domingo, 27 de mayo de 2018

Shalom - Cien años de la comunidad israelita de Barcelona


Descubrimos cada semana los elementos esenciales que crean la causa y base de la existencia del Pueblo de Israel y su existencia a pesar de las circunstancias adversas. Estos elementos no dependen de la tierra, el lenguaje, la cultura, la raza o la herencia genética. El único factor constante que preservó al Pueblo judío de todas las vicisitudes es la tenacidad con la cual se adhieren a su herencia espiritual. Y es esta herencia la que Shalom nos descubre cada domingo a través del análisis sobre temas de actualidad como ciencia, educación, festividades, cocina medicina, mística…

   
                                            Cien años de la comunidad israelita de Barcelona


sábado, 26 de mayo de 2018

Ludwig van Beethoven. Sinfonía Nº 9 en Re Menor Op. 125. Seiji Ozawa.


A continuación, de Ludwig van Beethoven, la Sinfonía Nº 9 en Re Menor Op. 125, en la versión de los solistas: Anne Schwabing, Barbara Divua, Paul Gurovuzu, Franz Havurata, junto al Coro de la Opera de Tokyo, y la Orquesta Saito Kinen, bajo la dirección de Seiji Ozawa.


viernes, 25 de mayo de 2018

110º Aniversario de la inauguración del Teatro Colon de Buenos Aires.


110º Aniversario de la inauguración del Teatro Colon de Buenos Aires.

Resumen de la información extraída de la página www.teatrocolon.org.ar

El Teatro Colón de Buenos Aires es una de las salas de ópera más importantes del mundo. Su rico y prestigioso historial y las excepcionales condiciones acústicas y arquitectónicas de su edificio lo colocan al nivel de teatros como la Scala de Milán, la Ópera de París, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan de Nueva York.

En su primera sede, el Teatro Colón funcionó desde 1857 hasta 1888, año en que fue cerrado para la construcción de una nueva sala. Ésta fue inaugurada el 25 de mayo de 1908 con una función de Aida de Giuseppe Verdi. En sus inicios, el Colón contrataba para sus temporadas a compañías extranjeras; a partir de 1925 contó con sus propios cuerpos estables –Orquesta, Ballet y Coro- y sus propios talleres de producción, lo cual le permitió, ya en la década de 1930, organizar sus propias temporadas financiadas por el presupuesto de la ciudad. 

Desde entonces, el Teatro Colón ha quedado definido como un teatro de temporada o stagione con capacidad para realizar íntegramente la totalidad de una producción gracias al profesionalismo de sus cuerpos escenotécnicos especializados.

A lo largo de su historia, ningún artista de importancia del siglo XX ha dejado de pisar su escenario. Baste mencionar a cantantes como Enrico Caruso, Claudia Muzio, Maria Callas, Régine Crespin, Birgit Nilsson, Plácido Domingo, Luciano Pavarotti, a bailarines como Vaslav Nijinski, Margot Fonteyn, Maia Plisetskaia, Rudolf Nureyev, Mijail Barishnikov, a directores como Arturo Toscanini, Herbert von Karajan, Héctor Panizza, Ferdinand Leitner, entre decenas más. 

También es frecuente que, siguiendo la tradición inaugurada por Richard Strauss, Camille Saint-Saëns, Pietro Mascagni y Ottorino Respighi, los compositores vengan al Colón a dirigir o supervisar los estrenos de sus propias obras. 

Varios maestros de primer orden trabajaron aquí sostenidamente hasta lograr elevadas metas artísticas, como Erich Kleiber, Fritz Busch, directores de escena como Margarita Wallmann o Ernst Poettgen, maestros de baile como Bronislawa Nijinska o Tamara Grigorieva, directores de coro como Romano Gandolfi o Tullio Boni, sin dejar de mencionar a los numerosos solistas instrumentales y orquestas sinfónicas y de cámara que ofrecieron en nuestro escenario veladas inolvidables a lo largo de más de cien años de sostenida actividad.

Finalmente, a partir del año 2010, el Teatro Colón exhibe un edificio restaurado en todo su esplendor original, dando un marco de distinguida jerarquía a sus presentaciones.

Por todas estas razones, el Teatro Colón es un orgullo de la cultura argentina y un centro de referencia para la ópera, la danza y la música académica en todo el mundo.

El Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires es considerado uno de los mejores teatros del mundo. Reconocido por su acústica y por el valor artístico de su construcción, su actual edificio cumplió 100 años en 2008.

La construcción del nuevo edificio llevó alrededor de 20 años, siendo colocada su piedra fundamental el 25 de mayo de 1890, con la intención de inaugurarlo antes del 12 de octubre de 1892 en coincidencia con el cuarto centenario del descubrimiento de América. 


El proyecto inicial fue del arquitecto Francesco Tamburini quien, a su muerte en 1891, fue continuado y modificado por su socio, el arquitecto Víctor Meano, autor del palacio del Congreso Nacional. Las obras avanzaron hasta 1894, pero se estancaron luego por cuestiones financieras. En 1904, tras la muerte de Meano, el gobierno encargó al belga Jules Dormal que termine la obra. Dormal introdujo algunas modificaciones estructurales y dejó definitivamente impreso su sello en el estilo francés de la decoración.

A fines de 1907 se firmó el primer contrato de arrendamiento del Teatro Colón, aunque los trabajos de terminación del edificio estaban atrasados en relación con la fecha fijada para la inauguración de la sala, el 25 de mayo de 1908. De todas maneras, en esa fecha se llegó a realizar la primera función en la sala principal del Teatro Colón a cargo de la Gran Compañía Lírica Italiana, aunque con algunas dependencias del edificio inconclusas como el Salón Dorado y las marquesinas de hierro sobre las calles Libertad y Cerrito.

