sábado, 29 de septiembre de 2018

Ludwig van Beethoven. Sinfonía Nº 9 en Re Menor Op. 125. Lorin Maazel.


A continuación, de Ludwig van Beethoven, la Sinfonía Nº 9 en Re Menor Op. 125, en la versión de los solistas: Ekaterina Metlova, Jonathan Burton, Kate Allen, Luca Tittoto, junto al Coro y la Orquesta del Teatro La Fenice, dirigida por Lorin Maazel. La obra comienza a los 19 minutos del inicio.





domingo, 23 de septiembre de 2018

El Congreso de los Estados Unidos distinguirá al proyecto "Casas de Vida", una obra que reconoce a los héroes anónimos que salvaron de los nazis a miles de judíos

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo

El Congreso de los Estados Unidos distinguirá

al proyecto "Casas de Vida", una obra que

reconoce a los héroes anónimos que salvaron 

de los nazis a miles de judíos

El reconocimiento lo recibirá el empresario argentino Eduardo Eurnekian, presidente de la Fundacion Internacional Raoul Wallenberg, fundada por Baruj Tenembaum. En los últimos años fueron identificadas más de 380 iglesias, conventos y monasterios que sirvieron de refugio para judíos que eran perseguidos por los nazis en Italia, Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Holanda, Dinamarca, Grecia y Albania
Eduardo Eurnekian y Baruj Tenembaum, presidente y fundador, respectivamente, de la Fundación  Internacional Roul Wallenberg (Foto: Guillermo Llamos)
Eduardo Eurnekian y Baruj Tenembaum, presidente y fundador, respectivamente, de la Fundación  Internacional Roul Wallenberg (Foto: Guillermo Llamos)
Piero Piperno tenía 15 años cuando en diciembre de 1943, en Roma, él y los once integrantes de su familia lograron salvar su vida gracias a la madre María Elizabeth Hesselblad, una pequeña monja que les abrió la puerta de la parte trasera de la Iglesia de Santa Brígida y los ocultó hasta el 4 de junio 1944, cuando la ciudad fue liberada de la ocupación nazi.
La de Piero y la madre Elizabeth es sólo una de tantas historias de heroísmo, compasión y arrojo que, aun cuando ya han pasado más de 70 años desde el Holocausto, todavía merecen ser contadas.
"En aquellos días no había mucha solidaridad entre las personas. Después de la liberación de Roma pudimos volver a los negocios, nuestras mujeres regresaron al mercado de Campo dei Fiori para hacer las compras. La gente las saludaba y decía: 'Sabíamos que estaban ocultas por las monjas'", sostuvo Piperno al descubrir en 2015 la placa que identificaba al convento de Santa Brígida como una "Casa de Vida", y agregó: "Siempre hablamos de los que se fueron, los que no regresaron a causa de las denuncias. Un día decidimos cambiar y comenzamos a recordar a las buenas personas, a los que nos ayudaron, a los que arriesgaron sus vidas para salvar".
Fue con ese espíritu que la Fundación Internacional Raoul Wallenberg -presidida por el empresario argentino Eduardo Eurnekian– comenzó hace ya cuatro años con el programa "Casas de Vida", una iniciativa que busca sacar a la luz los testimonios hasta ahora desconocidos de religiosos que arriesgaron la vida para acoger a judíos perseguidos por el nazismo, identificando con placas alusivas los conventos, monasterios, iglesias, seminarios y escuelas en las cuales personas perseguidas encontraron refugio, alimento y cuidado.
La placa que distingue a las “Casas de Vida” identificadas por la Fundación Wallenberg
La placa que distingue a las “Casas de Vida” identificadas por la Fundación Wallenberg
Desde su creación, han sido identificadas más 380 "Casas de Vida" en Italia, Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Holanda, Dinamarca, Grecia y Albania, lo que llevó a un grupo de legisladores estadounidenses -demócratas y republicanos- a impulsar un reconocimiento para la Fundación Wallenberg, tal como ya hizo en 2014.
