El Diario Infobae, en su edici`n digital, publicó este recordatorio
CULTURA
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“Shoah”, el desgarrador documental sobre el Holocausto,
narrado por sus sobrevivientes y victimarios
Rodada durante 11 años, en 14 países y con más de 9 horas de
duración, el film, del recientemente fallecido director francés Claude
Lanzmann, presenta testimonios sobre participantes del Holocausto:
supervivientes, pero también verdugos, testigos, y hasta partícipes
secundarios, sin utilizar ninguna imagen de archivo
Murió la semana pasada a los 92 años el director de cine
francés Claude Lanzmann. En estos días se recordó largamente su
monumental obra Shoah. Rodada en la década del 80 durante
varios años, allí entrevista a lo largo de más de nueve horas a participantes
del Holocausto: sobrevivientes, pero también victimarios, testigos, y hasta
partícipes secundarios, como el maquinista de uno de los trenes que llevaba el
cargamento infernal a Auschwitz.
A menudo se habla de "la película o el libro que cambió
mi vida". Es, obviamente, una exageración: que alguien atraviese un cambio
trascendental por algo tan efímero habla mal de su vida y no bien de ese libro
o película. Sin embargo, hay que decir que es difícil traspasar la experiencia
de Shoah sin que algo se adhiera para siempre.
No solo información o datos, sino la pesadumbre oscura derivada de haberse
asomado a la forma más lacerante de narrar el Holocausto.
Lanzmann se impuso la restricción de que Shoah no
contenga ni un solo fotograma con imágenes de archivo. No se trataba de una
decisión puramente formal, una elección estética entre tantas otras. Lanzmann
-un intelectual duro, sucesor de Sartre en la dirección de la
revista Les temps modernes, resistente del nazismo y partidario del
Estado de Israel en su versión más beligerante- rechazó toda forma de
representación visual del Holocausto. Su posición iba mucho más allá del
rechazo al clásico edulcoramiento hollywoodense representado –en mi opinión,
injustamente- por Spielberg.
Simone De Beauvoir y Claude Lanzmann |
La obsesión de Lanzmann no solo se expresaba durante la
realización de su obra, sino también en su forma de exhibición. Entrevisté a
Lanzmann en 2000, en una de sus visitas a la Argentina. Fui preparado: había
estudiado el tema y sabía cuáles eran las cosas que le molestaban. Mientras
esperaba mi turno, escuchaba como maltrataba a sus entrevistadores anteriores,
un grupo de esforzados miembros del Museo del Holocausto de Buenos Aires. Para
Lanzmann, no existía nada peor que un museo: un lugar donde uno camina 45
minutos y cree entender sobradamente el tema en exposición. De alguna áspera
manera, se los hizo saber. Cuando me llegó el turno, criticó a los anteriores,
hizo una pausa, me clavó sus ojos azules y helados y me espetó: "¿Usted
vio Shoah?". "Sí", le contesté.
"¿Dónde?". "En Hebraica", mentí.
En ese momento, antes de la universalización del download,
había tres forma de haber visto Shoah en la
Argentina. Una era en el cine de la Sociedad Hebraica Argentina, emitida en
tres partes. Otra era en un video editado comercialmente, también en tres
volúmenes. Y la tercera era una emisión hecha por el canal 7, en varias partes.
Yo había visto el video, sabiendo que era una de las peores blasfemias
posibles. El editor, para ahorrar material, lo había reordenado de manera de
que los cuatro cassettes originales se convirtieran en tres, sin cortar escenas
pero cambiando el orden de algunas de ellas.
"Bien", me dijo Lanzmann. "Es la única forma
de ver Shoah en Argentina", refiriéndose a
la proyección en tres días en la SHA que yo no había presenciado. "En
video, no. Si tuviera en mis manos a X (el editor del VHS que no nombraremos)
lo mataría con mis propias manos. Y lo de canal 7 fue criminal". Sabía
perfectamente cómo se había exhibido su película en la Argentina y no daba la
sensación de que se tratara de un caso particular, parecía que lo mismo podría
haber sucedido en Chile o en Australia o en cualquier otro país que visitara.
Escena de “Shoah” |
La agonía del peluquero es registrada en un plano secuencia,
sin cortes, mostrando en un solo plano lo que se quiere contar y,
paradójicamente, la imposibilidad de ponerlo en palabras. De alguna manera, esa
escena resume la idea de Lanzmann acerca de lo indecible, lo único e
irrepetible que encierra el Holocausto, su novedad radical, que resiste y
excede la capacidad de las palabras. Lanzmann estaba más interesado en
representar el momento del horror que en buscar explicaciones o causales. La
escena de la peluquería es su método condensado en una toma.
(AFP) |
Los métodos de Lanzmann desplegados en Shoah son
ciertamente cuestionables. La presión implacable a los testimoniantes, aunque
ellos sean sobrevivientes que sufren al recordar su martirio, la cámara oculta
a un oficial nazi y la idea subyacente de que ninguna representación del
Holocausto que no fuera similar a la instaurada por él no podría ser sino
pornografía generan una idea ciertamente incómoda: la de que la memoria de
la Shoah era más importante que la de los
individuos que la atravesaron.
(AFP) |
Sin embargo, un Lanzmann más circunspecto, más respetuoso de
la voluntad de los entrevistados, más tolerante con las opiniones ajenas, no
hubiera hecho la película inolvidable que Shoah es. Para
asomarse al peor horror del siglo XX, tuvo que renunciar a algunas de las
conquistas humanistas que el propio nazismo había barrido. O, en palabras
de Nietzsche, "cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también
mira dentro de ti". En cualquier caso, sumergirse de cualquier manera
en Shoah, incluso en formatos que al director le hubieran
resultado inadmisibles, será para el espectador una experiencia transformadora.
*Shoah, 1985, 9 hs 26', dirigida por Claude Lanzmann, está disponible en múltiples formatos, incluso en YouTube, subtitulada.
A continuación la película Shoah, con subtítulos en español. Se puede seleccionar otro idioma ingresando en configuración.