El edificio, en un estilo ecléctico propio de principios del siglo XX, abarca 8.202 metros cuadrados, de los cuales 5.006 corresponden al edificio central y 3.196 a dependencias bajo nivel del pasaje Arturo Toscanini (aledaño al edificio del teatro, paralelo a la calle Viamonte). La superficie total cubierta del edificio antiguo es de 37.884 metros cuadrados. Las ampliaciones realizadas posteriormente, sobre todo las de finales de la década de 1960, a cargo del arquitecto Mario Roberto Álvarez, sumaron 12.000 metros cuadrados, llevando la superficie total del Teatro Colón a 58.000 metros cuadrados.

La sala principal, en forma de herradura, cumple con las normas más severas del teatro clásico italiano y francés. La planta está bordeada de palcos hasta el tercer piso. La herradura tiene 29,25 metros de diámetro menor, 32,65 metros de diámetro mayor y 28 metros de altura. Tiene una capacidad total de 2.478 localidades, pero también pueden presenciar los espectáculos alrededor de 500 personas de pie. La cúpula, de 318 metros cuadrados, poseía pinturas de Marcel Jambon, que se deterioraron en los años treinta. En la década de 1960 se decidió pintar nuevamente la cúpula y el trabajo le fue encargado al pintor argentino Raúl Soldi, que la inauguró en 1966.

El escenario posee una inclinación de tres centímetros por metro y tiene 35,25 metros de ancho por 34,50 de profundidad, y 48 metros de altura. Posee un disco giratorio de 20,30 metros de diámetro que puede accionarse eléctricamente para girar en cualquier sentido y cambiar rápidamente las escenas. En 1988, se realizaron trabajos de modernización de la maquinaria escénica en el sector de las parrillas, con el fin de facilitar el manejo de los decorados y agilizar los cambios de escena.

El foso de la orquesta posee una capacidad para 120 músicos. Está tratado con cámara de resonancia y curvas especiales de reflexión del sonido. Estas condiciones, las proporciones arquitectónicas de la sala y la calidad de los materiales contribuyen a que el Teatro Colón tenga una acústica excepcional, reconocida mundialmente como una de las más perfectas.


El Teatro Colón realiza las producciones de sus espectáculos en talleres propios que están ubicados en los subsuelos. En 1938 se ampliaron los subsuelos bajo la plaza lateral sobre Arturo Toscanini y se ejecutó un túnel que conectaba los talleres de producción. Ese año fueron habilitados los talleres de Maquinaria, Escenografía, Utilería, Sastrería, Zapatería, Tapicería, Mecánica escénica, Escultura, Fotografía, Maquillaje y Peluquería.

En 1963 se crea el taller de decoración de utilería y pintado de trajes. Desde 1968 a 1972, según el proyecto del arquitecto Mario Roberto Álvarez, se encaró una segunda ampliación, avanzando debajo de la plaza y la calle Cerrito. En este lugar se sitúan los sectores de producción teatral, talleres escenográficos, salas de ensayos, oficinas administrativas y un comedor para el personal. Se incorporaron luego la sección técnica de Diseño de Producción y los talleres de Luminotecnia, Efectos especiales electromecánicos, y Audio y Video. En 2000 el Poder Ejecutivo de la Ciudad, a través de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, convoca a la Dirección General de Infraestructura para elaborar un “Plan Maestro” para la puesta en valor del edificio y actualización tecnológica de la caja escénica.

Desde su inauguración en 1908 hasta la fecha, la cantidad de grandes artistas que actuaron en el Teatro Colón es inmensa. Su paso por este escenario forjó su gran tradición musical y un prestigio reconocido en todo el mundo. Actuaron compositores como Richard Strauss, Arthur Honegger, Igor Stravinsky, Paul Hindemith, Camille Saint-Saëns, Manuel de Falla, Aaron Copland, Krzysztof Penderecki, Gian-Carlo Menotti, Héctor Panizza, Juan José Castro, Gerardo Gandini y Mauricio Kagel. Diferentes generaciones de directores de orquesta se presentaron en nuestra sala como Arturo Toscanini, Erich Kleiber, Fritz Busch, Ernest Ansermet, Wilhelm Furtwängler, Herbert von Karajan, Tulio Serafin, Leonard Bernstein, Mstislav Rostropovich, Karl Böhm, Fernando Previtali, Lorin Maazel, Bernard Haitink, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Kurt Masur, Michel Corboz, Riccardo Chailly, Simon Rattle, Claudio Abbado, René Jacobs y los argentinos Daniel Barenboim, Gabriel Garrido y Miguel Ángel Veltri, entre otros.

Entre los cantantes, la extensa lista incluye, entre miles, los tenores Enrico Caruso, Beniamino Gigli, Lauritz Melchior, Mario del Monaco, Richard Tucker, Wolfgang Windgassen, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, José Carreras y Luciano Pavarotti; las sopranos Claudia Muzio, Lily Pons, Maria Callas, Renata Tebaldi, Kirsten Flagstad, Victoria de los Ángeles, Joan Sutherland, Birgit Nilsson, Montserrat Caballé, Eva Marton, Kiri Te Kanawa, Katia Ricciarelli, Mirella Freni, June Anderson y Renée Fleming; las mezzosopranos Fedora Barbieri, Marilyn Horne, Teresa Berganza, Christa Ludwig, Régine Crespin, Frederica von Stade, Waltraud Meier y Cecilia Bartoli; los barítonos Titta Ruffo, Leonard Warren, Hans Hotter Cornell MacNeil, Hermann Prey, Sherrill Milnes, José van Dam, Dmitri Hvorostovsky; y los bajos Fiodor Chaliapin, Borís Christoff, Ferruccio Furlanetto y Samuel Ramey. También cantaron en el Colón artistas argentinos que han desarrollado una importante carrera internacional como Delia Rigal, Luis Lima, Raúl Giménez, Ana María González, Renato Cesari, Ricardo Cassinelli, Gian-Piero Mastromei, Ángel Mattiello, Carlo Cossutta, Carlos Guichandut, Cecilia Díaz, Paula Almerares, Marcelo Álvarez, José Cura, Darío Volonté y Virginia Tola.

