jueves, 28 de febrero de 2019

Murió André Previn, músico ganador de cuatro Oscar y ex marido de Mia Farrow

El Diario Clarín, en su edición digital, publicó este artículo


Murió André Previn, músico ganador de cuatro Oscar y ex marido de Mia Farrow
Había nacido en Berlín, pero por la persecución nazi su familia se mudó a los Ángeles. Gozó de una destacada carrera y se casó cuatro veces. Tenía 89 años. 
El músico André Previn murió a los 89 años, luego deuna vida intensa. Foto: AP
El compositor y director de orquesta sinfónica André Previn, cuatro veces ganador de un Oscar, murió este jueves en su casa de Manhattan, según confirmó su manager al diario The New York Times. Tenía 89 años.
Andreas Ludwig Priwin -su verdadero nombre- nació en Berlín el 6 de abril de 1929. A los 10 años de edad, su familia sufrió la persecución nazi, por lo que se trasladó junto a ellos a Los Ángeles en 1939. Cuatro años después consiguió la nacionalidad estadounidense, se estableció en la ciudad de California, y comenzó su carrera en 1948 arreglando y componiendo música para películas de Hollywood. Durante muchos años trabajó en el departamento musical de la Metro Goldwyn Mayer, dirigido por Arthur Freed.
André Previn ganó Oscars por películas como "Gigi", Porgy & Bess", "My bella dama" e "Irma la dulce".  Foto: AP)
André Previn ganó Oscars por películas como "Gigi", Porgy & Bess", "My bella dama" e "Irma la dulce". Foto: AP)
Previn, además de compositor y director de orquesta, ganador de cuatro premios de la Academia por sus composiciones de bandas sonoras ("Mejor orquestación de una película musical" ​por Gigi Porgy & Bess en 1958 y 1959 y "Mejor orquestación de música - adaptación o tratamiento" por Irma la dulce y Mi bella dama, en 1963 y 1964, respectivamente), fue además un intérprete notable de música clásica y de jazz, a la vez que comenzaba a dirigir.
Más tarde, abandonó las películas para dirigir orquestas tan apreciadas como la London Symphony Orchestra y la Los Angeles Philharmonic.
La influencia del jazz de Previn se debió al pianista Art Tatum y, desde los 12 años, desarrolló un dominio del piano, lo que lo llevó a su primer trabajo cinematográfico a los 16 años, cuando aún era un estudiante de último año en Beverly Hills High School (donde se unió musicalmente con el compositor y su compañero de estudios Richard M. Sherman).
Previn transcribió un número de jazz improvisado para que el pianista del concierto José Iturbi interpretara en la película Holiday in Mexico y escribió temas musicales para Judy Garland y Doris Day, entre otros. 
La vida privada de Previn estuvo salpicada de escándalos. El músico estadounidense de origen alemán, se casó cinco veces. 
La primera con la cantante de jazz Betty Bennett con quien tuvo dos hijas (Claudia Previn Stasny y Alicia "Lovely" Previn -violinista de la banda irlandesa In Tua Nua y miembro fundador de los Young Dubliners). La segunda vez con Dory Langan, también conocida como Dory Previn, una letrista con la que colaboró ​​en varias películas nominadas al Oscar y que exploró el colapso de su problemático matrimonio en un álbum. Y la tercera vez con la actriz Mia Farrow, por quien abandonó a Dory Previn.
El músico y Farrow se divorciaron posteriormente a raíz de que la actriz avanzó en su relación con Woody Allen. Previn y la intérprete en El bebé de Rosemary (1968), El gran Gatsby (1974) y La rosa púrpura de El Cairo (1985), entre tantos otros éxitos cinematográficos de Farrow, tuvieron tres hijos biológicos de su matrimonio: Matthew, Sascha y Fletcher; y dos hijas adoptivas con Mia, incluida Soon-Yi Previn, a quien el músico rechazó después de que ella se pusiera en pareja con Woody Allen. 
Cabe recordar dicho escándalo, que se desató en 1992 cuando el director del filme Manhattan reconoció su romance con Soon-Yi Previn, hijastra de Mia Farrow y de Previn, en ese entonces su ex marido. Finalmente, Allen se casó con Soon-Yi Previn y juntos, en 1999, adoptaron una niña que hoy tiene 20 años.
A su vez, la cuarta vez que Previn se casó fue con Heather Sneddon, con quien tuvo una hija adoptada, Li-An Mary, y un hijo, Lucas Alexander. Y la última vez, en 2002, con la reconocida violinista Anne-Sophie Mutter, casi 35 años menor que él, después de haber compuesto un concierto para ella, titulado Anne-Sophie. Se divorciaron cuatro años después. pero continuaron su asociación musical sin cesar.
WD



