martes, 30 de junio de 2015

María Valeria Palermo - Pablo Roselló / SUR ADENTRO


En Siempre Argentina Conexión Español, conversamos con Pablo Roselló, integrante junto a María Valeria Palermo, de Sur Adentro.

Conducción: Leonardo Liberman / Puesta en el aire: Diego Rodríguez - Jorge Falcone



SUR ADENTRO presenta “VIAJEROS”

Tras doce años de trayectoria, el dúo Sur Adentro, integrado por María Valeria Palermo en voz y piano y Pablo Roselló en voz y guitarra, continúa presentando su tercera producción discográfica titulada “Viajeros”.
El dúo se formó en 2003, lleva editados los discos “Por mi tierra” en 2004 y “Un mismo cielo” en 2007 en los que plasma un repertorio que incluye chacareras, zambas, chamamés y milongas que nos invitan a hacer un recorrido por los distintos géneros musicales del cancionero popular argentino. 

“Hace diez años elegimos el camino de llevar pueblo por pueblo nuestra música, nuestra canción. En cada rincón del país, alguien nos llama viajeros y así nos sentimos. Amamos lo que hacemos y éste es nuestro destino. Este tercer disco está dedicado a todas aquellas personas que hemos cruzado a lo largo del camino y que, de alguna u otra manera, hacen que sigamos adelante en este viaje.”



Prensa: Ana Torrent 

Federico Mompou


Frederic Mompou i Dencausse, más conocido como Federico Mompou, nació en Barcelona, España, el 16 de abril de 1893 y murió en el 30 de junio de 1987. Compositor.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Federico Mompou (Frederic Mompou i Dencausse; Barcelona, 1893 - 1987) Compositor español. 

Inició sus estudios de Música en el Conservatorio del Liceo de la Ciudad Condal, a cargo del maestro Pere Serra. En 1911 se trasladó a París, donde amplió sus conocimientos con los profesores Ferdinand Motte-Lacroix y Marcel Samuel-Rousseau. Permaneció en la capital francesa hasta los comienzos de la Primera Guerra Mundial, en que regresó a Barcelona. Al finalizar la contienda bélica, decidió regresar a París, donde residió durante más de veinte años.

Mompou, que era conocido por su carácter esquivo, abandonó la carrera de concertista a temprana edad, y concentró toda su actividad profesional en la composición. El músico catalán escribió, básicamente, obras para piano. Se dejó influenciar por las ideas de Debussy y Satie, que se basaban en la fusión de los conceptos de expresividad y simplicidad, y a menudo también incluyó temas propios del cancionero popular catalán, que él distorsionó y adaptó a su particular estética musical.


Parte de las concepciones del compositor barcelonés quedaron reflejadas en los ciclos de piezas para piano Impressions íntimes (escritas entre 1911 y 1951), Canciones (Cançons i danses, 1918-1962), Paysages (Paisajes), de 1942 a 1960; así como las composiciones para canto y piano Quatre melodies (1926-1928), Comptines (1943) y Combat del somni (1941-1951), con textos de Josep Janés.

En 1963 publicó la que sería su partitura orquestal más famosa. Titulada Improperios (Improperia), se trataba de un oratorio de temática religiosa que contó con la colaboración del arreglista I. Markevich. 

Mompou, que está considerado como uno de los compositores más importantes de la música española del siglo XX, fue nombrado miembro de las academias de Sant Jordi de Barcelona, en 1951, y de la de San Fernando de Madrid, en 1959. En 1997 varios de los mejores músicos catalanes realizaron una reinterpretación jazzística de la obra de Mompou, con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento.


A continuación, de Federico Mompou, Variations sobre un tema de Chopin, en la interpretación de Sofya Melikyan en piano. Presentación realizada en Luxemburgo el 11 de octubre de 2014.


lunes, 29 de junio de 2015

Leroy Anderson


Leroy Anderson nació en Cambridge, Massachusets, Estados Unidos, el 29 de junio de 1908 y murió en Woodbury, Connecticut, Estados Unidos, el 18 de mayo de 1975. Compositor.

Tomó clases de piano con su madre, en 1919 estudió en el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra, y en 1925, ingresó a la Universidad de Harvard, se graduó como Maestro de Música y Artes en 1930.

Se desempeñó como organista, director de orquesta, arreglador y ejecutante de contrabajo y tuba. En 1931 se convirtió en director de la Banda de Harvard. Sus arreglos llamaron la atención de Arthur Fiedler, el director de la Sinfónica de Boston, que le encargó arreglos sinfónicos para la Boston Pops, y posteriormente composiciones originales de la orquesta. Jazz Pizzicato, fue un éxito inmediato cuando se estrenó en 1938. 

En 1942, se enroló en la armada de Estados Unidos y en ese tiempo compuso El reloj sincopado y El paseo marítimo. En 1950 comenzó a grabar sus obras en el sello Decca Records, su popularidad como compositor se encontraba en un nivel sin precedentes, compuso La máquina de escribir, una de sus obras más famosas. En 1952 Blue Tango se convirtió en, el número 1 en el Hit Parade durante 22 semanas. Esa grabación ganó un disco de oro, sin precedentes para una obra instrumental. 

En 1958 escribió su primera ópera Meredith Willson's 76 Trombones, y el musical de Broadway, Ricitos de Oro, protagonizada por Don Ameche y Elaine Stritch.