Entre las primeras figuras de la danza que bailaron en el Teatro Colón se destacan Anna Pavlova, Vaslav Nijinsky, Rudolf Nureyev, Alicia Alonso, Maia Plissetskaya, Margot Fonteyn, Mijail Barishnikov, Vladimir Vassiliev, Antonio Gades y los argentinos María Ruanova, Olga Ferri, Michel Borovsky, José Neglia, Norma Fontenla, Wasil Tupin, Esmeralda Agloglia, Jorge Donn, Julio Bocca, Maximiliano Guerra y Paloma Herrera.

En las temporadas líricas, trabajaron prestigiosos régisseurs como Ernst Poettgen, Margarita Wallmann, Otto Erhart, Cecilio Madanes, Roberto Oswald, Jorge Lavelli, Gilbert Defló, Nicolas Joel, Pier Luigi Pizzi y Hugo de Ana, junto a destacados escenógrafos y figurinistas como Nicolas Benois, Paul Walter, Aníbal Lapiz, José Luciano Varona, Raúl Soldi, Guillermo Roux, Ezio Frigerio, Franca Squarciapino y Graciela Galán.

También las principales orquestas del mundo actuaron en el Teatro Colón, como por ejemplo la Filarmónica de Viena, la Sinfónica de Filadelfia, la Sinfónica de Nueva York, la Filarmónica de Berlín y la Philharmonia de Londres. 


Destacados solistas instrumentales se lucieron en su escenario, como Martha Argerich, Alfred Brendel, Paco De Lucía, Antonio De Raco, Nelson Freire, Bruno Gelber, Friedrich Gulda, Gidon Kremer, Alberto Lysy, David Oistrakh, Manuel Rego, Narciso Yepes, Itzhak Perlman, Midori, Yo-Yo Ma, Pinchas Zukerman, Mstislav Rostropovich, Ralph Votapek y Misha Maiski, entre tantos otros.

Desde 1908 hasta 1925, el Teatro Colón fue organizado con el sistema de empresas concesionarias ligadas con la Municipalidad de Buenos Aires por contratos, que determinaban sus obligaciones artísticas y financieras, y bajo el control de comisiones especiales en las que se trataba de dar representación a los abonados. Este sistema funcionó hasta el fin de la Primera Guerra, cuando el público exigía un repertorio que abarcara más que el italiano, el predominante de las compañías concesionarias.

En 1925 la Municipalidad de Buenos Aires crea los cuerpos estables del Teatro Colón –la Orquesta, el Coro, el Ballet y el cuerpo técnico– y durante cinco años se sucedieron temporadas de explotación mixta (concesionarios-Municipalidad).

En 1931 los ediles porteños decidieron municipalizar de manera definitiva al Teatro Colón, en forma de servicio público, con patrimonio propio.

En 1937 se crea la Escuela de Ópera del Teatro Colón, que en 1960 pasará a llamarse Instituto Superior de Arte del Teatro Colón a instancias de los maestros Alberto Ginastera, Enrique Sivieri y Michel Borovsky. Instrumento fundamental de la tarea docente del Teatro, el Instituto funcionaba en diferentes pisos del edificio, dictándose las carreras de Danza clásica, Canto lírico, Régie, Dirección musical de ópera y Caracterización teatral.

En 1961 se incorpora a las actividades permanentes del Teatro Colón a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, creada en 1946 y que desde 1950 ofrece ciclos de concierto de abono en esta sala y participa en los espectáculos del Ballet Estable del Teatro Colón.

En 1969 la Municipalidad de Buenos Aires crea la Ópera de Cámara del Teatro Colón, conformado su elenco con algunos de los más notables cantantes de la casa.

En 1989 el Teatro Colón es declarado “Monumento Histórico Nacional”. En 1990 se crea el Centro de Experimentación del Teatro Colón, con el fin de promover las actividades artísticas de vanguardia.

A fines de 2006, el Teatro Colón cierra sus puertas para iniciar un proceso de restauración conservativa, pasando a realizar sus actividades en salas alternativas de la Ciudad. En 2008 la Legislatura porteña sanciona la Ley de Autarquía del Teatro Colón que crea el Ente Autárquico Teatro Colón en el ámbito del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con personería jurídica propia, autonomía funcional y autarquía financiera. Su misión es la de “crear, formar, representar, promover y divulgar el arte lírico, coreográfico, musical -sinfónico y de cámara- y experimental, en su expresión de excelencia de acuerdo a su tradición histórica, en el marco de las políticas culturales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

En 2010, por decisión del Jefe de Gobierno Mauricio Macri, se concluyen las obras de restauración encaradas y el 24 de mayo de ese año, con la Dirección General y Artística es confiada a Pedro Pablo García Caffi, reabre el Teatro Colón  con todo su esplendor con una función especial que incluyó el acto II la ópera La Bohème y el acto III de El lago de los cisnes. Ese mismo año la visita de la Orquesta y el Coro del Teatro alla Scala de Milán bajo la dirección de Daniel Barenboim alcanzó la cota más alta de las celebraciones por la reapertura a la comunidad de la gran sala argentina. Se crea el Abono Bicentenario, que convoca a artistas del mundo de la música de primer orden internacional.