Oblivion - Astor Piazzolla - Stjepan Hauser

lunes, 25 de febrero de 2019

Shalom - Visitamos Hervás y su judería

                       

   
   

       
       
       
       
            Visitamos Hervás y su judería




miércoles, 20 de febrero de 2019

La Fundación Raoul Wallenberg honrará la memoria de un joven ruso que salvó la vida al Gran Rabino de Israel

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo

La Fundación Raoul Wallenberg honrará la

memoria de un joven ruso que salvó la vida

al Gran Rabino de Israel

Israel Meir Lau, Shimon Peres y las hijas de Feodor Mikhailichenko, Yulia Selutina y Yelena Belayaeva
Israel Meir Lau, Shimon Peres y las hijas de Feodor Mikhailichenko, Yulia Selutina y Yelena Belayaeva
Feodor Mikhailichenko nació en Rostov en 1927. En 1942, con solo 15 años, fue tomado prisionero y enviado a un campo de trabajos forzados en Alemania. Allí comenzó a difundir propaganda antinazi, por lo que fue trasladado al notorio campo de concentración de Buchenwald.
El 1944, apareció en Buchenwald un niño judío polaco de 7 años de edad. Su apodo era Lolek. Junto con su hermano mayor, Naftaly, habían perdido a sus padres. Su madre fue seleccionada y asesinada en Ravenrsbrueck.
En Buchenwald, Naftaly y Lolek fueron separados y Lolek fue a parar al Bloque 8, junto a otros niños.
Absolutamente indefenso, el infante enfrentaba una muerte segura, de no ser por la iniciativa de Feodor de tomarlo bajo su tutela.
Feodor lo protegió del frío aterrador, proporcionándole ropa sacada a los muertos y alimentándolo con papas robadas que él mismo le cocinaba.
El 11 de abril de 1945, Buchenwald fue liberada por el ejército norteamericano y los senderos de Feodor y Lolek se bifurcaron para siempre.
Naftaly y Lolek emigraron a Palestina y, muchos años después, este último, Israel Meir Lause convirtió en uno de los más reconocidos líderes religiosos del Estado de Israel. Entre los años 1999-2003, Lau se desempeñó como el Gran Rabino Ashkenazi de esa nación.
El rabino Lau busco a su salvador durante décadas, incluso con la ayuda del liderazgo comunista soviético, sin éxito, hasta que en el año 1998, un académico estadounidense, Kenneth Waltzer, que estaba realizando una investigación en Buchenwald, logró identificar a su benefactor.
Feodor Mikhailichenko salvó la vida en un campo de concentración nada menos que a Israel Meir Lau, quien se convertiría en Gran Rabino de Israel
Feodor Mikhailichenko salvó la vida en un campo de concentración nada menos que a Israel Meir Lau, quien se convertiría en Gran Rabino de Israel
Lamentablemente, Feodor había muerto cinco años antes, en 1993, víctima de un cáncer.
En 2008, el rabino Lau fue designado Presidente del Consejo de Yad Vashem y al año siguiente, Feodor fue reconocido en forma póstuma como Justo entre las Naciones.
La emotiva ceremonia tuvo lugar en Jerusalén, con la presencia de las hijas de Feodor, Yulia Selutina y Yelena Belayaeva.
En una sesión especial del Board de la Fundación Wallenberg, llevado a cabo el 18 de febrero de 2019, se resolvió crear la Medalla Feodor Mikhailichenko, que será entregado como reconocimiento a futuros galardonados que se destaquen en la lucha contra el racismo y la discriminación.
El presidente de la Fundación Wallenberg, Eduardo Eurnekian, y su fundador, BarujTenembaum, emitieron una declaración conjunta en la que resaltan "el espíritu solidario de Feodor Mikhailichenko, quien arriesgó su vida para salvar la de un niño indefenso con quien no tenía ningún lazo familiar. El destino quiso que ese niño se convirtiera en el Gran Rabino de Israel y una de las figuras más veneradas en el mundo judío".

lunes, 11 de febrero de 2019

Shalom - Menora Sefarad 2019

                       

   
   

       
       
       
       
            Menora Sefarad 2019




domingo, 3 de febrero de 2019

Cultura judía, Alemania Oriental y tango: quién es Karsten Troyke, el hombre que canta para que el idioma ídish no se extinga

