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Foto de portada: Magdalena Viggiani.
Gaspar Cassadó i Moreu nació en Barcelona, España, el 30 de
septiembre de 1897 y murió en Madrid, España, el 24 de diciembre de 1966. Violonchelista
y compositor.
Gaspar Cassadó comenzó a estudiar música a los 5 años con su
padre, a los 7 tomó lecciones de violonchelo con el maestro Dionisio March, de
la Capilla de la Merced que dirigía su padre. A los 9 brindó en un recital
donde estaba Pau Casals entre el público, que le ofreció inmediatamente darle
clases. La ciudad de Barcelona le concedió una beca para que pudiera estudiar
con Casals en París.
El talento del joven Gaspar le abrió las puertas de los
círculos musicales de París, donde tomó clases de armonía y composición con
Maurice Ravel y gozó de la amistad de los compositores Manuel de Falla y
Alfredo Casella y del pianista Ricardo Viñes.
En 1914 regresó a Barcelona y comenzó a ofrecer conciertos
con las principales orquestas de España. A partir de 1918 actuó en Francia e
Italia, gracias a su amistad con Casella. En 1920 realizó una gira por
Argentina.
Desde 1922 comenzó a dar a conocer sus obras, tanto piezas para
violonchelo como conciertos, música de cámara, oratorios y una sardana, y realizó
transcripciones para violonchelo. Compaginó su carrera como solista con su
participación como jurado en concursos internacionales.
En la década de 1930 se trasladó a Florencia y su carrera
sufrió una merma muy importante e irreparable a partir de los años de la
Segunda Guerra Mundial.
Desde 1946 fue profesor de la Accademia Chigiana de Siena, y
desde 1958 de la Staatliche Hochschule für Musik de Colonia. En este año fue
cofundador del "Curso de música española Música en Compostela" en
Santiago de Compostela.
En 1949 estrenó el Concierto en modo galante de Joaquín
Rodrigo, con la Orquesta Nacional de España y la dirección de Ataulfo Argenta.
En 1964 interpretó 6 Sonatas para Violoncello de Luigi Boccherini,
utilizando uno de los instrumentos que fueron propiedad del compositor. Las
partituras habían sido encontradas en los archivos del Duque de Hamilton, en
Escocia, por Eve Barsham, que lo acompañó en la interpretación.
Desde 1969 se celebra cada dos años en Florencia el
"Concurso Internacional de Violoncello Gaspar Cassadó", y el fondo de
la familia Cassadó se conserva en la Biblioteca de Catalunya.
Gaspar Cassadó está considerado como uno de los más grandes
violonchelistas de su tiempo, y como compositor tenía un talento excepcional.
A continuación, recordamos a Gaspar Cassadó, con Requiebros
para Violoncello y Piano, en la versión de María Martínez en violoncello, e Ignacio
Prego en piano.
El tango, de luto. A los 80 años, murió Raúl Garello -3 de enero de 1936, Chacabuco, Pcia. de Buenos Aires- el gran bandoneonista, director y compositor. "Hoy es un día inmensamente triste, acaba de morir mi viejo." La noticia la dio, vía Facebook, Martina Garello, su hija. Hoy -jueves 29- será velado, desde las 12 hs., en Avda. Córdoba 3677.
"Cuando escuché el bandoneón fue algo mágico", le contó el maestro aClarín en julio de 2012, a propósito de un homenaje al eterno Aníbal Troilo. “Lo que me sedujo del bandoneón fue su sonido. Cuando lo escuché por primera vez, muy de pibe, fue como decir: ‘Ya está, es esto.’ Fue algo mágico, visto a la distancia. Casi de inmediato me fui a estudiar sin avisar en mi casa. Tendría unos 11 años. Desde entonces, tocarlo siempre fue un hermoso desafío, porque es un demonio que no se deja domesticar. Y en eso, Troilo fue una especie de sacerdote mayor. En sus obras no había ni una nota de más, ni una de menos. Sabía muy bien lo que quería. Cuando me propuso que escribiera para él, yo no lo podía creer. Ahí conocí la otra parte de Pichuco. Sin el público, ni la mujer, ni nadie: el solito".
