctorados honorarios en otras tantas universidades de los Estados Unidos.

Había sido ordenado Ministro de la fe cristiana a la edad de 19 años en la Iglesia Bautista Ebenezer. Fue pastor de la Iglesia "Dexter Avenue" en Montgomery, Alabama, desde 1954 hasta 1959. De 1960 hasta su muerte ofició como co-pastor junto a su padre en la Iglesia Bautista Ebenezer.

Gracias a la infatigable acción de King los negros de los Estados Unidos pudieron conquistar los derechos civiles que les eran negados, así como la dignidad y el respeto como personas y pueblo.

La Fundación Internacional Raoul Wallenberg recuerda a Martin Luther King citando una de sus más memorables condenas al odio, enmascarado en este caso bajo la forma de una oposición a la existencia de un Estado nacional.

En el artículo "Carta a un amigo anti-sionista", publicado en "Saturday Review", Nº XLVII, de agosto de 1967, leemos: "...Tu díces, mi amigo, que no odias a los judíos, que eres solamente "anti-sionista". Y yo te digo: Quien critica al Sionismo, critica a los judíos; y ésta es la verdad de Dios"

"El anti-semitismo, el odio a los judíos, permanece como una mancha en el espíritu de la humanidad. Entonces, entiende esto: el anti-sionismo es, en esencia, anti-semitismo, el odio al Pueblo judío, y así siempre será."

"¿Por qué es así? Tu sabes que el el Sionismo es ni más menos que el sueño del Pueblo judío de retornar a su Tierra. Las Escrituras nos dicen que una vez florecieron en la Tierra Santa. De allí fueron expulsados por el tirano romano, los mismos romanos que mataron a a nuestro Señor"

"El Pueblo negro, mi amigo, sabe qué es sufrir el tormento de la tiranía bajo las reglas impuestas por gobernantes que no elegimos. Nuestros hermanos de Africa rogaron, imploraron, pidieron, DEMANDARON que se les reconozca su derecho natural a vivir en paz en su propio país, soberanamente."

"El anti-semita se regodea en cada oportunidad en la que puede liberar su malicia. Los tiempos han convertido en impopular la manifestación abierta del odio a los judíos. Siendo éste el caso, el anti-semita busca siempre nuevas formas y foros en donde poder instilar su veneno. Ahora lo esconde tras una nueva máscara. ¡Ahora no odia a los judíos, sólo es anti-sionista!"

El 28 de agosto de 1963 más de 250.000 personas se reunieron en Washington DC y se dirigieron al Capitolio demandando leyes que garantizaran derechos civiles iguales para todos, sin distinciones. Martin Luther King, Jr. caminaba al frente de la "Marcha sobre Washington".

Ese día, en los escalones del monumento a Abraham Lincoln, el Dr. King dió un discurso al que más tarde se lo conoció como "Yo tengo un sueño". La marcha fue una de las más grandes concentraciones de personas, blancas y negras, que recuerde la capital de los Estados Unidos . y no hubo ni un sólo hecho de violencia.

El discurso finalizó con éstas palabras: "¡Hoy tengo un sueño!. Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"

martes, 29 de enero de 2013

Captura y juicio de Adolf Eichmann

Una producción que refleja un momento importante en la busqueda de la justicia. La captura de Adolf Eichmann, el ejecutor de la Solución Final

Agradecemos al Dr. Saúl Cymbalista

lunes, 28 de enero de 2013

Chiune Sugihara, El japonés que salvó la vida de seis mil judíos.


Chiune Sugihara  fue un diplomático japonés que se desempeñó como cónsul del Imperio Japonés en Lituania durante la Segunda Guerra Mundial. Aprovechando la jerarquía de su cargo, pudo ayudar a miles de judíos a salir del país, otorgándoles visados de tránsito para que pudieran viajar al Japón, aún poniendo en riesgo su carrera y la seguridad de su familia. Aquí su historia.

