jueves, 31 de octubre de 2019

Un viaje por el arte y la música a través de las emociones. Ramon Gener



La tercera vez que la música llegó a la vida de Ramon Gener fue la definitiva: después de pasar su infancia aprendiendo piano en el conservatorio de Barcelona, y tras varios años trabajando como barítono, finalmente descubrió que el verdadero valor de la música, y de la cultura en general, estaba en compartirla con los demás.


Inició entonces su carrera como divulgador musical y artístico. Tras dirigir el programa ‘Ópera en tejanos’ para la televisión pública catalana, en 2015 saltó a las pantallas de 50 países como presentador y director de ‘This is Opera’, un formato producido por Televisión Española para dar a conocer al público, de forma fresca e innovadora, los entresijos de la ópera. Músico, humanista y escritor, para Ramón Gener “todo en la música y en el arte es emoción”. En 2017, su contagiosa pasión por estas dos disciplinas le llevó a poner en marcha la serie documental ‘This is Art’, un viaje por la historia del Arte a través de las emociones.

Ramon Gener es colaborador habitual de los programas de radio ‘Las mañanas de Pe a Pa’ de RNE y ‘Versió RAC1’, de la emisora catalana Rac1. También es autor de los libros ‘Si Beethoven pudiera escucharme’ (2013) y ‘El amor te hará inmortal’ (2016). Actualmente, se encuentra volcado en un nuevo proyecto: el lanzamiento de la miniserie ‘200’, un programa de cuatro capítulos cuyo objetivo es celebrar y conmemorar el bicentenario del Museo del Prado.

Oblivion - Astor Piazzolla - Richard Galliano en acordina

domingo, 27 de octubre de 2019

Shalom - La influencia sefardí en Estados Unidos

                       

   
   

       
       
       
       
            La influencia sefardí en Estados Unidos




sábado, 26 de octubre de 2019

“Necesitaríamos un primer escalón disponible para todos”. Beatriz Luengo, compositora


Beatriz Luengo es una compositora, cantante y actriz española reconocida internacionalmente como ganadora del premio Grammy Americano por escribir el disco ‘A quien quiera escuchar’ de Ricky Martin. Destacan también sus nominaciones al Grammy Latino en 2012 y 2018 como "Mejor Álbum Pop Contemporáneo”. La artista reconoce que en ocasiones tuvo que ocultar su autoría como compositora tras la firma de su marido, Yotuel, componente del grupo Orishas: “Cada vez hay más mujeres liderando, pero la industria no ha cambiado. Mis primeras composiciones las firmaba solo Yotuel”.

En este vídeo, Beatriz Luengo nos cuenta cómo a lo largo de su carrera, siempre ha defendido la importancia de la enseñanza y del aprendizaje constante. Entre sus proyectos actuales, destacan la creación de su propia escuela de danza en Madrid y la incursión en el mundo de la literatura a través de su libro ‘El Despertar de las Musas’. En esta obra nos descubre la parte más íntima de doce mujeres creadoras que durante mucho tiempo permanecieron en la sombra. Un relato que aúna historia, ficción y poesía, y reivindica una visión del feminismo como un movimiento que lucha por los derechos humanos. “Necesitaríamos rodearnos, enaltecer y ayudar a las personas que están dispuestas a pensar que pueden conseguir cosas bajo sus capacidades, esas personas que son capaces de creer que hay un primer escalón disponible para todos”, reclama la artista.



Hector Berlioz, Sinfonía Fantástica Op. 14, en la versión de la Orquesta de Cleveland, dirigida por Pierre Boulez.


A continuación, de Hector Berlioz, la Sinfonía Fantástica Op. 14, en la versión de la Orquesta de Cleveland, dirigida por Pierre Boulez.


viernes, 25 de octubre de 2019

Tu mirada puede transformar a las personas. Álex Rovira, escritor y divulgador


La importancia de la memoria, de hacer crecer a los demás a través de nuestra mirada o el desafío de la humanización… Son algunos de los temas que aborda el escritor y divulgador Álex Rovira en este vídeo.