Los orígenes del programa se remontan a los '90, cuando el fallecido cardenal Antonio Quarracino, entonces arzobispo de Buenos Aires, se dirigió a su amigo Baruj Tenembaum, fundador de la Fundacion Internacional Raoul Wallenberg, con un pedido discreto por el cual el religioso le sugirió que después de su muerte la prestigiosa ONG investigara y difundiera aquellas instituciones católicas que brindaron refugio a los judíos, salvándolos así del exterminio durante el Holocausto.
El empresario argentino Eduardo Eurnekian al ser distinguido, en 2014, por el Congreso de los Estados Unidos
El empresario argentino Eduardo Eurnekian al ser distinguido, en 2014, por el Congreso de los Estados Unidos
Entre 1939 y 1945, durante el Holocausto, fueron muchos los padres judíos que, ante su inminente detención y traslado hacia campos de concentración -que resultaron ser de exterminio-, dejaban a sus hijos en instituciones católicas, esperando que no corran su misma suerte.
Así, muchas iglesias, conventos, abadías y seminarios católicos se convirtieron en el hogar de una gran cantidad de niños, cuyos cuidadores les enseñaban a aparentar ser católicos para evitar que fueran identificados por los nazis que, al invadir las distintas ciudades, inspeccionaban en busca de judíos escondidos. Algunos, como fue el caso de Piero Piperno, conservaron la religión judía, que era respetada por los religiosos que los acogían. Otros eligieron convertirse a la fe católica, e incluso hubo quienes se ordenaron como curas y monjas.
Estas increíbles historias de rescate pasaron inadvertidas durante años por orden expresa de las autoridades católicas, que buscaban preservar la integridad de aquellas personas que habían acogido.
El trabajo de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg a través del programa "Casas de Vida" busca sacar estas historias a la luz, lo que llevó a que miembros del Congreso de los Estados Unidos -tanto demócratas como republicanos- impulsen un homenaje a la fundación en la persona de su presidente, Eduardo Eurnekian, que será anunciado oficialmente en breve.
No es la primera vez que el Congreso estadounidense distingue a la Fundación Wallenberg y a Eurnekian. En 2014, la fundación y el empresario argentino fueron homenajeados por el Congreso estadounidense por "su significativa contribución a la preservación y difusión del extraordinario legado de Raoul Wallenberg, el diplomático sueco de la Segunda Guerra Mundial responsable de salvar a decenas de miles de judíos en Budapest, de los horrores del Holocausto". Ese mismo año también le fue concedida postumamente la Medalla de Oro Congresional a Raoul Wallenberg, merced a una iniciativa de la fundación que lleva su nombre.
Baruj Tenembaum, fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg
Baruj Tenembaum, fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg
La Fundación Internacional Raoul Wallenberg es una organización no gubernamental cuya misión es desarrollar programas educativos y campañas públicas que promuevan el legado moral de aquellos que arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante el Holocausto, y "en honor a los Justos de todos los genocidios". Fundada por Tenembaum y presidida por Eurnekian, cuenta entre sus fundadores a Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco.
Lleva el nombre de Raoul Wallenberg, diplomático sueco que salvó a 100.000 judíos durante el Holocausto, del que fue víctima él mismo cuando el 17 de enero de 1945 fue detenido y secuestrado por las fuerzas soviéticas estacionadas en Budapest. Desde entonces su destino sigue siendo un misterio.