Tras formarse con estudios de armonía con Juan Schultis y Pedro Rubione, a los 18 años ya estaba integrando, la orquesta de radio Belgrano; allí conoce a otro grande del fuelle, Leopoldo Federico -a quien justamente reemplazará en el cuarteto capitaneado por Roberto Firpo-. Eran apenas los primeros pasos de un músico que además de entregar tangos como "Verdenuevo", "Margarita de agosto", "Muñeca de marzo", "Pequeña Martina", "Che Pichín" y "Bien al mango" -entre otros-, también dejó su marca como arreglador; de hecho, asumió ese rol en la orquesta de Aníbal Troilo Pichuco, nada menos.
Los primeros trabajos de Garello como orquestador se registraron en 1966: “La guiñada”, de Agustín Bardi, para la orquesta Baffa-Berlingieri y “Los mareados”, de Juan Carlos Cobián, para la dePichuco, con quien tocó hasta la desaparición de su director en 1975.
De esa colaboración, surgió una historia que aún se cuenta en ambientes tangueros. Estaba en los estudios de RCA-Victor para encarar una serie de grabaciones con su orquesta. Alguien le hace escuchar un flamante registro de su ex cantor Roberto Goyeneche. Pichuco se queda admirado por el sonido de la orquesta que acompaña al gran Polaco y enseguida quiere saber quién es el responsable de los arreglos. Garello, le dicen. "¿El mismo que toca conmigo?", se sorprende. Después, Troilo encara a Garello y le pregunta si no se anima a hacer algún arreglo para él. Así, en 1967, queda plasmada su primera colaboración: una versión instrumental de “Los mareados”, que luego integraría el volumen 2 de "Troilo for Export".
El propio Garello lo evocaba así: "Al día siguiente cuando estaba llegando a Radio Splendid, para tocar en la audición del domingo al mediodía, Pichuco me llama y me pregunta si era cierto que ese arreglo era mío. Me dice: "¿Usted querrá escribir para mí?". Pero, ¡qué pregunta!, si todos los músicos en esa época queríamos escribir para él. A mí me daba un poco de miedo, le contesté que no sabía si me daba el cuero, que me estaba invitando a algo demasiado grande; yo tenía sólo 29 años. Entonces volvió a preguntar: 'Pero usted escribió ese arreglo, ¿no?'". Cuando asentí me indicó: 'Lo espero en mi casa. Hagamos una versión instrumental de "Los Mareados"'. Así como supo proyectar a Piazzolla, a Julián Plaza, también -en otra escala— me proyectó a mí. Porque saber qué número ganó en la lotería es fácil, la cuestión es saber cuál va ganar antes de que se haga el sorteo. Y él lo sabía", le contó a Clarín en 2004.
Garello también fue director de la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires junto al maestro Néstor Marconi y Carlos Cuacci; desde 1980 la codirigió junto al ya fallecido compositor Carlos García.
Fue galardonado con el Premio Konex en 1985, 1995 y 2005.
Héctor Basaldúa nació en Pergamino, provincia de Buenos
Aires, Argentina, el 29 de setiembre de 1895 y murió en la Ciudad de Buenos
Aires, el 21 de febrero de 1976. Pintor, grabador, litógrafo y escenógrafo.
Héctor Basaldúa (Pergamino, 1895 - Buenos Aires, 1976)
Pintor y escenógrafo argentino. Realizó sus primeros estudios de pintura en la
Academia Bolognini y posteriormente en la Academia Nacional de Bellas Artes. En
1923 obtuvo en esta última el título de profesor de dibujo. Poco después, la
provincia de Buenas Aires le concedió una beca que le permitió viajar a Europa
para completar su formación. Durante su viaje europeo entró en contacto con los
maestros de la Escuela de París. En la capital francesa fue discípulo del pintor
francés Charles Guerin, en la Academia Colarossi. Otros de sus maestros fueron
André Cothe y Otton Triesz. Durante su estancia en París comenzó a interesarse
por la escenografía, cuyo estudio simultaneaba con el de la pintura.
Aunque cronológicamente pudieron haberle influido los
movimientos vanguardistas de esa época, como el cubismo y el expresionismo, fue
más afín a las influencias impresionistas. Sus pinturas estaban caracterizadas
por un estilo próximo a esta corriente artística y por la representación de la
naturaleza, paisajes, escenas callejeras y retratos de una forma desfigurada.
Basaldúa trataba de expresar sus sentimientos a través de los colores vivos y
la violencia en las formas. Estas características llevaron a muchos críticos a
incluirle dentro de la escuela de los postimpresionistas.