En 2014 se produce la primera edición del Festival de Música y Reflexión, bajo la dirección artística de Daniel Barenboim, con la visita de la Orquesta West-Eastern Divan y el ansiado regreso de la gran pianista Martha Argerich.

En 2015 Darío Lopérfido es designado Director General y Artistico del Teatro Colón, siguiendo los lineamientos trazados desde la reapertura de la sala e incorporando una intensa actividad hacia la comunidad y el cruce con diversas disciplinas artísticas y festivales de la ciudad.

En diciembre de 2015, María Victoria Alcaraz es nombrada Directora General del Teatro Colón. El objetivo rector de su gestión se centra en el fortalecimiento de la Institución, a través de la innovación y modernización en la gestión del Teatro; la incorporación de nuevos públicos y la formación de nuevas audiencias, invitando a los vecinos de la Ciudad a que disfruten de la experiencia Colón; recuperando la identidad del Teatro, a través de la preservación, conservación y valorización de su patrimonio; incrementando y profundizando la vinculación del Teatro con otras instituciones artísticas del país y del exterior, manteniendo la excelencia en las propuestas artísticas. En el área educativa, promoviendo el intercambio con fines académicos con otras instituciones, articulando los procesos de formación con el Teatro, con el objeto de lograr la máxima excelencia académica.


A continuación, celebramos el 110º aniversario de la inauguración del Teatro Colón de Buenos Aires, con la Marcha Triunfal de la ópera Aida de Giuseppe Verdi, en la interpretación del Coro y la Orquesta del Teatro Alla Scala de Milán, bajo la dirección de Riccardo Chailly.


jueves, 24 de mayo de 2018

Bob Dylan


Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, nació en Duluth, Minnesota, Estados Unidos, el 24 de mayo de 1941. Músico, cantante y poeta.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Bob Dylan

(Robert Allen Zimmerman; Duluth, Estados Unidos, 1941) Cantante y compositor estadounidense de folk y rock, una de las grandes figuras de la música contemporánea, cuya producción musical lo erigió en un referente entre los cantautores. Su admiración por el poeta Dylan Thomas le llevó a adoptar el apellido artístico por el que se hizo popular.

Bob Dylan
En la década de 1960 creó un estilo propio a partir de la recuperación de la música folk, a la cual añadió unas letras cargadas de simbolismo y reivindicaciones, que le convirtieron en un líder para la juventud contestataria de su país. Canciones como Blowin’ in the Wind, Maters of war o Talkin’ World War III blues revolucionaron el pop mundial y abrieron nuevos caminos tanto para cantautores como para bandas de rock. En 1965 recurrió a los instrumentos eléctricos e inició una serie de bruscos virajes, tanto estilísticos como espirituales, que le valieron numerosas críticas de los seguidores más puristas del folk.

Tras un largo período de silencio discográfico, volvió a llamar la atención con un trabajo recopilatorio grabado en directo y sin instrumentos eléctricos, Unplugged (1995). Algunos de sus álbumes más destacados son The freewheelin' Bob Dylan (1963), Blood on the tracks (1975) y Oh mercy (1989), mientras que Love and theft (2001) y Modern times (2006) figuran entre sus últimos discos. Nominado en varias ocasiones para el premio Nobel de Literatura, recibió el preciado galardón en 2016.

Biografía

Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, nació en Duluth, Minnesota (Estados Unidos) el 24 de mayo de 1941. Desde la infancia mostró un gran interés por la música y la poesía. Vivía en un entorno rural y conoció de primera mano la música tradicional americana de origen europeo. En 1959 empezó a estudiar en la Universidad de Minnesota, donde entró en contacto con la llamada música folk y con la canción protesta. Frecuentaba los locales nocturnos en los que se interpretaba música y pronto empezó a actuar en ellos. Además, pasaba más tiempo cantando y tocando la guitarra y la armónica que estudiando.

Fue entonces cuando adoptó su nombre artístico, en homenaje al poeta americano Dylan Thomas. Bob Dylan abandonó definitivamente los estudios universitarios y, decidido a dedicarse por completo a la música, en 1961 se trasladó a Nueva York. Allí empezó a cantar en los cafés de Greenwich Village, donde se reunían los aficionados al folk. El joven cantante llamó la atención de las más importantes figuras del género, a las que admiraba y que pronto lo consideraron uno de los suyos.

Con sus guitarras, banjos, tambores y armónicas, los cantantes folk de los años sesenta iban de la mano con la expansión de los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam. Músicos como Pete Seeger, Peter, Paul and Mary o Joan Baez, en general jóvenes comprometidos blancos de clase media y urbanos, estaban convencidos de que con canciones podían combatir el comercialismo, la hipocresía, la injusticia, la desigualdad y la guerra. También Bob Dylan transmitía con sus letras de alto contenido poético mensajes que daban un nuevo sentido a la música popular. Sus canciones de protesta no sólo reflejaban los sentimientos de la gente hacia los temas contemporáneos, sino que los creaban, ganándose el título de la voz de su generación.

