sábado, 31 de octubre de 2020

Illinois Jacquet

 


Jean-Baptiste Illinois Jacquet nació en Broussard, Luisiana, Estados Unidos, el 31 de octubre de 1922, y murió en Nueva York, Estados Unidos, el 22 de julio de 2004. Saxofonista.​

El sitio www.apoloybaco.com publicó este recordatorio.

Illinois Jacquet.

Con unos comienzos algo oscuros, el saxofonista tenor, Illinois Jacquet (Illinois, 1922) irrumpió con enorme fuerza en el mundo del jazz cuando en 1942 tocó con la banda del vibrafonista, Lionel Hampton, el tema: "Flyng Home". El extraordinario sólo de saxofón que logró fue tan espectacular que fue la primera vez en jazz, que un sólo, pasaría con el tiempo a formar parte de una arreglo musical, tanto cuando estaba en la banda de Hampton, como cuando actuaba de sideman para otros músicos, especialmente durante su colaboración con el organista, Milt Buckner.
 
Aunque nacido en Louisiana, Illinois Jacquet, es un ejemplo del típico saxofonista tejano, de timbre rico y aire marcadamente blusero. Su presencia en el escenario siempre estaba marcada por su carácter extrovertido y su actitud era la de un verdadero showman. Después de su estancia con Lionel Hampton, estuvo con la orquesta de Cab Calloway (1943-1944) y posteriormente con la de Count Basie (1944-1945) y también participó en el famoso "Firts Concert de la Jazz at the Philarmonic" en 1944 junto a los grandes del jazz de aquella época (Nat King Cole entre otros).
 
En los años cincuenta sus constantes giras y conciertos en el seno de la organización de Norman Granz (JATP) le convierten en un músico solicitadísimo y eso le da la posibilidad de aparecer en la película de 1944 "Jammin' the Blues", un cortometraje del director Gjon Mili sobre la vida de Lester Young. Durante los años setenta y ochenta su actividad se apaga dado el ostracismo que otras músicas someten al jazz y principalmente a los músicos que provenían del jazz clásico. A pesar de todo graba en esos años cerca de una decena de discos con los sellos: Black Lion, Black & Blue y Atlantic. A finales del siglo XX, firma un contrato con el sello "Propper" que le posibilita volver a los estudios de grabación. Illinois Jacquet, vive actualmente retirado de los escenarios.

A continuación, recordamos a Illinois Jacquet en el día de su nacimiento, con uno de sus éxitos: Flying Home.


Concierto para Piano y Orquesta en La Menor Op. 54, de Robert Schumann. Daniel Barenboim.

El Concierto para Piano y Orquesta en La Menor Op. 54, de Robert Schumann está considerado como una de las columnas básicas del repertorio para piano y orquesta. En 1841 compuso una fantasía para piano y orquesta, pero no quedó conforme y la dejó por un tiempo. En 1845 revisó la obra, le agregó dos movimientos, y de esa forma concluyó su Concierto para piano, que presenta una especial dificultad para el solista. El resultado fue una obra singular, alejada del modelo de concierto establecido hasta entonces, y que el propio compositor calificó como: “algo entre concierto, sinfonía y gran sonata”. La obra fue estrenada en Leipzig, el 1 de enero de 1846, por su esposa Clara como solista. También fue la principal difusora e intérprete la obra de su esposo. Hasta casi el final de sus días en 1896, tocó el concierto por las principales salas de Europa. 


A continuación el Concierto para Piano y Orquesta en La Menor Op. 54, de Robert Schumann, en la versión de Daniel Barenboim, junto a la Orquesta Filarmónica de Múnich, dirigida por Sergiu Celibidache.


viernes, 30 de octubre de 2020

Pedro Vargas

 


Pedro Vargas Mata nació en San Miguel de Allende, Guanajuato, México,  29 de abril de 1906, y murió en Ciudad de México, el 30 de octubre de 1989. Tenor y actor.

En 2017 el sitio www.elnacional.com.do publicó este recordatorio.

Un día como hoy muere Pedro Vargas, «El ruiseñor de las Américas»

Por El Nacional

30/10/2017

Un día como hoy, 30 de octubre de 1989, muere Pedro Vargas Mata, más conocido como Pedro Vargas, fue un tenor y actor mexicano perteneciente a la llamada Época de Oro del cine mexicano.

A pesar de su preparación operística, se dedicó al canto popular, alcanzando reconocimiento internacional, además de ser uno de los principales intérpretes de Agustín Lara.

Se le conoció con los sobrenombres de «El ruiseñor de las Américas», «El tenor continental» y «El Samurái de la Canción». Como actor, formó parte de la Época de Oro del Cine Mexicano, y participó en más de 70 películas.

Fue el segundo de los doce hijos de José Cruz Vargas y Rita Mata, una pareja de humildes campesinos. A los siete años cantaba en el coro de la iglesia de su ciudad, el maestro del coro fue el primero en reconocer su talento y en darle lecciones de canto.2

En 1920, a la edad de 14 años, llegó a la Ciudad de México y de inmediato empezó a cantar en los coros de varias iglesias y a ofrecer serenatas.

Fue en el Colegio Francés de La Salle, donde después de escucharlo, le ofrecieron una beca para realizar la escuela secundaria, clases de piano y solfeo; ahí permaneció hasta terminar el bachillerato. Más adelante el maestro José Pierson también le daría alojamiento y lecciones de técnica vocal de forma gratuita.1 Mientras permanecía allí conoció a Jorge NegreteAlfonso Ortiz Tirado y Juan ArvizuJosé Mojica lo recomendó más adelante con Alejandro Cuevas, el maestro al escucharlo se ofreció también a darle lecciones sin costo.1

Recibió la oportunidad de participar en la ópera «Cavalleria rusticana», el 22 de enero de 1928, por recomendación del maestro Jose Piersonen el Teatro Esperanza Iris. Recibió la oferta de viajar en una gira con la Orquesta Típica de Miguel Lerdo de Tejada (hoy Orquesta Típica de la Ciudad de México), a los Estados Unidos, como cantante de música popular, lo que aceptó.

En su primera visita a Buenos Aires grabó para el sello RCA Víctor dos temas de su autoría: «Porteñita mía» y «Me fui», con el respaldo musical del pianista José Agüeros y el violinista Elvino Vardaro. El 12 de septiembre de 1931 contrajo matrimonio con María Teresa Campos Jáuregui, originaria de una familia de Querétaro, matrimonio que duró hasta el fallecimiento del artista y con quien tendría a sus cuatro hijos.

Fue uno de los mejores y más exitosos intérpretes del compositor Agustín Lara, así como de muchos otros compositores de toda Hispanoamérica, lo que le permitió recorrer diversos países de este continente, principalmente ArgentinaColombiaPerú y Venezuela.

Con un extenso repertorio que incluyó temas líricos como «Jinetes en el Cielo», canciones rancheras como «Allá en el Rancho Grande», boleros como «Obsesión», cantado a dos voces junto a Beny Moré; y temas nostálgicos como «Alfonsina y el mar», Pedro Vargas recibió de parte del público el calificativo de «Ruiseñor de las Américas».