 Como experto en gestión de equipos, incide también en la importancia de liberarnos de prejuicios sobre los demás y de las falsas creencias que todos tenemos sobre nosotros mismos. Respecto a la educación, nos insta a aceptar a nuestros hijos como son sin proyectar nuestras frustraciones y expectativas sobre ellos. Álex Rovira nos da la clave de la `mirada apreciativa´ como herramienta de impulso a la transformación personal y como clave fundamental del aprendizaje.

domingo, 20 de octubre de 2019

Empatía y alfabetización emocional, dos recetas para la infancia. Mary Gordon, educadora


Para la educadora canadiense y experta mundial en empatía Mary Gordon, “muchos de los problemas que arrastra la sociedad, como la violencia y la pobreza, son consecuencia de la falta de empatía”. Y añade: “Si la empatía es la solución a las situaciones injustas, ¿por qué no hacemos nada?”.

Mary Gordon es la fundadora y presidenta de ‘Roots of Empathy’ y ‘Seeds of Empathy’, dos revolucionarios programas educativos basados en el desarrollo de la empatía y en promover la alfabetización emocional desde la infancia. En 2009, la Federación Canadiense de Maestros le otorgó el ‘Premio de Defensa de la Educación Pública’. Ha sido colaboradora y asesora de numerosas instituciones educativas y organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el gobierno de Estados Unidos y la Fundación Nelson Mandela. También se ha reunido en dos ocasiones con el Dalai Lama, quien llegó a asegurar que programas como ‘Roots of empathy’, sirven para construir la paz mundial. En la actualidad, Mary Gordon forma parte de la junta directiva de la ‘Fundación Ashoka’, una organización internacional que apoya a emprendedores sociales de todo el mundo.

Shalom - Sukot: una cabaña en la era tecnológica

                       

   
   

       
       
       
       
            Sukot: una cabaña en la era tecnológica




sábado, 19 de octubre de 2019

domingo, 13 de octubre de 2019

Shalom - Balance de logros y desafíos

                       

   
   

       
       
       
       
            Balance de logros y desafíos




sábado, 12 de octubre de 2019

"Intento que cada día sea una pequeña vida en 24 horas". Jordi Sierra i Fabra, escritor


“Recuerdo que estábamos en un pub de Londres de noche, con George Harrison ahí, y entró la policía porque había alcohol. Y George Harrison dijo: 'Yo no me quedo'. Abrió una puerta y echó a correr. Y yo tras él. ¿Sabes lo que es ir por Londres corriendo a las tres de la mañana detrás de George Harrison? De esas anécdotas divertidas hay muchas. ¿La música cuándo cambia? ¿Eso cuándo se acaba? El día que matan a John Lennon”.

En este vídeo, el escritor Jordi Sierra i Fabra hace un recorrido a través de los grandes momentos literarios y musicales que ha vivido en su carrera, llegando a convertirse en  autor superventas y situándose entre los 10 autores más leídos en centros escolares de España.

Con más de 500 títulos escritos y más de 12 millones de libros vendidos, su trayectoria ha sido reconocida con galardones como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2017, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Premio Ateneo de Sevilla, el Gran Angular de Literatura Juvenil y el Premio Edebé. Sin embargo, su mayor éxito es la creación del Proyecto Escritores por la Infancia y de la Fundación Jordi Sierra i Fabra, que promueve la literatura y escritura entre los más jóvenes. “Con la Fundación Sierra i Fabra llevábamos libros a lugares muy distantes, en canoa, en burro... Fuimos a un colegio hecho por dos barracones de metal a casi 3.000 metros de altura, frío y lleno de barro. Ese día descubrí que existe algo mejor que escribir: que un niño te dé las gracias porque le regalas un libro”, concluye.

Hector Berlioz, Sinfonía Fantástica Op. 14, en la versión de la Orquesta Real del Concertgebouw, dirigida por Daniele Gatti.


A continuación, de Hector Berlioz, la Sinfonía Fantástica Op. 14, en la versión de la Orquesta Real del Concertgebouw, dirigida por Daniele Gatti.



jueves, 10 de octubre de 2019

Oskar Schindler: la sorprendente vida del empresario alemán afiliado al partido Nazi que salvó de la muerte a 1200 judíos

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo, firmado por Matías Bauso.