La música de Leroy Anderson está firmemente arraigada en la cultura popular estadounidense, compuso miniaturas orquestales, y creó una forma única de música. 


A continuación, de Leroy Anderson, Papel de lija, en la versión de Alfredo Anaya y Alberto Román, junto a la orquesta dirigida por Andrés Salado. Presentación realizada en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, en el marco de Voces para la Paz, Músicos Solidarios, en 2013.


domingo, 28 de junio de 2015

Joseph Joachim


Joseph Joachim nació en Kittsee, Austria, el 28 de junio de 1831 y murió en Berlín, Alemania, el 15 de agosto de 1907. Director de orquesta, violinista, compositor y profesor.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Joseph Joachim (Kittsee, 1831 - Berlín, 1907) Violinista, compositor y director de orquesta austro-húngaro. Fue uno de los cinco violinistas más importantes del siglo XIX, junto con Paganini, Sarasate, Wieniawsky y Vieuxtemps.

Inició sus estudios en su ciudad natal antes de trasladarse a Viena con tan sólo diez años. Posteriormente, perfeccionó con Ferdinand David en Leipzig, ciudad en la que dio su primer concierto en la conocida sala de la Gewandhaus con un éxito que lo lanzó de inmediato a una gira por ciudades como Viena, Praga y Londres (ciudad que sería un segundo centro musical para él y donde formaría un trío con el que tocaba cuando se encontraba allí). En 1847, con tan sólo diecisiete años, logró el puesto de concertino en la orquestal de la misma Gewandhaus donde antes triunfara como solista.

Dos años después, pasó a Weimar, donde trabó contacto con el círculo musical que rodeaba a Liszt; más tarde, su amistad con Brahms lo alejó de este círculo sin que ello empañara su amistad con el compositor húngaro. Respecto de su amistad con Brahms, los vínculos que se establecieron entre ambos fueron tales que les mantuvieron en relación incluso tras su alejamiento personal. Este alejamiento se produjo con motivo del divorcio del compositor, celoso, parece que en extremo, de la fidelidad de su esposa.


El divorcio llevó aparejado un pleito durante el cual Brahms se manifestó a favor de la esposa de Joachim, al que acusó de celoso sin fundamento. Ello hizo que se distanciaran hasta el extremo de no volverse a ver. No obstante, Brahms no dejó de enviar a Joachim toda su producción camerística para obtener su voto, ni Joachim, de tocarla y corregirla, así como de interpretarla.

Posteriormente, y tras una etapa como director de orquesta en Hannover, pasó a dirigir la Musikhöchschule de Berlín en 1866. A partir de aquí, se instaló en la capital brandemburguesa para el resto de su vida y formó a su alrededor todo un círculo musical. También en Berlín fundó el Cuarteto Joachim, con el que recorrió Europa interpretando la obra camerística de Beethoven, en especial sus últimos cuartetos, muy poco conocidos en aquel momento.

Como profesor, destacó Joachim por la atención prestada a la expresividad, así como por evitar todo tipo de exhibicionismo virtuosista. De entre sus cerca de cuatrocientos alumnos, es interesante destacar la presencia del español Enrique Fernández Arbós con el que le unió amistad especialmente íntima (incluso compartieron casa tras el mencionado divorcio de Joachim).

En el caso de Arbós, fue Joachim auténtico padre además de maestro, toda vez que le permitió participar en ocasiones como el estreno de la Cuarta Sinfonía de Brahms, o la revisión de las indicaciones metronómicas de los cuartetos de Schumann, llevada a cabo por Joachim con el auxilio de Clara Schumann, así como la interpretación de los originales que Brahms enviaba a Joachim para que éste le diera su parecer. De esta manera, actuaba Joachim como factotum de la vida musical alemana hasta el extremo de dirigir, aun sin quererlo, las opiniones ajenas. Es en este punto excelente indicador el testimonio del mismo Arbós, que cuenta como necesitó alejarse de su venerado maestro para llegar a alcanzar un criterio musical propio.


Como violinista, destacó Joachim por la elegancia de su fraseo y por la expresividad de su línea, aunque, como era habitual en la escuela alemana, descuidara el sonido en aras de la musicalidad. Por su seriedad, casi religiosa, frente a la música, fue opuesto en su tiempo a Sarasate, de talante más impulsivo e improvisador. Asimismo se distinguieron ambos violinistas por el repertorio en el que se especializaron, de modo que Sarasate se especializó en el repertorio franco-belga, en tanto que Joachim lo hacía en el alemán, con hincapié en la música de Bach para violín solo, que el violinista navarro menospreciaba y que Joachim logró revalorizar tras más de un siglo de olvido. De esta manera se situaba Joachim a medio camino entre Clasicismo y Romanticismo, del mismo modo que aconteciera en el aspecto compositivo a Brahms.

Su altura como intérprete lo llevó a ser dedicatario y primer intérprete del Concierto para violín y del Doble Concierto de Brahms -el primero tras la negativa de Sarasate a interpretarlo, y el segundo por haber sido compuesto para él tras el mencionado distanciamiento-, o los conciertos para violín de Max Bruch, Robert Schumann y Antonin Dvorak, así como la Rapsodia nº 12 de Liszt y diversas sonatas, entre ellas, una de Brahms basada en las siglas F A E (Frei aber Einsam, "libre pero solo") que corresponden en notación alemana a Fa La Mi y que eran el lema del violinista.

