El Dr. Enrique Avogadro, publicó un artículo en su Blog: http://egavogadro.blogspot.com.
Con su conocimiento y autorización lo reproducimos a continuación.
“Normalmente cuando las
personas están tristes, no hacen
nada. Se limitan a llorar. Pero cuando su tristeza se convierte en indignación, son capaces de hacer cambiar las cosas”.
Malcom X
Cuando, la semana pasada, describí las “Encrucijadas” (http://tinyurl.com/3esed87) a las que los argentinos nos enfrentaremos a partir del 24 de este mes -¡faltan sólo trece días para las elecciones, aunque no se note!- dije que una de las posibilidades que tendría doña Cristina para mantener su “modelo” sin cambiar un ápice su centro neurálgico –el desaforado gasto público- sería dar un manotazo a los flujos de caja que, mes a mes, van a las obras sociales sindicales y engordan, es cierto, los bolsillos de la mayoría de sus dirigentes.
Según parece, tan enderezada está la vocación hacia ese objetivo, que el Poder Ejecutivo no dudó ni un segundo en usar todos los medios para “informar” a un Juez acerca de la responsabilidad del “Pollo” Sobrero en la quema de los vagones en Haedo. Que la demora en la investigación haya sido de “sólo” cinco meses parece no impresionar a nadie, pese a que tenían ya entre sus redes al acusador.
Tampoco parece llamativo que, mientras el secreto del sumario impuesto a la causa impedía a los abogados de los detenidos acceder a ella, el ínclito Jefe de Gabinete, don Anímal, se pavoneara haciendo gala de su profundo conocimiento de su contenido.
Cuando fui Administrador General de Ferrobaires, el ferrocarril estatal que recorre toda la Provincia, conocí a Sobrero, con quien tuve un trato cordial, pese a las antípodas en las que nos encontramos en la política. Se trata de un hombre de izquierda, creo que absolutamente honrado, que fue elegido en el ramal Sarmiento de Trenes de Buenos Aires por sus pares, en elecciones democráticas.
En defensa de sus representados, es férreo y combativo, pero –como todos los ferroviarios- incapaz de atentar contra ese medio de transporte. Fue por completo sincero cuando, públicamente, dijo que no necesitaba quemar vagones, ya que podía detener el servicio con sólo hacer una llamada.
El tema de los ferrocarriles muestra, quizás como ningún otro, la vinculación profunda que conduce desde el menemismo hasta el kirch-cristinismo. Durante el gobierno del riojano, culminó la destrucción, que ya venía de antiguo, y los patagónicos nada hicieron para modificar ese rumbo. Don Ricardo Jaime robó –para sí y para su corona- y permitió que se robaran los gigantescos subsidios que el Estado nacional entrega a las empresas privadas, sin que ellos se convirtieran en un mejor servicio ni en una renovación de la infraestructura.
Pero creo que el caso Sobrero fue, más que nada, un adelanto a los gremios acerca de cómo será, para sus caciques, el segundo mandato de doña Cristina. Una de las máximas del peronismo, en todas sus formas, dice: “El que avisa, no es traidor”, y la señora de Kirchner ya avisó.
Don Hugo “Camión” y los sindicalistas de todo pelaje se unieron, en un movimiento que no recuerda precedentes en el período kirchnerista, para defender al “Pollo”, ya que comprendieron el mensaje y quisieron anticipar que no estarán dispuestos a tolerar, pacíficamente, perder su poder, que depende en gran medida de los recursos de las obras sociales, una de las posibles fuentes de recursos para sostener el “modelo” sin demasiados cambios y, sobre todo, sin ajustes. Ese movimiento le produjo, al Gobierno, el efecto del que habla el título de esta nota, ya que debió dar marcha atrás rápidamente y liberar, pese a las “contundentes” (don Anímal dixit) pruebas que obraban en su contra, al Pollo.
De cara a la ciudadanía en general, el manotazo no resultaría mal visto, dado el enorme desprestigio de los jefes sindicales, pero el precio deberá pagarse cuando los afiliados, acostumbrados a un trato similar –a veces, incluso mejor- que el que brindan las prepagas privadas, se vean obligados a concurrir a los hospitales a solicitar turnos a las cuatro de la madrugada.
Los diarios de ayer, domingo, coincidieron en publicar encuestas producidas, entre otras, por dos de las empresas que mayor respeto concitan: Poliarquía y Management & Fit. Todas auguran, como es ya natural, un nuevo y aplastante triunfo de Ella.
Si los números reales coinciden con esos análisis, doña Cristina se hará dueña de un poder omnímodo sobre el Estado entero. No sólo controlará, como es lógico, al Ejecutivo sino que, dada la gran cantidad de jueces designaciones recientes en lugares claves, como la Cámara de Casación Penal, también lo hará con el Judicial.
Con ello, el inefable Juez de pasado prostibulario se habrá convertido, simplemente, en un adelantado. A partir de octubre, con la renovación del contrato de alquiler de muchos de los jueces y camaristas federales, morirán todas las causas de corrupción que hicieron cosquillas al Gobierno: los fondos de Santa Cruz, el morboso enriquecimiento de los Kirchner y su entorno, las facturas y sobreprecios de Skanska, la droga en Southern Winds y en el avión de los Juliá, las valijas de Antonini Wilson, las coimas de Jaime y De Vido, las Madres y Schocklender, las mafias de todo tipo financiando campañas oficialistas, y tantas otras que resulta imposible enumerar aquí.
En el Parlamento, es cierto, le faltarán votos propios para acceder a las mayorías especiales que la Constitución exige para su reforma (si no es para obtener la perpetuación en el poder, ¿para qué otra cosa la querrían?), pero allí estarán el socialismo –ya ha manifestado su vocación-, el GEN, la izquierda, varios neo-conversos del ex PJ federal, y otros “aliados” circunstanciales para regalar o vender sus voluntades. Así, la República habrá dejado de existir.
De allí que el verdadero objetivo de quienes pretendemos que sobreviva debe ser llevar al Congreso a la mayor cantidad de diputados y senadores posibles, eligiendo bien –con lupa- a quien dar nuestro voto, aunque para ello haya que ir con tijera al comicio. Debemos elegir a aquellos que, por su trayectoria y su demostrado coraje, nos garanticen que no se venderán por treinta monedas de plata, sea bajo la forma de disimulados sobres, sea por contratos para su gente, y que cumplirán acabadamente sus mandatos.
Porque una concentración total, con un sistema de partido único, y un “modelo” que ya hace agua por todos lados –cuando estalle, la culpa seguramente la tendrán “los otros”, porque el oficialismo sostiene que está blindado y se niega a reconocer cuánto lo ayudó el viento de cola- se convertirán en armas infernales contra las libertades y hasta contra el derecho de propiedad.
Bs.As., 10 Oct 11
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Abogado