Característicos de su estilo son cuadros como Calle (1914) y
Aldeana con Mandolina (1927). Esta último, pintado en París, fue su obra más
famosa, y mostraba lo que podría ser una naturaleza muerta por su espacio
plástico, aunque en realidad representaba un rostro, una mandolina y un jarrón
como formas dominantes. Aunque en sus paisajes aparecen temas europeos, como en
las obras Petit Hotel y L´Astuzie fémenile, sus preferidos fueron las
representaciones poéticas de la mitología bonaerense.
Realizó su primera exposición en París en 1923, donde expuso
con varios artistas jóvenes argentinos. Volvió a exponer en 1925, esta vez en
el Salón de Otoño. En 1928 sus cuadros fueron colgados en la Exposición
Independiente y en 1929 en el Salón de las Naturalezas Muertas y las Figuras.
Este último año volvió a exponer en una Exposición Internacional, celebrada en
Nueva York. Permaneció en Francia hasta 1930. A su regreso a Buenos Aires
celebró su primera exposición individual en la sala Amigos del Arte.
En 1932 fue nombrado escenógrafo del Teatro Colón, el
principal escenario de la ciudad bonaerense. Basaldúa realizó prácticamente
todas las escenografías de las óperas y ballets que se representaron en dicho
teatro entre 1932 y 1950. En 1933 participó en la Exposición Internacional de
Pittsburgh. En 1935 obtuvo la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de
Arte Decorativo de París.
En 1937, tras regresar a París para participar en la
Exposición Internacional, fue galardonado por la Comisión Nacional de Cultura
por su labor como escenógrafo y con el Premio Municipal de Pintura. La Comisión
Nacional de Cultura le concedió una beca para ampliar sus estudios de
escenografía y técnica teatral en Alemania, Francia e Italia. Durante sus
estancia en Europa, algunos de sus diseños fueron seleccionados por la
Manufactura Nacional de Sèvres para decorar varias piezas de porcelana.
En 1946 viajó a Estados Unidos invitado por el Departamento
de Estado de dicho país, con el fin de que pudiera perfeccionar todavía más su
técnica escenográfica. Basaldúa fue admitido en 1950 en la Academia de Bellas
Artes y nombrado miembro de la Dirección de la Protección de las Artes. En 1961
fue uno de los principales artistas vivos que participaron en la exposición 150
años de Arte Argentino.
Basaldúa realizó otras numerosas actividades artísticas,
entre las que destacó la ilustración de obras literarias; un ejemplo es el
Fausto editado por los Amigos del Arte de Buenos Aires en 1932. También ilustró
numerosos libros de los principales escritores argentinos, como Jorge Luis
Borges, Manuel Mújica Láinez, Silvina Ocampo, Ricardo Güiraldes y Francisco
Luis Bernárdez.
Juan Hidalgo Polanco. *Madrid, 28-IX-1614 † Madrid, 31-III-1685. Compositor
y arpista.
Juan Hidalgo Polanco nació en Madrid el 28 de septiembre de
1614, bautizándose en la parroquia de San Ginés, de la que sus padres eran
vecinos. Fue miembro de una familia de violeros (constructores de instrumentos
de cuerda como guitarras y arpas). Su padre fue el violero Antonio Hidalgo y su
madre, Francisca de Polanco, era hija del violero Juan de Polanco. En 1633,
antes de cumplir los 20 años, fue nombrado oficialmente arpista y claviarpista
de la Capilla Real, si bien ya debía desempeñar este cargo desde 1630 o 1631,
ya que en un documento de 1640 se informa de lo siguiente: “Juan Hidalgo,
músico de arpa y claviarpa de la Real Capilla de V. M. dice que ha nueve años
que sirve con ambos instrumentos”[1].
El 19 de noviembre de
1638 fue nombrado, después de que lo solicitase, Familiar del Santo Oficio, y
el 23 de febrero de 1640 se convirtió en Notario de la Santa Inquisición[2].