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo

Cultura judía, Alemania Oriental y tango: quién 

es Karsten Troyke, el hombre que canta para 

que el idioma ídish no se extinga

Nacido en Berlín del lado comunista antes de la caída del Muro, un día comenzó a escuchar canciones en ídish —lengua milenaria de las comunidades judías asquenazíes— y su vida cambió para siempre. Ahora viaja por el mundo cantando contra el tiempo, aunque llegó a la Argentina por casualidad, acompañando a una amiga actriz. Infobae Cultura aprovechó su estadía y dialogó con él
Karsten Troyke (Foto: Lihue Althabe)
Karsten Troyke (Foto: Lihue Althabe)
En el hall de un hotel de la Avenida Corrientes, tres hombres conversan en un acento lleno de erres y jotas. Para muchos,—como el muchacho que está en la recepción y los señala cuando le preguntamos por Karsten Troyke—, es alemán. Eso parece al primer golpe de oído. Sin embargo se trata de un idioma que, aunque proviene del alemán, tiene influencias del hebreo. Ídish —o yiddish, incluso también judeoalemán— es el nombre de esta lengua milenaria que pertenece a las comunidades judías asquenazíes. Entre las emigraciones al continente americano, la fundición con las lenguas locales de Europa y principalmente el Holocausto, la población que habla ídish se redujo notablemente. De los 13 millones que había en 1930, para 2005 sólo quedaban 3 millones. Acá en Argentina, son varios que la hablan. Legado de sus bisabuelos judíos, en su mayoría.
"¿Karsten Troyke?" y enseguida, al escuchar su nombre, extiende su mano con una sonrisa espontánea. Tiene 58 años, un poco de resfrío por tanto aire acondicionado, camisa negra despendrendida, remera también negra debajo, cabello despeinado, voz grave y un andar liviano. Su extranjeridad se nota, aunque no tanto. Nació en Berlín del lado oriental, del lado comunista y se dedica a cantar canciones típicas judías en ídish e investigar sobre todo ese universo que parece desaparecer día a día. Aunque no para él, porque más investiga, más material encuentra. Discos, libros, cartas. Es un trabajo de varias décadas. Su pasión.
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"Él es, ¿cómo decir?, la dirección de la cultura judía en Berlín. Pero más que un cantante, es un investigador folclorista y antropólogo", comenta Abraham Lichtenbaum —traductor ocasional—, director de la Fundación IWO, conocida también como la biblioteca de la AMIA. Está a su lado, en la mesa —el tercero es el actor Sergio Lerer—, y mientras Troyke aprovecha para subir unos minutos a su habitación y prepararse, conversa con nosotros. "Si yo hubiese estado en la oficina aquel día del 18 de julio de 1994 diez menos diez y no diez y media no estaría acá", dice sobre el atentado donde murieron 85 personas: el mayor ataque contra objetivos judíos desde la Segunda Guerra Mundial. La estadía del alemán en Argentina no tiene que ver con eso. Aunque en algún punto sí.
Llegó como parte de la delegación de Atlas del comunismo, una propuesta proveniente de Alemania para el FIBA. La puesta en escena, los textos y la dirección de esta obra de teatro la lleva adelante la argentina Lola Arias. Se hicieron sólo tres funciones; y la última es hoy a las 20:30 en el Teatro San Martín. Troyke investiga mucho la vida de estos antiguos comunistas que forman parte del elenco, como por ejemplo la actriz Salomea Genin, de quien es amiga hace treinta años. "La obra habla de la esperanza que era para nosotros el comunismo y también la desilusión. Sin embargo, algunos actores añoran y les gustaría tener al menos un poquito de comunismo", comenta.
Karsten Troyke (Foto: Lihue Althabe)
Karsten Troyke (Foto: Lihue Althabe)
Una vez que se supo que Karsten Troyke llegaría a la Argentina, la colectividad judía se entusiasmó mucho y rápidamente organizaron una reunión más bien íntima para que el artista tocara sus canciones. Una peña en la casa de Judith Elker, esa fue la idea original, pero como la noticia se expandió y se expandió, se sumaron casi 300 personas. Entonces tuvieron que alquilar un salón y montar un show. Impredecible es la pequeña masividad. Ahora, doce horas después, Lichtenbaum recuerda la emoción que generó este alemán la noche anterior entre un público que "cantó y se enganchó con prácticamente todos los temas". Cuando reaparece Troyke, cuenta que se demoró un poco más porque, recién, un hombre lo frenó y le mostró su celular. En el aparato, se reproducía un video de su show.