Joan Baez y Bob Dylan (1963)
Una elogiosa crítica aparecida en The New York Times le abrió las puertas del mercado discográfico: la discográfica Columbia Records le ofreció grabar su primer disco, titulado Bob Dylan (1962). En este primer vinilo alternó canciones del repertorio folk y blues e incluyó dos temas propios. Bob Dylan fue bien recibido por la crítica y el público y ya mostraba las características esenciales de su estilo: mezcla de las distintas tradiciones musicales populares americanas (especialmente el folk de origen europeo y el blues afroamericano) y gran importancia de las letras de las canciones.

En 1963 se publicó el segundo disco de Bob Dylan, The Freewheelin’ Bob Dylan, que fue un gran éxito. De entre las canciones que contenía este álbum destaca Blowin’ In The Wind, convertida muy pronto en un auténtico himno generacional. Esta canción se cantaba en las manifestaciones pacifistas y a favor de los derechos civiles de la población afroamericana y fue rápidamente traducida a diversos idiomas. Dylan se había convertido en una figura de proyección internacional. Su tercer disco llegó en 1964 y el título, que lo es también de una de las canciones que contiene, expresa el sentir de una época: The Times They Are A-Changin’; es decir, Los tiempos están cambiando.

La imagen de Dylan como cantautor comprometido y figura importante de la canción protesta cambió con su siguiente disco, aparecido en 1965 y titulado Highway 61 Revisited, que incluye el tema Like a Rolling Stone. Esta canción, un auténtico exponente de genuino rock-and-roll, marcó el inicio del Dylan rockero, aunque no dejara de conceder gran importancia a las letras. En el Festival de Folk de Newport, ante la sorpresa y disgusto del público, actuó acompañado por una guitarra eléctrica y amplificadores: no volvería a ser invitado. Lo que estaba haciendo Dylan era revolucionar la idea de música folk, ampliando sus posibilidades. El 1 de junio de 1966 conquistó Europa desde el Olympia de París. El 29 de julio de este mismo año sufrió un accidente de moto, tras el cual desapareció de la vida pública durante dos años.

Bob Dylan en 1976
En 1970 se estrenó la película El precio del fracaso, dirigida por Sidney J. Furie y con banda sonora de Bob Dylan. Tres años después llegó a la gran pantalla un nuevo filme con música de Dylan, Pat Garret y Billy The Kid, dirigida por Sam Peckinpah y en la cual el cantante interpretaba un pequeño papel. En 1975 rodó su única película como director, Renaldo y Clara, y tres años después apareció en un documental firmado por Martin Scorsese titulado El último vals. Para este último trabajo, el director americano se basó en el histórico concierto de despedida de The Band, el grupo que entre mediados de la década de 1960 y mediados de la siguiente acompañaba a Bob Dylan en muchos de sus recitales. El concierto tuvo lugar el Día de Acción de Gracias en Winterland, San Francisco, y en él participaron, además de Dylan y The Band, músicos notables como Eric Clapton, Neil Young y el batería de The Beatles Ringo Starr, entre otros.

Las canciones de Dylan de la década de 1980 responden, en su mayoría, a sus inquietudes religiosas, y sus letras adquieren una notable profundidad. No vivía entonces su momento de mayor popularidad, aunque los veinticinco años de carrera musical no pasaron por alto ni a su discográfica ni al público. Así, en 1985 apareció un quíntuple álbum antológico, Biograph, que contenía versiones inéditas de algunas de sus canciones.

Dylan fue durante años un referente generacional, y llegó un momento en que los textos de sus canciones empezaron a interesar seriamente a la intelectualidad de la época. El gran poeta del movimiento beat Allen Ginsberg no dudó en mostrar su admiración por Dylan refiriéndose a él como “un importante bardo americano del siglo XX cuyos textos han influido a generaciones en todo el mundo, lo cual le hace acreedor del premio Nobel”. De hecho, desde 1996 y año tras año, el escritor y profesor de literatura Gordon Ball postularía a Dylan para la concesión de este importante premio, y la primera vez lo hizo a instancias de Ginsberg, fallecido en 1997.

A lo largo de su carrera ha recibido premios como el doctor honoris causa por la Universidad de Princeton, diversos Grammy y el Lifetime Achievement Award como reconocimiento a su trayectoria artística. Comendador de la Orden de las Artes y las Letras francesas, en 2001 recibió un Óscar a la mejor canción original y un Globo de Oro por Things Have Changed, tema incluido en la banda sonora de la película The Wonder Boys, dirigida por Curtis Hanson. En 2006 recibió dos nuevos premios Grammy por Modern Times, disco editado ese mismo año y galardonado como mejor álbum de folk contemporáneo. Además recibió por una de las canciones de este trabajo, Someday Baby, el reconocimiento como mejor solista de rock.


En los últimos años Dylan ha participado en la banda sonora de nuevas películas como Miedo y asco en Las Vegas, de Tery Gilliam (1998), y Anónimos, de Larry Charles (2003), en la que también intervenía como actor encarnando a una vieja gloria de la música encerrado en prisión. Pero también su vida y su obra han interesado a directores de cine importantes, como Martin Scorsese, que en 2005 realizó un documental titulado No Direction Home. Dos años después llegaba a la gran pantalla un filme en el que Dylan no intervenía directamente pero que estaba basado en su vida, I’m Not There, dirigido por Todd Haynes. El filme, que contaba con el beneplácito del artista, fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Venecia en agosto de 2007.

Si algo le faltaba a Bob Dylan para acabar de forjar su leyenda, era la publicación de su autobiografía. Chronicles Volume One vio la luz en 2004 y supuso todo un acontecimiento literario internacional. En junio de 2007 se hizo pública la concesión del premio Príncipe de Asturias de las artes al cantante. Entre los candidatos figuraban el compositor Andrew Lloyd Weber, los arquitectos Frank Gehry y Rafael Moneo, así como la pianista Maria João Pires. El jurado se decidió por Dylan por su condición de “mito viviente” y por haber sido “el faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo”. Se subrayó “la austeridad en las formas y la profundidad en los mensajes” en las canciones del músico estadounidense.