Por un documento de 1671 sabemos que Juan Hidalgo se encargó de la música de
los espectáculos teatrales de la corte al menos desde 1645. En este documento
se le describe como “maestro de toda la Real Cámara, así en Palacio y Buen
Retiro, como en todas las jornadas”[3]. Juan Hidalgo estuvo muy bien
considerado en la corte y gozó de altos emolumentos. Así, en 1655 se le
concedió una renta anual de 200 ducados sobre el arzobispado de Sevilla, y en
1668 “200 ducados de aumento sobre las mesadas eclesiásticas”. En 1673 Juan
Hidalgo solicitó “una ración ordinaria” alegando que llevaba 44 años de
servicio y que, como era casado, no podía obtener renta eclesiástica. El duque
del infantado se mostró favorable a esta solicitud “por su suficiencia y por
ser único en la facultad de la música”[4]. En 1677 el Patriarca de Indias,
Antonio Manrique, en su proyecto de reforma de la Real Capilla para reducir
gastos, informó al Rey que Hidalgo recibía 400 ducados adicionales de la Casa
de Castilla, pero como “es de superior habilitad, y ha merecido los mayores
honores de SS.MM. en todos los tiempos (…) no parece se le rebaje nada de
cuanto goza”[5]. Según Varey y Shergold, el salario total de Hidalgo alcanzaba
un total de 15.123 reales anuales[6].
Como responsable de la música de las representaciones
palaciegas, Hidalgo se hizo cargo de la parte musical de numerosas comedias
mitológicas y zarzuelas, como la zarzuela Los celos hacen estrellas (1672),
escrita por Juan Vélez de Guevara, la comedia mitológica Ni Amor se libra de
amor (1662), escrita por Pedro Calderón de la Barca, o la comedia mitológica,
esta vez totalmente cantada, Celos aun del aire matan (¿1660?), escrita también
por Calderón de la Barca. Como maestro de la música de cámara de Palacio,
Hidalgo compuso tonos humanos. Y finalmente, como miembro de la Real Capilla,
compuso tonos a lo divino, especialmente para la celebración eucarística
mensual de las Cuarenta Horas.
Juan Hidalgo, “músico de Cámara de S. M. y de la Real
Capilla, Familiar y Notario de Santo Oficio de la Inquisición”, testó el 3 de
febrero de 1678, dejando como heredera principal a su mujer, Francisca de Paula
Abaunza, ya que su único hijo, Juan Hidalgo Abaunza, había muerto en 1669.
También dispuso que sus bienes se destinasen para “vestir sacerdotes pobres y
dar limosnas”[7].
Juan Hidalgo murió en 1685, siendo enterrado el 31 de marzo
en la capilla de Nuestra Señora de los Remedios de la parroquia de San Ginés.
Su música era tan estimada que el rey ordenó a la viuda que entregase todas las
composiciones de su difunto marido para que se guardasen. A pesar de ello,
parece que la mayor parte de su obra se ha perdido, y la que ha llegado hasta
nosotros, se halla muy dispersa en diversos archivos.
A continuación, recordamos a Juan Hidalgo con la canción Sólo es querer, en la versión del conjunto La Galanía, integrado por Raquel Andueza soprano, Jesús Fernández Baena en tiorba, y Pierre Pitzl en guitarra barroca.
Earl Rudolph Powell nació en Nueva York, Estados Unidos, el
27 de septiembre de 1924 y murió en su ciudad, el 31 de julio de 1966. Pianista
y compositor.
Powell, Bud (1924-1966). Pianista de jazz norteamericano
considerado el creador del estilo pianístico de jazz moderno, Powell desarrolló
también el género bop; nació, bajo el nombre completo de Earl Randolph Powell,
el 27 de septiembre de 1924 en Nueva York y murió de tuberculosis, el 31 de
julio de 1966, en Brooklyn (según otras fuentes, falleció el 1 de agosto); hijo
de un pianista, se casó con Audrey Hill en 1953; tras divorciarse, volvió a
casarse con Altevia Edwards (Buttercup), hacia 1955, pero este matrimonio
también se disolvió posteriormente; tuvo un hijo con cada una de sus esposas,
Celia, de su primer matrimonio, y John, del segundo.
Powell comenzó sus estudios de música clásica en la niñez;
demostró tener talento como pianista y dejó el colegio a los quince años para
dedicarse profesionalmente a sus propios avances en piano. Su primera aparición
en el escenario se produjo cuando aún era un adolescente, en Harlem, en 1939;
actuó con Thelonious Monk en la sala de música de Harlem's Minton a principios
de los años cuarenta. Después realizó una gira por Estados Unidos y grabó con
la orquesta de Cootie Williams entre los años 1942 y 1944; en 1946 grabó con
Dexter Gordon y participó en dos de los cortes, Cheryl y Buzzy, de las sesiones
con Charlie Parker en el Savoy. Tres años después, Powell fue invitado por la
joven discográfica Blue Note para liderar un grupo, Bud Powell and His Modernists,
y producir discos para dicha firma. Con el percusionista Max Roach y el bajista
Curley Russell, Powell grabó un disco de cinco volúmenes, Amazing Bud Powell.