Oskar Schindler: la sorprendente vida del 

empresario alemán afiliado al partido Nazi

que salvó de la muerte a 1200 judíos

Fue mujeriego, alcohólico, bon vivant, hedonista. Pero en pleno Holocausto redactó una lista con los nombresde los trabajadores que le eran “imprescindibles” para mantener su fábrica de utensilios para el ejército alemán.Con ese argumento convenció a los jerarcas nazis, perdió su fortuna en esta empresa y salvó miles de vidas. Murió olvidado en Alemania, el 8 de octubre de 1974
Oskar Schindler en una foto de 1963 (Everett/Shutterstock)
Oskar Schindler en una foto de 1963 (Everett/Shutterstock)
Faltaban pocos meses para que terminara la década del 70. Thomas Keneally había presentado su último libro, una novela histórica titulada Confederados. Le estaba yendo muy bien en Estados Unidos. Terminó su gira después de una charla en una librería de Los Ángeles. Faltaba un día y medio para que tuviera que tomar el avión que lo llevaría a su casa en Australia.
Salió a pasear por Beverly Hills. Recordó que su maletín tenía una de las manijas rotas. Debía comprar uno nuevo. Se alejó unas cuadras para evitar las tiendas más caras hasta que en una calle lateral vio grandes carteles de liquidación y descuentos en una marroquinería. Se paró en la vidriera a observar.
Un hombre salió del negocio. Era entusiasta y hablaba con un fuerte acento de Europa Oriental. Su pronunciación era dura y cortante pero su discurso articulado y afable. Un seductor que pretendía encantar a un posible cliente. Cuando Keneally le dijo qué estaba buscando, el hombre se ofreció a mostrarle varios modelos. Lo arrastró hacia dentro del local con la excusa de que el aire acondicionado lo iba a aliviar. Naturalmente, el vendedor, con su alegre persistencia, logró su objetivo.
En el momento de pagar, todo cambió. La siguiente pregunta, proveniente de la verborragia de Leopold Pfefferberg, cambiaría la vida de Keneally y de varios más, y modificaría también la percepción de un personaje histórico. “¿A qué se dedica?”. Luego de la respuesta vino la frase que Keneally y el resto de los de su oficio escucharon cientos de veces en su vida: “Yo tengo una historia que usted tiene que contar”.
El escritor a partir de ese momento sólo pensó en cómo evadir lo que seguía. Pero el vendedor no le dejó demasiadas opciones. Se metió dentro de una habitación trasera y regresó con dos grandes cajas. En ellas tenía documentos, artículos periodísticos y fotos sepia. Thomas Keneally se quedó en el negocio varias horas más. Había encontrado el tema de su siguiente libro: Oskar Schindler.
El arca de Schindler (como se llamó en un momento) o La Lista de Schindler ganó varios premios literarios y se convirtió en un best seller. Pero desde su aparición en 1982, pese a que los derechos cinematográficos habían sido comprados de inmediato, su traslación al cine se demoraba. Recién en 1993 Steven Spielberg logró hacer la película.
Oskar Schindler en la interpretación de Liam Neeson en la película de Steven Spielberg
Oskar Schindler en la interpretación de Liam Neeson en la película de Steven Spielberg

