El Diario Clarín, en su edición digital, publicó este artículo, firmado por Paula Lugones
"Operación final: La captura y el juicio de Adolf
Eichmann"
Adolf Eichmann, una saga de horror y espionaje con sede
argentina
En el Museum of Jewish Heritage de Manhattan, Clarín visitó
la exhibición que documenta cómo fue atrapado el genocida nazi que vivió en
Buenos Aires.
Cabina original con vidrio antibalas que se usó en el juicio
en Tel Aviv/ Foto Adriana Groisman
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Consciente de que estaba por protagonizar un momento
histórico, uno de los agentes fue hacia él y le dijo, en castellano:
“Momentito, señor”. Y cuando el hombre, asustado, retrocedió, los agentes se
abalanzaron sobre él y lo metieron en el auto. Una vez adentro, el jefe del
comando, Rafi Eitan, comenzó a palpar al secuestrado en busca de ciertas
cicatrices que lo identificaban. Cuando las encontró, dijo las palabras que
todos esperaban: “Estoy seguro de que es Eichmann”.
Así, en la Argentina, era capturado el criminal nazi responsable del exterminio de millones de judíos en campos de concentración -que vivía con el nombre falso de Ricardo Klement-, y que luego fue llevado en secreto a Israel para ser juzgado y condenado a muerte por sus crímenes. 57 años después, en Nueva York, se exhibe hoy una serie de objetos fundamentales de ese operativo que conmovió al mundo y que la Argentina denunció como una violación de soberanía.
La muestra Operación final: la captura y el juicio
de Adolf Eichmann, que se puede ver hasta el 22 de diciembre en el Museum
of Jewish Heritage de Manhattan, reúne artículos impactantes que tardaron
décadas en salir a la luz: utensilios personales del jerarca nazi y distintos
documentos, mapas, cámaras, fotos, patentes falsas que se usaron para su
captura en las afueras de Buenos Aires, pero también la cabina blindada donde
permaneció mientras lo juzgaban en Jerusalén.
Documentos falsos que usó el equipo de Mossad que capturó a Eichmann en Buenos Aires/ Foto Adriana Groisman. |
Cuando los espías del Mossad habían recorrido más de un
kilómetro con Eichmann a bordo, se detuvieron para cambiar las patentes del
auto por otras falsas y lo llevaron a una de las casas que habían alquilado que
serviría de aguantadero hasta que lo pudieran sacar del país.
El servicio secreto israelí estaba haciendo este operativo
sin que el Gobierno argentino supiera nada porque Israel temía que nunca le
dieran el permiso para extraditar al nazi. El plan era embarcar a Eichmann en
un vuelo de la compañía aérea israelí El Al, que había llegado a la Argentina
por el 150 aniversario de la Revolución de Mayo.
Según relata el propio jefe del comando -hoy de 90 años- en
un video en la exhibición, el 21 de mayo el nazi fue disfrazado de asistente de
vuelo y luego dormido con la inyección de un poderoso anestésico. Así, con los
ojos tapados con una especie de antiparras y con pasaporte falso a nombre de un
ciudadano israelí, lo subieron a bordo del avión y lo sentaron con un médico
del Mossad al lado. Cuando aterrizó en Israel, luego de una escala en Senegal,
el operativo había concluido. Lo esperaba el juicio.
Buena parte de la saga de espías puede reconstruirse gracias
al curador de la exhibición, el agente israelí retirado Avner Avraham, que
descubrió hace unos años en los archivos del Mossad unas cajas con objetos
desconocidos de la misión. Avraham recopiló todos los elementos y sumó la
cabina antibalas donde fue juzgado para la muestra que tuvo su debut en el
parlamento israelí, antes de venir a suelo estadounidense.
“La captura y el juicio de Eichmann es una historia
importante en sí misma”, dice Avraham a Clarín sobre el valor de esta
exhibición. “Además, es una historia de espías del Mossad, una de las agencias
más importantes y profesionales del mundo, y mucha gente viene atraída por eso. Otro de los secretos de esta muestra es que los objetos no son copias o
réplicas sino documentos reales. Por ejemplo, tenemos el pasaporte que Eichmann
tenía en su bolsillo cuando fue llevado al avión”. Allí figura con el nombre de
Ze'ev Zichroni, ciudadano israelí.