También grabó discos con Dexter Gordon y Charlie Parker a mediados de los años
cuarenta; aparecía de forma regular en Birdland, en Nueva York; actuó con Sonny
Stitt, Max Roach, Charlie Parker, Charles Mingus, Dizzy Gillespie, Sonny
Rollins, Fats Navarro y J.J. Johnson en diversos clubes y salas de concierto en
Nueva York y Toronto (Canadá); en la década de los cuarenta y los cincuenta
realizó una gira; también actuó y grabó discos con Pierre Michelot, Kenny
Clarke y Niels-Henning Orsted-Pedersen en París (Francia), en la época de 1959
hasta 1964.
Si bien Powell se hizo un nombre en la comunidad del jazz
durante la década de los cuarenta, también fue en estos años cuando sufrió un
grave incidente en Filadelfia. James T. Jones IV, del periódico USA Today
describió el incidente: "En 1945, un Powell de 21 años recibió una paliza
de un policía al tratar de ayudar a su colega y mentor, Monk, que estaba siendo
zarandeado por la policía". La mayor parte del año 1945 la pasó en un
hospital recuperándose de sus graves secuelas. A partir de entonces, el músico
empezó a sufrir continuos y terribles dolores de cabeza, ataques y, en general,
un comportamiento errático que le condujo a un hospital psiquiátrico, de donde
entraba y salía constantemente y donde, según aseguraba al Time y al New York
Newsday, padeció una terapia de tratamiento de choque; incluso, según sus
propias palabras, una vez le rociaron con agua mezclada con amoníaco. A esto se
sumó su problema con la bebida, junto al hecho de que cada vez comía menos.
A pesar de esta grave crisis, Powell se convirtió en líder y
pianista de una banda de jazz en la siguiente década y hasta la Segunda Guerra
Mundial. Su trío, The Modernists, anticipaba en sus sesiones de 1949 el estilo
hard bop que surgiría a finales de los cincuenta. Los discos Bud's Bubble
(también conocido como Crazeology) e Indiana, surgidos de estas sesiones,
muestran la combinación de Powell de las melodías con la mano derecha y una
armonía impredecible en la mano izquierda. Un Poco Loco, Night in Tunisia y
Parisian Thoroughfare también tuvieron brillo propio.
Entretanto, Powell, junto con otros modernos músicos de
jazz, iba recibiendo una respuesta contradictoria de las audiencias americanas.
Muchos artistas jóvenes, blancos, intelectuales y bohemios defendían el bebop;
de hecho, lo adoptaron como nombre para su generación Beat en la década de los
cincuenta. Por otra parte, muchos jóvenes negros despreciaron la revolución del
jazz moderno de los años cuarenta y se volvieron hacia otras formas, como el
rock y el doo-wop. Como reacción paralela contra los músicos de bebop, estas
audiencias potenciales se rebelaron contra la joven generación de músicos de
jazz como Louis Armstrong y Fats Waller, que pensaban que representaban el
viejo estilo cómico y acaramelado, pasado de moda. Los oyentes negros
recuperarían su género hacia la década de los cincuenta, cuando los músicos de
jazz se centraron más conscientemente en la música afroamericana, con sonidos
de blues, hot o hard.
Pese a que el pianista Bud Powell falleció en 1966, a la
temprana edad de 41 años, consiguió, sin embargo, cambiar la faz de la música
de jazz. Fue uno de los pocos músicos, entre los que se encuentran, entre
otros, el saxofonista Charlie "Bird" Parker, el trompetista Dizzy
Gillespie y su compañero el pianista Thelonious Monk, que revolucionó el jazz
durante la década de los cuarenta inventando el bebop, un sonido moderno que
rompió los moldes del swing y estableció que los músicos dejaban de ser simples
entretenimientos para pasar a convertirse en auténticos artistas. Para
conmemorar los logros de Powell y el septuagésimo aniversario de su nacimiento,
en 1994 las casas discográficas Blue Note y Verve editaron una colección de
discos compactos que reunían una colección de sus mejores trabajos: Bud Powell:
The Complete Blue Note and Roost Recordings y The Complete Bud Powell on Verve.