Shalom - Sucot o la fiesta de las Cabañas

   
   

       
       
       
       
            Sucot o la fiesta de las Cabañas




sábado, 22 de septiembre de 2018

Volvió conmovida de Auschwitz, pensó que no sería capaz de regresar y hace 20 años organiza las Marchas por la Vida

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo

Volvió conmovida de Auschwitz, pensó que no

sería capaz de regresar y hace 20 años organiza

las Marchas por la Vida

Alejandra Tolcachier viajó como estudiante en 1992 y regresó como coordinadora en 1999. Hace dos décadas dirige los viajes educativos a los campos de concentración y exterminio nazi. La TV Pública emite hoy a las 21 la tercera parte deldocumental sobre este proyecto vital y necesario, dirigido por Marcos Gorbán
Recuerdos de 1999, la primera marcha que organizó Alejandra. A partir de esa edición, el viaje dejó de hacerse cada dos años para ser una iniciativa anual del programa internacional March for the living
Recuerdos de 1999, la primera marcha que organizó Alejandra. A partir de esa edición, el viaje dejó de hacerse cada dos años para ser una iniciativa anual del programa internacional March for the living
"Una chica de 15 años nos contó que sus abuelos se habían salvado gracias a una familia de polacos. Cuando casi nos estábamos yendo, llega esta familia de polacos. Nos pusimos a llorar todos. Ella pudo entregarles una carta escrita por sus abuelos y decirles que estaba ahí -viva- gracias a ellos". La categoría de anécdota devalúa la dimensión de la historia. La narra la licenciada Alejandra Tolcachier, mientras lamenta olvidarse otros testimonios con la misma profundidad emocional. Presume y confiesa disponer de cientos de experiencias similares: hace veinte años es la directora regional de Marcha por la Vida, el viaje que reivindica el deber de la memoria.
#Marcha es un proyecto para contar el Holocausto desde adentro, para que la historia no se circunscriba a una enciclopedia. "El relato no es histórico o lineal, se vive y se palpa en carne propia", define Alejandra, quien viajó por primera vez a Polonia, conoció el Gueto de Varsovia, el campo de exterminio de Treblinka, Majdanek, las fosas de Zbylitowza, Auschwitz, Birkenau en 1992, a sus 22 años. "Fui marchista. Recuerdo que los lugares no estaban preparados y los guías no estaban capacitados, lo que hacía que el impacto fuese mucho más grande. Volví y dije 'nunca más voy a pisar Polonia'. Regresé muy traumada, soñaba con las chimeneas, con los lugares que recorrí, quedé muy impactada con lo que puede hacer el ser humano".
La primera delegación argentina que participó en la Marcha por la Vida en 1999 no superaba las treinta personas
La primera delegación argentina que participó en la Marcha por la Vida en 1999 no superaba las treinta personas
El ser humano hizo el nazismo. En su última perversión criminal, cuando el Tercer Reich empezaba a resquebrajarse, miles de prisioneros pasaron del cautivo de Auschwitz -un campo de concentración- al terror de Birkenau -un campo de exterminio-. Muchos creían que les llegaba el alivio, cuando en verdad se trataba de un plan sistemático de aniquilación. Birkenau fue una fábrica de muerte: en 18 meses mataron a 850.000 personas. Esa travesía de hombres y mujeres débiles y hambrientos se extendía tres kilómetros entre la nieve y el frío. Eran las Marchas de la Muerte.
La Marcha por la Vida es el contrapeso de esa historia. La travesía se extiende por dos semanas: recorren las ciudades, los campos de exterminio, de concentración, los guetos, para estar en otro tiempo histórico pero en el mismo lugar donde sucedieron los hechos, celebran la creación del Estado de Israel y homenajean a los caídos en actos terroristas. El momento cúlmine es la conexión entre Auschwitz y Birkenau, cargada de vida y de memoria.
En 1999 dos mil personas unieron Auschwitz con Birkenau. En 2018, cerca de 18 mil personas convirtieron las Marchas de la Muerte en las Marchas por la Vida
En 1999 dos mil personas unieron Auschwitz con Birkenau. En 2018, cerca de 18 mil personas convirtieron las Marchas de la Muerte en las Marchas por la Vida
Alejandra Tolcachier lo describe como "un viaje educativo que reúne a jóvenes y adultos de más de cincuenta países". Seis años después de haberse jurado no volver a Polonia, la llamaron desde la organización central March of the Living porque había surgido la posibilidad de instalar una oficina en el Cono Sur con sede en Argentina. La entrevistaron, lo meditó, tuvo miedo y aceptó: "Cuando volví, me di cuenta que no podía dejar de viajar. Sencillamente porque es parte de mi vida, de mi familia".