Sugihara nació el 1 de enero de 1900 en Yaotsu, un área rural de la región de Chubu en Japón. Nació en una familia de clase media, su padre era un respetado médico y su madre era descendiente de la clase samurái. Se graduó en 1919 y su padre quería que también estudiara medicina, pero él, siguiendo su vocación entró a la Universidad de Waseda y sacó su título en Literatura Inglesa. Poco después aprobó un examen para una beca en el extranjero del Ministerio de Relaciones Exteriores. El Ministerio lo reclutó y lo asignó a Harbin, en China, donde también estudió los idiomas ruso y alemán, lo que le ayudó a apuntalar su carrera diplomática, convirtiéndose más adelante en Delegado del Japón para los asuntos Soviéticos.

Más tarde recibió el puesto de Vice Ministro de Relaciones Exteriores en Manchuria, dignidad a la que acabó renunciando, por el simple hecho de no estar de acuerdo con el cruel trato que daban los japoneses a la población china. Ya entonces Sugihara mostraba ser una excepción en el Cuerpo Diplomático Imperial, y un japonés distinto a los demás. Chiune Sugihara prefería obedecer a su conciencia y vivir según sus propias convicciones morales. Cuando volvió al Japón se casó con Yukiko Kikuchi, y poco después, en 1938 fue enviado a la oficina diplomática japonesa en Helsinki, Finlandia.

En marzo de 1939, Chiune Sugihara fue enviado a Kaunas para abrir el servicio consular. Esta era la capital provisional de Lituania en ese momento y estaba situada estratégicamente entre la Alemania nazi y la Unión Soviética.

Chiune Sugihara apenas se estaba adaptando en su nueva función diplomática, cuando el ejército nazi invadió Polonia en septiembre de ese mismo año. El resultado fue una ola de judíos polacos que decidieron abandonar su país, y que se trasladaron a la vecina Lituania que permanecía neutral. Con ellos llegaron los escalofriantes relatos de las atrocidades alemanas contra la población judía. Los que pudieron escapar, lo hicieron sin posesiones ni dinero, por lo que la población judía lituana hizo todo lo posible para ayudarlos con dinero, ropa y vivienda.

Antes de la guerra, la población de Kaunas era de 120.000 habitantes, una cuarta parte de los cuales eran judíos. Lituania hasta esos momentos, había sido un enclave de paz y prosperidad para los ellos. La mayoría de judíos lituanos no eran conscientes del riesgo que corrían, minimizaban lo que estaba ocurriendo en Polonia, a pesar de que los mismos refugiados polacos les advirtieron que estaban siendo asesinados por miles. Es que un hecho así, en pleno siglo XX, era imposible de creer para los judíos lituanos, quienes continuaron haciendo su vida con normalidad.

Las cosas empezaron a cambiar a mediados de junio de 1940, cuando los soviéticos invadieron Lituania. Ahora ya era demasiado tarde para que abandonaran el país. Irónicamente, los soviéticos permitieron salir sólo a los judíos que habían llegado de Polonia, pero con la condición de que se vayan cruzando la Unión Soviética siempre y cuando los documentos y visados estén en regla. En 1940, la mayor parte de Europa occidental estaba bajo el poder de los nazis, a excepción de Gran Bretaña que se encontraba solitaria. El resto del mundo supuestamente era libre, pero la mayoría de países ponían trabas a la inmigración de refugiados judíos, y ni se diga el peligro que corrían en cualquier lugar de la Europa ocupada. Los judíos polacos, no tenían a donde ir. Se habían convertido en parias.


En medio de esta terrible situación diplomática, Sugihara Chiune, repentinamente se convirtió en pieza clave de un desesperado plan de supervivencia. El destino de miles de familias llegaría a depender sólo de él.

Más pronto que tarde empezaron a llegar noticias de que los alemanes estaban avanzando rápidamente hacia el este (hacia Lituania). En julio de 1940, las autoridades soviéticas dieron instrucciones para que, por su seguridad, todas las embajadas extranjeras abandonaran Kaunas. Casi todos los consulados cerraron y sus cuerpos diplomáticos abandonaron Lituania de inmediato, pero Chiune Sugihara solicitó quedarse en el país, y se le concedió un permiso de 20 días de estadía. Quería ayudar de alguna manera.