Luchó para crear su música en medio de una batalla personal
con sus propios problemas. Sin embargo, Powell, cuya turbulenta vida fue
utilizada más tarde, junto a la del saxofonista Lester Young, para crear un
personaje, Dale Turner, en Round Midnight (Alrededor de la medianoche, 1986),
lideró sus propias bandas, tocó durante cinco años en el exilio en París y fue
el pionero de un nuevo estilo. Uno de sus sucesores, el pianista Herbie
Hancock, fue consciente de la gran importancia de Powell en el Down Beat.
Powell era uno de los descendientes del ragtime al piano,
estilo que evolucionó desde el clarinete de Creole hasta hallar su propio lugar
en gran número de escuelas y academias del país, incluyendo la escuela de Nueva
Orleans, representada por el legendario Jelly Roll Morton, el Pittsburgh
circle, con Mary Lou Williams y el modernista Errol Garner; y el grupo Eastern,
o Harlem, con James P. Johnson y Fats Waller del que surgirían los modernistas
Powell y Monk.
El grupo los Modernistas de Powell trajo innumerables
músicos invitados para tocar en sus 1.949 sesiones, como el trompetista Fats
Navarro, el saxofonista Sonny Rollins, el bajista Tommy Potter y el
percusionista Roy Haynes, que se reunieron para tocar Bud and Dance of the Infidels.
Un hito en su carrera fue el concierto en Massey Hall en Toronto, Ontario,
donde tocó con Max Roach, Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Charles Mingus, y
que se grabaría como The Greatest Jazz Concert Ever (El mejor concierto de jazz
de todos los tiempos).
A finales de la década de 1950, Powell comenzó a mantener
una constante actitud hostil hacia sus compañeros y sus relaciones se
deterioraron. Tras una breve hospitalización sufrida en 1959, se trasladó a
París para recibir una gloriosa recepción de la comunidad europea de jazz.
Estuvo tocando durante tres años con el batería americano Kenny Clarke y el
bajista Pierre Michelot, pero de nuevo se vino abajo. Su segunda esposa,
Altevia Edwards, Buttercup, y sus amigos de París, en especial el joven artista
gráfico Francis Paudras, lo cuidaron, pero sus problemas de salud empeoraron y
Powell contrajo una tuberculosis en 1963; este matrimonio se rompió y su salud
requirió tratamiento en un hospital psiquiátrico. En Nueva York, muchos líderes
de otras bandas de bop actuaron en un concierto homenaje, en Birdland, para
ayudar a sufragar sus gastos médicos. Regresó en 1964.
Durante sus actuaciones de los siguientes años, Powell
todavía alcanzó un alto nivel como artista, aunque sus cambios de humor y su
forma física se reflejaron en sus discos. Murió el 31 de julio de 1966.
A continuación, recordamos a Bud Powell, con su
interpretación de Anthropology, de Dizzy Gillespie y Charly Parker. Bud Powell
en piano; Niels-Henning Orsted Pedersen en contrabajo y Jorn Elniff en batería.
Eugenia Unger, la niña del
pijama a rayas que sobrevivió al Holocausto
Tenía 13 años cuando fue capturada por los alemanes en Varsovia. Durante
seis años vivió maltratos, hambre, y todo tipo de torturas en Auschwitz. Tras
el fin de la guerra, viajó a la Argentina, donde vive hasta el día de hoy
Se arremanga el puño de la blusa como puede. Una tinta negra asoma sobre su piel traslúcida, algo cortada por los años. La impresión "48914" se adueña de su antebrazo izquierdo y remonta a recuerdos que Eugenia Unger hubiera querido desterrar de su mente, pero que son indelebles. "A veces me pellizco para ver si de verdad estoy viva", dice con mirada sincera y una lucidez sorprendente en su relato. Mientras sus asistentes emprolijan su maquillaje, sus ojos verdes se clavan en la nada, o más precisamente en crueles pero sabios 90 años de vida: "A veces no sé por dónde empezar a contar mi historia", confiesa con la voz resquebrajada. Por momentos se la ve aturdida y consternada ante el esfuerzo de describir la peor pesadilla documentada en la historia de la humanidad: el Holocausto judío o la masacre nazi de la II Guerra Mundial.