A partir del libro de Thomas Keneally el mundo conoció la lista del empresario alemán, afiliado al partido Nazi, que salvó a 1200 judíos.
Leopold Pfefferberg era un Schindlerjuden, un judío salvado por Schindler y desde hacía años buscaba que se conociera la historia de su salvador. Con la venta de ese maletín logró su cometido con creces.
Oskar Schindler no era parecido a Liam Neeson. Su cara era una mezcla de George Saunders y Charles Boyer, dos actores de otros tiempos. La frente extensa, las mejillas abultadas, ojos vivaces, sus rasgos tenían una rara solemnidad.
Los que lo conocieron concuerdan en que contaba con un carisma especial. Un aire de liviandad lo envolvía. Encontró su propia manera de avanzar: no pasar nunca desapercibido, pero tampoco nunca ser tomado demasiado en serio. No representar una amenaza para nadie y obtener con su encanto beneficios que no merecía.
En su ambición vitalicia de Bon vivant la buena vestimenta era un requisito indispensable. Trajes cruzados, corbatas de seda italiana, el pelo siempre cuidado.
Nació en Moravia (actual territorio de la República Checa) en 1908. Se casó muy joven, a los 20 años, con Emilie. Ella tenía un año más. Trataron de salir adelante juntos. Eran malos tiempos económicos. El matrimonio tampoco eran lo que ambos habían soñado. Ella veía poco a su marido. Oskar gustaba de salir de noche a tomar con sus amigos y sus aventuras amatorias eran conocidas por todos en la ciudad. Tuvo dos hijos extramatrimoniales. Siguieron juntos pese a todo.
En la década del 30 la trayectoria de Oskar es sinuosa. Algunos le atribuyen haber sido agente de inteligencia alemán en Checoslovaquia. Dicen que su labor ayudó el avance nazi en esas tierras gracias a información confidencial, delaciones y pequeñas operaciones. Los problemas con las mujeres y varias detenciones por ebriedad marcaron sus días. Mientras tanto encaraba distintos negocios con diversa suerte. Su ambición era hacer fortuna.
En 1939, en los albores de la guerra, se afilió al Partido Nazi. De pronto le surgió la posibilidad de adquirir una fábrica de enlozado que había sido arrebatado a sus antiguos dueños por su condición de judíos. Rápidamente la empresa comenzó a funcionar. El cambio de rubro fue el paso necesario para el despegue económico. Empezaron a hacer ollas, cacharros y otros utensilios para los soldados alemanes que estaban en el frente de batalla.
Emalia, así se llamaba la fábrica, empezó a contratar más personal. La mayoría era fruto del trabajo esclavo: prisioneros judíos provenientes de los campos de concentración, una modalidad usual en la época.
Oskar y Emilie Schindler
Oskar y Emilie Schindler

Schindler aceitó los contactos con jerarcas nazis y así su empresa seguía sin problemas de abastecimiento ni de contratos. Se involucró en otros negocios (vidrio y una distribuidora). En un inicio la contratación de los judíos no sólo seguía la lógica de la época sino que, al ser trabajo esclavo cobrado por los captores alemanes, era mucho más barato.
Pero las condiciones en las que vivían en los campos hizo despertar a Schindler. Los más de mil empleados sostuvieron que Schindler nunca los maltrató, que en el ámbito de trabajo eran respetados.
Con el correr del tiempo, Oskar consiguió que sus empleados durmieran en su fábrica para que sus condiciones de vida fueran al menos humanas y al mismo tiempo para alejarlos de las matanzas arbitrarias que podían iniciar los nazis.
Cuando el Gueto de Cracovia fue liquidado, sus trabajadores se salvaron porque estaban recluidos en la fábrica. Schindler había accedido a información confidencial y ese dato salvó la vida de cientos.
Schindler hacía todo lo necesario para que quienes estaban a su cargo no fueron asesinados por los nazis. Mentía, engañaba y sobornaba a los soldados nazis que venían a detener a su gente.
Cuentan que tres soldados alemanes ingresaron a la fábrica con violencia con la orden y la determinación de llevarse a una familia entera. Schindler trató de hacerlos entrar en razón pero no lo consiguió. Al menos logró llevarlos hacia su despacho para parlamentar. Tres horas después los soldados salieron de la fábrica, totalmente borrachos, con los bolsillos repletos y sin la familia a la que habían ido a buscar. Otra vez logró traer de regreso un grupo de 300 mujeres que habían sido enviadas a un campo de concentración.
El avance ruso complicó los planes. Pero la persistencia, la picardía, el poder de convicción y la fortuna de Schindler, siempre dispuesta para los sobornos, consiguieron lo que parecía una quimera. Convenció a las autoridades de trasladar la fábrica y a sus más de mil empleados a tierras checas y reconvertirla en una fábrica de municiones. La lista de Schindler incluía hijos, esposas, personas enfermas: no permitió que ninguna familia se desmembrara.
Una formación de 250 vagones llevó por las vías a los 1200 Schindlerjuden y los implementos para montar la nueva empresa.
Luego de un tiempo, el avance de los rusos hizo que Schindler debiera escapar. Los nazis habían sido derrotados. Y sus 1200 personas habían sobrevivido. Les consiguió una muda de ropa, algunos alimentos y un poco de plata para que se integraran a la vida cotidiana post Adolf Hitler.
La copia original de la lista de más de 1200 judíos conocida como la Lista de Schindler (MAD/ME/HB)
La copia original de la lista de más de 1200 judíos conocida como la Lista de Schindler (MAD/ME/HB)