También llevó a cabo Joachim un trabajo compositivo del que son fruto obras como las Variaciones Hebreas, cinco oberturas y varios conciertos para violín (de entre los que destaca el Concierto Húngaro); sin embargo, lo más conocido de esta faceta son las cadencias escritas para los conciertos de Mozart, Beethoven y Brahms, que se siguen interpretando hasta la actualidad.



A continuación, Joseph Joachim, y su interpretación del Adagio en Sol Menor, de Johann Sebastian Bach, en una grabación realizada en 1904.


Aniversario de la creación de la Academia Nacional del Tango de la República Argentina.


La Academia Nacional del Tango de la República Argentina fue creada el 28 de junio de 1990, por Decreto 1235 del Poder Ejecutivo Nacional con el fin de recopilar, ordenar, estudiar y salvar definitivamente de toda posibilidad de pérdida o destrucción el patrimonio cultural que el tango y sus expresiones derivadas significan. 

Entre los considerandos del decreto se puede leer: “Que el Tango como arte musical, coreográfico, poético e interpretativo, lleva un siglo de vigencia inalterable como expresión auténtica y profunda del pueblo argentino.”

“Que esta vigencia creadora del Tango está en no menos de cincuenta mil (50.000) obras compuestas, editadas y estrenadas y que existen, desde fines del siglo XIX, más de cincuenta mil versiones grabadas de dichas obras en diversos soportes fonográficos, cinematográficos y de otro tipo en la República Argentina y en todo el mundo.”

“Que dicha creación del Tango ha representado, como pocas artes nacionales y desde principios de este siglo, a la República Argentina en todo el mundo.”

“Que es de toda justicia que el Estado le otorgue la significación que corresponde a esta manifestación cultural, ratificando el amor y la adhesión plena que nuestro pueblo naturalmente le concede.”


El poeta Horacio Ferrer fue su creador y primer presidente, la presentación formal se realizó el 29 de junio de 1990 en el Salón Dorado del Teatro Colón, y la actividad inicial, consistió en la instalación del Primer Consejo Directivo y la entrega de diplomas a los cuarenta miembros del Cuadro de Académicos de Honor y a los cuarenta miembros del Cuadro de Académicos Titulares.

La Academia cuenta con una nutrida biblioteca, realiza periódicamente seminarios, plenarios, cursos y exposiciones, y produce una serie de publicaciones en diferentes formatos como libros, revistas, cuadernillos y en forma mensual y permanente, los periódicos "El Chamuyo" y "El Chamuyito".

La Academia Nacional del Tango de la República Argentina funciona en su sede de Av. de Mayo 833, sobre el tradicional Café Tortoni.



A continuación, Horacio Ferrer y Susana Rinaldi, en un homenaje a Astor Piazzolla en Jerusalem.


sábado, 27 de junio de 2015

Jack Lemmon


John Uhler Lemmon III, más conocido como Jack Lemmon, nació en Newton, Massachusetts, Estados Unidos, el 8 de febrero de 1925 y murió en Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 27 de junio de 2001. Actor.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Jack Lemmon (Boston, 1925 - Los Ángeles, 2001) Actor de cine estadounidense, uno de los grandes talentos de la historia del cine y uno de los más queridos por el público, recordado especialmente por papeles cómicos en películas como El apartamento o Con faldas y a lo loco, pese a que también destacó en el género dramático.

John Uhler Lemmon III, después conocido como Jack Lemmon, nació el 8 de febrero de 1925 en Boston, Massachusetts. Todas sus biografías añaden que «prematuramente», dado que su madre, Mildred LaRue Noël, se dirigía al hospital Newton-Wellesley para un nuevo control de rutina de su embarazo de siete meses, y no le dio tiempo de llegar a la consulta: dio a luz en el ascensor. Hoy el artefacto exhibe una placa que reza: «Aquí nació Jack Lemmon».

Los Lemmon tenían un muy buen pasar. Hijo del presidente de la Doughnut Corporation, la fábrica de Donuts, Jack se educó en la escuela de Rivers County, en Chestnut Hill, donde, pese a una salud delicada en la infancia (tuvo que someterse a varias operaciones de amigdalitis y mastoiditis), destacó como un buen deportista. Así, hacia los trece o catorce años ostentó el récord de las dos millas de Nueva Inglaterra. Continuó su formación en la Academia Phillips (en 1945 ingresó en la marina estadounidense, de la que llegó a ser oficial de comunicaciones) y en la Universidad de Harvard, donde se licenció en arte dramático en 1947, después de haber formado parte del Club de Teatro de la institución.

A Hollywood, vía Nueva York

Con un préstamo de su padre, Lemmon se fue a Nueva York y comenzó a ganarse la vida en el Old Nick Saloon, un local de la Segunda Avenida donde acompañaba al piano la proyección de películas mudas -cuando no cantaba o bailaba-, antes de trabajar como actor en la radio y, casi enseguida, en la televisión.

Entre 1948 y 1952 participó en casi todos los shows televisivos de la época (Robert Montgomery Presents, Danger, The Goodyear TV, Playhouse, Kraft Television Theater, Studio One, Suspense, The Frances Langford-Don Ameche Show) e intervino en más de quinientos episodios de comedias en serie que se emitían en directo (That wonderful guy, 1949; Toni Twin time, 1950; The Ad-libbers, 1951; Heaven for Betsy, 1952). En una de ellas formó pareja con la actriz Cynthia Stone, con quien se casó en 1950 y cuatro años después tuvieron a su primer hijo, Christopher.