Pedro Vargas falleció por complicaciones de diabetes mientras dormía y sufrió un paro respiratorio, el 30 de octubre de 1989, en la Ciudad de México, a la edad de 83 años.

A continuación, recordamos a Pedro Vargas en el día de su fallecimiento, con uno de sus éxitos: Espérame en el cielo.


jueves, 29 de octubre de 2020

Joseph Goebbels: el gran manipulador nazi que mató a sus seis hijos antes de suicidarse

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo firmado por Matías Bauso.

Joseph Goebbels: el gran manipulador nazi que

mató a sus seis hijos antes de suicidarse

El 29 de octubre de 1897 nació uno de los hombres más cercanos a Hitler durante más de dos décadas y Ministro de Propaganda del Tercer Reich. Durante años creó un discurso único y fanático y acalló a los que pensaban diferente. Profundamente antisemita, su capacidad de odio era proverbial. Las horas finales del Führer y la atroz decisión de matar a toda su familia

Joseph Goebbels, su esposa Magda y tres de sus seis hijos junto a Adolf Hitler (Historia/Shutterstock)
Joseph Goebbels, su esposa Magda y tres de sus seis hijos junto a Adolf Hitler (Historia/Shutterstock)

La única desobediencia llegó en el final. Hasta ese momento, durante décadas, siempre había hecho lo que se le había ordenado. Pero, ese día de abril de 1945, Joseph Goebbels se negó a hacerle caso a Adolf Hitler por primera vez en su vida. El Führer le había pedido que, junto a su familia, abandonara Berlín. Pero Goebbels se quedó.

Desde hacía diez días Goebbels, su esposa Magda y sus seis hijos vivían en el bunker de Hitler. Las tropas del Ejército Rojo acechaban. Sus bombas caían a pocos metros del refugio. La guerra estaba perdida aunque ellos todavía, con su tenue vinculación con la realidad, no quisieran verlo.

El 30 de abril Hitler mató a Eva Braun y se suicidó. Goebbels, que unos pocos días antes había sido testigo del casamiento in extremis, intentó tomar el mando de la situación después de presenciar cómo se consumían bajo el fuego, en un patio externo, los cadáveres de los recién casados. Un camino desesperado. E imposible. Procuró acordar con los soviéticos pero ya era muy tarde. Los nazis, lo que quedaba de ellos, no tenían nada para ofrecer. El Ejército Rojo había sufrido muchas muertes, y su avance lo había llevado hasta dentro de Berlín. La rendición debía ser incondicional.

Joseph Goebbels fue uno de los hombres más cercanos a Hitler durante más de dos décadas y Ministro de Propaganda del Tercer Reich (Shutterstock)
Joseph Goebbels fue uno de los hombres más cercanos a Hitler durante más de dos décadas y Ministro de Propaganda del Tercer Reich (Shutterstock)

Después de años de negación, la realidad se le impuso a Goebbels. Habló con Magda (o tal vez ni siquiera tuvieron que hablar: bastaron unas miradas) y ella reunió a sus seis hijos. Al observar los preparativos, Traudl Junge, la secretaria de Hitler, una de las pocas personas que permanecían en el bunker, pretendió disuadir a la mujer. “En la Alemania que viene no hay lugar para mis hijos. Es mejor que mis hijos mueran a que vivan la vergüenza y el oprobio”, dijo Magda. Fueron muchos los que intentaron sacar a esos niños de Berlín. Pero Magda y Goebbels rechazaron las ofertas que le hicieron Albert Speer y el director de la Cruz Roja entre otros.

Goebbels hizo entrar al bunker a un dentista; ya no le quedaban médicos amigos a mano: o estaban muertos bajo las bombas soviéticas o atendían a los miles de moribundos. Luego los seis recibieron una inyección. “Chicos, son las mismas vitaminas que les dan a los soldados” les dijeron para convencerlos y para evitar el pánico. Las jeringas contenían morfina. Cuando se durmieron, ella abrió la boca de cada uno de sus hijos e introdujo una pastilla de cianuro. Mientras los acariciaba, presionaba sus mandíbulas para que el veneno se liberara.

En pocos minutos, Helga de 13 años, Hilde de 11 años, Helmuth de 10, Holde de 8, Hedda de 7 y Heide de 5, todos estuvieron muertos; sólo sobrevivió a la guerra Harald, hijo del primer matrimonio de Magda. Luego llegó el turno de Goebbels y su esposa. Abandonaron el bunker y subieron a la superficie: “No queremos que nos tengan que acarrear hasta acá arriba” habría dicho Goebbels.

Un dentista le aplicó una inyección a cada niño. Cuando se durmieron, Magda abrió la boca de cada uno de sus hijos e introdujo una pastilla de cianuro. Mientras los acariciaba, presionaba sus mandíbulas para que el veneno se liberara (Historia/Shutterstock)
Un dentista le aplicó una inyección a cada niño. Cuando se durmieron, Magda abrió la boca de cada uno de sus hijos e introdujo una pastilla de cianuro. Mientras los acariciaba, presionaba sus mandíbulas para que el veneno se liberara (Historia/Shutterstock)

No está claro si quien disparó fue él o si un asistente suyo apretó el gatillo en la nuca de ambos. Los cuerpos fueron quemados en el patio exterior pero cuando los soviéticos llegaron al lugar todavía no se habían consumido y la tarea de reconocimiento de los cadáveres fue bastante sencilla. A los seis chicos los encontraron acostados en sus camas con sus camisones puestos.

Joseph Goebbels fue uno de los hombres más cercanos a Hitler durante más de dos décadas. En sus años de poder, todos lo llamaban Doctor pero no era médica ni abogado. Graduado en letras, vivía con frustración no ser un escritor ni un poeta reconocido. En las entradas de su diario aparecen recurrentes letanías al respecto. Trabajaba como periodista. Su estilo era el de las diatribas, discursos panfletarios, encendidos vómitos.

Su aspecto físico aparentaba una fragilidad que él siempre había querido evitar. La cara alargada y pálida, las mejillas ahuecadas, una mirada gris. Era muy delgado y de baja estatura. Caminaba con dificultad. Las secuelas de la poliomielitis habían afectado su andar. Soportó varias intervenciones quirúrgicas durante su infancia y juventud. Eso hizo que mientras los de su edad jugaran en las calles, él estuviera inmovilizado en su casa, dedicado a la lectura. En ese tiempo, sostienen sus biógrafos, creció su cultura y también un resentimiento que no lo abandonaría. Esa renguera lo acomplejó a lo largo de toda su vida. Tal vez, ese complejo de inferioridad, esa necesidad de tomarse revancha hizo que comprendiera mejor, o que su mesianismo lo conectara mejor, con la humillada sociedad alemana después de la derrota en la Primera Guerra Mundial. Tal vez, él pudiera entender a través de la suya, la furia y las frustraciones colectivas.

Joseph Goebbels con un niño miembro de la juventud hitleriana (Shutterstock)
Joseph Goebbels con un niño miembro de la juventud hitleriana (Shutterstock)

Desde mediados de la década del veinte acompañó a Hitler en su ascenso. “¿Quién es este hombre? Mitad plebeyo, mitad Dios. ¿El Cristo verdadero o sólo San Juan?. Este hombre lo tiene todo para ser Rey. El Tribuno de la plebe nato. El futuro Dictador", escribió en su diario luego de escucharlo en el Congreso Nazi de 1925.