Hitler iba tejiendo su red alrededor de Europa del Este y el tiempo para los refugiados se acababa. Fue entonces cuando a algunos de los refugiados polacos se les ocurrió un plan, que de resultar, sería su última oportunidad para escapar con vida de los nazis: Descubrieron que no se necesitaba visa para viajar a las islas holandesas del caribe, Curazao y la Guyana holandesa, (ahora conocida como Surinam). Por otra parte, el cónsul de Holanda, Jan Zwartendijk, estaba dispuesto a sellarles sus pasaportes con la visa de entrada. Aún con el pasaporte sellado por el cónsul holandés, los judíos seguían teniendo un gran problema. En esa época obviamente no había vuelos directos al Caribe. Debían salir de Lituania, y para eso, necesitaban pasar a través de la Unión Soviética. Otra vez tuvieron suerte, puesto que cónsul soviético simpatizaba con los refugiados y accedió a dejarlos pasar, pero bajo una condición: además del visado holandés, también deberían obtener un visado de tránsito japonés, ya que obligatoriamente tendrían que pasar por Japón, en su camino hacia las islas holandesas.

Una mañana a finales de julio de 1940, Chiune Sugihara y su familia despertaron debido al bullicio de una multitud de judíos polacos, reunidos afuera del consulado. Los refugiados sabían que esta era su única oportunidad. Sólo si el consulado japonés les otorgaba visas de tránsito para pasar por su país, los judíos obtendrían el permiso de salida de la Unión Soviética. Chiune Sugihara estaba conmovido por la situación y quería ayudar, pero no tenía la autoridad para emitir tal cantidad de visas, sin la autorización del Ministerio de Relaciones Exteriores en Tokio. Telegrafió a su gobierno en tres ocasiones solicitando la autorización, pero desde Tokio se lo negaron tajantemente. Japón no quería recibir refugiados judíos porque eso sería contrariar a un aliado como Hitler.


Después de las continuas negativas de su Ministerio, el diplomático japonés consultó la situación con su esposa. Sugihara debía tomar una difícil decisión. Era ante todo un hombre criado bajo la estricta disciplina tradicional de los japoneses. Ahora era un diplomático de carrera, que de repente tenía que tomar una decisión muy difícil. Sabía que como funcionario estaba obligado a obedecer las órdenes del Imperio Japonés, de hecho la obediencia a su Emperador, era una virtud que le habían inculcado durante toda su vida. Pero por otro lado su sangre y sus códigos de samurái le decían que siempre que sea posible, se debía ayudar a los necesitados. Sugihara sabía perfectamente que si desafiaba las órdenes de su gobierno podría ser despedido, deshonrado, y seguramente sería el fin de su carrera diplomática. Una situación así le dificultaría mantener a su familia en el futuro, pero al final decidió hacer lo que le dictaba su conciencia. Decidió ayudar a esos miles de refugiados y firmar las visas para que entren a su país.
Durante 29 días, desde del 31 de julio al 28 de agosto de 1940, Chiune junto a su esposa Yukiko, se dedicaron a firmar visas de tránsito a mano. Hora tras hora, día tras día, durante estas cuatro semanas escribieron, firmaron y sellaron un promedio de 300 visas diarias. El trabajo era tan extenuante, que al final del día, su esposa Yukiko debía masajear las fatigadas manos del Cónsul. Ni siquiera tenían tiempo de detenerse a comer porque no quería fallarle a toda esa gente que hacía fila día y noche delante del consulado. A pesar de toda esa buena disposición del joven cónsul, algunos judíos estaban tan desesperados, que empezaron a treparse por las paredes para entrar al consulado. Algunos de ellos entraron decididos hasta a besarle los pies para conseguir el visado, y eso fue algo que impactó al joven diplomático. El hecho de que un ser humano estuviera dispuesto a besar los pies de otro para salvar su vida y la de su familia, le indicaba cuán angustiada estaba esa gente, y le reafirmaba que estaba haciendo lo correcto. Esa escena le dio más valor a Chiune, tanto valor que hasta salió de su oficina y se dirigió a la multitud que aguardaba afuera del consulado. Los tranquilizó y les juró que haría todo lo que esté a su alcance para ayudarlos. A la final les entregó miles de visas (se dice que al menos fueron seis mil), tantas como le fueron posible firmar, hasta que los soviéticos le obligaron a cerrar el consulado y abandonar Lituania.

Hay muchos testimonios de sobrevivientes que estuvieron ese momento y fueron testigos de que Chiune Sugihara continuó firmando visados en papeles membreteados de la embajada, aún cuando estaba dentro del tren, y que "los lanzaba por la ventana hasta el momento en que el tren partió".

