viernes, 22 de mayo de 2015

Richard Wagner


Wilhelm Richard Wagner nació en Leipzig, Alemania, el 22 de mayo de 1813 y murió en Venecia, Italia, el 13 de febrero de 1883. Compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Richard Wagner (Leipzig, actual Alemania, 1813-Venecia, Italia, 1883) Compositor, director de orquesta, poeta y teórico musical alemán.

Aunque Wagner prácticamente sólo compuso para la escena, su influencia en la música es un hecho incuestionable. Las grandes corrientes musicales surgidas con posterioridad, desde el expresionismo hasta el impresionismo, por continuación o por reacción, encuentran en él su verdadero origen, hasta el punto de que algunos críticos sostienen que toda la música contemporánea nace de la armonía, rica en cromatismos, en disonancias no resueltas, de Tristán e Isolda.

La infancia de Wagner se vio influida por su padrastro Ludwig Geyer, actor, pintor y poeta, que suscitó en el niño su temprano entusiasmo por toda manifestación artística. La literatura, además de la música, fue desde el principio su gran pasión, pero el conocimiento de Weber y, sobre todo, el descubrimiento de la Sinfonía núm. 9 de Beethoven lo orientaron definitivamente hacia el cultivo del arte de los sonidos, aunque sin abandonar por ello su vocación literaria, que le permitiría escribir sus propios libretos operísticos.

De formación autodidacta, sus progresos en la composición fueron lentos y difíciles, agravados por una inestable situación financiera, la necesidad de dedicarse a tareas ingratas (transcripciones de partituras, dirección de teatros provincianos) y las dificultades para dar a conocer sus composiciones. Sus primeras óperas -Las hadas, La prohibición de amar, Rienzi- mostraban su supeditación a unos modelos en exceso evidentes (Weber, Marschner, Bellini, Meyerbeer), sin revelar nada del futuro arte del compositor.

Hasta el estreno, en 1843, de El holandés errante, no encontró el compositor su voz personal y propia, aún deudora de algunas convenciones formales que en posteriores trabajos fueron desapareciendo. Tannhäuser y Lohengrin señalaron el camino hacia el drama musical, la renovación de la música escénica que llevó a cabo Wagner, tanto a nivel teórico como práctico, en sus siguientes partituras: El oro del Rin (primera parte de la tetralogía El anillo de los nibelungos) y Tristán e Isolda.

En estas obras se elimina la separación entre números, entre recitativos y partes cantadas, de modo que todo el drama queda configurado como un fluido musical continuo, de carácter sinfónico, en el que la unidad viene dada por el empleo de unos breves temas musicales, los leitmotiv, cuya función, además de estructural, es simbólica: cada uno de ellos viene a ser la representación de un elemento, una situación o un personaje que aparece en el drama.

No sólo en el aspecto formal fue revolucionaria la aportación wagneriana: en los campos de la melodía, la armonía y la orquestación -con el uso de una orquesta sinfónica de proporciones muy superiores a las que tenían las habituales orquestas de ópera-, sino que también dejó una impronta duradera. Su gran aspiración no era otra que la de lograr la Gesamtkunstwerk, la «obra de arte total» en la que se sintetizaran todos los lenguajes artísticos.

Sus ideas tuvieron tantos partidarios como detractores. Uno de sus más entusiastas seguidores fue el rey Luis II de Baviera, gracias a cuya ayuda económica el músico pudo construir el Festspielhaus de Bayreuth, un teatro destinado exclusivamente a la representación de sus dramas musicales, cuya complejidad superaba con mucho la capacidad técnica de las salas de ópera convencionales. 

En 1876 se procedió a su solemne inauguración, con el estreno del ciclo completo de El anillo de los nibelungos. Años antes, en 1870, el compositor había contraído matrimonio con la hija de Franz Liszt, Cosima, con quien había mantenido una tormentosa relación cuando aún estaba casada con el director de orquesta Hans von Bülow. Wagner dedicó los últimos años de su vida a concluir la composición de Parsifal.



A continuación, de Richard Wagner, la ópera Der Fliegende Holländer, El holandés errante, en la versión de Simon Estes, Matty Salminen, y Lisbeth Balslev, en los principales papeles, junto al Coro y la Orquesta del Festival de Bayreuth, dirigidos por Woldemar Nelsson, en la producción de 1985.