Desde el principio insistió en que la propaganda política, los modos de comunicar y convencer a las masas eran de vital importancia. Apenas el nazismo llegó al poder, Goebbels se convirtió en el Ministro de Propaganda e Ilustración Pública del Tercer Reich. Él era el encargado de la comunicación, de los actos multitudinarias y las consignas pero también del manejo del arte que pasó a ser oficial. Entendió, antes que muchos, de la importancia de los nuevos medios además de la prensa gráfica. Así impuso su mano firme a la radio y al cine. Nada quedaba fuera de su órbita. Se mostraba impiadoso con los que se animaban a disentir. Construyó una voz única y potente. La ambición máxima, la vocación era la unanimidad.

Su obediencia a Hitler era ciega, él también ejercía influencia en el Führer y lograba filtrar sus ideas extremas (Interart/Werner Reib Produktion/Kobal/Shutterstock)
Su obediencia a Hitler era ciega, él también ejercía influencia en el Führer y lograba filtrar sus ideas extremas (Interart/Werner Reib Produktion/Kobal/Shutterstock)

Goebbels era un profundo antisemita. Su capacidad de odio era proverbial. Era el hombre sin matices. Un ejemplo inicial de su odio y de su capacidad de manipulación fue La Noche de los Cuchillos LargosLogró que una serie de asesinatos para eliminar opositores y posibles adversarios en un acto de defensa y justicia. Lo mismo hizo con cada ataque racial. Justificaba cada acción antisemita de su gobierno y siempre procuraba encontrar una justificación con la que convencía al gran público.

Sus principios de la propaganda política han tenido gran difusión y pese al descrédito que mereció el nazismo, fueron muchos los gobiernos de distinto signo en todo el mundo que los pusieron en práctica.

Ese conjunto de máximas conforma un tratado del cinismo político: la simplificación, el enemigo único, la transposición (cargar sobre el rival los propios defectos), el contagio, la deformación, la exageración, la renovación constante de consignas aunque siempre se hable de lo mismo, simplificar el mensaje para hacerlo popular sin importar si en el camino pierde rigor; lo importante es que convenza a la mayor cantidad posible.

Esto incluía naturalmente acallar, silenciar a los que pensaban diferente. Y una serie de tácticas comunicacionales destinadas a controlar todo el aparato de prensa y artístico y a manipular sin pudor a la sociedad a través de la tergiversación, la mentira y el ocultamiento de la información.

Leni Riefenstahl entre Goebbels y Hitler
Leni Riefenstahl entre Goebbels y Hitler

Desde programas radiales a las películas de Leni Riefenstahl; de los Juegos Olímpicos de Berlín 36 a las tapas de los diarios; de los libros que se publicaban a los actos públicos elefantiásicos. La marca de Goebbels estaba en cada movimiento público del Tercer Reich. Si bien su obediencia a Hitler era ciega, él también ejercía influencia en el Führer y lograba filtrar sus ideas extremas.

Goebbels era un gran orador. Enérgico, claro, imperativo, articulado. Hablaba mejor en público que su jefe. Aunque, deba aclararse, que no se puede analizar la oratoria de Hitler con los parámetros actuales en que se los ve como caricaturescas, casi una parodia macabra. Eran discursos toscos y extravagantes pero eficaces y acordes a su tiempo y a su público. Joachim Fest escribió al respecto: “Los que creen que su éxito se debía únicamente a la extravagancia desenfrenada y casi sensual de sus discursos están equivocados; el verdadero factor era la mezcla calculada de racionalidad y frenesí. Lanzando con voz atronadora sus acusaciones y sus parrafadas, o murmurando sus declaraciones de fe y amor a los oyentes, siempre controlaba la situación”. Quien cinceló ese estilo y casi cada palabra pública de Hitler fue Goebbels.

Al fanatismo de Goebbels debe añadírsele la falta de escrúpulos y un poder casi demencial. Eso lo convertía en alguien con una capacidad de daño única.

Leni Reifenstahl cuenta un episodio en sus memorias. En medio de una discusión por un proyecto cinematográfico, ella pone en juego sus armas de seducción y su inteligencia para convencer al ministro. Él halaga su terquedad. “Usted no es una mujer común”, le dice. “Después alargó la mano hacia mi pecho y trató con violencia de abrazarme. Se produjo un forcejeo y logró soltarme de sus brazos. Corrí a la puerta. Él me siguió. Furioso me apretó contra la pared y, como loco, con los ojos desorbitados trató de besarme. Me resistí desesperadamente. Su cara estaba descompuesta. Casi de casualidad, con mi espalda toqué el timbre, cuando entraba su asistente se recompuso y volvió a ser la misma persona que antes. A partir de ese día me gané un enemigo”, escribió Leni Riefenstahl en sus Memorias (aunque mucho de lo que ella dice en ese libro haya sido puesto en duda, varios testimonios coinciden en describir estas conductas abusivas de Goebbels).

Al fanatismo de Goebbels debe añadírsele la falta de escrúpulos y un poder casi demencial. Eso lo convertía en alguien con una capacidad de daño única (Everett/Shutterstock)
Al fanatismo de Goebbels debe añadírsele la falta de escrúpulos y un poder casi demencial. Eso lo convertía en alguien con una capacidad de daño única (Everett/Shutterstock)

Se preocupaba constantemente por los movimientos de palacio. Tenía celos de los otros ministros. Intentaba alejar a los que podían influir sobre Hitler. De esa manera boicoteaba los planes de otros jerarcas para que perdieran la atención del Führer. Esas luchas intestinas y desconfianzas ocupaban buena parte de su tiempo.

En 1943, Goebbels utilizó su convincente oratoria para dirigir a Alemania al colapso final. La dinámica de la guerra se había revertido. Los triunfos alemanes se habían acabado. Los Aliados ganaban terreno y mejoraban sus posiciones. El nazismo estaba siendo derrotado aunque sus jerarcas no quisieran verlo. La estrategia fue seguir adelante, involucrar a todos, que nadie quedara indemne. Un movimiento desesperado de su habilidad retórica, el ocultamiento de los reveses bélicos y el monopolio en la comunicación estatal recubrieron de épica. Goebbels en ese discurso lanzó la Guerra Total. Reclutamiento de mujeres, de jóvenes y niños, de personas mayores excluidas, cierre de todos los comercios no esenciales. Cada recurso material, económico y humano debía ponerse a disposición de la guerra.

A partir de ese momento, Goebbels sumó una función más. Pasó a ser oficialmente el Ministro de la Guerra Total, él debía coordinar todos los esfuerzos. En su concepción no había posibilidad de detener la maquinaria que ellos mismos había puesto en marcha. Cualquiera que quisiera proponer otra alternativa que no fuera la lucha, aún desesperada y sin posibilidades de éxito, era tratado de traidor.