Una de las últimas cosas que hizo el cónsul japonés antes de despedirse, y ya con el tren saliendo, fue obsequiarle el Sello Oficial de visado y bastante papelería a un refugiado que era su amigo , del cual se dice, también los usó para salvar más judíos.

Los refugiados judíos que obtuvieron las visas de Sugihara, se dirigieron por tren hasta Moscú y ahí tomaron el Transiberiano hasta la ciudad de Vladivostok, puerto marítimo que queda frente a las costas japonesas. A partir de ahí, la mayoría de ellos se embarcaron hacia Kobe, Japón.

Luego de permanecer en Kobe durante algún tiempo, fueron trasladados a Shanghai, en China. Miles de estos judíos polacos que estaban allí gracias las visas del cónsul japonés, sobrevivieron bajo la protección del gobierno nipón en Shangai. Durante esos meses llegaron aproximadamente unos diez mil refugiados huyendo del holocausto. La mayoría de ellos gracias a Chiune Sugihara.

A pesar de la desobediencia cometida, el gobierno japonés sabía de las habilidades diplomáticas de Sugihara y que les sería útil durante el conflicto, razón por la que durante ese tiempo no fue removido, pero en 1945, cuando la guerra terminó, automáticamente fue separado del Ministerio. Toda su carrera diplomática de largos años quedó truncada, y el ex cónsul tuvo que empezar nuevamente desde cero. Para mantener a su familia empezó vendiendo focos de puerta en puerta, de casa en casa, y con suerte algunas veces se encontraba con cualquier trabajo como traductor a tiempo parcial. Pensó que con su dominio del idioma le iría mejor en la Unión Soviética , y este fue otro reto que tuvo que afrontar, ya que se trasladó sin su familia en búsqueda de empleo. Las dos últimas décadas de su vida trabajó como Gerente de una exportadora en Moscú.

El resto de su vida lo pasó en el más completo anonimato, hasta que En 1968, Jehoshua Nishri, miembro de la embajada israelí en Tokio y uno de los beneficiarios de las visas de Sugihara, finalmente pudo localizarlo. Nishri había sido un adolescente en 1940, cuando recibió la visa del cónsul japonés. El grupo de refugiados que sobrevivió gracias a Sugihara, presentó una petición para su inclusión en el Museo Yad Vashem. En 1985 Chiune Sugihara fue nombrado "Justo entre las Naciones", la más alta distinción que otorga el gobierno de Israel, a ciudadanos de otros países que ayudaron a los judíos durante el holocausto. Sugihara estaba demasiado enfermo como para viajar a Israel , así que su esposa e hijo aceptaron asistir al homenaje en su nombre. Al ex cónsul y a toda su familia les concedieron la ciudadanía israelí perpetua. Sugihara murió el año siguiente, el 31 de julio de 1986.

A pesar de la publicidad dada en Israel y otras naciones, él seguía siendo un desconocido en su país de origen. Solamente cuando una gran delegación hebrea de todo el mundo, incluyendo al embajador israelí en Japón, se presentaron en su entierro, sus vecinos se enteraron de lo que este hombre había hecho.

Homenaje a Mercedes Sosa

Un homenaje imperdible a la gran Mercedes Sosa


jueves, 17 de enero de 2013

Arturo Toscanini, El Maestro



Arturo Toscanini nació en Parma, Italia, el 25 de marzo de 1867 y falleció en Nueva York el 16 de enero de 1957.

Está considerado como el más grande director de orquesta de su época y del siglo XX.

Era célebre por su brillante intensidad, su incansable perfeccionismo, su prodigioso oído y su memoria fotográfica que le permitía corregir errores de los miembros de la orquesta que habían sido inadvertidos durante décadas por sus colegas.

Toscanini inició su formación musical en Parma al ganar una beca para el conservatorio local, en el que estudió violoncello. Tras sus estudios, se unió a la orquesta de una compañía de ópera con la que realizó una gira por Sudamérica.

Mientras representaban Aida en Río de Janeiro en 1886, el director de la orquesta fue abucheado por el público y obligado a abandonar el escenario. 

Toscanini, afortunadamente, tomó la batuta animado por el resto de músicos comenzando así, a los 19 años, su carrera como director.