—¿Cómo fue crecer en la República Democrática Alemana y vivir la caída del Muro de Berlín?—No fue como una cárcel pero empezamos a notar que se tendía a vivir así. En un momento entendí que había demasiadas cosas prohibidas. Yo tenía treinta años cuando cayó el muro. De los 20 hasta ese momento estuve en Berlín Oriental buscando quién me podía enseñar canciones viejas. Estaba todo perdido, no había nada conservado. Cuando cayó el muro y viajé a Australia, a Israel, a Estados Unidos, se me abrió un mundo diferente. Y también empezó a aparecer todo ese material que permanecía guardado y perdido. Los escritores soviéticos hablaban de la Guerra Patria, es decir, de la Segunda Guerra Mundial, e ignoraron toda la cultural vital de antes del Holocausto.
—¿Y cómo empieza su relación el ídish?—Mi padre era judío pero no hablaba ídish. En algún momento me interesó y empecé buscando material en ídish. Yo estaba relacionado con el teatro y quise traer a escena algo de lo judío. Me pregunté qué era lo específicamente ídish y encontré viejas canciones. Armé una especie de vodevil, de kabaret donde se oía música de viejos discos, actores haciendo sketch y hombres contando chistes. Yo me eduqué con esa gente y con ese material. En realidad yo quería ser cantante y componer mis propias canciones. Tenía alrededor de diez canciones que las cantaba y metía, cada tanto, alguna canción en ídish. Nadie me preguntaba por mis canciones. Todos me pedían las viejas canciones ídish. Y así empecé a cantar, pero también a investigar mucho.
—¿Aprendió el ídish desde chico?—No, lo aprendí de las viejas grabaciones y de los amigos de la familia. El ídish era como el francés de Edith Piaf. Me sonaba. Era cultura musical. Así como con Piaf aprendí francés y con los cantantes americanos aprendí el inglés.
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"Cantar en ídish me gustaba, pero mucho no lo quería porque nadie se hace rico con ese tipo de canciones", bromea. La charla comienza a zigzaguear sobre diferentes temas. Cuando habla del tango, no puede evitar cantar. Un ritmo piazzoliano marca con sus pies golpeando el piso y sus manos la mesa. Levanta el mentón, entrecierra los ojos y se larga a cantar. "Me gusta el tango porque es una cultura cotidiana y no del olimpo", dice.
Más que una entrevista, la escena es una conversación, una charla. Lichtenbaum dice que "es un misterio cómo llegó el tango allá", y sostiene una teoría: "El bandoneón es un instrumento alemán. Seguramente un marinero alemán que necesitaba dinero tuvo que empeñarlo y alguien de aquí aprendió rápido a usarlo".
De pronto aparece Salomea Genin que toma una naranja de la mesa con frutas del bufet del hotel y se suma a la conversación. Saluda y nos da, a mí y al fotógrafo, un beso en la cabeza. Cuando Lichtenbaum le traduce la pregunta, cómo ve el trabajo de Troyke, vuelve a sonreír. "Fantástica, su tarea es fantástica", dice. "Ella recolectó canciones en ídish de su madre y hace treinta años me las dio. Ahí comenzó nuestra amistad", comenta Troyke y cruzan una mirada cómplice y cariñosa.
Karsten Troyke (Foto: Lihue Althabe)
Karsten Troyke (Foto: Lihue Althabe)
—¿Y cómo estuvo anoche el concierto?—Oh, ¡muy bien! Para mí fue como mi casa, porque la gente participó muchísimo.
—Es su primera vez en Argentina, ¿cómo la vio?—Además de Berlín, viví también en París, y la verdadera fusión la veo acá. En algunas personas veo que son autóctonas, también veo españoles e italianos. Eso me asombró. El multiculturalismo…. No quise ir a recorrer lugares típicos. Me gusta lo cotidiano, los detalles. ¿Qué es lo típicamente argentino? Vos, él, todo.
—¿Vive su trabajo como una responsabilidad, como una lucha contra el tiempo?—Yo soy un hombre relajado. Quiero ser moderno, pero tengo la responsabilidad de lo clásico. Sí, puede ser, muchas veces lo veo como una lucha contra el tiempo, aunque te diría que no es una lucha. Tal vez en el futuro haya menos y sea todo más difícil. Aunque hay una generación que toma la posta del ídish.
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En los minutos que Troyke subió a su habitación del hotel, Lichtenbaum se refirió a ese espectáculo y lo definió como algo muy conmovedor donde cantaron varias personas, todo gratamente improvisado. Cuando lo halaga y destaca el profesionalismo "de un gran artista", Troyke, que ya está aquí con nosotros, capta perfectamente lo que dice en español y se burla: abre los ojos grandes y hace un gesto con las manos, como diciendo: "Uy, sí, el artista", y se echa a reír.
Sobre el final —porque todas las conversaciones tienen un final— le pedimos una canción a capella. Al principio intenta negarse. Su resfrío se ha vuelto una molestia. Un alemán envuelto en este calor sofocante no puede salir ileso. Luego concede unos minutos. Lo hace de muy buena gana, como si cantara entre amigos. La cámara le apunta, él toma el control del juego y se lanza hacia la canción como si se zambullera en una piscina rebalsada en agua fresca. Algo más de un minuto y concluye con una sonrisa, idéntica a la primera, cuando nos saludó. Entonces aplaudimos.