Cédula de identidad de Ricardo Klement, el nombre que adoptó en Argentina/ Foto Adriana Groisman. |
Entre los documentos de la muestra también se cuentan el
pasaporte con el que Eichmann ingresó a la Argentina, a nombre de Ricardo
Klement, la cédula de identidad de nuestro país y el carnet que lo muestra como
trabajador de la empresa Mercedes Benz.
El museo es un tesoro para los amantes de las tramas de
espionaje. Entre decenas de objetos se ve en una vitrina la cámara Leica 35mm
con la que un espía fotografió al nazi cuando sospechaban que podía ser
Eichmann. También se muestran esas fotos y el sobre con los negativos de una
casa de revelado de la calle Florida.
Carta de Eichmann pidiendo clemencia/ Foto Adriana Groisman. |
También se exhibe la máquina portátil de duplicar llaves que
utilizó el comando y, dentro de una vieja valija marrón, otro artefacto para
fabricar las patentes falsas que luego fueron utilizadas en el operativo. En
otra vitrina se observan algunos objetos personales que encontraron en la casa
de Eichmann, como un peine, una navaja, una boquilla y un juego de llaves.
Además hay documentación sobre la participación de Eichmann
en el genocidio. Se ve su firma estampada en protocolos donde se habla de la
“solución final” y la cantidad de judíos a ser eliminados.
Pero quizá lo más impactante llega casi al final del
recorrido de la muestra: la cabina blindada original donde Eichmann permanecía
encerrado durante el juicio que comenzó en abril de 1961 en Jerusalén, por el
exterminio de 6 millones de judíos.
Gracias a una minuciosa e inédita reconstrucción de imágenes
y sonido originales de ese proceso que tuvo en vilo al mundo, se pueden ver, a
la derecha, a las víctimas mientras relatan las atrocidades a las que habían
sido sometidas y también a los jueces. A la izquierda, está el público mientras
escucha en shock los testimonios. En la cabina, en el medio, se ve la imagen de
Eichmann, algunas veces con gesto displicente, otras apretando con fuerza los
labios. El impacto de la reconstrucción es verdaderamente electrizante. Los
visitantes se sientan en silencio, algunos con ojos humedecidos, ante ese hito
que marcó el siglo XX.
Durante el juicio, Eichmann dijo que sólo obedecía órdenes
superiores y pidió clemencia, en una carta de puño y letra que también se
exhibe en la muestra de Nueva York. Fue ahorcado el 31 de mayo de 1962.
Avner Avraham, un ex Mossad como curador
Para Avner Avraham, espía israelí retirado de 52 años y el
curador de la muestra “Operación final”, el caso de Adolf Eichmann se ha
convertido en una obsesión. “Como fui parte del Mossad, para mí esto es como
una misión, es realmente la historia de mi vida. Cada mañana me levanto y hablo
sobre Eichmann”, explica a Clarín.
Avraham se encuentra estos días en Buenos Aires como asesor
de producción de una película sobre el caso que se está rodando en los
escenarios reales y cuenta que ha recorrido ya varias veces los lugares por
donde circulaban los protagonistas. Por ejemplo, visitó los cafés cerca del
Obelisco, donde el entonces jefe del Mossad, Isser Harel, se reunía en secreto
con los espías para coordinar los detalles. También el negocio donde antes
funcionaba el laboratorio de la calle Florida donde los agentes revelaban sus
fotografías, y las casas donde Eichmann estuvo oculto.
Revela que recibe con frecuencia testimonios y objetos
vinculados al criminal nazi: “Es una historia que continúa, que no tiene fin y
quiero que el mundo la conozca”. Recordemos que por estos días se filma en
Buenos Aires Operation Finale, una película sobre el caso Eichmann.
Actúan de protagónicos Ben Kingsley (Gandhi) y Oscar Issac (Star Wars).