lunes, 23 de mayo de 2016

Elisabeth Abegg, Alemania.

Elisabeth Abegg
Elisabeth Abegg, nacida en Estrasburgo, capital de Alsacia, (actualmente en Francia), era una profesora de historia. Fue influenciada profundamente por las enseñanzas cristianas universalistas de Albert Schweitzer, el gran teólogo, humanista y médico alsaciano. Abegg se trasladó a Berlín y comenzó a enseñar en el Luisen Mädchenschule, una escuela elegante para niñas de la capital alemana. Se empeñó en inculcar en sus alumnas –muchas de las cuales provenían de hogares judíos- sus creencias humanísticas, que se centraban en la santidad de la vida humana. Cuando los nazis asumieron el poder Abegg entró en conflicto con el director nazi del colegio, recientemente nombrado. Se vio obligada a cambiar de colegio y en 1940 fue forzada a retirarse prematuramente como consecuencia de una delación. A pesar de haber sido señalada por las autoridades como poco fiable desde un punto de vista político, continuó teniendo contactos con sus amigos y exalumnos judíos. Cuando Anna Hirschberg, su amiga desde hacía 40 años fue deportada al Este, Abegg comprendió el verdadero significado de la persecución de los judíos por los nazis y decidió hacer todo lo que estuviese en su poder para salvar a otros judíos. Convirtió el apartamento de tres habitaciones y media, que compartía con su madre de 86 años y su hermana Julia, en un refugio temporal y punto de reunión para judíos que habían pasado a la clandestinidad. En conjunción con sus camaradas del movimiento cuáquero escatimó su propia comida y la de su hermana para suministrar cartillas de racionamiento a sus protegidos; puso a la venta sus propias joyas para organizar la fuga subrepticia de Jizchak Schwersenz a Suiza,y consiguió documentos falsos para otros; se dirigió a Liselotte Pereles, la directora de una guardería en Berlín, para convencerla de que pasase a la clandestinidad con su sobrina Susi, de ocho años. La mayoría de los que acudían a su puerta pidiendo ayuda eran completos desconocidos, pero ella nunca vacilaba y asumía riesgos cada vez mayores, a pesar de que sus vecinos eran nazis activos. En 1957, al cumplir los 75 años, algunos de los supervivientes que había salvado le dedicaron una colección mimeografiada de memorias titulada "Cuando una luz penetró las tinieblas".

El 23 de mayo de 1967 Yad Vashem reconoció a Elisabeth Abegg como Justa de las Naciones.