Cuando llevaba poco más de un año en los escenarios de Broadway, Harry Cohn, el «zar» de la Columbia Pictures, lo llamó a los estudios de Hollywood y le extendió su primer contrato cinematográfico. Le sugirió que cambiara las emes de su apellido, que remitían al cítrico, por enes (lo que daba lugar a «Lennon»). Sin embargo, el actor fue firme en su negativa. En cambio, estuvo de acuerdo en llamarse Jack en lugar de John. (La anécdota cobra mayor sentido hoy, porque de haber sucedido lo opuesto, habría habido un primer John Lennon famoso anterior al integrante de los Beatles.)

Esta entereza despertó la admiración de Cohn, quien unos días después le daba un papel junto a Judy Holliday en La rubia fenómeno (1954), de George Cukor. No podía haber tenido un mejor comienzo. La primera vez que se puso ante la cámara y dijo sus frases del modo que mejor sabía, el que aprendió en las tablas, Cukor exclamó: «Ha estado magnífico, señor Lemmon; repetiremos la toma y ahora trate de actuar un poco menos». Al cabo de una docena de repeticiones y otras tantas idénticas recomendaciones del director, Lemmon se enfadó: «Como siga así, acabaré por no actuar». Y Cukor, con una sonrisa, le respondió: «Pues de eso se trata, señor Lemmon... Veo que nos vamos entendiendo». 

El actor debió de grabarse a fuego esa lección magistral, porque a partir de entonces supo refrenar esa propensión al histrionismo sin quitar un ápice de su exuberante gestualidad, pero sin dar jamás la impresión de estar actuando.

Un actor polifacético

Así lo entendió la Academia de Hollywood, que le otorgó el Oscar al mejor actor de reparto por su primer papel importante, el del alférez en Escala en Hawai (1955), una pieza teatral de Joshua Logan que llevó a la pantalla John Ford y acabó de dirigir Mervyn LeRoy. La popularidad que le dio el premio lo convirtió en un actor imprescindible para las comedias de la época.

Uno de sus más finos realizadores, Richard Quine, contó con él para seis de sus películas. Y el célebre Billy Wilder -del que protagonizó siete obras brillantes a lo largo de veintidós años- escarbó más en el personaje y, detrás de ese don innegable, esa mímica y esos característicos tics, encontró al alter ego del estadounidense medio y del hombre común de cualquier gran ciudad, hasta el punto de que los estudios lo promocionaron, por entonces, con el eslogan: «El tipo que les va a caer bien»... Desde luego, no se equivocaban.


Wilder utilizó las dos vertientes en las dos primeras películas en que lo dirigió, las inolvidables Con faldas y a lo loco (1959), junto a Marilyn Monroe y Tony Curtis, y El apartamento (1960), junto a Shirley MacLaine, y ambas llevaron al actor a sendas candidaturas al Oscar. Pero Lemmon escondía aún otras sorpresas, y las puso al descubierto Blake Edwards al darle el primer papel realmente dramático de su carrera en Días de vino y rosas (1962), que le valió una nueva nominación. Más tarde, Wilder iba a revelar nuevas facetas del intérprete, de nuevo junto a Shirley MacLaine, en Irma la dulce (1966), un musical en clave de vodevil que constituyó uno de los grandes éxitos de la época.

Antes, hacia 1956, cuando las mieles de Hollywood empezaron a endulzar su trayectoria, su vida familiar comenzó a tambalearse y muy pronto se resolvió en divorcio. En agosto de 1962, ya consagrado para siempre como uno de los intérpretes más dotados del cine, volvió a contraer matrimonio con otra actriz, la delicada y poco prodigada Felicia Farr, madre de sus hijos Courtney y Denise y fiel compañera durante los cerca de cuarenta años de vida que le quedaban al actor. Así es que todavía había mucho por hacer. Entre otras cosas, conocer a su «extraña pareja», Walter Matthau, y formar uno de los grandes binomios cómicos de la historia del cine.


Fue Lemmon quien lo impuso a Wilder. Acababa de ver a Matthau en Broadway en una comedia de Neil Simon, La extraña pareja, que protagonizaba con Art Carney y que estaba dirigida por Mike Nichols (más tarde sería uno de los éxitos del tándem Lemmon-Matthau en la versión cinematográfica de Gene Saks). Para Lemmon no había nadie mejor para ese papel, que el veterano realizador pensaba destinar a Frank Sinatra.

Wilder accedió a regañadientes; luego el éxito del filme le llevó a reunirlos en otras dos películas: el segundo remake de Primera plana (1969) y la producción con la que decidió cerrar su fecunda filmografía, Aquí un amigo (1981). Sin embargo, los actores llegaron a protagonizar juntos otros cinco títulos más. El último fue La extraña pareja, otra vez (1998), que dirigió Howard Deutch. Sin la batuta de Wilder, no importaba demasiado el director: allí estaban ellos, dos setentones más ágiles y vivos que nunca, en un nuevo intento de revitalizar esa experiencia conjunta que en la vida real los llegó a convertir en grandes amigos.

Matthau adoraba a Lemmon y le estaba infinitamente agradecido. Era el responsable de su tardío triunfo cinematográfico, algo que entonces ya no esperaba. Y fue también el actor que aquél eligió -además de a su propia esposa, Felicia Farr- para su debut como realizador: Kotch (1971), un papel que le valió la primera candidatura al Oscar como protagonista. Walter Matthau murió justo un año antes que Lemmon, el 1 de julio de 2000. Billy Wilder, en plena lucidez a sus noventa y cinco años, pudo asistir a ambos entierros.


