CRÓNICA DE UN DESCUBRIMIENTO
La historia del diario perdido de Alfred Rosenberg, uno
de los hombres que forjó el odio racial del nazismo
Un exagente del FBI, que participó de uno de los hallazgos
más importantes de los últimos años, habló con Clarín.
El diario manuscrito de Rosenberg se extiende a lo largo de diez años y quinientas páginas. (U.S. Holocaust Memorial Museum, Cortesía de Miriam Lomaskin) |
El jerarca nazi Alfred Rosenberg tenía un objetivo claro
durante el Tercer Reich. Lideraba una fuerza de choque que robaba todas las
obras de arte de los judíos que eran enviados a campos de concentración. Su
plan era juntar objetos para un museo que construiría más adelante sobre lo que
él catalogaba como una “futura raza extinta”. El botín que
recolectó fue equivalente a 1.418.000 vagones de tren.
A partir de la primavera de 1941, luego de la entrada de la
Unión Soviética en Europa, este autodenominado “ideólogo del
nazismo” comenzaría a centrarse en otro tipo de aniquilación. No ya
sólo de libros, esculturas y música.
El exterminio sería de personas.
Rosenberg, quien también fue Ministro del Reich para los
Territorios ocupados del Este, fue sentenciado a muerte en los tribunales de
Núremberg. En octubre de 1946 fue colgado en la horca.
Pero no se llevó sus secretos a la tumba: además de haber
publicado en 1930 El mito del siglo XX, donde desplegaba todo
su odio racial contra los judíos, dejó atrás un diario personal de
500 páginas. Una serie de anotaciones que tenían una particularidad: nunca
debían ser publicadas, a diferencia de otros libros escritos por jerarcas
nazis como Mi Lucha de Adolf Hitler.
Por esto, la crudeza del texto en contra de los judíos es
perturbadora en su diario.
Como varios manuscritos y objetos del nazismo, su diario permaneció
escondido. El texto fue ocultado por los nazis en un castillo en Banz,
Baviera, y sería una importante prueba documental del odio hacia el
bolchevismo, los comunistas y los judíos.
Rosenberg (a la izquierda) y Hitler en Múnich durante el intento de golpe de Estado del Bürgerbräukeller en noviembre de 1923 (Keystone/Getty Images). |
El diario personal de Rosenberg, evidencia clave de
los Juicios de Núremberg para revelar los planes sistemáticos
del exterminio nazi, fue robado por un abogado alemán judío, Robert W.
Kempner, quien, luego de ser un fiscal clave en Núremberg, creyó que podía
apropiarse del documento para publicarlo en un libro posterior.
Kempner murió en 1993. Años más tarde, el Museo del
Holocausto de Estados Unidos lo buscó por toda su casa, pero nunca lo
encontró.
A partir de entonces se presume que el texto pasó en manos
de coleccionistas clandestinos de objetos nazis. Hasta que en
2015 el investigador (y fundador) de la rama de robos de obras de arte del FBI
Robert Wittman dio con el documento y lo publicó en El diario del
diablo (Editorial Aguilar, 664 páginas, 569 pesos), en coautoría con
el periodista David Kinney (New York Times y Washington
Post). El libro se había publicado en ebook a mediados del
año pasado, pero recién este mes salió en papel en Argentina.
En diálogo con Clarín, Wittman cuenta los
detalles de la búsqueda del documento, e intenta así desentrañar a una de las
mentalidades clave del Tercer Reich.
─¿Cuál fue tu trabajo como investigador de robos de obras
de arte en el FBI?
─Llegué a ser lo que llaman "Investigador Senior".
Mi trabajo era, básicamente, dirigir la rama de investigación de robos de obras
de arte (en el FBI se llamaba Art Crime Team). El equipo lo empecé
en 2005 y éramos apenas 8 agentes. El trabajo era liderar investigaciones tanto
locales como internacionales en torno a robos relacionados al arte. En rigor,
relacionados a "propiedad cultural", porque no sólo nos
dedicábamos a perseguir el tráfico de pinturas, esculturas y demás, sino
también a manuscritos de valor histórico. Como es el caso del diario personal
de Rosenberg, al cual llegamos luego de años de investigaciones.