Luego de la guerra huyó junto a su esposa para no ser detenido por los soviéticos. Ese habría sido su final.
Los primeros años en Alemania no fueron buenos para él que había consumido toda su fortuna en busca de lograr que su gente sobreviviera.
Luego de un tiempo en Europa, llegó a la Argentina. Trajo seis familias de Schindlerjuden con él. Oskar y Emilie se instalaron en la Provincia de Buenos Aires.
Ella se dedicó a criar cerdos y a la ganadería. Schindler quiso montar un criadero de nutrias. El negocio fue un fracaso absoluto. Tuvo que cerrar y las deudas se acumularon. Los historiadores, al ver la escasa capacidad para hacer negocios que evidenció después de la guerra (en su regreso a Alemania fundió una fábrica de cemento en menos de un año) atribuyeron el éxito de sus empresas en los años 40 a la tarea de Stern y los demás especialistas judíos que lo aconsejaban y trabajaban para él.
Schindler se fugó de la Argentina. Dejó a su esposa y una larga cola de acreedores. Emilie se hizo cargo de las deudas. Nunca más volvieron a verse. Ella siguió viviendo en el país hasta su muerte en octubre del 2001 a los 94 años.
Emilie Schindler, viuda de Oskar Schindler, en una foto de febrero de 1998 en su casa en las afueras de Buenos Aires. Emilie murió el 5 de octubre de 2001 a los 94 años (REUTERS/Rickey Rogers/archivo)
Emilie Schindler, viuda de Oskar Schindler, en una foto de febrero de 1998 en su casa en las afueras de Buenos Aires. Emilie murió el 5 de octubre de 2001 a los 94 años (REUTERS/Rickey Rogers/archivo)

Muchas de sus debilidades de carácter, de esos defectos, de esos vicios que desarrollo para triunfar en los negocios fueron los que lo ayudaron a lograr su obra excepcional, la supervivencia de esos 1200 personas. Su facilidad para entender el ánimo ajeno, la prestancia para la coima, la firmeza para hacer un pedido o la falta de pudor para obtener una ventaja fue lo que posibilitó que Schindler supiera cuáles eran los intersticios del poder nazi en los que podía ocultar a sus trabajadores.
Sintió que sólo podía actuar de una manera, que ante la masacre no había otra opción que ultimar los esfuerzos para salvar a todos los que pudiera. Podría haberse limitado a salvar a unos cuantos, a un puñado. A aquellos con los que se había encariñado o los que les eran de real utilidad. Eso habría sido financieramente menos costoso y personalmente menos peligroso. Su conciencia podría haber quedado a salvo con esas vidas que él habría rescatado, con esos hombres que pudo haber ocultado. Diez, doce, quince vidas que se prolongarían gracias a él; personas que le estarían agradecidas para siempre.
Sin embargo Schindler tomó el camino más imprevisible, el más complicado. Decidió que trataría de impedir cada muerte de los que estuvieran bajo su órbita. En cualquier otra circunstancia eso, quizás, hubiese parecido lo lógico. En las condiciones que lo hizo él, en la Alemania nazi en medio de la Segunda Guerra Mundial, en un entorno perverso y cegado moralmente, fue una proeza maravillosa. Esos escasos momentos en que alguien actúa por afuera de lo que se espera, que se separa de la conducta del resto, que no se deja arrastrar por la inercia. En este caso la inercia conducía a asesinatos masivos, a eliminar los rasgos humanos de la vida de las personas.
Schindler no naturalizó la barbarie. Fue un hombre que durante un lapso actuó de manera excepcional. Que perdió su fortuna, que puso en riesgo su vida, que resignó comodidad, que procuró que un animal voraz y feroz no se devorara a las personas a su cargo, que dedicó todas sus fuerzas para detener una maquinaria atroz. Por un momento lo consiguió.
Emilie Schindler que conocía bien a Oskar lo definió a la perfección: “Ni antes ni después de la Guerra hizo nada que valiera la pena. Pero ahí, en esos años difíciles, él se destacó. E hizo lo que nadie fue capaz. Esos fueron sus mejores años”.
Luego del estreno de la película de Spielberg, Emilie fue entrevistada por periodistas de todo el mundo. Reclamaba, con justicia, reconocimiento también a su tarea. Y fustigaba con dureza a Oskar. No olvidaba lo que la había hecho sufrir. Decía que era un mujeriego, un haragán, un hombre que en la mala la abandonó y la dejó solo y cargada de deudas.
En los últimos años el apellido de Oskar se convirtió en un genérico. Los ejemplos de los hombres que hicieron algo por oponerse a la barbarie, por salvar vidas amenazadas arbitrariamente en los años del nazismo se convirtieron en “Schindlers”. Así aparecieron el “Schindler de Polonia”, “El Schindler austríaco” y demás.
En Israel su labor fue reconocida gracias al impulso y a los testimonios de de los Schindlerjuden, las personas que él salvó. En los últimos años de su vida, estos sobrevivientes lo ayudaron económicamente cada vez que lo necesitó.
Fue nombrado por Israel como Un justo entre naciones, un hombre que actuó bien en tiempos en que los demás no lo hacían, un reconocimiento para los no judíos que ayudaron durante la Shoah a las personas del pueblo judío.
Oskar Schindler durante una visita a Tel Aviv a comienzo de los años 60 (Everett/Shutterstock)
Oskar Schindler durante una visita a Tel Aviv a comienzo de los años 60 (Everett/Shutterstock)