El cantautor fue uno de los grandes ausentes en la ceremonia de entrega de los premios, el 26 de octubre en el Teatro Campoamor de Oviedo. Envió, sin embargo, un escueto mensaje en el que agradecía la concesión del galardón. Ese mismo mes se publicaba una retrospectiva de su obra en tres discos compactos que recogían más de cuarenta años dedicados a la música. Pocos días antes Dylan había asistido, en una sinagoga de Atlanta, a la celebración del Yom Kippur, el Día del Perdón. Allí rezó y mostró públicamente su retorno al judaísmo de sus orígenes familiares.

A continuación, celebramos el cumpleaños de Bob Dylan, con una de sus canciones: Thunder On The Mountain.


Las heridas del viento


Fuga y Misterio - Astor Piazzolla – The Israeli Guitar Quartet

miércoles, 23 de mayo de 2018

Los cazanazis alemanes, una lucha contra el reloj y la muerte

El Diario La Nación, en su edición digital, publicó este artículo


Los cazanazis alemanes, una lucha contra el reloj y la muerte

El fiscal Jens Rommel, director de la Oficina Central de Investigación de los Crímenes del nazismo Fuente: AFP
22 de mayo de 2018  • 11:59

LUISBURGO, Alemania.- En la ciudad alemana de Luisburgo, un pequeño equipo de investigadores rastrea en todo el mundo a los últimos criminales nazis vivos, una carrera urgente contra el reloj y la muerte.

"Juntamos las pequeñas piezas de información, como si fueran un puzzle, para averiguar quién estaba ejecutando qué rol, desde qué fecha hasta qué fecha" explica el fiscal Jens Rommel.

Desde 2015, Rommel dirige la Oficina Central de Investigación de los Crímenes del nazismo, mientras los últimos perpetradores, cómplices, testigos y supervivientes del nazismo, están muriendo.

La sede de la Oficina de Investigación de los Crímenes del nazismo Fuente: AFP
Una vez que todos los responsables hayan  muerto, Alemania podrá cerrar la parte judicial de este capítulo negro de su historia, en el que el régimen nazi ordenó el exterminio de seis millones de judíos y cientos de miles de otros grupos durante el Holocausto.

Durante décadas, el gobierno y el sistema judicial alemán parecieron tener poco apuro para buscar a los involucrados en el nazismo. Pero en 2011 se produjo un cambio histórico, con la condena a cinco años de prisión de John Demjanjuk, que trabajó en 1943 como guardia en el campo de exterminio de Sobibor (Polonia), entonces un territorio ocupado por los nazis.

Esta sentencia abrió la vía a procesar por complicidad a cualquiera que hubiera trabajado en los campos de concentración, desde soldados a contables.

Antes de este juicio "nunca pusimos el ojo en los engranajes más pequeños de la máquina", dice el abogado Andrej Umansky, autor de un libro sobre el Holocausto en Europa del Este.

Desde entonces el cambio legal dio una oportunidad "de dar voz a las víctimas, a sus familias y a sacar a la luz los hechos", asegura.

De Moscú a Buenos Aires

El equipo de Rommel, compuesto por cinco fiscales, dos jueces y un policía, investiga por todo el mundo en busca de la verdad.

Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos nazis huyeron a América del Sur, entre ellos uno de los arquitectos del Holocausto, Adolf Eichmann, que terminó en Buenos Aires .

La ficha de Adolf Eichmann Fuente: AFP
Allí fue secuestrado por un comando israelí en 1960, gracias a la información del fiscal alemán Fritz Bauer, que actuó indignado por la falta de avances judiciales en su propio país.
Para los nazis menos conocidos, el equipo de Rommel recurre a los archivos.

"Todos los barcos que llegaban [a América de Sur] fueron registrados. Hemos revisado todas las listas de pasajeros y tripulantes", explica Rommel.

También revisaron los registros de inmigración, las demandas de naturalización en la Argentina y los datos de la embajada alemana.

Adolf Eichmann, en 1962, durante su juicio en Israel tras ser capturado por el Mossad en la Argentina Fuente: Archivo
"Le debemos a la historia" y a los millones de víctimas "la lucha contra el olvido", dice Peter Haeberle, un funcionario del ministerio de justicia regional del estado de Baden-Wurttemberg, donde está Luisburgo.

Críticas

El equipo no ha escapado a las críticas, como las del diario Die Welt, que denuncia el presupuesto a veces exorbitante de sus misiones. Otros critican el pequeño número de criminales que comparecen hasta la justicia.

Hasta 2012, cerca de 6498 personas habían sido condenadas por su papel en el Holocausto. En Luisburgo, el equipo de investigadores tiene 1,7 millones de fichas guardadas por orden alfabético en cajas de metal. Se trata de la única base de datos de los criminales nazis y de los crímenes que se les atribuyen.

La ficha de Josef Mengele Fuente: AFP
En las fichas figuran todos los nazis identificados hasta ahora -desde Hitler hasta los soldados rasos o los asistentes que les ayudaron- así como el lugar de los crímenes.

Es el caso Josef Mengele (ficha 3 AR-Z 95/59), conocido como el "Ángel del muerte", el médico de Auschwitz que realizó horribles experimentos con los presos. Mengele murió en 1979 en Brasil tras haber evitado durante toda su vida la captura y la justicia.