Múltiples galardones

Lemmon fue uno de los tres únicos actores nominados al Oscar en ocho ocasiones. Lo obtuvo en dos, la segunda como protagonista por Salvad al tigre (1973), de John G. Avildsen. También fue el único estadounidense que ganó dos veces casi consecutivas la Palma de Oro en Cannes con dos papeles dramáticos, los de El síndrome de China (1979), de James Bridges, y Desaparecido (Missing, 1981), de Constantin Costa Gavras, y Venecia lo premió por Glengarry Glen Ross (1992). Fue, asimismo, varias veces reconocido con los premios Emmy televisivos -el último, un año antes de su muerte, por Los martes con Morrie (1999)- y contaba en su haber con cuatro Globos de Oro.

Pero acaso el quinto, que no obtuvo en la ceremonia de entrega de 1998, sea más digno de mención: Lemmon era candidato por el remake de Doce hombres sin piedad (1997), de William Friedkin. El ganador fue el actor Ving Rhames, pero cuando éste fue a recoger el galardón, inesperadamente para el público, que se puso en pie para ovacionar su decisión, ofreció su trofeo a Lemmon con estas palabras: «Los jueces se han equivocado. Siendo usted candidato, todos los premios deben ser suyos. No hay nadie digno de competir con usted, maestro».
Billy Wilder, que un día declaró emocionado que trabajar con Jack Lemmon era la felicidad, decía: «Cuando cualquier actor entra en una habitación, no tienes nada, y cuando el que entra es Jack, inmediatamente tienes una situación: es casi inexplicable lo que es capaz de provocar él solo, con su veloz verborrea y sus rápidos movimientos». 

Probablemente recordaba En bandeja de plata (1966), en la que sólo el ingenio de un actor como él podía dotar de constante dinamismo a un personaje que permanece casi toda la película en una silla de ruedas. O quizá Wilder pensaba en cualquier otra comedia o en el drama más desolado, lo mismo da.

El talento superdotado de Lemmon valía para todo. 

Él definía la sensación que experimentaba cuando se iniciaba una toma y pasaba horas delante de una cámara como un tiempo mágico. Lo era porque la intensidad con que lo vivía y la pasión que ponía al entregarse al personaje no se podían medir con un reloj. Sin embargo, la verdadera magia era la suya, porque seguramente gracias a esa entrega y esa pasión lograba parecer siempre un ser humano. Un tipo creíble, casi palpable. No un personaje, sino una persona de carne y hueso.


A continuación, recordamos a Jack Lemmon, en el film El departamento, junto a Shirley MacLaine y Fred MacMurray en los papeles principales, producida y dirigida por Billy Wilder, en 1960.


Robert Schumann, Impromptus sobre un tema de Clara Wieck Op. 5.


En mayo 1833 Schumann compuso un conjunto de piezas para piano, que él nombró Impromptus. Se trata de las doce piezas del Op. 5, variaciones sobre un tema de Clara Wieck. La obra fue revisada en 1850.


A continuación, de Robert Schumann, Impromptus sobre un tema de Clara Wieck Op. 5, en la versión de Charles Rosen, en piano.


viernes, 26 de junio de 2015

Nora Massi


En Siempre Argentina Conexión Español, conversamos con Nora Massi, sobre los 65 años del programa Las Dos Carátulas, el Teatro de la Humanidad, y el Premio Martín Fierro como Mejor Programa Cultural.

Conducción: Leonardo Liberman / Puesta en el aire: Diego Rodríguez - Jorge Falcone


Patricio Schultze y Nora Massi en la entrega de premios
El elenco de la temporada 2014

Fotos: Magdalena Viggiani - Canal 13

jueves, 25 de junio de 2015

Gustave Charpentier


Gustave Charpentier nació en Dieuze, Francia, el 25 de junio de 1860 y murió en París, Francia, el 18 de febrero, de 1956. Compositor.

Después de estudiar en el conservatorio de Lille, en 1881, entró en el Conservatorio de París, donde estudió composición con Jules Massenet. En 1887 ganó el Prix de Rome por su cantata Didon, y durante su estadía en Roma, compuso la pieza orquestal Impressions d'Italie y empezó a trabajar en el libreto y la música de lo que sería su obra más conocida, la ópera Louise.

Cuando Charpentier volvió a París, siguió componiendo, incluyendo canciones sobre textos de Charles Baudelaire y Voltaire. Su ópera Louise, es un retrato realista de la clase trabajadora parisina, considerada como un ejemplo temprano de ópera verista, fue aceptada en la Opéra-Comique. Se estrenó el 2 de enero de 1900, con dirección de André Messager, y tuvo un éxito inmediato.

En 1902, Charpentier fundó el Conservatoire Populaire Mimi Pinson, para proporcionar educación artística gratuita a las jóvenes trabajadoras de París. Trabajó en una secuela de Louise, Julien, pero no tuvo tanto éxito como con Louise y prácticamente no volvió a componer.



A continuación, de Gustave Charpentier, el aria Depuis le jour, de la ópera Louise, en la interpretación de la soprano Renee Fleming.


Astor Piazzolla – Libertango - Marco Ferraguto flauta y Andrea Pace guitarra

miércoles, 24 de junio de 2015

Carlos Gardel


Charles Romuald Gardes, más conocido como Carlos Gardel, nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890 y murió en Medellín, Colombia, el 24 de junio de 1935.