Sus últimos años no fueron fáciles. Tenía 66 años pero parecía de muchos más. Era un anciano prematuro. El alcohol le había pasado factura. Le costaba moverse, los dolores dominaban su cuerpo. El hígado le fallaba.
Una mañana entró al baño y tropezó. Ya no pudo levantarse. Dos días después, el 9 de octubre de 1974, hace cuarenta y cinco años, Oskar Schindler murió en un hospital de Hildesheim. En Alemania la noticia no tuvo mayor repercusión.
Alguien recordó el testamento. No había bienes para legar pero sí una importante disposición de última voluntad: Oskar Schindler quería que sus restos fueran enterrados en el Monte Zion, el cementerio católico de Jerusalén: es el único miembro del Partido Nazi en haber sido aceptado allí. Los Schindlerjuden se encargaron de que así sucediera.
Viviane Epstein, directora del programa Casas de Vida, coloca una ofrenda floral en la tumba de Oskar Schindler en el cementerio católico del Monte de Zion, en Jerusalem
Viviane Epstein, directora del programa Casas de Vida, coloca una ofrenda floral en la tumba de Oskar Schindler en el cementerio católico del Monte de Zion, en Jerusalem


Oblivion - Astor Piazzolla - Roby Lakatos y Laszlo Boni en violín, Frantisek Janoska en pianos y melódica, Jenö Lisztes en címbalon, Laszlo Balog en guitarra, Laszlo "Csorosz" Lisztes en contrabajo

miércoles, 9 de octubre de 2019

Papa Pio XII: aniversario de su muerte, el Mural de la Catedral y “Casas de Vida”

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo de opinión, firmado por Eduardo Eurnekian y Baruj Tenembaum. 

Papa Pio XII: aniversario de su muerte, el Mural

de la Catedral y “Casas de Vida”

