viernes, 6 de marzo de 2015

Aniversario del estreno de la ópera La Traviata, de Giuseppe Verdi.



La Traviata es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en una adaptación teatral de la novela de Alexandre Dumas hijo, La dama de las camelias, y estrenada, sin éxito, en el teatro La Fenice de Venecia, el 6 de marzo de 1853.

El público se burló de la representación varias veces, dirigiendo sus críticas a la soprano Fanny Salvini-Donatelli, aunque era una cantante aclamada, fue considerada demasiado vieja y por su sobrepeso no encajaba con el papel dramático. 

El público mostró también su desagrado, en el segundo acto, después de la interpretación del barítono Felice Varesi y del tenor Lodovico Graziani. 

Al final de la ópera, la platea se rió a carcajadas en lugar de apreciar el final trágico. El día después, Verdi escribió a su amigo Muzio en lo que ahora se ha convertido quizás en su carta más famosa: "La Traviata anoche un fracaso. ¿Fallo mío o de los cantantes? El tiempo lo dirá."

Después de algunas revisiones entre 1853 y mayo de 1854, la ópera se representó en Venecia, en el Teatro San Benedetto, y fue un éxito de crítica. Desde entonces su popularidad ha sido constante y se ha mantenido en el repertorio hasta la actualidad.

Con La Traviata, Verdi alcanzó un estilo maduro, con mayor hondura en la descripción de los personajes, mayor solidez en las construcciones dramáticas, y una orquesta más importante y rica.


A continuación, de Giuseppe Verdi, la ópera La traviata, en la producción de Franco Zeffirelli, para el Teatro Giuseppe Verdi de Busseto. En los principales papeles, Stefania Bonfadelli como Violeta Valery; Annely Peebo en el rol de Flora Bervoix; Paola Leveroni en el rol de Annina; Scott Piper como Alfredo Germont; y el personaje de Giorgio Germont interpretado por Renato Bruson; junto al Coro y la Orquesta de la Fundación Arturo Toscanini, dirigidos por Placido Domingo.




La acción se desarrolla en París, en 1850.

Acto I

El salón en casa de Violeta

Violeta Valery, una famosa cortesana, da una lujosa fiesta en su salón de París para celebrar su recuperación de una enfermedad. Uno de los últimos en llegar a la fiesta es Gastón, un conde, que llega acompañado de su amigo, el joven noble Alfredo Germont, que hacía tiempo que deseaba conocer a Violeta pues la adoraba desde lejos. Mientras pasea por el salón, Gastón le dice a Violetta que Alfredo la ama, y que mientras ella estaba enferma, él la visitó cada día. Alfredo, una vez presentados, le expresa su preocupación por su delicada salud, y luego le declara su amor.

El barón, actual amante de Violetta, espera cerca para llevarla al salón donde le piden al barón que haga un brindis, pero él lo rechaza, y la gente se vuelve a Alfredo.

Desde la habitación vecina, se oye el sonido de la orquesta y los invitados se mueven allí para bailar. Sintiéndose mareada, Violetta pide a sus invitados que vayan por delante y la dejen descansar hasta que se recupere. Mientras los invitados bailan en la habitación próxima, Violetta mira su pálida cara en el espejo. Alfredo entra y expresa su preocupación por su frágil salud, declarando más tarde su amor por ella. Al principio, Violeta lo rechaza porque su amor no significa nada para ella, pero hay algo en Alfredo que le llega al corazón. Cuando él se marcha, le regala una camelia, diciéndole que regrese cuando la flor se haya marchitado. Ella le promete reunirse con él al día siguiente.

Después de que los invitados se han marchado, Violeta analiza la posibilidad de una relación con amor verdadero. Pero finalmente desecha la idea. Ella necesita ser libre para vivir su vida, día y noche, de un placer a otro. Desde fuera del escenario, la voz de Alfredo se oye cantando sobre el amor conforme baja por la calle.

Acto II

Escena 1: En la casa de campo de Violetta en las afueras de París

Tres meses después, Alfredo y Violeta llevan una existencia tranquila en una casa de campo, en las afueras de París. Violeta se ha enamorado de Alfredo y ha abandonado completamente su anterior estilo de vida. Alfredo canta su vida feliz, juntos. Annina, la doncella, llega desde París, y, cuando Alfredo le pregunta, le dice que ella fue allí a vender los caballos, los carruajes y todo lo que Violetta posee para apoyar su estilo de vida en el campo.