En 1999 condujo al primer grupo de jóvenes argentinos que marcharon por la vida. Rápidamente comenzaron a definirse como "marchistas". "Empezamos con pocos chicos. Fuimos sumando gente y a partir de 2008 la delegación argentina tuvo un crecimiento muy alto. Los chicos que viajaban al volver transmitían sus experiencia y eso traccionaba al resto. No es lo mismo lo que podamos hacer nosotros que la impronta, la empatía y la devolución de los jóvenes. Ellos fueron los que empezaron a transmitir a sus mismos compañeros las increíbles experiencias del viaje. De ser 20 ó 30 pasamos a formar una delegación de más 800 personas".
 #Marcha es un un proyecto transmedia dirigido por Marcos Gorbán: un documental, diez piezas audiovisuales y tres capítulos de televisión. Este sábado se transmite el último en la TV Pública
En abril de 2018 se desarrolló la edición número 30° de Marcha por la Vida y convocó a más de 17 mil personas de 52 países. Detrás de Estados Unidos y Canadá, la Argentina envió la delegación más nutrida. "No es importante el relato de la Shoá, sino cómo se relaciona ese relato sobre nosotros, sobre nuestra propia historia", concede Alejandra. El viaje no se reduce a estudiantes y judíos: "Escuchamos la demanda de los que quieren viajar. Hay muchos hijos que convencieron a sus padres de ir. Hay muchas personas que se acercan que no son judías, que quieren estudiar sobre la discriminación, el negacionismo y las minorías. El viaje ayuda a vincularse con lo humano".
El viaje es un umbral. Alejandra asegura que los que van, no vuelven igual. El propósito de la expedición es formar conciencias y por qué no aventurarse a pensar la construcción de un mundo mejor. "Queremos que vuelvan jóvenes que no sean indiferentes o apáticos. Que reaccionemos, que no seamos ignorantes, que podamos construir un mundo mejor desde la acción y para hacerlo necesitan involucrarse en la causa que mejor les parezca. Al regresar, los marchistas adoptan una militancia más fuerte, son más activos, más críticos. Eso me reconforta, ese es nuestro legado".
La licenciada Alejandra Tolcachier junto a su hijo, su hija y su marido. En el 2024 promete viajar con su hijo mejor
La licenciada Alejandra Tolcachier junto a su hijo, su hija y su marido. En el 2024 promete viajar con su hijo mejor
"Cada vez hay menos sobrevivientes, si no involucramos a los jóvenes, el Holocausto va a quedar como la historia de un libro", avisa. Los que viajaron lo entienden. "Es emocionante tener la posibilidad de hablar con testigos vivos del Holocausto. Es una forma de ejercer el recuerdo, de sentirnos una parte chiquita de esa construcción de memoria. Con nuestro testimonio queremos reconstruir la humanidad perdida en la Segunda Guerra Mundial. Porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro. Si nosotros queremos formar un futuro más humano, donde el totalitarismo no tenga lugar, hay que recordar, hay que hacer memoria. Si no hacemos memoria nos quedamos incompetentes ante lo que sucedió, con una actitud pasiva. Tenemos que ser partícipes activos en el proceso de reconstrucción de la memoria", definió Brian Frojmowicz de 17 años.
"A diferencia de lo que me había imaginado, las marchas son enérgicas. Ves la masa de gente que está representando a sus países, colegios, instituciones, y no lo podés creer. Es difícil entender lo diferentes que somos y la causa que nos une. No somos todos judíos, venimos por la memoria, para decir 'acá pasó algo' y para darle vida a un lugar de muerte", recordó Martín Fradkin de 16 años.
Alejandra Tolcachier junto a Lea Zajac de Novera, una de las sobrevivientes de la barbarie, en el block 1 donde estuvo cautiva
Alejandra Tolcachier junto a Lea Zajac de Novera, una de las sobrevivientes de la barbarie, en el block 1 donde estuvo cautiva
La potencia histórica, las atrocidades reveladas y el aire viciado de tragedia no vulnera la capacidad de los jóvenes de transformar las tristezas en alegrías. El llanto es incontenible, el consuelo es reparador y la risa es una forma de reivindicar la lucha. Los estados por los que atraviesan los estudiantes resumen el sentido de la #Marcha: "El recorrido tiene que ver con la muerte, la morbosidad, el engaño, las vivencias traumáticas y después la conexión con la vida, con los amigos, las ganas de volver para contarlo. No hay contradicciones en los sentimientos. Ellos tienen la posibilidad de pasar del llanto al abrazo, del abrazo a la risa. El grupo ayuda a realizar una experiencia significativa y alentadora, es maravilloso. El viaje es tan intenso que recién cuando llegan empiezan a decantar. Durante días se preguntan cómo lo proceso, cómo lo explico, por dónde empiezo a relatarlo. Es una vivencia que primero hay que asimilar".