Él se vanagloriaba de su lealtad y de su imposibilidad de modificar sus posturas. En los días finales, Goebbels le dijo a Donitz, quien quedaría al mando luego del suicidio de Hitler, que ellos eran superiores a él. “Porque nosotros no sólo somos capaces de vivir y luchar por el Reich, sino que también somos capaces de morir por él”.

Sus Diarios, con sus decenas de miles de páginas, escritas a lo largo de más de dos décadas son un documento de la vida interna en la corte de Hitler (Historia/Shutterstock)
Sus Diarios, con sus decenas de miles de páginas, escritas a lo largo de más de dos décadas son un documento de la vida interna en la corte de Hitler (Historia/Shutterstock)

El suicidio de Goebbels y su familia significó el último obstáculo para que las autoridades alemanas que quedaron a cargo aceptaran lo inevitable, la derrota. Pocos días después se firmó la rendición.

Sus Diarios, con sus decenas de miles de páginas, escritas a lo largo de más de dos décadas son un documento de la vida interna en la corte de Hitler. También ahí se consignan sus desvaríos, visiones alucinadas, delirios de grandeza, amores clandestinos, peleas conyugales, preocupación por las disputas palaciegas, su devoción fanática por Hitler y su rampante antisemitismo.

Además de ese testimonio, de Goebbels permanece su idea de la política como manipulación, de la vocación de muchos gobernantes por controlar a la prensa y las manifestaciones artísticas, de trabajar por conseguir la imposible y extremadamente peligrosa unanimidad.

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Fanny Brice


Fania Borach, más conocida como Fanny Brice, nació en Nueva York, Estados Unidos, el 29 de octubre de 1891, y murió en Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 29 de mayo de 1951. Cantante, y actriz.

En 1908 comenzó a trabajar en una revista de género burlesco, en 1910 inició su asociación con Florenz Ziegfeld, en las Ziegfeld Follies hasta la década de 1930. En 1921 cantó el tema My Man, que se convirtió en un gran éxito y que fue su canción más representativa. Por el disco de ese año, recibió con carácter póstumo un Grammy Hall of Fame Award. Filmó varias películas, entre ellas My Man de 1928, Be Yourself! de 1930, y Everybody Sing con Judy Garland de 1938. En 1936 y 1946 se interpretó a si misma en las películas The Great Ziegfeld, y Ziegfeld Follies. Entre 1936 y 1951 actuó en varios programas de radio, donde interpretó a una niña pequeña e irritante llamada Snooks, un papel que hizo por primera vez en un sketch de Follies. Era tan meticulosa con su personaje, que actuaba con un vestido de niña. También tuvo su propio programa llamado inicialmente Toasties Time, y después conocido como The Baby Snooks Show. En 1950 llevó su personaje a la televisión, pero poco después volvió a la radio. Ganó una demanda a la 20th Century Fox por invasión de su intimidad, por la película Rose of Washington Square, de 1939, que recreó varios aspectos de su vida privada y su carrera profesional. En 1964 Barbra Streisand la interpretó a modo de homenaje, en el musical de Broadway Funny Girl, y en 1968 ganó el Oscar a la mejor actriz por interpretar el mismo papel en su versión cinematográfica. Por su contribución a la industria cinematográfica Fanny Brice tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

A continuación, recordamos a Fanny Brice en el día de su nacimiento, con la canción Cooking Breakfast For The One I Love, en una escena con Robert Armstrong, de la película Sé tú mismo. 


Escualo - Astor Piazzolla - Ilya Mishchenkov en violin, Artem Chirkov en contrabajo, Mikhail Dzyudze en balalaica contrabajo, Mavzhida Gimaletdinova en piano, y el Cuarteto de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo


miércoles, 28 de octubre de 2020

Conrado del Campo

 

Conrado del Campo y Zabaleta nació en Madrid, España, el 28 de octubre de 1878, y murió en su ciudad, el 17 de marzo de 1953. Compositor, violista, director de orquesta, y profesor.

El sitio www.dbe.rah.es publicó este recordatorio firmado por Ramón García-Avello

Conrado del Campo y Zabaleta

Biografía

Campo y Zabaleta, Conrado del. Madrid, 28.X.1878 – 17.III.1953. Compositor, pedagogo musical e intérprete.

De niño ingresó en el coro del Colegio de San Antón, donde, al mismo tiempo que realizaba estudios elementales con los padres escolapios, aprendió solfeo con el maestro José Veguillas. A los once años, en 1890, inició sus estudios de Solfeo y Violín en el Conservatorio de Madrid y, como dice Tomás Borrás, “desde su ingreso ya no habrá de salir nunca del conservatorio”.

Fueron sus maestros Llanos y Hernandez (solfeo), Luis Amato y José del Hierro (violín), Jesús Monasterio (música de cámara), Pedro Fontanilla (armonía) y Emilio Serrano (composición). Su expediente se abrió con un Primer Premio en Solfeo, en el año 1890, y culminó en 1899 con el Primer Premio en Composición por el poema sinfónico Entre las ruinas, estrenado ese año en el Teatro Real por la Orquesta de la Sociedad de Conciertos, bajo la dirección de Tomás Bretón.

Al mismo tiempo que realizaba los estudios oficiales, Del Campo ejerció, casi desde la infancia, el oficio de violinista y violista en varias orquestas madrileñas.

Desde 1891 a 1893, fue violinista en la Orquesta del Circo de Colón. A los catorce años entró en el Teatro Apolo como concertino, y en 1896, sin dejar el Apolo, comenzó su colaboración como viola en el Teatro Real. A lo largo de su vida, desempeñó una constante actividad musical como instrumentista y director orquestal.

Al terminar en 1899 los estudios en el Conservatorio, inició una intensa actividad de intérprete y compositor. Como viola del Teatro Real, puesto que desempeñó hasta 1925, participó, desde el foso, en la representación de óperas de Wagner y R. Strauss, sus compositores preferidos, como El ocaso de los dioses (1909), Salomé (1910), Tristán e Isolda —su éxito en 1911 motivó la creación de la Asociación Wagneriana Madrileña, de la que Del Campo fue socio fundador— y otras obras de la música europea.

Durante estos años, Del Campo trabajó como intérprete y compositor de la Sinfónica de Madrid, orquesta de la que fue, en 1903, uno de los fundadores, y desde 1904, vicepresidente de la entidad. En ese mismo año de 1903 fundó con Julio Francés, Odón Gonzalez y Luis Villa el Cuarteto Francés. Impulsar la música de cámara en España, crear un repertorio de música de cámara específicamente español y colaborar con las incipientes sociedades filarmónicas, fueron los principales objetivos de este cuarteto.

En esos años de juventud se fueron afianzando la fama y el prestigio del compositor. Entre las obras de cámara de estos años, cabe destacar el Cuarteto n.º 1 Oriental, estrenado en 1904, fiel reflejo de la moda arabizante de principios de siglo. En 1907 estrenó el cuarteto A buen juez mejor testigo, composición inspirada en el romance de Zorrilla sobre la leyenda de El Cristo de la Vega. El Cuarteto n.º 5, Caprichos románticos, inspirado en las Rimas de Bécquer y estrenado en 1908, es uno de los más personales del compositor. Otra obra peculiar es el Cuarteto n.º 6 Asturiano, denominado “cuatro estudios en forma de cuarteto sobre cantos populares asturianos”. Presentada la obra en 1909 al concurso Augusto Charro Hidalgo, instituido por el Ateneo de Madrid, obtuvo el Primer Premio. Finalmente, el Cuarteto n.º 7 en mi menor, premiado en el Concurso Nacional de la Exposición de Artes Decorativas de 1911, se estrenó al año siguiente en París por el Cuarteto Lejeune.