José Antonio de Mello, de la morgue de San Pablo, muestra a los medios la calavera de Josef Mengele en Embú, Brasil, en 1985 Fuente: Archivo

Sin embargo, muchos nazis se sentaron en el banquillo y algunos terminaron en prisión.

"Tenemos que aprovechar cada día si queremos tener la oportunidad de llevar a alguien más ante la justicia", dice Rommel.

Agencia AFP

Jean Françaix


René Jean Désiré Françaix nació en Le Mans, Francia, el 23 de mayo de 1912 y murió en París, Francia, el 25 de septiembre de 1997. Compositor.

Nació en el seno de una familia de músicos, a los 18 años ganó su primer premio de piano en el Conservatorio de París. Estudió composición con Nadia Boulanger. Su obra de juventud, el Concertino para piano, de 1932, fue un éxito inmediato.​

Compuso cerca de 200 obras entre piezas para instrumentos solos, escribió varios conciertos, incluido un concierto para piano, un concierto para dos pianos, dos conciertos para violín y un concierto para clarinete y flauta, obras vocales como el Oratorio, el Apocalipsis de San Juan y una cantata para mezzo-soprano y cuerdas o los Tonton Déploration, 
obras para instrumentos de viento, entre ellos dos cuartetos de saxofones. La música de piano incluye clavecín, ocho danzas exóticas para dos pianos, una misa de boda y una sonata de piano, y también compuso música para una docena de películas.

Su obra combina elegancia e ingenio, y actualmente, su música tiene éxito en países como Alemania, Japón y los Estados Unidos.


A continuación, recordamos a Jean Françaix, con el Trío para Cuerdas, compuesto en 1933, en la versión de Veronika Eberle en violín, Amihai Grosz en viola y Sol Gabetta en violoncello.


martes, 22 de mayo de 2018

Juan Arvizu


Juan Nepomuceno Arvizu Santelices nació en Querétaro, México, el 22 de mayo de 1900 y murió en México, el 19 de noviembre de 1985. Cantante.  

El sitio www.todotango.com publicó este recordatorio firmado por Néstor Pinsón

El bolero como género comenzó a transitar su camino a fines del siglo XIX. Se cuenta que en 1911, un sastre cubano, Pepe Sánchez, aficionado a la música, compuso “Tristezas”, luego llamado “Me entristeces mujer” o “Un beso”, no hay coincidencias entre los historiadores con el título, pero sería el primer bolero.

El tango y el bolero siempre han tenido una estrecha relación, tanto por la forma que nacieron como por su desarrollo. No es exagerado decir que, de alguna manera, han colaborado entre uno y otro. Fueron numerosos los cantores de boleros que incluyeron tangos en sus repertorios. Así como también, los autores y compositores tangueros que participaron en la creación de páginas románticas e, incluso, dirigiendo conjuntos que acompañaban las actuaciones y grabaciones de muchos de sus intérpretes.

Entre las legendarias voces del bolero, Juan Arvizu merece un espacio propio por su larga relación con nuestro país y con el tango. Llegó a Buenos Aires contratado para la inauguración de LR1 Radio El Mundo, hecho ocurrido el 29 de noviembre de 1935. La relación fue pactada por un mes y medio, pero se extendió por la notable aceptación que obtuvo del público, a tal punto que sentó aquí su residencia. Permaneció 18 años en la Argentina, siendo el punto de partida de sus numerosas giras al exterior.

En su inmenso repertorio (los eruditos en el tema calculan en alrededor de dos mil el número de sus grabaciones), figuran buena cantidad de tangos y ritmos afines como valses y milongas, claro que, en la mayoría de los casos, por su estilo tan personal, suenen abolerados.

Algunos de los títulos son: “Prohibido”, “Pecado”, “Verdemar”, “Plegaria”, “Si dejaras de quererme”, “Qué fácil es decir”, “Señor juez”, “Arrepentimiento, “Salud dinero y amor”, “Nuestra casita”, “La cumparsita”, “Mi Buenos Aires querido”, “Madreselva”, “Caminito”, “Una canción”, “Sinceramente”, “Corrientes y Esmeralda”, “Lágrimas de sangre”, “No cantes ese tango”, “Nido gaucho”, “Tengo mil novias”, “Cada vez que me recuerdes”, “Mi único amor”.

Nació en Querétaro, Méjico, donde vivió ayudando a su padre en su tarea de radiotelegrafista. De pequeño, fue alentado por la mamá para estudiar vocalización, solfeo y armonía, cantando además, en un orfeón infantil.

A los 22 años, se radicó en el Distrito Federal y allí continuó sus estudios con José Pierson, cantor y declamador —luego se convertiría en maestro y director de compañías de ópera—, quien tuvo bajo su tutela, a famosos intérpretes de la canción popular como Jorge Negrete, José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado, Pedro Vargas, Juan Pulido entre otros.

Dos años más tarde se produjo su debut en el Teatro Esperanza Iris, en una obra lírica titulada La Sonámbula. Sus cualidades naturales, su potente registro de tenor —que supo controlar, ya famoso, en buena cantidad de temas románticos—, llamaron la atención de otros directores y del público. Rápidamente, se fueron reconociendo sus virtudes siendo, en muchas ocasiones, aclamado de pie al terminar sus presentaciones.


A raíz de su éxito se ganó el interés de la industria fonográfica, el primer sello fue Brunswick, en el que debutó en 1928, con la grabación de “Varita de nardo”, de Joaquin Pardavé. A continuación, intervino en la Victor que lo incluyó en su nómina. Más adelante, registró su voz en otra discográficas, hasta convertirse en uno de los cantores con más discos de la historia de la música latinoamericana.