“
De los personajes más importantes de la jerarquía del Tercer
Reich, solo Rosenberg; Joseph Goebbels; y Hans Frank, dejaron diarios
personales.
Alfred Rosenberg y el sello de la organización que creó para confiscar obras de arte judías. (Wikipedia Commons) |
─¿Cómo explicarías la historia de este diario íntimo?
─Para contar la historia dividimos el libro dividido en dos
secciones. Primero contamos cómo desaparece el diario y el trabajo que hicimos
con el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional y el Fiscal general de
Estados Unidos. Desde que se oculta en Europa hasta que, en 2013, logramos
recuperarlo para publicarlo. La segunda sección es un intento de explicar qué
había en el diario. Estuvo perdido, robado en realidad por 50 años, y tenía 500
páginas que fueron escritas entre 1936 y 1945 por Alfred Rosenberg. Cada notas
en su diario es una nueva pista que permite entender la importancia del texto:
habla del detrás de escena en el que Rosenberg estuvo
involucrado junto a Adolf Hitler.
─El libro jugó un rol clave en los juicios de Núremberg.
Además de esto, ¿qué significa este texto a la hora de entender e interpretar
el nazismo?
─Creo que es importante porque Rosenberg era el
"jefe ideológico" del nazismo, y esto desde bastante
temprano. En 1920, cuando regía la República de Weimar, hasta 1930, Hitler
mismo estuvo influenciado por las ideas de Rosenberg. De hecho, se afilia antes
que Hitler al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP).
Fue el arquitecto de las teorías que fundaron al partido nazi. Las ideas de
que los judíos tenían que ser exterminados y expulsados de Europa,
la concepción de "raza" misma, y que una "raza
aria" tenía un lugar especial en la historia universal. Estas son
las ideas que Rosenberg introduce en el espectro nacionalsocialista. Ideas que
estaban dando vueltas en esa época, claro. Pero que él sistematiza.
“
El diario de Rosenberg no es un diario más de aquella época.
Leer el diario de Rosenberg es escudriñar la mente de un alma oscura.
John Morton, director del Servicio de Inmigración y Control
de Aduanas
Robert Kempner junto a Jane Lester, su ayudante y traductora, durante el Juicio de los Ministerios celebrado en Núremberg en 1948-1949 (Gentileza Random House Mondadori). |
─Robert Kempner es uno de los grandes protagonistas del
libro. ¿Podrías contarme un poco sobre él? ¿Por qué robó el diario luego de los
juicios de Núremberg?
─Kempner era un abogado que fue refugiado. Como alemán
judío, se exilió a Estados Unidos a mediados de los años 30, cuando vio la
situación que se vivía. De hecho había sido miembro del Ejército Alemán durante
la Primera Guerra Mundial: no sólo era ciudadano alemán sino que sirvió a su
país. Pero por ser judío decidió emigrar. Durante la Segunda Guerra
hizo contactos con el gobierno estadounidense para proveer información de lo
que sabía de Alemania por su paso por la Gran Guerra. A partir de estos
contactos con el FBI y el gobierno norteamericano se le pidió que vuelva a
Núremberg, para ayudar a asistir a los juicios a los jerarcas. Entre 1945 y 1949
estuvo en Alemania por estos juicios.
─¿Y qué hizo luego de Núremberg?
─En 1949 terminó con este proceso. Interpretó que el mundo
estaba cansado de Alemania y de lo que el nazismo había dejado. Los tiempos
fueron cambiando, Rusia se convirtió en una potencia, la Guerra Fría comenzó a
"calentarse", y Kempner perdió interés por el nazismo. Pero como
sabía de la importancia de los documentos a los que había tenido acceso durante
el juicio de Núremberg, entre ellos el diario de Rosenberg, se los llevó. Y se
los llevó porque, en el fondo, su lucha contra los nazis duraría toda
la vida.
─¿Era consciente de que estaba robando documentos de
mucha importancia histórica?
─Sí, sin dudas. Sobre todo porque no había copias de
estos documentos. De hecho, algunas páginas del diario se las envió a un
diplomático francés que había trabajado con Alemania durante la Segunda Guerra.