La música orquestal, con obras destinadas a la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Fernández Arbós, fue otra de las facetas creativas de Conrado del Campo. Una de las obras más representativas es el poema sinfónico La divina comedia, estrenado en el Teatro Real en 1908. Una orientación propiamente casticista aparece en la Fantasía sobre temas del Maestro Chapí, estrenada en el Teatro de la Zarzuela en 1913. Del mismo año es el poema sinfónico Granada, inspirada en “Cantos del trovador”, de Zorrilla y que obtuvo el Primer Premio del certamen organizado por el Ateneo de Sevilla en 1913.

Una de las vocaciones más firmes de Conrado del Campo fue la ópera y la zarzuela. En 1911 estrenó en el Teatro Real la ópera El final de Don Álvaro, con libreto de Carlos Fernández Shaw, sobre Don Álvaro o la fueza del sino, del Duque de Rivas. En esta obra, Collet veía la cima de la ópera española. Sobre una estructura dramática continua, sin separaciones entre arias, tal como preconizó Wagner, Del Campo introduce temas de evocación popular, melodías modales, coros y, sobre todo, una rica y variada orquestación.

Otra ópera es La tragedia del beso, también con libreto de Carlos Fernández Shaw, estrenada en el Teatro Real en 1915.

A finales de 1909, Conrado de Campo comenzó a colaborar en revistas y periódicos como El Heraldo, Bellas Artes, la Revista Musical de Bilbao, sobre temas de actualidad musical, con lo que se afianzó su prestigio musical y su influencia.

El 9 de junio de 1915 ganó por oposición la cátedra de Armonía del Conservatorio de Madrid. Su actividad docente tuvo una gran influencia en varias generaciones musicales. Impartió las asignaturas de Armonía, Contrapunto, Fuga y, a partir de 1921, Composición. Algunos de sus discípulos fueron Bacarisse, Bautista, Jacinto Guerrero, Ángel Barrios, Moreno Gans, Remacha, Muñoz Molleda, Argenta, Casal Chapí, Moraleda, Victorino Echevarría, García Leoz, Enrique Franco, Cristóbal Halfter, Miguel Alonso y Antonio Iglesias. En estos años, con los profesores Pérez Casas y García de la Parra, fundó la Sociedad Didáctico Musical, entidad orientada a la educación musical profesional. El 27 de abril de 1918 contrajo matrimonio con Anna Faustman, joven alemana aficionada al canto. El matrimonio tuvo tres hijos, Ricardo, autor de una biografía inédita de su padre; Elsa, cantante profesional, y Elena.

Conrado del Campo compaginó sus obligaciones académicas con la interpretación. En 1919, el Cuarteto Francés se transformó en el Quinteto de Madrid, con la inclusión de Joaquín Turina como pianista. La actividad del Quinteto de Madrid duró seis años y en 1925 se reconvirtió en la Agrupación de Unión Radio, integrada por Julio Francés e Ignacio Tomé (primer y segundo violín respectivamente), Conrado del Campo (viola), Juan Ruiz Casaux (violonchelo), Lucio González (contrabajo) y José María Franco (piano).

Conrado del Campo trabajó en los años veinte en varias óperas y zarzuelas, entre las que sobresale El Avapiés, definida por J. Subirá como “ópera goyesca”, y que se estrenó en el Real en 1919. También para el Teatro Real escribe El cielo y Madrid se casan, una serie de estampas musicales madrileñas con texto de Víctor Espinos compuestas con motivo del tercer centenario de la canonización de san Isidro y estrenada en 1922. La obra, de ambiente castizo, es un buen ejemplo de las tendencias dieciochescas y neoclásicas de la música española de esa época. Una de las óperas de Conrado del Campo que tuvo mayor repercusión internacional fue Fantochines, ópera de cámara en un acto sobre libreto de T. Borrás, en el que se resucita a los personajes de la commedia dell’arte. Se estrenó en 1923, en el Teatro Real, y se tradujo al francés y al inglés. En 1927 Conrado del Campo, después de una breve estancia en Alemania para ampliar estudios, colabora en el tercer centenario del fallecimiento de Góngora, una efeméride que señaló el pistoletazo de salida de la Generación del 27, con las Seis pequeñas composiciones para coro y orquesta. De esta época son varios poemas sinfónicos como Una kasida, obra que obtuvo el Primer Premio del Concurso del Gran Casino de San Sebastián, celebrado en 1920. La obertura sinfónica Del Madrid que fue... es una composición de raigambre casticista, estrenada por la Orquesta Clásica bajo la dirección de Saco del Valle en 1930.

El 21 de julio de 1931, siendo ministro de Instrucción Pública Marcelino Domingo, se decretó la creación de la Junta Nacional de la Música y Teatros Líricos, presidida por Esplá y con Falla y Conrado del Campo, entre otros músicos, como vocales. En ese mismo año, Del Campo fue elegido académico de Bellas Artes de San Fernando. La recepción solemne se realizó el 26 de junio de 1932, con el discurso titulado Importancia social de la música y necesidad de intensificar su cultivo en España. A partir de esta fecha, Del Campo fue uno de los académicos más entusiastas y activos. Las líneas maestras de sus escritos son la creación de un teatro lírico de la música española, la reivindicación del pasado musical español y las relaciones entre música y sociedad.

Durante los años de la República, Conrado del Campo, tal vez por su actividad en la Junta Nacional y en el Conservatorio, disminuyó su actividad como compositor. Su estética se encuadra dentro de un nacionalismo de raíz castellana y con influencias de la música histórica y popular española, patente en obras como el Tríptico castellano, para voz y orquesta, o la “Ofrenda a Arbós”, pieza integrada en la suite colectiva Homenaje a Arbós, estrenada en 1934. Mayor interés tiene la Suite madrileña, estrenada por la Orquesta Filarmónica de Madrid, dirigida por el propio autor en 1934. Obra de rica combinación instrumental, consta de cinco movimientos, enlazados por cuatro interludios, para dos guitarras.

El levantamiento militar de 1936 le sorprendió en Madrid.

Durante los tres años de la Guerra Civil entabló una firme amistad con John H. Milanés, cónsul de Inglaterra en la capital de España, culto diplomático, violinista aficionado y protector de músicos como Joaquín Turina. En estos angustiosos años, las reuniones en casa de Milanés, denominadas “los viernes de Milanés”, le ayudaron a superar las preocupaciones de la guerra. Conrado del Campo se dedicó en estos años a la composición de música de cámara destinada a las tertulias, y termina La malquerida, ópera con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, adaptación del drama de Benavente.