En 1930, fue convocado para la inauguración de una emisora en su país, la Radio XEW y en 1942, viajó a Norteamérica para la misma gestión, esta vez con la Cadena de las Américas de la Columbia Broadcasting. Participó en varios films, en México y en Cuba, que tenían simples argumentos al solo efecto de presentar sus canciones.

Un logro increíble del cantante fue descubrir a un pianista de anémicos cabarets y de prostíbulos que, a su lado, se transformó en la mayor figura del bolero en toda América, lo llamaban El Flaco de Oro (tenía una cicatriz desde la comisura izquierda de su boca hasta la mitad de la mejilla, producto de un impacto con una botella rota), se trataba de Agustín Lara.

De más está decir quién fue Agustín Lara y lo que significó para la música, sin lugar a dudas, uno de los más grandes creadores del continente. Pero lo notable, es que comenzó a crecer componiendo y acompañando a Arvizu desde el piano. No sólo engrosó el repertorio del amigo, más adelante lo hizo para los más famosos intérpretes, trascendiendo fronteras, basta nombrar “Granada”, “Solamente una vez” y “María Bonita” (dedicado a María Félix con quien se casó en 1945).

Arvizu vivió algunos años en Chile y también en Colombia, cuando decidió volver a su país no tuvo la recepción esperada, el paso del tiempo lo había postergado, vivía otra generación con gustos y estilos de vida distintos.

En 1967, decidió tomar descanso, su vida había sido un traqueteo permanente, la tranquilidad llegó después de una extensa vuelta, en Querétaro, la ciudad que lo vio nacer.

Dicen que fue en Buenos Aires, donde lo bautizaron El Tenor de la Voz de Seda.

Sobre notas de Hernán Restrepo Duque y Ricardo Risetti, de su libro De Corazón a Corazón, editorial Corregidor 1994.


A continuación, recordamos a Juan Arvizu, con uno de sus exitos: Vereda Tropical.



Arthur Conan Doyle


Arthur Ignatius Conan Doyle nació en Edimburgo, Escocia, Reino Unido, el 22 de mayo de 1859 y murió en Crowborough, Reino Unido, el  7 de julio de 1930.​ Escritor y médico.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Arthur Conan Doyle

(Edimburgo, 1859 - Crowborough, Reino Unido, 1930) Novelista británico. De familia escocesa, estudió en las universidades de Stonyhurst y de Edimburgo, donde concluyó la carrera de medicina. Entre 1882 y 1890 ejerció como médico en Southsea (Inglaterra). Para redondear sus magros ingresos publicó una novela de intriga, Estudio en escarlata, que se convertiría en el primero de los sesenta y ocho relatos en los que aparece uno de los detectives literarios más famosos de todos los tiempos, Sherlock Holmes.

En un momento de auténtica inspiración, basándose en el copotragonismo de caballero y escudero en Don Quijote de la Mancha, modelo que tantos novelistas han seguido, Arthur Conan Doyle creó al doctor Watson, un médico leal pero intelectualmente torpe que acompaña a Sherlock y escribe sus aventuras. En julio de 1891 empezó a publicar en la revista Strand Magazine las andanzas de su personaje, inspirado parcialmente en uno de sus profesores de la universidad, que abogaba por seguir estrictos razonamientos deductivos en todos los órdenes de la vida.

En 1893, harto de Sherlock, decidió darle muerte en la ficción junto a su enemigo mortal, el maligno profesor Moriarty; pero a causa de la presión de sus lectores, debió resucitar al detective en 1902, con El sabueso de los Baskerville. Doyle adornó a su personaje con ciertos rasgos muy reveladores de los estereotipos de la clase alta victoriana: afición a la cocaína, destreza en la música (sobre todo con el violín), bruscos accesos de euforia y de melancolía, misoginia y, por supuesto, patriotismo al servicio indiscutible del imperio inglés.


De este fervor da cuenta su apasionada escritura de panfletos y artículos a favor de su país en la guerra de los boers, como La guerra en Sudáfrica (1900), y también los seis volúmenes titulados The British Campaign in Flanders (1916-1919). Además de las novelas de intriga, Doyle practicó aceptablemente el género histórico en Michael Clarke (1888), La compañía blanca (1890) o Rodney Stone (1896), así como el drama en Historia de Waterloo (1894). Son curiosas sus incursiones en la ciencia-ficción: The Lost Word (1912) y The Poison Belt (1913).

El autor sufrió una crisis tras la muerte de su hijo mayor en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y se dedicó, con la energía que lo caracterizaba, a difundir el espiritualismo, sobre todo en The Wanderings of a Spiritualist (1921) y The History of Spiritualism (1926). Cuatro años antes de morir publicó su autobiografía, Memorias y aventuras.

Las novelas de Sherlock Holmes han suscitado un culto de gran arraigo tanto de los lugares e indumentarias del personaje como de su ficticio domicilio en Londres. Existe una vasta cantidad de publicaciones pseudoeruditas que se ocupan del excéntrico personaje. Dentro de la historia de la novela detectivesca, Holmes es en muchos aspectos heredero de Augusto Dupin, protagonista de los tres relatos de Edgar Allan Poe (Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Rogêt y La carta robada) que supusieron la fundación del género. Junto con Agatha Christie, Arthur Conan Doyle es considerado el maestro de la edad clásica de la narrativa policial.



A continuación, recordamos a Arthur Conan Doyle, con un fragmento de una filmación de 1927, donde habla sobre Sherlock Holmes y el espiritismo.