Pío XII
Pío XII
El 18 de julio de 1994 un atentado terrorista demolió el edificio de la AMIA en el corazón de Buenos Aires.
El ataque mató a 85 personas e hirió a cientos.
Poco después, el 19 de abril de 1997, en el 54° aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia, se inauguró el Mural Conmemorativo en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. El singular recordatorio está dedicado a las víctimas del Holocausto y a los que perecieron en los ataques terroristas perpetrados en Buenos Aires contra la embajada de Israel y la AMIA. Se trata del único monumento de su especie instalado dentro de una iglesia católica. Fue presentado por el entonces Primado de Argentina, el cardenal Antonio Quarracino, y descubierto por el premio Nobel de la paz, Lech Walesa.
El Mural es una estructura de 1.80 metros de alto por 1.20 metros de ancho, compuesta de dos cristales entre los cuales se exhiben las hojas de los libros de oración que se encuentran en Auschwitz, Treblinka y el gueto de Varsovia. También se puede ver una partitura Kaddish (la oración judía por los muertos), así como las portadas de dos libros: uno de fábulas, en yiddish, encontrado entre los escombros de la AMIA y otro, del Libro de Samuel, hallado entre las ruinas de la embajada de Israel en Buenos Aires. Se encuentra instalado dentro de la Capilla de la Virgen de Luján de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
Quarracino siempre decía que el papel de la iglesia católica durante la Shoá fue estratégico. Después de su muerte su sucesor, Jorge Mario Bergoglio, hoy papa Francisco, continuó la tarea de preservación y difusión del Mural.
Años después, la Fundación Raoul Wallenberg lanzó el programa educativo “Casas de la Vida”. En menos de cinco años, nuestra ONG logró identificar más de 500 lugares en Europa que dieron refugio a víctimas de la persecución nazi, principalmente niños que fueron abandonados por sus padres antes de que estos fueran deportados a campos de exterminio.
Antonio Quarracino tenía razón. La abrumadora mayoría de las Casas de Vida son iglesias, conventos, monasterios y colegios dependientes de la iglesia católica. Este hecho contundente revela la planificación de una vasta operación de rescate.
Hasta qué punto la figura del Papa Pío XII, quien falleció el 9 de octubre de 1958, estuvo involucrado en este esfuerzo, todavía es motivo de controversia.
El papa Francisco anunció la apertura de los archivos secretos del Vaticano. Esperamos que el futuro cercano arroje luz sobre este controvertido capítulo de la historia.
Eduardo Eurnekian y Baruj Tenembaum son presidente y fundador de la Fundación Raoul Wallenberg, respectivamente

domingo, 6 de octubre de 2019

Tenemos dos vidas

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo de opinión, firmado por el Rabino Alejandro Avruj.