El sitio www.todotango.com publicó este recordatorio  
A Gardel hay que escucharlo en la Vitrola, por Julio Cortázar


Hasta hace unos días, el único recuerdo argentino que podía traerme mi ventana sobre la rue de Gentilly era el paso de algún gorrión idéntico a los nuestros, tan alegre, despreocupado y haragán como los que se bañan en nuestras fuentes o bullen en el polvo de las plazas.

Ahora unos amigos me han dejado una vitrola y unos discos de Gardel. Enseguida se comprende que a Gardel hay que escucharlo en la vitrola, con toda la distorsión, y la pérdida imaginables; su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podía escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas en el año veinticuatro o veinticinco. Gardel-Razzano, entonces: “La cordobesa”, “El sapo y la comadreja”, “De mi tierra”. Y también su voz sola, alta y llena de quiebros, con las guitarras metálicas crepitando en el fondo de las bocinas verde y rosa: “Mi noche triste”, “La copa del olvido”, “El taita del arrabal”.

Para escucharlo hasta parece necesario el ritual previo, darle cuerda a la vitrola, ajustar la púa. El Gardel de los pickups eléctricos coincide con su gloria, con el cine, con una fama que le exigió renunciamientos y traiciones. Es más atrás, en los patios a la hora del mate, en las noches de verano, en las radios a galena o con las primeras lamparitas, que él está en su verdad, cantando los tangos que lo resumen y lo fijan en las memorias.




Los jóvenes prefieren al Gardel de “El día que me quieras”, la hermosa voz sostenida por una orquesta que lo incita a engolarse y volverse lírico. Los que crecimos en la amistad de los primeros discos sabemos cuanto se perdió de “Flor de fango” a “Mi Buenos Aires querido”, de “Mi noche triste” a “Sus ojos se cerraron”. Un vuelco de nuestra historia moral se refleja en ese cambio como en tantos otros cambios.


El Gardel de los años veinte contiene y expresa al porteño encerrado en su pequeño mundo satisfactorio: la pena, la traición, la miseria no son todavía las armas con que atacarán a partir de la otra década el porteño y el provinciano resentidos y frustrados. Una última y precaria pureza preserva aún del derretimiento de los boleros y el radioteatro.

Gardel no causa, viviendo, la historia que ya se hizo palpable con su muerte. Crea cariño y admiración, como Legui o Justo Suárez; da y recibe amistad, sin ninguna de las turbias razones eróticas que sostienen el renombre de los cantores tropicales que nos visitan, o la mera delectación en el mal gusto y la caballería resentida que explican el triunfo de un Alberto Castillo.


Cuando Gardel canta un tango, su estilo expresa el del pueblo que lo amó. La pena o la cólera ante el abandono de la mujer son pena y cólera concretas, apuntando a Juana o a Pepa, y no ese pretexto agresivo total que es fácil descubrir en la voz del cantante histérico de este tiempo, tan bien afinado con la histeria de sus oyentes. La diferencia de tono moral que va de cantar «Lejano Buenos Aires, que lindo que has de estar!» como lo cantaba Gardel, al ululante «¡Adiós, pampa mía!» de Castillo, de la tónica de ese viraje a que aludo. No sólo las artes mayores reflejan el proceso de una sociedad.



Escucho una vez más “Mano a mano”, que prefiero a cualquier otro tango y a todas las grabaciones de Gardel. La letra, implacable en su balance de la vida de una mujer que es una mujer de la vida, contiene en pocas estrofas "la suma de los actos" y el vaticinio infalible de la decadencia final. Inclinado sobre ese destino, que por un momento convivió, el cantor no expresa cólera ni despecho. Rechiflao en su tristeza, la evoca y ve que ha sido en su pobre vida paria sólo una buena mujer. Hasta el final, a pesar de las apariencias, defenderá la honradez esencial de su antigua amiga. Y le deseará lo mejor insistiendo en la calificación.

Que el bacán que te acamala
tenga pesos duraderos,
que te abrás en las paradas
con cafishos milongueros,
y que digan los muchachos:
"Es una buena mujer".

Tal vez prefiero este tango porque da justa medida de lo que representa Carlos Gardel. Si sus canciones tocaron todos los registros de la sentimentalidad popular, desde el encono irremisible hasta la alegría del canto por el canto, desde la celebración de glorias turfísticas hasta la glosa del suceso policial, el justo medio en que se inscribe para siempre su arte es el de este tango casi contemplativo, de una serenidad que se diría hemos perdido sin rescate.

Si este equilibrio era precario, y exigía el desbordamiento de baja sensualidad y triste humor que rezuma hoy de los altoparlantes y los discos populares, no es menos cierto que cabe a Gardel haber marcado su momento más hermoso, para muchos de nosotros definitivo e irrecuperable. En su voz de compadre porteño se refleja, espejo sonoro, una Argentina que ya no es fácil evocar.

Quiero irme de esta página con dos anécdotas que creo bellas y justas. La primera es a la intención -y ojalá al escarmiento- de los musicólogos almidonados. En un restaurante de la rue Montmartre, entre porción y porción de almejas a la marinera, caí en hablarle a Jane Bathori de mi cariño por Gardel. Supe entonces que el azar los había acercado una vez en un viaje aéreo. «¿Y qué le pareció Gardel?», pregunté. La voz de Bathori -esa voz por la que en su día pasaron las quintaesencias de Debussy, Fauré y Ravel- me contestó emocionada: «Il était charmant, tout à fait charmant. C'était un plaisir de causer avec lui». Y después, sinceramente: «Et quelle voix!»