En 1898, accedió al cargo de director residente de La Scala de Milán, donde permaneció hasta 1908. Durante esa época estrenó obras de autores contemporáneos, entre otras, el oratorio Mosè de Lorenzo Perosi, cuya primera interpretación tuvo lugar en mayo de 1901 en el Salone Perosi de Milán.

Tras este primer periodo en La Scala se fue a los Estados Unidos de Norte América para dirigir en el Metropolitan Opera House de Nueva York entre 1908 y 1915.

Posteriormente, regresaría a La Scala en los años 1920. Tocó en el Festival de Bayreuth (1930-31) y en el Festival de Salzburgo (1934-37). Entre 1926 y 1936 dirigió la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Radicalmente opuesto a los regímenes fascistas de Alemania e Italia, abandonó Europa para dirigirse a los Estados Unidos. Allí se fundó en 1937 la Orquesta Sinfónica de la NBC para él y con ella actuó con regularidad hasta 1954.

Sus actuaciones lo convirtieron en el primer director de orquesta estrella de los modernos medios de comunicación de masas.

En Argentina, el culto por Arturo Toscanini existe desde principios del siglo XX.






Por primera vez en el mundo, por Radio Nacional Clásica FM 96,7 bajo la Dirección Artística de Juan Carlos Montero y con el invalorable y desinteresado aporte del musicólogo y coleccionista Claudio von Foerster se emitió el ciclo “Encuentros con Arturo Toscanini, El Maestro” que se desarrolló a lo largo de 430 programas de una hora cada uno, con todas las grabaciones comerciales y privadas y decenas de horas de ensayos. Fue uno de los momentos mas importantes de mi carrera profesional y agradezco esa posibilidad.

A continuación el programa del 16 de enero de 2004 en homenaje al Maestro Arturo Toscanini con Claudio von Foerster

http://www.ivoox.com/aniversario-del-fallecimiento-del-maestro-arturo-toscanini_md_1711612_1.mp3




La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125, conocida también como "Coral", es la última sinfonía del compositor alemán Ludwig van Beethoven. Es una de las obras más trascendentales, importantes y popular en toda la música clásica, y también de toda la música y del arte. Su último movimiento es un final coral sorprendentemente inusual en su época que se ha convertido en símbolo de la libertad.
En 1817 la sociedad filarmónica de Londres encargó la composición de la sinfonía. Beethoven comenzó a componerla en 1818 y finalizó su composición a principios de 1824. Sin embargo, tanto la parte coral como las notas de la sinfonía disponen de fuentes para datarlas en un momento temprano en la carrera de Beethoven.
El poema de Friedrich Schiller An die Freude, conocido también como “Oda a la alegría” provocó en Beethoven la intención de musicalizarlo ya desde 1793 cuando tenía 22 años.
Beethoven encarna el tránsito del estilo clásico al estilo romántico rompiendo el esquema cerrado de las formas musicales para adaptarlas a esta incipiente libertad individual.
Es uno de los primeros músicos que viven de lo que venden componiendo, algo que comenzó a hacer Mozart, creando un precedente en el oficio de compositor, despegándose del mecenazgo al que están sometidos otros músicos como Haydn.
Beethoven estaba ansioso por estrenar su trabajo en Berlín tan pronto como fuera posible después de terminarlo, dado que pensó que el gusto musical en Viena estaba dominado por compositores italianos como Rossini.
Cuando sus amigos y financistas oyeron eso, lo motivaron a estrenar la sinfonía en la misma Viena.
El estreno de la novena sinfonía se produjo diez años después de la Octava, el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena, junto con la obertura de Die Weihe des Hauses y las tres primeras partes de la Missa Solemnis.
Esta fue la primera aparición en escena de Beethoven después de doce años; la sala estuvo llena. Nadie quiso perderse el estreno de la sinfonía y de la que se presumía sería la última aparición pública del genio alemán, y efectivamente así fue: en los tres años siguientes, se recluyó en casa aquejado de diversas enfermedades que lo postraron hasta su muerte.
Las partes de soprano y alto fueron interpretadas por las jóvenes y famosas: Henriette Sontag y Caroline Unger.
Aunque la interpretación fue oficialmente dirigida por Michael Umlauf, maestro de capilla, él y Beethoven compartieron el escenario.
El público terminó encantado, ovacionando a los músicos.
La letra del cuarto movimiento es una adaptación no literal de Beethoven sobre la “Oda a la Alegría” en la versión definitiva de 1808 por motivos de ritmo o necesidad musical en el poema.