En los años de la República, Del Campo militó en la Unión General de Trabajadores, por lo que, pasada la guerra, se le instruyó una causa de depuración, pronto sobreseída. Con sesenta años volvió a la cátedra del conservatorio, comenzó sus colaboraciones en El Alcázar como crítico musical y fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Madrid, a la muerte de Arbós. Entre 1947 y 1951 fue director titular de la Orquesta Sinfónica de Radio Nacional de España. Desde abril de 1952 a marzo de 1953 escribió para Radio Nacional cuarenta y seis charlas radiofónicas, con el título de Impresiones y recuerdos de la vida de un músico español.

Pese al prestigio pedagógico de Del Campo y la veneración de su figura en los círculos musicales, su obra de compositor continúa relegada. En los años de la vejez, el compositor sigue creando con entusiasmo y fluidez: compone para el cine y la radio, estrena ballets, escribe zarzuelas, canciones, música de cámara, y, de la mano de Pemán, vuelve a intentar la aventura de la ópera con Lola la Piconera. Como recompensa a su labor musical se le tributan homenajes y se le otorgan condecoraciones, como la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1946); el Premio Nacional de Música del Ministerio de Educación de 1944, por el Concierto en la para violoncello y orquesta; el Premio del Concurso Nacional organizado por la Academia de Alfonso X el Sabio; también en 1944 por su Poema de los Loores a María; el Premio Eduardo Aunós 1949 del Círculo de Bellas Artes de Madrid, por la Sonata para violín y piano en re mayor; el accésit del Premio Lírico Nacional de 1950, por Lola la Piconera, y otros muchos galardones.

La producción más numerosa en los años de vejez es la sinfónica y la camerística. En 1942 compone el Cuarteto n.º 9, en re mayor, que estrenado en Madrid en 1945, ha sido de las pocas obras del autor editadas en disco. También es de 1943 En La Pradera, ballet sobre un guión de Paloma Pardo. Vuelve en esta obra al ambiente dieciochesco y castizo de El Avapiés. La obra consiste básicamente en una sucesión de danzas asociadas a un argumento alegórico, en donde el valor y la verdad triunfan sobre la intriga; todo en el ámbito de una celebración festiva en la Pradera de San Isidro, a las orillas del Manzanares.

Las últimas obras de su vida intensifican la orientación definida en años anteriores: inclinación a lo poemático, sin duda un elemento romántico de su carácter y formación, y fusión de elementos castizos y folclóricos. En 1945 compuso el Cuarteto Castellano, en el cual incluye danzas inspiradas en el romancero de Castilla. En 1947 estrenó en Lisboa, con su discípulo A. Iglesias al piano, la Fantasía castellana, concierto para piano y orquesta que sintetiza a la perfección la estética de Del Campo. Obra de carácter rapsódico, en la que un tema de sabor romántico se transforma y modifica hasta estallar en una jota castellana de carácter popular.

En 1951, una enfermedad incurable afecta grave e irreversiblemente la salud del compositor. A finales de ese año abandonó la dirección orquestal, despidiéndose de la Orquesta de Radio Nacional de España el 30 de diciembre de 1951. Pese a la enfermedad, siguió componiendo sin descanso hasta el final de sus días. La última fotografía que de él se tiene, tomada por su hijo Ricardo semanas antes de morir, muestra al compositor, demacrado y enfermo, inclinado sobre sus papeles. Sus últimas obras, El Quinteto en mi mayor, subtitulada “Episodios de una vida combativa y dolorosa” y el poema sinfónico Evocación y nostalgia de los molinos de viento, poseen el carácter apasionado y romántico de las obras de su juventud. En 1971 el Ayuntamiento de Madrid le dedicó una calle. Reconocimiento póstumo a la labor pedagógica y musical de un artista cuya obra sigue, prácticamente, inédita y desconocida.

Obras de ~: (selección). Música escénica: (entre paréntesis figura el autor del libreto) La dama de Amboto (C. Fernández- Shaw), 1901; La flor del agua (V. Said Armesto), 1909; El final de Don Álvaro (C. Fernández-Shaw), 1910; La tragedia del beso (C. Fernández Shaw), 1911; La culpa (C. Martínez Sierra), 1914-1915; La romería, con A. Barrios (L. Domínguez), 1916; El Avapiés, con A. Barrios (T. Borrás), 1918; El cielo y Madrid se casan (V. Espinos), 1922; Fantochines (T. Borrás), 1923; Fígaro (T. Borrás), 1932; La malquerida (F. Romero y G. Fernández Shaw), 1938; ballet En la Pradera, 1943; Lola la Piconera (J. M.ª Pemán), 1949. Música sinfónica: Ante las ruinas, 1899; La divina comedia, 1908; Fantasía sobre temas del maestro Chapí, 1913; Granada, 1913; Una kasida, 1913; Bocetos castellanos, 1929; Obertura madrileña “Del Madrid que fue...”, 1930; Suite madrileña, 1934; Concierto para violín y orquesta, 1938; Obertura asturiana, 1942; En la pradera, 1943; Concierto en la menor para violoncello y orquesta, 1944; Fantasía castellana, 1947; Evocación y nostalgia de los molinos de viento, 1952. Música sinfónico coral: Airiños, airiños, aires, 1916; Tríptico castellano, 1931. Banda: Illice, Evocación de las palmeras, 1943. Conjunto instrumental: Catorce cuartetos, de 1903 a 1952.

Bibl.: C. Bosch, Impresiones estéticas, Madrid, Puedo, 1918; R. Villar, Músicos españoles, Madrid, Imprenta Artística Española, 1920; H. Collet, L’essor de la Musique Espagnole au xx siècle, Paris, Max Eschig, 1929; A. Salazar, La Música Contemporánea en España, Madrid, La Nave, 1930; J. Subirá, Historia y anecdotario del Teatro Real, Madrid, Plus Ultra, 1949; “Necrológica de D. Conrado del Campo Zabaleta”, en Academia. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1 (1953), págs. 7-16; T. Borrás, Conrado del Campo, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1954; A. Fernández- Cid, Músicos que fueron nuestros amigos, Madrid, Editora Nacional, 1967; M. Alonso, “Conrado del Campo”, en Bellas Artes (1974); J. Subirá, La música en la Academia. Historia de una sección, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1980; A. Iglesias, Escritos de Conrado del Campo, Madrid, Alpuerto, 1984; R. del Campo, Conrado del Campo. Catálogo de obras, Madrid, Editorial de Música Española Contemporánea (EMEC), 1985; M. Alonso, Catálogo de obras de Conrado del Campo, Madrid, Fundación Juan March, 1986; R. Campo, Biografía apasionada de Conrado del Campo, inéd.; VV. AA., Conrado del Campo, Madrid, Fundación Autor, 1998; R. García-Avello, “Conrado del Campo”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, vol. 2, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, págs. 982-993; C. Heine, “El magisterio de Conrado del Campo en la generación del 27: el caso de Salvador Bacarisse y Ángel Martín Pompey”, en E. Casares Rodicio y J. Suárez Pajares (coords.), Música española entre dos guerras, 1914-1935, Granada, Publicaciones del Archivo Manuel de Falla, 2002, págs. 97-132; L. G. Iberni, “Conrado del Campo”, en Scherzo: Revista de música, 173 (2003), págs. 134-135; J. P. Fernández-Cortés, “El Cuarteto en La mayor Carlos III de Conrado del Campo, un modelo tardío de síntesis entre lo popular y lo culto”, en Revista de musicología, vol. 26, n.º 1 (2003), págs. 265-288; V. Sánchez Sánchez, “Análisis de las primeras óperas de Conrado del Campo: entre Wagner y el nacionalismo”, en Revista de musicología, vol. 28, n.º 1 (2005) (ejemplar dedicado a las Actas del VI Congreso de las Sociedad Española de Musicología, Oviedo, 17-20 de noviembre de 2004), págs. 764-773.

