Arturo Toscanini nació en Parma, Italia, el 25 de marzo de 1867 y falleció en Nueva York el 16 de enero de 1957.
Está considerado como el más grande director de orquesta de
su época y del siglo XX.
Era célebre por su brillante intensidad, su incansable
perfeccionismo, su prodigioso oído y su memoria fotográfica que le permitía
corregir errores de los miembros de la orquesta que habían sido inadvertidos
durante décadas por sus colegas.
Toscanini inició su formación musical en Parma al ganar una
beca para el conservatorio local, en el que estudió violoncello. Tras sus
estudios, se unió a la orquesta de una compañía de ópera con la que realizó una
gira por Sudamérica.
Mientras representaban Aida en Río de Janeiro en 1886, el
director de la orquesta fue abucheado por el público y obligado a abandonar el
escenario.
Toscanini, afortunadamente, tomó la batuta animado por el resto de
músicos comenzando así, a los 19 años, su carrera como director.
En 1898, accedió al cargo de director residente de La Scala
de Milán, donde permaneció hasta 1908. Durante esa época estrenó obras de
autores contemporáneos, entre otras, el oratorio Mosè de Lorenzo Perosi, cuya
primera interpretación tuvo lugar en mayo de 1901 en el Salone Perosi de Milán.
Tras este primer periodo en La Scala se fue a los Estados
Unidos de Norte América para dirigir en el Metropolitan Opera House de Nueva
York entre 1908 y 1915.
Posteriormente, regresaría a La Scala en los años 1920. Tocó
en el Festival de Bayreuth (1930-31) y en el Festival de Salzburgo (1934-37).
Entre 1926 y 1936 dirigió la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Radicalmente opuesto a los regímenes fascistas de Alemania e
Italia, abandonó Europa para dirigirse a los Estados Unidos. Allí se fundó en
1937 la Orquesta Sinfónica de la NBC para él y con ella actuó con regularidad
hasta 1954.
Sus actuaciones lo convirtieron en el primer director de
orquesta estrella de los modernos medios de comunicación de masas.
En Argentina, el culto por Arturo Toscanini existe desde
principios del siglo XX.
Por primera vez en el mundo, por Radio Nacional Clásica FM
96,7 bajo la Dirección Artística de Juan Carlos Montero y con el invalorable y
desinteresado aporte del musicólogo y coleccionista Claudio von Foerster se emitió
el ciclo “Encuentros con Arturo Toscanini, El Maestro” que se desarrolló a lo
largo de 430 programas de una hora cada uno, con todas las grabaciones
comerciales y privadas y decenas de horas de ensayos. Fue uno de los momentos mas importantes de mi carrera profesional y agradezco esa posibilidad.
A continuación el programa del 16 de enero de 2004 en homenaje al Maestro Arturo Toscanini con Claudio von Foerster
A continuación el programa del 16 de enero de 2004 en homenaje al Maestro Arturo Toscanini con Claudio von Foerster
http://www.ivoox.com/aniversario-del-fallecimiento-del-maestro-arturo-toscanini_md_1711612_1.mp3
La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125, conocida también
como "Coral", es la última sinfonía del compositor alemán Ludwig van
Beethoven. Es una de las obras más trascendentales, importantes y popular en
toda la música clásica, y también de toda la música y del arte. Su último
movimiento es un final coral sorprendentemente inusual en su época que se ha
convertido en símbolo de la libertad.
En 1817 la sociedad filarmónica de Londres encargó la
composición de la sinfonía. Beethoven comenzó a componerla en 1818 y finalizó
su composición a principios de 1824. Sin embargo, tanto la parte coral como las
notas de la sinfonía disponen de fuentes para datarlas en un momento temprano
en la carrera de Beethoven.
El poema de Friedrich Schiller An die Freude, conocido también
como “Oda a la alegría” provocó en Beethoven la intención de musicalizarlo ya
desde 1793 cuando tenía 22 años.
Beethoven encarna el tránsito del estilo clásico al estilo
romántico rompiendo el esquema cerrado de las formas musicales para adaptarlas
a esta incipiente libertad individual.
Es uno de los primeros músicos que viven de lo que venden
componiendo, algo que comenzó a hacer Mozart, creando un precedente en el
oficio de compositor, despegándose del mecenazgo al que están sometidos otros
músicos como Haydn.
Beethoven estaba ansioso por estrenar su trabajo en Berlín
tan pronto como fuera posible después de terminarlo, dado que pensó que el
gusto musical en Viena estaba dominado por compositores italianos como Rossini.
Cuando sus amigos y financistas oyeron eso, lo motivaron a
estrenar la sinfonía en la misma Viena.
El estreno de la novena sinfonía se produjo diez años
después de la Octava, el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena,
junto con la obertura de Die Weihe des Hauses y las tres primeras partes de la
Missa Solemnis.
Esta fue la primera aparición en escena de Beethoven después
de doce años; la sala estuvo llena. Nadie quiso perderse el estreno de la
sinfonía y de la que se presumía sería la última aparición pública del genio
alemán, y efectivamente así fue: en los tres años siguientes, se recluyó en
casa aquejado de diversas enfermedades que lo postraron hasta su muerte.
Las partes de soprano y alto fueron interpretadas por las
jóvenes y famosas: Henriette Sontag y Caroline Unger.
Aunque la interpretación fue oficialmente dirigida por
Michael Umlauf, maestro de capilla, él y Beethoven compartieron el escenario.
El público terminó encantado, ovacionando a los músicos.
La letra del cuarto movimiento es una adaptación no literal
de Beethoven sobre la “Oda a la Alegría” en la versión definitiva de 1808 por
motivos de ritmo o necesidad musical en el poema.
Solo de barítono
¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!
Solo de Cuarteto de voces y Coro
¡Alegría, bella chispa divina,
hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
y todos los hombres serán hermanos
bajo tus alas bienhechoras.
Quien logró el golpe de suerte,
de ser el amigo de un amigo.
Quien ha conquistado una noble mujer
¡Que una su júbilo al nuestro!
¡Sí! que venga aquel que en la Tierra
pueda llamar suya siquiera un alma.
Pero quien jamás lo ha podido,
¡que se aparte llorando de nuestro grupo!
Se derrama la alegría para los seres
por todos los senos de la Naturaleza.
todos los buenos, todos los malos,
siguen su camino de rosas.
Ella nos dio los besos y la vid,
y un amigo probado hasta la muerte;
Al gusanillo fue dada la Voluptuosidad
y el querubín está ante Dios.
Solo de Tenor y Coro Masculino
Alegres como vuelan sus soles,
A través de la espléndida bóveda celeste,
Corred, hermanos, seguid vuestra ruta
Alegres, como el héroe hacia la victoria.
Coro
¡Abrazaos Millones de seres!
¡Este beso al mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
Debe habitar un Padre amante.
¿Os prosternáis, Millones de seres?
¿Mundo presientes al Creador?
Búscalo por encima de las estrellas!
¡Allí debe estar su morada!
Coro
¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
y todos los hombres serán hermanos
bajo tus alas bienhechoras.
¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!