La leyenda de la ciudad invisible de Kítezh y la doncella Fevróniya es una ópera en cuatro actos con música de Nikolái Rimski-Kórsakov y libreto en ruso de Vladímir Belski. Se estrenó en el Teatro Mariinski en San Petersburgo el 20 de febrero de 1907. El argumento está basado en una combinación de dos leyendas rusas: la de Santa Fevróniya de Múrom y la imaginaria ciudad de Kítezh, que se hizo invisible cuando fue atacada por los mongoles.
A continuación, de Nikolái Rimski-Kórsakov, la ópera La
leyenda de la ciudad invisible de Kítezh y la doncella Fevróniya, en la versión
de Mikhail Kazakov como el Príncipe Yuri Vsévolodovich, Vitaly Panfilov en el
papel de Knyazhich Vsevolod, Tatiana Monogarova es Febronia, Mikhail Gubsky cantó
el rol de Grisha Kuterma, Gevorg Akobián es Fedor lana de cordero, Marika
Gulordava encrnó el papel de Servant, Gianluca Floris y Marek Kalbus son dos de
las mejores personas, Riccardo Ferrari como Guslar, Stefano Concolini interpretó
a Medvedchikov, Alessandro Senes en un mendigo, junto al Coro y Orquesta del
Teatro Lirico di Cagliari, dirigidos por Alexander Vedernikov.
Las fuentes de esta leyenda se remontan a la literatura popular rusa del siglo XIII, época de la invasión y terrible dominio de los mongoles. Destaca, por una parte, la figura de Fevronia, verdadera protagonista de la obra, personaje angelical criado en la soledad del bosque y conocedor del lenguaje de la naturaleza y, por otra parte, la historia de la legendaria ciudad de Kítezh, en la que se habría refugiado el gran príncipe ruso Yuri (Yuri II de Vladímir) con sus últimas fuerzas.
Su hijo Vsévolod se enamora de Fevronia y se prometen en matrimonio. Cuando el séquito nupcial llega al arrabal de la Pequeña Kítezh, cerca del río Volga, los mongoles los atacan por sorpresa, lo arrasan y entre los rehenes se llevan a Fevronia y al borracho y desgraciado Grishka Kutermá.
Este, amenazado de tortura, indica a los mongoles el camino hacia la Gran Kítezh, la ciudad elevada sobre un lago, mientras ella ruega a Dios que la convierta en invisible.
Al llegar los mongoles allí, se levanta una espesa niebla,
las campanas comienzan a sonar por sí solas y la ciudad desaparece. Tras la
muerte de Vsévolod defendiendo Kítezh, Fevronia salva a Grishka – que ha
enloquecido–, a pesar de que él la había calumniado. Los mongoles huyen,
atemorizados, debido al reflejo de la ciudad invisible en la superficie del
lago.
El espectro del príncipe conduce a su prometida –muerta en medio del
bosque– a la Kítezh ideal, una especie de paraíso solo accesible para las almas
puras, donde son acogidos por Yuri y la población y se celebran las bodas en la
catedral.
La música acompaña y exalta, en una atmósfera
espléndidamente sugerente, los aspectos místicos y de exaltación patriótica de
la ópera, música inspirada en buena parte en los cantos populares rusos y
también en la liturgia ortodoxa.