Tenemos dos vidas

Dijo Mahatma Gandhi: “El débil no puede perdonar. El perdón es un atributo de los fuertes".
Se necesita fortaleza de espíritu y sabiduría emocional para poder perdonar. Pero para alcanzar ese dominio del ser, debemos entregarnos a una búsqueda interior y una profunda autocritica de las propias flaquezas, de las debilidades internas, de los fracasos del alma, las entregas de nuestros corajes, y del olvido de nuestras antiguas convicciones.
El Día del Perdón según el Talmud, el libro de la sabiduría judía, no perdona. Las malas conductas con tus prójimos no son transferibles a un día, ni dispensadas por un rezo, ni salvadas por intermediarios. Es uno enfrentando su propio error y desnudando el alma frente, y sólo frente a ese prójimo. El Día del Perdón empuja a la búsqueda de qué perdonar, y porqué pedir perdón. Es un espejo de 24 horas donde buscar las manchas guardadas en la propia conciencia.
Iom Kipur, Día del Perdón, carece de símbolos. Todo se centra en nosotros. No hay nada allí afuera. Nada. Se nos prohíbe realizar cinco cosas durante esas 24 horas: no se debe comer ni beber, no se debe bañar, ni perfumar, ni mantener relaciones intimas, ni utilizar zapatos de cuero (simbolizan las pertenencias que poseemos).
Escribió el gran Oscar Wilde: “Los placeres sencillos son el último refugio de los hombres complicados”.
Lo que tienen en común todas estas prohibiciones es que son cosas relacionadas a placeres de lo cotidiano y que dejamos de disfrutar cuando partimos de este mundo. Vestimos también durante este día ropas blancas, no sólo como símbolo de espiritualidad y pureza, sino para asemejarnos al momento en que nos visten al morir. Las oraciones, los textos y las melodías de este día sólo nos llaman a que meditemos acerca del destino inevitable de todo ser humano.
El Unetane Tokef, uno de los textos centrales del día, se repite una y otra vez, preguntando: “¿Quién vivirá…y quien morirá?”
El Día del Perdón viene a enfrentarnos con lo inevitable del misterio del final. Con eso que nunca queremos ni escuchar, ni hablar. Ese día llega para enfrentarnos a una enorme puesta en escena, y entonces hacernos una sola pregunta: ¿qué harías si este fuera el último día de tu vida?
Dijo Woody Allen: “No le temo a la muerte, sólo que no me gustaría estar allí cuando suceda".
¿Qué harías si este fuera el último día de tu vida? ¿A quién llamarías? ¿Con quién correrías a tomarte otro café? ¿Con quiénes no dejarías de abrazarte? ¡Es el último día! ¿A quién llamarías para decirle: lo siento tanto…?
¿A quién para pedirle perdón? ¿Cuáles son esos encuentros que tenés que tener porque no podes permitirte partir de este mundo sin haber cerrado aquella herida?
¿A quién perdonarías? Se trata de frenar para pensar bien, como si fuese la última chance, no irse de aquí sin cerrar lo que teníamos que cerrar. No partir con algún rencor, alguna bronca, algún dolor.
¿A quién perdonarías? Mas allá de que lo merezca, en realidad porque es uno el que se merece estar más liviano, más entero, más blanco.
Confucio, el gran pensador chino, hace 2500 años decía: “¿Querés conocer acerca de la muerte? ¿Acaso conoces acerca de la vida?”. Si no conoces todavía tantas cosas acerca de la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
Este día es un golpe en el pecho para despertarnos de la letanía y la monotonía de pensar que todo será para siempre. Cuando Dios nos regaló el misterio milagroso de haber nacido, nos hizo respirar a cada segundo, entregándonos hálito de vida para que nos dediquemos a hacer con nuestra vida, lo que decidamos. No nos creó perfectos. No era ese el plan. Ni tampoco es el problema. Nos creó para que comamos del fruto una y otra vez y poder, nosotros, a veces acertar y otras no acertar.
A veces cumplir y otras transgredir. A veces confiar y a veces mentir. A veces pelear y otras amar. A veces lograr y otras fracasar. A veces soñar y otras caer. A veces perder y otras ganar. A veces creer y a veces dudar. A veces vivir, y a veces morir.
No nos hizo perfectos. Pero nos hizo capaces de perfeccionarnos.
Por eso regresamos a este día, cada año. Porque nos sabemos capaces de mejorar. De crecer. Y eso se logra especialmente cuando reaccionamos ante la realidad, de que nada será para siempre.
La vida es corta, pero hermosa. Es breve, pero intensa. ¿Qué vamos a hacer con el año que venimos a pedir? Lejos de angustiarnos, debemos transformar el enfrentarnos a la finitud, en una oportunidad para redefinir las prioridades del año, los cafés, los llamados, los abrazos, los perdones, y esos instantes que sabemos nos regalan eternidad.
Parafraseando a Garcia Márquez en su hermosa carta La Marioneta:
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera…”
Quizá esta vez, será mejor no decir todo lo que pensamos, y mejor pensar todo lo que decimos
Dar más valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormir menos y soñar más, porque por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos 60 segundos de luz.
Si Dios nos obsequiara un trozo más de vida, quizá podríamos tirarnos más seguido al sol, dejando descubierto, no solamente el cuerpo, sino el alma.
Veríamos cuán equivocados estábamos al pensar que uno deja de enamorarse cuando envejece, sino saber que uno envejece cuando deja de enamorarse.
Entenderíamos que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido y la indiferencia.
Este año podríamos aprender que si bien todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, la verdadera felicidad está en la forma de subirla por el lado a veces más difícil.
Esta vez seriamos mas sabios, porque sabemos que cuando un bebe aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
Y entonces les daríamos alas a nuestros hijos, para que vuelen, pero siempre a nuestro lado.
Este año trabajaríamos para decirle al mundo que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando va a ayudarlo a levantarse.
Por un trozo más de vida, cuántos te amo, cuántos te perdono, y cuántas miradas en silencio con sonrisa y con lagrima, cambiarías por menos reuniones, obligaciones y celulares.
Si supiera que hoy fuera la última vez, el último día, cuántas veces te abrazaría y te diría que te quiero, en vez de darlo por obvio.
Este día lo tenemos que vivir como si fuese el último.
Y entonces, cuando mañana salgamos de aquí, vamos a poder empezar el primer día del resto de nuestras vidas, viviendo esa vida que no puede esperar.
La nuestra, y no la de otros.
Borges dice:
“Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre, quién es".
Amigos todos…
Recuerden, que todos, todos tenemos dos vidas. La segunda empieza el día en que nos damos cuenta que tenemos sólo una.
El autor es rabino de la Comunidad Amijai,y presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana del Movimiento Masorti.