Mario del Monaco nació en Florencia, Italia, el 27 de julio de 1915 y murió en Mestre, Italia, el 16 de octubre de 1982. Tenor dramático.
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Mario del Monaco (Florencia, 1915 - Mestre, 1982) Tenor
italiano. Destinado a convertirse en uno de los divos de la ópera del siglo XX,
comenzó su formación de una manera autodidacta, lo que no le resultó muy
difícil teniendo en cuenta que poseía una hermosa voz impostada naturalmente.
Antes de debutar sobre los escenarios pasó un tiempo recibiendo lecciones en el
Conservatorio de Pesaro, para pasar casi de inmediato a la prestigiosa Escuela
de Ópera de Roma.
En el año 1939, cuando contaba con veinticuatro años,
comenzó su carrera operística representando el personaje de Turiddu, el
protagonista masculino de la ópera que lleva por título Cavalleria Rusticana,
del compositor Pietro Mascagni, un papel muy apropiado a sus características
vocales e interpretativas que representaría muchas más veces a lo largo de su
larga carrera como cantante, y que le proporcionaría una buena parte de su
celebridad.
Mario del Monaco fue, de hecho, el tenor italiano más
importante a lo largo de las décadas de los cuarenta, los cincuenta y una buena
parte de los sesenta, y esto no sólo sobre los escenarios operísticos
italianos, sino también sobre los de los teatros de ópera más importantes del
mundo. De hecho, a lo largo de los años cincuenta, tuvo la oportunidad de
cantar en más de un centenar de ocasiones en el Metropolitan Theatre de Nueva
York, uno de los grandes santuarios de la ópera. El cantante fue también un
visitante habitual de las temporadas de ópera celebradas en el Covent Garden
londinense o en teatro de La Scala de Milán.
El color vocal de Mario del Monaco correspondía a lo que,
dentro de la terminología italiana, se conoce como un tenor dramático. La
celebridad que llegó a alcanzar y que supo mantener a lo largo de toda su
carrera no bastó para que ciertos círculos de aficionados al canto criticaran
su estilo por no ser lo suficientemente sutil en sus interpretaciones. En
efecto, Mario del Monaco, lo mismo que muchos cantantes italianos de su época
e, incluso, de hoy en día, llevaba a cabo interpretaciones basadas en la
exhibición de una potencia vocal que, en su caso, resultaba ser realmente
extraordinaria.
En todo caso, los mismos alardes de potencia que a menudo
consiguen enfervorizar a ciertos tipos de público suelen ser considerados por
los verdaderos entendidos en el arte de la interpretación vocal como carentes
de matices. Sin embargo, Mario del Monaco consiguió hallar una especie de
término medio entre la exhibición de su voz y la correcta interpretación de los
personajes operísticos, gracias en buena parte a su temprano hallazgo de un
tipo de repertorio que convenía más que ningún otro a su tesitura vocal, a su
tipo de emisión y a su particular sensibilidad musical.
Las cualidades de la apasionada voz de Mario del Monaco
brillaban particularmente en los papeles de las óperas veristas italianas, que
requieren, generalmente, un tipo de expresión más desgarrada que otros
repertorios. Otro de los aspectos positivos del estilo de Mario del Monaco,
también muy característico de la escuela vocal italiana, era su clara
concepción del legato, de la línea que transforma lo que en principio no sería
más que una sucesión de notas en un texto poético con melodía.
Como actor, lo que menos puede decirse de él es que fuera
frío: si bien no poseyó una técnica interpretativa convencional, configurada a
la manera de la que se imparte hoy en día en los conservatorios, el mismo
estilo apasionado que se manifestaba en su voz quedaba patente en sus
interpretaciones sobre el escenario.
De hecho la intensidad con la que sintió
el hecho de encontrarse frente al público interpretando un papel queda patente
en las grabaciones de su voz realizadas sobre óperas "en vivo", que
resultan mucho más convincentes que las que tuvieron lugar en un estudio,
aunque escuchando estas últimas los amantes de la contención vocal pueden
disfrutar de la oportunidad de comprobar que, si bien la voz de Mario del
Monaco destacaba, sobre todo, por su naturalidad, el cantante procuraba, al
menos en ocasiones, hacer uso de los recursos técnicos necesarios para llevar a
cabo diminuendos o cantar notas en piano.
Además del papel de Turiddu, con el que debutó en Roma, los
papeles con los que alcanzó un éxito mayor a lo largo de su carrera fueron los
de Canio, en la ópera I Pagliacci, del compositor Ruggero Leoncavallo;
Pinkerton, el oficial estadounidense que traiciona a la protagonista japonesa
de la ópera Madame Butterfly, y Dick Johnson, de la ópera La fanciulla del
West, ambas del compositor italiano Giacomo Puccini; Maurizio, en la ópera
Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea; Pollione, en la ópera Norma de Vincenzo
Bellini, y otros personajes pertenecientes a las óperas veristas italianas.
Mario del Monaco también destacó en varios de los papeles de
las óperas de Giuseppe Verdi, entre los que pueden mencionarse Don Álvaro,
protagonista masculino de la ópera La forza del destino; Radames, de la ópera
Aida; Manrico, de la ópera Il trovatore, etc. Pero el tenor no solamente se
enfrentó con éxito al repertorio italiano, sino que también realizó incursiones
en el repertorio francés, representando papeles como el de Don José, el militar
que protagoniza la ópera Carmen, de Georges Bizet, o el de Aeneas, de la ópera
titulada Les Troyens, compuesta por Hector Berlioz.
Gracias a la potencia y a la riqueza tímbrica de la voz de
Mario del Monaco, así como a su presencia escénica, el tenor obtuvo también un
cierto éxito dentro de un campo en el que son pocos los cantantes italianos que
se desenvuelven cómodamente, y menos aún en los tiempos en los que del Monaco
lo hizo: el del exigente repertorio wagneriano. Así, el tenor llevó a cabo
interpretaciones brillantes en papeles como los de Lohengrin y Siegfried. El
último de ellos lo cantó en la lengua alemana original del libreto. Hacia 1970
su salud comenzó a quebrantarse seriamente, y se retiró poco después.
A continuación, recordamos a Mario del Monaco, en el final de la ópera I Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo, junto a Gabriella Tucci en No! Pagliaccio non son! Presentación realizada en Japón, el 25 de octubre de 1961.