Hasta los 13 años, Eugenia tuvo una vida convencional y feliz como la media de los niños de su edad en Polonia. Su padre era director del principal matadero de Varsovia, tenía dos mil trabajadores bajo su mando. El pueblo polaco no era muy amigable con la comunidad judía y eso fue algo que Eugenia sintió desde chica. "Genia" –como la apodaron sus amigos- estaba con sus tres hermanos y su padre cuando el 1° de septiembre de 1939 explotó la primera bomba en Polonia. "Papá, papá ¿qué pasa?", "Nada Eugenia, esos son los nashe (deportistas en Polonia)". "Gina" lo miró desconfiada y se colgó de su larga pierna. La historia que inventaban los adultos para ocultarle la guerra a sus hijos era poco creíble. Los nazis rompían las casas, mataban a los judíos y bombardeaban todo. "No había agua, comida ni hospitales. Cuando salíamos con baldes a buscar agua, quedaban los baldes vacíos sin personas", cuenta.
"Me acuerdo que las autoridades pedían que por favor la gente llevara sábanas porque ya no había vendas y cada vez habían más personas mutiladas". Aquel día, su mamá le pidió que hiciera un bolso, pero Eugenia solo agarró una muñeca. El pánico se había apropiado de las calles y la colectividad sentía la persecución a cuestas. "El antisemitismo siempre existió en Polonia. Siempre se reían, siempre decían cosas, pero yo no me daba cuenta porque era chica", cuenta. "Me daba mucho miedo que mis padres salieran de noche", recuerda mientras se aprieta las manos y reconoce que hoy no quiere volver a Polonia y que para ella llegar a Argentina después de la guerra fue "el paraíso".
“48914”, el número que le pusieron los nazis en el campo de concentración de Auschwitz.
“Fueron seis años que parecieron seis siglos”
"Desde los 13 a 19 años mi vida fue una odisea, pero tengo que seguir porque es un legado tremendo que tengo solamente por haber visto los crematorios en el campo de concentración de Auschwitz donde los nazis mataban gente día y noche. Tantas veces he estado en las filas de judíos dentro de las cámaras de gas. Dios me preservó para dar estos testimonios", se consuela. Eugenia estuvo seis años en manos de los nazis. Llegó a Auschwitz junto a su madre. "Los trenes eran una pesadilla. La gente viajaba como sardinas. Era inhumano. Aún recuerdo los gritos de desesperación y que la gente hacía sus necesidades encima porque no podía moverse. Algunos intentaban cortarse las venas", describe con un dramático relato al mismo tiempo que se pregunta dónde estaba Dios y dónde estaba el mundo cuando pasaban estas cosas en el "siglo XX cambalache".
La niña del pijama a rayas
Cuando Eugenia llegó a Auschwitz lo primero que hicieron los nazis fue raparla, desvestirla y obligarla a ponerse el pijama a rayas de presidiarios que usaban los alemanes para delatar a los judíos dentro de los campos de concentración. En su antebrazo izquierdo tatuaron el número "48914". Desde aquel 1° de setiembre de 1939, Eugenia –como millones de judíos- había dejado de ser persona para convertirse en un ser humillado y despreciado. Sus sueños habían sido usurpados por una guerra cruel y absurda que, bajo el mando de Adolf Hitler, buscaba la purificación de la raza aria. Los propios alemanes le daban de comer a los perros adelante de los judíos que se desplomaban del hambre ante sus ojos: "No gastaremos ni una bala. Que mueran de hambre", decían en voz alta como signo de desprecio. Los niños no podían caminar porque tenían alfileres en lugar de piernas, los ojos hundidos y hasta pelos en la cara. Muchos de ellos despertaban muertos en las camas que compartían entre no menos de cinco.
Como su cabellera larga y su ropa, también había dejado de existir su muñeca. Su único juego había pasado a ser el armado de bombas al que los niños eran forzados mediante torturas con rebenques y cadenas. "Hace poco vi la película Último tren a Auschwitz. Yo estaba adentro de ese tren y viajé en el techo del miedo que tenía. No sé cómo estoy viva. Ni yo puedo creer que pasé eso durante seis años que parecieron seis siglos. Después de la guerra, nadie tampoco se ocupó de los judíos. Nadie nos recibía, no había Cruz Roja ni nada. Solo me pregunté '¿Adónde voy?' Dormí cuatro meses en la calle pidiendo limosna. Lloraba desesperadamente porque venían los hombres a ofrecernos una moneda para que las judías nos prostituyéramos. Yo pensaba que el mundo iba a abrir los brazos", reflexiona al mismo tiempo que reconoce que quiere que el mundo sepa lo que pasó hace 77 años atrás.