Der Fliegende Holländer, El holandés errante o El buque fantasma es una ópera romántica en tres actos con música y libreto en alemán de Richard Wagner, inspirado por las Memorias del señor de Schnabelewopski, de Heinrich Heine. Se estrenó en Dresde, en la Hofoper, el 2 de enero de 1843.

La acción se desarrolla en la costa de Noruega, en un tiempo indeterminado.

Acto I

Narra el encuentro de unos marineros con un misterioso buque, con las velas de color de sangre. En su viaje de regreso a casa, el capitán Daland es llevado por un tiempo tormentoso a buscar un puerto en el que refugiarse. Introducción: Hojoje! Deja al timonel de guardia y él y los marineros se retiran. (Canción del timonel: Mit Gewitter und Storm - "Con tempestad y tormenta en mares lejanos.") El timonel se duerme. Un buque fantasmal aparece a popa y el mar lo empuja contra el navío de Daland y los garfios de abordaje enganchan a los dos barcos juntos. Manos invisibles mueven las velas. Un hombre pálido, con cara enmarcada en una barba negra, salta a la orilla. Lamenta su destino. (Aria: Die Frist ist um; Ha, stolzer Ozean; Wie oft in Meeres - "Ha llegado la hora; Ah, orgulloso Océano; Cuán a menudo en el mar"). El holandés errante está perseguido por una maldición, debido a que en una ocasión invocó a Satanás, y condenado a navegar sin reposo, al que cada siete años se le concede la posibilidad de bajar a tierra en busca de un amor puro que lo salve, con la muerte.

Daland se despierta y conoce al extranjero, quien le dice que no tiene patria (Solo: Mein Schiff ist fest - "Mi barco es sólido"). Éste oye que Daland tiene una hija sin casar, llamada Senta, y pide su mano en matrimonio, ofreciendo un cofre del tesoro como regalo. Tentado por el oro, Daland se muestra conforme con el matrimonio. Sopla un viento sur y ambos buques tienden las velas y navegan hacia el hogar de Daland.

Acto II

Un grupo de chicas locales están cantando e hilando en la casa de Daland. (Coro de hilanderas: Summ und brumm, du gutes Rädchen - "Zumba y suena, buena rueda"). Senta, la hija de Daland, soñadoramente mira a una impresionante imagen del legendario holandés que cuelga del muro; desea salvarlo. Contra la voluntad de su aya, ella canta a sus amigas la historia del Holandés (Balada con el Leitmotiv: Johohoe! Doch Kann dem bleichen Mann - "Pero el pálido hombre"), cómo Satán le oyó jurar y le tomó la palabra. Ella jura salvarlo a través de su fidelidad.

El cazador Erik, anterior novio de Senta, llega y la oye. Acto seguido, las chicas se marchan y el cazador, que ama a la doncella, le advierte hablándole de su sueño premonitorio, en el que Daland regresa con un misterioso extranjero que se la llevará consigo al mar. Ella le escucha complacida, y Erik se marcha desesperado.

Daland, el capitán de la nave noruega, se lleva a casa al holandés; él y Senta se quedan mirando en silencio. Senta apenas nota a su padre, incluso cuando él presenta al invitado como su prometido. En el posterior dúo, que cierra el acto, Senta jura ser leal hasta la muerte. Dúo: Wie aus der ferne; Er steht vor mir - "Desde lejos; Ante mi se halla")

Acto III

Posteriormente, esa misma tarde, las muchachas locales llevan comida y bebida a los hombres de Daland. Invitan a la tripulación del extraño barco que se unan a su alegría, pero es en vano. Las chicas se retiran maravilladas; formas fantasmales aparecen trabajando sobre la cubierta del buque El Holandés errante, y los hombres de Daland se retiran atemorizados.

Senta llega, seguida por Erik, quien le reprocha haberle abandonado, pues ella anteriormente lo amó y juró constancia. Cuando el extranjero, que había estado escuchando, oye estas palabras, queda sobrecogido por la desesperación, pues cree que ahora estará perdido para siempre. Llama a sus hombres, le cuenta a Senta la maldición, y para consternación de Daland y su tripulación declara que él es el "Holandés errante".

Al hacerse el Holandés a la mar, Senta se lanza al mar, diciendo que le será leal hasta la muerte. Esta es su salvación. El barco espectral desaparece, y se ve a Senta y el Holandés ascendiendo al cielo. T.: Ha! Zweifelst du an meiner Treue! - "¡Ah! Dudas de mi lealtad!"; dúo: Erfahre das Geschick - "Escucha al Destino".