La otra anécdota se la debo a Alberto Girri, y me parece resumen perfecto de la admiración de nuestro pueblo por su cantor. En un cine del barrio sur, donde exhiben "Cuesta abajo", un porteño de pañuelo al cuello espera el momento de entrar. Un conocido lo interpela desde la calle: «¿Entrás al biógrafo? ¿Qué dan?» Y el otro, tranquilo: «Dan una del mudo...»

Este texto de Julio Cortázar se publicó en la revista Sur nº 223 de julio/ agosto de 1953.




A continuación, recordamos a Carlos Gardel, con la película Tango Bar, de 1935.


martes, 23 de junio de 2015

Peppe Voltarelli


En Siempre Argentina Conexión Español, conversamos con el músico, compositor y actor calabrés Peppe Voltarelli que está en Buenos Aires para presentar su nuevo CD.

Conducción: Leonardo Liberman / Puesta en el aire: Celso Miño - Jorge Falcone




Peppe Voltarelli presenta las canciones de su nuevo álbum “Lamentarsi come ipotesi”, lanzado recientemente en Europa y Estados Unidos, disponible en América del Sur en formato digital. También hará un recorrido por los temas de sus dos discos editados en nuestro país, además de ofrecer un original homenaje al símbolo de la canción italiana en el mundo, el gran Domenico Modugno. 

Los conciertos, que contarán con la participación de Juan Pollo Raffo y Eliana Liuni, serán grabados con la idea de editar un disco en vivo, y es la quinta visita a nuestro país. 

La primera vez que vino a Buenos Aires fue en 2005 como actor, para rodar el largometraje “La verdadera leyenda de Tony Vilar”. 

La película participó en el Festival de Cine de Roma, en el Festival de Cine de Tribeca, en el Film Festival de New York y en el Festival Internacional de Cine de Calgary, narra la historia de un viaje a través de la comunidad italiana en Buenos Aires y en Nueva York en busca de Tony Vilar, un cantante de origen italiano muy popular en Argentina en los años 60´ que sorpresivamente desapareció de la escena.

En 2009 volvió a Buenos Aires en calidad de músico para presentar su primer disco solista “Distratto Ma però” en La Trastienda, donde Kevin Johansen fue su anfitrión. Al año siguiente regresó con motivo del lanzamiento de su cd “Ultima Notte a Malá Strana”, también en La Trastienda, en esa oportunidad con Ana Prada de invitada. 

La última vez que Peppe Voltarelli estuvo por estas tierras fue en la primavera de 2012, cuando ofreció dos conciertos memorables y a sala llena en el CAFF.


Peppe Voltarelli nació en Cosenza en 1969. De adolescente se mudó a Bologna para continuar con sus estudios. En 1990 fundó “Il Parto delle Nuvole Pesanti”, grupo creador de la tarantela punk con el que realizó un centenar de conciertos en Italia y en el mundo durante 15 años.

En 2005 Peppe protagonizó “La Vera Leggenda di Tony Vilar” de Giuseppe Gagliardi, y compuso además la banda sonora original para este film. 

A comienzos de 2006 inició su carrera solista, su primer álbum “Distratto Ma Però” fue lanzado en 2007 y resultó finalista del Premio Tenco. 

En 2009, el disco fue editado en Argentina por Los Años Luz. En 2010, Voltarelli lanzó "Ultima Notte a Malá Strana", distribuido por Universal en Italia, a la vez que fue lanzado en Francia con el prestigioso sello Le Chant du Monde. Este material ganó el Premio Tenco a Mejor Álbum en dialecto, siendo el primer disco en calabrés en recibir tal reconocimiento. 

Al año siguiente, Peppe compuso la banda sonora de la película "Tatanka" de Giuseppe Gagliardi, inspirado en un cuento de Roberto Saviano.

En 2013 Peppe participó con dos espectáculos en la 34º edición del Montreal Jazz Festival, a la vez que realizó una colaboración actoral en el film “Vino para robar” del director argentino Ariel Winograd, quien eligió su canción “Scarpe rosse impolverate” como parte de la banda sonora.

Su último disco “Lamentarsi come ipotesi” fue lanzado en marzo 2014 y cuenta con la participación del músico argentino Kevin Johansen en la canción “Pipa”. 

Recientemente publicó “Il caciocavallo di bronzo”, su primera novela, una obra autobiográfica que habla de la actual Calabria de manera surrealista y divertida.

Los espectáculos de Peppe Voltarelli hablan de viajes, del mundo del trabajo, de idiomas olvidados. Sus canciones cuentan -con humor y ligereza- la gran epopeya de la emigración italiana a América del Sur, Estados Unidos y Europa. Sus discos se editan en Europa, Estados Unidos, Canadá y Argentina, países con los que mantiene una actividad de permanentes actuaciones en vivo.


Prensa: Marina Belinco

lunes, 22 de junio de 2015

Schumann en Pier2.


Schumann en Pier2 - Un documental musical con Paavo Järvi y la Orquesta Filarmónica de Cámara Alemana de Bremen.

En la segunda parte del documental musical podrán ver cómo el célebre director Paavo Järvi y la orquesta preparan la tercera y la cuarta sinfonía de Robert Schumann. 