Ramón García-Avello

A continuación, recordamos a Conrado del Campo en el día de su nacimiento, con la Romanza para Viola y Piano, en la versión de Luis Magín, en viola y Francisco Damián Hernández en piano.


martes, 27 de octubre de 2020

El Mirador Nocturno – Radio / Quinteto para Piano en La Mayor Die Forelle, o La Trucha D. 667, de Franz Schubert

Franz Schubert por Hadi Karimi

Hoy les presento el 4º programa de La Música de Todos Los Tiempos, dedicado a Franz Schubert, con el Quinteto para Piano en La Mayor Die Forelle, o La Trucha D. 667.

Hacé click en el reproductor para escuchar el programa.



Nanette Fabray


Ruby Bernadette Nanette Theresa Fabares, más conocida como Nanette Fabray, nació en San Diego, California, Estados Unidos, el 27 de octubre de 1920, y murió en Palos Verdes, California, Estados Unidos, el 22 de febrero de 2018. Actriz, cantante y bailarina.

A los 3 años hizo su debut profesional en el teatro como Miss New Years Eve 1923, en el Million Dollar Theatre. Pasó gran parte de su infancia participando en producciones de vodevil como bailarina y cantante. Durante la adolescencia asistió a la Escuela de Teatro Max Reinhardt, luego a la Hollywood High School, donde se graduó en 1939. A los 19 años, debutó en el cine como una de las damas de honor de Bette Davis en The Private Lives of Elizabeth and Essex. Luego participó en más de 10 películas. Es muy recordada su participación en The Band Wagon de 1953. A los 20 años fue diagnosticada con una pérdida auditiva, que luego de una intervención fue corregida, y a partir de ese hecho, se involucró en la defensa de los derechos de las personas con pérdida auditiva o sordas. En 1940 participó en la producción teatral Meet the People en Los Ángeles, y posteriormente realizó una gira por los Estados Unidos. En el espectáculo, ella cantó el aria Caro nome de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi mientras bailaba. Artur Rodziński, el director de la Filarmónica de Nueva York, después de ver su actuación, se ofreció como patrocinador para su entrenamiento vocal en ópera en la Juilliard School, donde estudió con Lucia Dunham, mientras actuaba en su primer musical de Broadway, Let's Face It, de Cole Porter. Durante la década de 1940 y comienzos de la década de 1950, se convirtió en una exitosa actriz de teatro musical en Nueva York. En 1949, ganó el Premio Tony a la Mejor Actriz en un Musical por su interpretación de Susan Cooper en el musical Love Life de Kurt Weill / Alan Jay Lerner. A mediados de la década de 1940, Fabray trabajó regularmente para NBC en una variedad de programas en el área de Los Ángeles. A finales de la década de 1940 y principios de la de 1950, hizo sus primeras apariciones en televisión nacional de alto perfil actuando en una variedad de programas como el Show de Ed Sullivan, el Teatro Texaco Star, y la Fiesta de Arthur Murray. Entre 1954 y 1956 pareció regularmente en la Hora del César, por el que ganó tres premios Emmy. En 1961 protagonizó 26 episodios de Westinghouse Playhouse, una serie de comedia de media hora que también se conoció como The Nanette Fabray Show o Yes, Yes Nanette. El personaje se basaba principalmente en ella y en su propia vida como pareja de recién casados con su esposo y sus nuevos hijastros.​ Posteriormente participó en diversos ciclos de televisión y realizando programas especiales.

A continuación, recordamos a Nanette Fabray, en el día de su nacimiento, con la canción That's Entertainment, de la película The Band Wagon de 1953, que interpretó junto a Fred Astaire, Jack Buchanan, y Oscar Levant. 


lunes, 26 de octubre de 2020

Virginia Hall, la dama sin una pierna que saltó en paracaídas para jaquear a la feroz Gestapo de Hitler

El Diario Clarín, en su edición digital, publicó este artículo.

Historias asombrosas

Virginia Hall, la dama sin una pierna que saltó en paracaídas para jaquear a la feroz Gestapo de Hitler

Fue una espía estadounidense que se infiltró en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Ayudó al éxito del desembarco en Normandía. Los nazis dieron la orden de “encontrarla y destruirla”. Nunca lo lograron.

Virginia Hall, en una de las pocas fotos de su rostro que hay. Nació en Maryland, Estados Unidos. Su trabajo infiltrando líneas alemanas en la Segunda Guerra Mundial fue admirable.

24/10/2020 12:29 

  • Clarín.com
  • Internacional

Actualizado al 24/10/2020 12:31

Klaus Barbie, alto oficial de la Gestapo, conocido como el carnicero de Lyon por las atrocidades que cometió durante la ocupación de Francia, alertó en diversas ocasiones a otros altos cargos de su organización y de las SS: “Virginia Hall debe ser encontrada y destruida”.

Nacida en 1906 en el seno de una familia acomodada de Baltimore, Maryland, a los 19 años ya hablaba con soltura alemán y francés. Cursó sus estudios en Radcliffe, entonces la rama para mujeres de la Universidad de Harvard; en Barnard, la facultad femenina de la Universidad de Columbia; y en la escuela de posgrado de la American University en Washington, donde, además de perfeccionar su francés y alemán, aprendió italiano.

Su voluntad era desarrollar una carrera diplomática y a ello dedicó todos sus esfuerzos. A los 25 años aceptó un puesto en la Embajada de Estados Unidos en Varsovia y, posteriormente, fue transferida a otros lugares como Tallin, Viena y Esmirna. Fue precisamente en esa ciudad turca donde su vida sufrió un giro inesperado. En el transcurso de una cacería se le resbaló la escopeta de las manos y, al recogerla, se disparó accidentalmente en la pierna izquierda. Unas heridas, inicialmente leves, que se convirtieron en muy graves a causa de la tardía atención médica y que desembocaron en gangrena.

Heinrich Himmler, hombre fuerte de las SS y la Gestapo nazis, pasa revista a la tropa. la dfoto es de 1943 y entonces Virginia Hall desorientaba a todos el Reich con sus movimientos en Francia.

Para salvarle la vida hubo que proceder a la amputación del miembro afectado y, desde ese momento, debió utilizar una pierna ortopédica, a la que bautizó como Cuthbert, nombre que después sería su código como espía para los servicios secretos británico y estadounidense.