Nuestra interpretación es que Kempner intentó, constantemente, elevar su status
en la sociedad. Él envió estas páginas para demostrar cuán importante era. No
fue sino hasta que murió, en 1997, que los documentos le llegaron al Museo del
Holocausto de Estados Unidos, en Washington. Esto tenía un valor documental
impresionante: el pensamiento de uno de los ideólogos del Tercer Reich.
“
Rosenberg era profundamente anticomunista, y sostenía la
superioridad de Alemania.
Robert K. Wittman
─Kempner murió en 1997 y el diario se encontró
oficialmente en 2013. ¿Qué pasó en el medio?
─Con exactitud, no podemos saberlo. Pasó por
diferentes manos, desde el Estado norteamericano. Seguimos distintas
pistas, donde su testamento, en el cual le dejaba todo a sus hijos, Lucian y
André, es el punto de partida. En el medio estuvo escondido en archivadores y
cajas en las afueras de Filadelfia, y en una localidad perdida del Estado de
Nueva York durante más de seis décadas.
─¿Cómo definirías a Rosenberg y su rol al interior del
nazismo?
─Diría que era un hombre de ideas pero no un hombre de
acción. Por esto luchaba constantemente con otros jerarcas del Tercer
Reich: Goebbels, Himmler. Porque éstos eran más pragmáticos. En
cambio Rosenberg tenía una perspectiva más de cimentar las bases teóricas del
nazismo. Muchas veces el poder que tenía era, incluso, minimizado por
sus colegas.
─¿Quiénes eran sus adversarios entre los jerarcas nazis?
─En realidad, su único aliado era el mismo Hitler. Con el resto se llevaba bastante mal, y hasta llegaba a creer que eran unos idiotas: Himmbler, Goebbels, Göring, por mencionar algunos de los que están nombrados peyorativamente en su diario.
“
El mito del siglo XX vendió más de un millón de ejemplares.
Es un texto central, junto a Mi Lucha de Hitler, del nazismo.
─¿Cuál es la importancia de su diario?
─La crudeza con la que está escrito. Hay otros dos diarios
de jerarcas nazis publicados (de Goebbels y Hans Frank). La idea de esos
manuscritos era que se publicara. El diario de Rosenberg, no: era algo
privado. Esto puede denotar que, a través de él se puede conocer
despojadamente el pensamiento desde el interior del nazismo. Incluso con
críticas a los propios nazis. Tiene un tono intimista.
─¿Qué aporta el diario de Rosenberg al conocimiento que
tenemos hoy sobre el nazismo?
─Por un lado, se puede ver la estrategia política de
Hitler, quien asignaba a dos o tres personas distintas la misma tarea, y
esto podía generar que se pelearan por cómo hacerla. Basaba, según el diario,
sus acciones en la competencia y la creación de problemas. Pero por sobre todo,
el diario nos da más información sobre la lucha de Hitler y los nazis
contra la religión. Una de las cosas que aparece muy fuerte en el diario es
la desconfianza de Hitler sobre las religiones. De hecho, según el diario, los
curas serían ejecutados como los judíos una vez terminada (y ganada) la guerra.
La idea era que cuando la ideología aria ganase la guerra, no se necesitarían
religiones que, en el fondo, eran ideologías que competían entre sí. Este
desdén por las religiones ha sido mirado medio por arriba durante mucho tiempo,
y es una de las piezas clave para entender el pensamiento de uno de los
períodos más oscuros de la historia de la humanidad.
Rosenberg recibe a Hitler en su residencia del barrio berlinés de Dahlem el día de su cuadragésimo quinto cumpleaños (SZ Photo/Scherl/The Image Works). |
Sobre el coautor del libro
Robert Wittman recuperó varias obras de arte importantes
obras como un Goya original, junto a otras pinturas españolas,
valuadas en 50 millones de dólares, el autorretrato original de Rembrandt (US$
36 millones) y el saqueo de una tumba sagrada inca, la de Sipán, en Perú.
Se convirtió en investigador de robos de obras de arte en el
museo de Pensilvania desde 1988 hasta 2008. Sus padres coleccionaban
antigüedades. “Era fanático de la serie de televisión Miami Vice”, cuenta.
Por su experiencia en el negocio de las antigüedades,
trabajó de incógnito en varias investigaciones.
Trabaja actualmente en un libro sobre el robo de un tesoro
en la guerra anglo-estadounidense de 1812.