A continuación, el enlace: http://dw.de/p/16gqU

Libor Pešek

 
Libor Pešek nació en Praga, República Checa, el 22 de junio de 1933. Director de orquesta.

Estudió en la Academia Musical de Praga dirección, piano, violonchelo y trombón. Tuvo como profesores, entre otros, a Václav Smetáček y a Karel Ančerl. 

Trabajó en los teatro de ópera de Plzeň y Praga, en 1958 fundó el grupo Armonía de Cámara de Praga, que dirigió hasta 1964. 

Entre 1981 y 1982 fue el director principal de la Orquesta Filarmónica Eslovaca. Director invitado entre 1982 y 1990 de la Orquesta Filarmónica Checa. 

Entre 1987 y 1998 fue Director musical de la Real Orquesta Filarmónica de Liverpool, y dirige regularmente como director invitado otras importantes orquestas sinfónicas.

Libor Pešek es conocido especialmente por sus interpretaciones de música checa, sobre todo de las obras de Josef Suk y Vítězslav Novák.

 
A continuación, celebramos el cumpleaños de Libor Pešek, con su interpretación de la Sinfonía Nº 8 en Sol Mayor Op. 88 de Antonin Dvořak, al frente de la Orquesta Sinfónica de Praga. Presentación realizada el 1 de diciembre de 2014.



domingo, 21 de junio de 2015

Shalom - La expulsión de los sefaradíes


Descubrimos cada semana los elementos esenciales que crean la causa y base de la existencia del Pueblo de Israel y su existencia a pesar de las circunstancias adversas. Estos elementos no dependen de la tierra, el lenguaje, la cultura, la raza o la herencia genética. El único factor constante que preservó al Pueblo judío de todas las vicisitudes es la tenacidad con la cual se adhieren a su herencia espiritual. Y es esta herencia la que Shalom nos descubre cada domingo a través del análisis sobre temas de actualidad como ciencia, educación, festividades, cocina medicina, mística…

Leandro Fernández de Moratín



Leandro Fernández de Moratín nació en Madrid, España, el 10 de marzo de 1760 y murió en París, Francia, el 21 de junio de 1828. Dramaturgo y poeta.
El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Leandro Fernández de Moratín (Madrid, 1760-París, 1828) Poeta y dramaturgo español. 

Hijo de Nicolás Fernández de Moratín, estudió en los jesuitas de Calatayud y fue alumno de la Universidad de Valladolid. Se dio a conocer como poeta con el romance heroico en endecasílabos La toma de Granada, premiado por la Real Academia Española en 1779; en 1782 volvió a ser premiado por Lección poética. Sátira contra los vicios introducidos en la poesía española, escrito en tercetos y que le sirvió para atacar al teatro barroco. Obtuvo el puesto de secretario del conde de Cabarrús en 1787, lo cual le permitió visitar varios países europeos, entre ellos Francia y el Reino Unido. 

Amigo de Jovellanos y protegido de Godoy, logró sus mejores éxitos en el campo teatral. Intentó introducir en España los moldes del teatro neoclásico francés, es decir, las tres unidades de tiempo, lugar y acción, y la finalidad moralizante, aunque no llegaron a calar entre el público. Su primera comedia fue El viejo y la niña (1790), que pasó sin pena ni gloria, aunque ésta le llegaría tan sólo dos años más tarde con La comedia nueva o el café. Después de su éxito, emprendió un nuevo viaje por Europa (1792), decisivo en su experiencia personal y artística. 

En París tuvo ocasión de vivir trascendentales sucesos revolucionarios que le conmovieron, y en el Reino Unido entró en contacto con la obra de Shakespeare, autor que por entonces era prácticamente desconocido en España. Luego continuó viaje por los Países Bajos, Alemania, Suiza e Italia, desde donde regresó a España a finales de 1796. En 1878 tradujo Hamlet, la primera versión española directa del inglés.
De los primeros años del siglo XIX, datan sus mejores comedias, escritas con un perfecto dominio del castellano, y en las que critica las costumbres de la época y la hipocresía social: El barón, La mojigata y El sí de las niñas. Esta última es considerada como su mejor obra y el mejor logro español dentro de la corriente de comedia de salón dieciochesca, que arranca de Molière y culmina en Goldoni. 

Nombrado secretario de la Interpretación de Lenguas y miembro de la Junta de Teatros, abandonó sus cargos cuando se produjo el levantamiento popular de 1808 contra la invasión napoleónica. Más tarde, en 1811, José Bonaparte lo nombró bibliotecario mayor. Como la mayoría de afrancesados, abandonó la capital a raíz de la retirada de las tropas francesas, para dirigirse a Valencia y luego a Barcelona. 

No obstante la ausencia de cargos contra él, en 1818 decidió dejar España y pasar a Francia, cuya cultura admiraba profundamente. En Burdeos conoció al ya anciano y amargado Goya, quien hizo de él un magnífico retrato, que se conserva en la Academia de San Fernando, en Madrid. La muerte le sorprendió en París, donde se había radicado. 

En 1825 se editaron en esta ciudad sus Obras dramáticas y líricas y, póstumamente, su ensayo Orígenes del teatro español, en el que indaga en la evolución del teatro en España, y su epistolario. Sus Diarios hubieron de esperar casi siglo y medio a ser publicados, pues no vieron la luz hasta 1968.


A continuación, recordamos a Leandro Fernández de Moratín, con su obra El sí de las niñas, en la producción de RTVE.