Alfredo queda abrumado de saber esto y se dirige a París inmediatamente para corregir la situación él mismo. Violetta regresa a casa y recibe una invitación de su amiga Flora, a una fiesta en París aquella tarde. El padre de Alfredo, Giorgio Germont, llega a la casa y exige a Violeta que rompan su relación con su hijo por el bien de su familia, pues la suerte de su hermana han sido destruidas por su conexión con ella, ya que su reputación como cortesana compromete el nombre Germont. Mientras tanto, él queda impresionado por la nobleza de Violetta, algo que no esperaba de una cortesana. Ella le responde que no puede poner fin a su relación porque lo ama mucho, pero Giorgio le ruega por el bien de la familia. Violeta escucha, con un creciente remordimiento, las patéticas palabras del señor Germont y finalmente se muestra conforme. En un gesto de gratitud por su bondad y sacrificio, Giorgio besa su frente antes de dejarla a solas llorando.

Decide abandonar a su amado. Violetta deja una nota a Annina para enviarla a Flora aceptando la invitación a la fiesta y, mientras escribe su carta de despedida a Alfredo, entra éste. Apenas puede controlar su tristeza y lágrimas; le habla repetidamente de su amor incondicional. Antes de apresurarse fuera e ir a París, entrega la carta de despedida a su sirviente para que se lo entregue a Alfredo.

Pronto, los sirvientes le llevan la carta a Alfredo y, tan pronto como la ha leído, Giorgio regresa e intenta reconfortar a su hijo, recordándole a su familia en Provenza. Alfredo sospecha que el barón está detrás de su separación con Violetta y la invitación a la fiesta, que ella encuentra en la mesa, fortaleciendo sus sospechas. Decide enfrentarse a Violetta en la fiesta. Giorgio intenta detener a Alfredo, pero él sale apresuradamente.

Escena 2: Fiesta en casa de Flora
  
En la fiesta, el marqués le dice a Flora que Violetta y Alfredo se han separado. Pide a los animadores que interpreten para los invitados. Gastone y sus amigos se unen a los toreros y cantan.

Para ahogar su pena, Violeta, se consume aún más profundamente en su libertinaje. Llega al barón Douphol. Ven a Alfredo en una mesa de juego. Cuando él la ve, Alfredo proclama en voz alta de que se llevará a Violetta a casa con él. Sintiéndose enojado, el barón se acerca a la mesa de juego y se une a él en el juego. Conforme apuestan, Alfredo gana grandes cantidades de dinero hasta que Flora anuncia que la cena está preparada. Alfredo se va con puñados de dinero.

Mientras está abandonando la habitación, Violetta ha pedido a Alfredo verla. Temiendo que la ira del barón le llevará a desafiar a Alfredo a un duelo, ella amablemente le pide a Alfredo que se marche. Alfredo confunde sus temores y se enfrenta a ella, exigiéndole que admita que ella ama al barón. Dolorida, ella lo admite y, furioso, Alfredo llama a los invitados para testificar lo que él tiene que decir. La deshonra tirándole dinero que dice le debe por los servicios prestados mientras vivieron juntos, enfrente de los invitados. Violeta se desmaya abrumada por la enfermedad y la pena. Los invitados riñen a Alfredo.

En busca de su hijo, Giorgio entra en el salón y, sabiendo el significado real de la escena, denuncia el comportamiento de su hijo.

Flora y las damas intentan convencer a Violetta para que abandone el salón, pero Violetta se vuelve hacia Alfredo.

Acto III

Algunos meses después de la fiesta, Violeta aparece en la cama debido al avance de la tuberculosis. El doctor Grenvil le dice a Annina que Violetta no vivirá mucho puesto que su tuberculosis ha empeorado. A solas en su habitación, Violetta lee una carta del señor Germont, en la que le dice que el barón sólo fue herido en su duelo con Alfredo; que ha informado a Alfredo del sacrificio que Violeta ha hecho por él y su hermana; y que él envía a su hijo a verla tan pronto como sea posible para pedir su perdón.
  
Annina se apresura a la habitación para decir a Violetta que ha llegado Alfredo. Los amantes quedan reunidos y Alfredo sugiere que ellos abandonarán París.

Pero es demasiado tarde: ella sabe que su tiempo se ha agotado. El padre de Alfredo entra con el doctor, lamentando lo que ha hecho. Después de cantar un dúo con Alfredo, Violetta revive rápidamente, exclamando que el dolor y la incomodidad la han abandonado. Un momento después, ella muere en brazos de Alfredo.