Solo de barítono

¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!

Solo de Cuarteto de voces y Coro

¡Alegría, bella chispa divina,
hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
y todos los hombres serán hermanos
bajo tus alas bienhechoras.
Quien logró el golpe de suerte,
de ser el amigo de un amigo.
Quien ha conquistado una noble mujer
¡Que una su júbilo al nuestro!
¡Sí! que venga aquel que en la Tierra
pueda llamar suya siquiera un alma.
Pero quien jamás lo ha podido,
¡que se aparte llorando de nuestro grupo!
Se derrama la alegría para los seres
por todos los senos de la Naturaleza.
todos los buenos, todos los malos,
siguen su camino de rosas.
Ella nos dio los besos y la vid,
y un amigo probado hasta la muerte;
Al gusanillo fue dada la Voluptuosidad
y el querubín está ante Dios.
Solo de Tenor y Coro Masculino
Alegres como vuelan sus soles,
A través de la espléndida bóveda celeste,
Corred, hermanos, seguid vuestra ruta
Alegres, como el héroe hacia la victoria.

Coro

¡Abrazaos Millones de seres!
¡Este beso al mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
Debe habitar un Padre amante.
¿Os prosternáis, Millones de seres?
¿Mundo presientes al Creador?
Búscalo por encima de las estrellas!
¡Allí debe estar su morada!

Coro

¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
y todos los hombres serán hermanos
bajo tus alas bienhechoras.
¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!


domingo, 6 de enero de 2013

La Argentina Insolente

Angel, un amigo me mando por E-mail este texto.

La Argentina Insolente

Dr. Mario Rosen


En mi casa me enseñaron bien.

Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas:

Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.

Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”.
Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa.

No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue.
El respeto por la autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.

Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar.

Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas... Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.

Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.

Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.
Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente..

La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables.

No me diga, uno así vive en un mundo predecible.

El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo.

Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.

Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido (o un boludo, si me lo permite decir).

El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba.
Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "la impunidad".

¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad.
En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad.

Le explicaré:

Justicia, porque “el que las hace las paga”.

Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.

Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa.

Y así creí que sería en la vida.. Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara.
En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado.

Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:

Regla N° 3: No sea insolente.

Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.

Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo.

Eso es lo que nos arruinó. LA INSOLENCIA.

Usted puede romper una regla -es su riesgo- pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar... a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes.

La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.

El mal de los Argentinos es la insolencia.

La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza.

La insolencia hace un culto de cuatro principios:

- Pretender saberlo todo

- Tener razón hasta morir

- No escuchar

- Tú me importas, sólo si me sirves.

La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación.
La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que, insolentemente, les impiden trabajar. Léalo otra vez, porque parece mentira.

Así nos vamos a quedar sin trabajo todos.
Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.
 Bueno, y así están las cosas. Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas?

Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes?

Yo se lo voy a contestar.

PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas.
Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros.

No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.

Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.

Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.

Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA.

Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada.

Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.

Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío.

Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.

 ¿A USTED QUÉ LE PARECE?

¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?

Espero no haber sido insolente.

En ese caso, disculpe.

Dr. Mario Rosen

El Dr. Mario A. Rosen es médico, educador, escritor. Tiene 63 años. Socio fundador de Escuela de Vida, Columbia Training System, y Dr. Rosen & Asociados. Desde hace 15 años coordina grupos de entrenamiento en Educación Responsable para el Adulto. Ha coordinado estos cursos en Neuquén, Córdoba, Tucumán, Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca y en Centro América. Médico residente y Becario en Investigación clínica del Consejo Nacional de Residencias Médicas (UBA). Premio Mezzadra de la Facultad de Ciencias Médicas al mejor trabajo de investigación (UBA). Concurrió a cursos de perfeccionamiento y actualización en conducta humana en EEUU y Europa. Invitado a coordinar cursos de motivación en Amway y Essen Argentina, Dealers de Movicom Bellsouth, EPSA, Alico Seguros, Nature, Laboratorios Parke Davis, Melaleuka Argentina, BASF.