“Durante el ghetto de Varsovia, un día entré al cuarto de mis primitos y se habían mordido sus manitos del hambre”
En Auschwitz, Eugenia fue testigo de las peores atrocidades. Vio cómo mataban a bebés a golpes contras las paredes, cómo la gente moría de hambre o en las cámaras de gas. Varias veces estuvo en las filas de la muerte, pero su destino era otro. El trato hacia nosotros fue siempre humillante. Nos rapaban y nos ponían la misma ropa a todos: una remera y un pantalón a rayas. Durante la mañana hacían un tzeil-apel, un recuento de prisioneros y luego nos llevaban a una plaza donde en el medio había un cadáver colgando en la horca. Los nazis nos decían que si intentábamos escapar ese sería nuestro final", relata.
En el campo conoció a Ana, su amiga y cómplice. Juntas, sobrellevaron el miedo y la desgracia. Se han visto obligadas a comer ratas y hasta a veces carne humana para subsistir ya que los nazis los dejaban morir de hambre. Esta mujer -que para entonces tenía 13 años- recibió la contención de su mamá, a quien no vio más luego de que se la llevaran unas nazis. Tampoco vio más a ninguno de los 60 integrantes que conformaban su familia. Solo eran Ana y ella, dos nenas que no sumaban 40 kilos.
Así dormían los judíos en los campos de concentración. (Archivo)
El plan de escape
En 1944, hacia el final de la II Guerra Mundial, el Reino Unido y EEUU se aproximaban a los campos de concentración por el oeste, mientras que la Unión Soviética lo hacía por el este. La SS decidió abandonar los campos de concentración para evitar que el mundo supiera del Holocausto. Tal es así que destruyeron evidencia, asesinaron prisioneros y forzaron a otros a moverse hacia los campos del interior de Alemania.
“Mientras caminábamos por una zona rural, miré a Ana y le dije: `Ahora Ana, corramos´”
Fue en una de esas marchas de la muerte en la que Eugenia tomó fuerzas y vio la única posibilidad de escape. "Yo sabía que nos iban a matar porque estábamos descalzas. Nos habían obligado a sacarnos los zapatos. Mientras caminábamos por una zona rural, miré a Ana y le dije: `Ahora Ana, corramos´. Ana –que ya no podía moverse de lo débil que estaba- se quedó como autista, mirando a la nada. Eugenia la tomó de la mano y la sacó de la fila de miles de judíos forzados a caminar. "Corrimos hacia un establo lleno de vacas y nos escondimos ahí. Teníamos el uniforme a rayas y nos podían delatar", cuenta.
En un momento alguien abrió el portón del establo y el pánico volvió: "Era un nazi, pero por suerte cerró la puerta y no entró", agrega. Ya de noche, cuando no se sentían voces ni gritos, salieron del establo y corrieron hacia un molino donde pasaron la noche y desde el cual veían cómo los judíos eran castigados con rebenques. "Al día siguiente, entramos a una casa en la que robamos ropa y pollos. Muchos judíos morían de hemorragia intestinal por tanto tiempo sin comer dentro de los campos", lamenta.
Los prisioneros judíos eran rapados y vestidos con uniformes a rayas dentro de los campos de concentración. (Archivo)
El fin de la guerra
Tras lograr escapar de los nazis, comenzó desesperadamente a buscar dónde vivir. Como algunos países latinoamericanos negaban la entrada a los judíos, pasó cuatro años mendigando y deambulando por distintos lugares. Se casó con David Unger, uno de los combatientes del ghetto de Varsovia, con quien hoy tiene dos hijos. "Ya tengo seis nietos", cuenta orgullosa.
Eugenia llegó clandestinamente a la Argentina en 1959 y desde entonces vive en Buenos Aires. Hoy es Personalidad Destacada de los Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires y una de las fundadoras del Museo del Holocausto en Buenos Aires. "Llegué de contrabando con mi hijito de un año en brazos. Ya habían pasado cuatro años de la guerra. Argentina es el paraíso", admite.
A su vez, recorrió el mundo dando conferencias y escribió tres libros:Renacer de las cenizas; Holocausto: lo que el viento no borró; y Eugenia Coraje. Su historia de vida también fue parte del guión de La lista de Schindler. Con 90 años, Eugenia aún llora a las 6 millones de víctimas del Holocausto, pero insiste que ella sobrevivió para asegurarse que nunca más nadie vista un pijama a rayas .