En aquellos años no estaba permitido que personas con miembros amputados trabajaran para el Departamento de Estado. Así, viendo su carrera diplomática frustrada, se trasladó a París en 1939 para unirse al Servicio Francés de Ambulancias. Sin embargo, al cabo de pocos meses se produjo el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia por las tropas del Tercer Reich. Cuando París cayó en manos alemanas, huyó en compañía de una amiga con destino a Inglaterra. Pese a su pierna de madera, insistió en pedalear hasta llegar a la costa del Atlántico, donde consiguieron embarcar en uno de los últimos ferris que zarpaba hacia Gran Bretaña.

Establecida en Londres, conoció casualmente a Vera Atkins, espía británica nacida en Rumania que, en aquel momento, se dedicaba a reclutar posibles agentes para la sección F (por la inicial de “France”) del Special Operations Executive (SOE), organización del espionaje británico encargada de enviar agentes a los territorios franceses ocupados para organizar sabotajes, espiar, robar e incluso matar a oficiales nazis.

Los conocimientos de idiomas y sus ideas sobre los peligros del ascenso del totalitarismo en el viejo continente, del que había alertado sin éxito en varias ocasiones a sus superiores en la embajada de Estados Unidos, impresionaron a Vera Atkins, que no dudó en incorporarla al SOE.

En 1944 los soldados estadounidenses liberaron París. Por entonces, Virginia Hall operaba en la zona de Borgogne.

De ese modo, con el nombre clave de Germaine, Hall fue lanzada en paracaídas sobre la Francia ocupada, en 1941, con la misión de estudiar y notificar movimientos de tropas nazis y reclutar a otros agentes. Una vez allí puso en marcha una efectiva red clandestina de miembros de la resistencia con el nombre clave de Heckler. Un grupo que centró sus actividades en garantizar el retorno a Inglaterra de los pilotos británicos abatidos sobre suelo francés, a apoyar a otros grupos de la resistencia, a poner bombas para sabotear puntos importantes de la logística del ejército alemán y a recopilar información que resultó clave para elaborar el plan del llamado Día D, la Operación Overlord de desembarco de las tropas aliadas en las playas de Normandía.

Cuando pensamos en un espía hay algo que parece fundamental: la posibilidad de pasar inadvertido. ¿Cómo podía hacerlo una mujer con una pierna de madera? Hall llegó a ocupar carteles de la Gestapo con el lema “Se busca” junto a su retrato. La dama coja, como la llamaban los nazis, se convirtió en el objetivo principal del contraespionaje de la Gestapo y, concretamente, en una obsesión para Klaus Barbie. Según la prestigiosa Smithsonian Institution, “las órdenes de la Gestapo fueron claras y despiadadas. Es la más peligrosa de todos los espías aliados. Debemos acabar con ella".

Para pasar inadvertida se tiñó el pelo, se sometió a un tratamiento dental y, cuando la ocasión lo requería, conseguía caminar sin cojear, pese a los fuertes dolores que ello le provocaba en la cadera. Con estas y otras estratagemas se instaló sin llamar la atención en una granja del pequeño pueblo de Crozant, donde, disfrazada de anciana, se dedicaba aparentemente a cuidar vacas y hacer queso que vendía a las tropas alemanas. De esta forma, escuchaba las conversaciones de oficiales y transmitía toda información útil a Gran Bretaña y EE.UU. empleando un transmisor alimentado con su bicicleta. Su labor tuvo tal resonancia que varios campesinos de esa localidad fueron interrogados e incluso asesinados por las SS.

En 1942 Barbie y la Gestapo estuvieron a punto de capturarla. Logró escapar cruzando los Pirineos a pie hasta España, en pleno invierno y, una vez más, con la dificultad añadida de su pierna artificial. Al entrar en nuestro país fue detenida por la policía franquista por haber cruzado la frontera de forma ilegal y enviada a la prisión de Figueres, donde permaneció seis semanas, con el riesgo de que su identidad pudiera descubrirse y, en consecuencia, fuera entregada a los nazis. La liberaron después de que otro recluso pasara de contrabando una carta escrita por Hall al cónsul estadounidense en Barcelona, alertándolos sobre su situación.

Pasó los siguientes cuatro meses en Madrid, trabajando como corresponsal del Chicago Times. Sobre ese periodo de tiempo, Hall escribió: "Pensé que podría ayudar en España, pero no estoy haciendo un trabajo", según expone Elizabeth P. McIntosh en su libro Sisterhood of Spies, para concluir: “Estoy viviendo agradablemente y perdiendo el tiempo. No vale la pena y, después de todo, mi cuello es mío”.

A su regreso a Londres, el SOE se negó a enviar a Hall de nuevo a Francia, tal como ella pedía. A pesar de su insistencia, sus superiores consideraron que estaba demasiado expuesta. Por su cuenta, contactó con la Oficina de Servicios Estratégicos estadounidense (OSS). Así, el 21 de marzo de 1944 volvió a Francia, llegando en una lancha a motor a Beg-an-Fry, en Bretaña.

Con vistas al cercano Día D, que tendría lugar el 6 de junio de 1944, Hall se instaló en Cosne, en el departamento de Borgoña. Con una tarjeta de identificación francesa falsificada a nombre de Marcelle Montagne y el nombre clave de Diane, formó parte de varios equipos para armar y entrenar a los grupos de resistencia. Pasaron por su organización unos 1.900 resistentes, divididos en grupos de 25, que se dedicaban a planear y ejecutar actos de sabotaje contra las unidades alemanas establecidas en la región. Puentes, líneas ferroviarias y comunicaciones, así como carreteras, fueron objeto de ataques con la finalidad última de retrasar el avance de las tropas alemanas hacia las playas de Normandía.

Para Hitler y su séquito cercano de espías, el nombre de Virginia Halll se transformó en una pesadilla.

Mujeres como Diana Rowden, Violette Szabo y Lilian Rolfe fueron también claves en estas misiones, cubriendo otras zonas con idéntica finalidad pero, desgraciadamente, fueron capturadas y acabaron sus días en los campos de exterminio de Ravensbrück y Dachau. Después, con el colapso de los nazis, Hall regresó a París en abril de 1945. Escribió informes e identificó a las personas que la habían ayudado y merecían elogios.

Al final del conflicto bélico volvió a Londres, donde fue recibida como una heroína. En EEUU fue distinguida con la Cruz de Servicio Distinguido, la segunda máxima condecoración del ejército de ese país, que se entrega a quienes han efectuado acciones de extraordinario heroísmo contra un enemigo. Aunque el presidente Harry Truman mostró su intención de ser él mismo quien le entregara el galardón, Virginia Hall prefirió que la ceremonia estuviese a cargo del fundador de la OSS, William Joseph Donovan, en un sencillo acto en su despacho, con la única presencia de su madre.

Finalizada la guerra, trabajó para la CIA hasta su jubilación. Falleció en su Maryland natal en 1982, a los 98 años de edad.

El Museo Internacional del Espionaje en Washington D.C alberga una exposición permanente sobre ella, que incluye la radio de maleta que usó para enviar mensajes a Londres en código Morse, la medalla del Imperio Británico y algunos de sus documentos de identificación. Su Cruz de Servicio Distinguido se expone en el Museo de la CIA en McLean, Virginia. A finales de este mes, la editorial Crítica publica su biografía, Una mujer sin importancia, de la escritora y periodista británica, Sonia Purnell.

La Vanguardia.