Vincenzo Salvatore Carmelo Francesco Bellini nació en Catania, Italia, el 3 de noviembre de 1801 y murió en Puteaux, Francia, el 23 de septiembre de 1835. Compositor.
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Vincenzo Bellini (Catania, Italia, 1801
- Puteaux, Francia, 1835) Compositor italiano. Hijo de un organista,
estudió en el Colegio de San Sebastián de Nápoles, cuyo director
era el célebre Zingarelli.
Compuso música sacra (motetes, misas,
etc.), de cámara y sinfónica, pero es la ópera el género musical
que le dio fama. Sus óperas más conocidas son Adelson y Salvini
(1824), El pirata (1827), La extranjera (1829),Capuletos y Montescos
(1830), La sonámbula (1831), Norma (1831) y Los puritanos (1835). Su
obra maestra es Norma, de la que destaca su obertura y en donde se
conjuga una gravedad clásica con un apasionamiento muy romántico en
la expresión. Si en el siglo XIX fue Wagner su admirador más
conocido, en el XX fue Stravinsky quien reivindicó la facilidad de
Bellini para la melodía, contraponiéndola a las dificultades que
parecía encontrar Beethoven en este terreno.
Dedicado desde niño al estudio de la
música, pasados apenas los siete años inició sus primeros ensayos
de composición. Ingresó luego en el Conservatorio de San Sebastián,
en Nápoles, donde tuvo por maestro a Nicolás Zingarelli. Ello no
interrumpió su actividad de compositor: su primer melodrama, Adelson
y Salvini(1825), fue representado en el pequeño teatro del propio
conservatorio. En esta obra quiso infundir el sentido más dulce y
misterioso de su juventud poética. Vincenzo Bellini poseía una
belleza triste y algo femenina, y en la música de la primera época
reflejó su melancolía, provocada por las contrariedades amorosas y
el temor de no ver satisfecho largo tiempo su afán de vivir.
Los temas de este período pasaron a
veces a algunas de sus obras sucesivas, como Los Capuletos y los
Montescos o La extranjera. Ello suponía en Bellini un recurso para
saborear de nuevo el pasado.
En 1826, la representación en el teatro
napolitano de San Carlos de la ópera Carlo, duca di Agrigento
(reconstituida más tarde con el título de Bianca e Fernando) señaló
el principio de su fortuna en la escena. Entre 1827 y 1831 compuso,
entre otras obras, El pirata, La sonámbula y Norma; esta última, a
pesar del fracaso de su estreno, se impuso muy pronto en los teatros
más importantes de Italia y de toda Europa.
El dudoso éxito de Beatrice di Tenda
enfrió la amistad del compositor con Romani, hasta entonces su
libretista habitual. En mayo de 1833, Vincenzo Bellini marchó a
Londres, donde conoció posiblemente la fase más feliz de su
existencia. Un año después, en la capital francesa, Carlo Pepoli le
ofreció el libreto de Los puritanos; en 1834, y en la villa del
judío inglés Lewys, de quien el músico era huésped, se forjó la
última obra maestra de Bellini, representada en 1835 con gran éxito.
Aquel mismo año falleció el autor en la citada residencia, en
Puteaux.
Es opinión general que Norma es la
mejor ópera italiana de la primera mitad del siglo XIX, y esta vez
la opinión general coincide perfectamente con el juicio de la
crítica del siglo pasado y del presente. Esta tragedia lírica en
dos actos, cuyo libreto fue obra de Felice Romani (1788-1865), se
representó en el teatro de la Scala de Milán el 26 de diciembre de
1831, con Giuditta Pasta como protagonista. La ópera fracasó,
interrumpida y saboteada por partidarios de la amante de un maestro
rival, pero se rehabilitó inmediatamente en las noches sucesivas y,
sin interrupción, prosiguió su carrera triunfal.
La acción de Norma se sitúa en época romana. En un bosque de la
Galia, los druidas y su jefe, Oroveso, esperan la luna nueva para
desencadenar la rebelión contra los romanos. Norma, hija de Oroveso
y sacerdotisa suprema de Irminsul, ha de arengar a los guerreros.
Pero Norma tendría muchas más razones de odio contra los romanos si
supiese que el procónsul Polión, que la hizo madre de dos niños,
ama ahora a Adalgisa y se propone marchar con ella a su regreso de
Roma. Norma piensa en matar a los dos hijitos del traidor y
suicidarse luego; pero se enternece y confía los inocentes a
Adalgisa. Ésta se dirige al campo romano y suplica a Polión que
vuelva a su primer amor, porque Norma quiere morir; pero no lo
consigue. Entonces rechaza el amor de Polión y vuelve al templo de
Irminsul, de donde Polión jura que la raptará. Cuando Norma se
entera de ello, golpea el escudo de guerra; de todas partes acuden
los galos armados: "Guerra, guerra! le galliche selve quante àn
quercie producan guerrieri" ("¡Guerra, guerra!, que las
selvas gálicas produzcan tantos guerreros como encinas tienen"),
y Polión, sorprendido en el templo, es apresado y conducido a Norma,
que espera hacer justicia y ejecutarlo. Sin embargo, Norma todavía
duda, y le interroga a solas (con el pretexto de descubrir quién es
la cómplice de su amor) para tratar de reconquistarlo. Pero Polión
no renuncia a Adalgisa, y entonces Norma llama de nuevo a los
sacerdotes y se declara también culpable: una misma hoguera les
aguarda.
El estilo de Bellini, que parecía
netamente lírico, se afirma en esta ópera a través de una singular
fuerza dramática. Su típica melodía (rica en episodios, amplia,
llena de luces cambiantes) exhibe todas sus características de
pureza lírica: baste recordar la famosa "Casta diva", una
de las páginas de melodía más puras y densas de emoción que se
hayan escrito nunca. Sin embargo, la inspiración melódica se
robustece rítmicamente, sobre todo en los acentos fuertes y marcados
de la recitación.
La armonía no es más rica de lo acostumbrado, ni
su instrumentación más nutrida, pero estos medios son siempre
considerados secundarios por Bellini. Partiendo de un libreto
excelente (por la escenificación, por las situaciones y por el
diálogo e incluso por los versos, de los mejores de Felice Romani),
Bellini encuentra la manera de recortar grandes bloques de motivos y
reunirlos vigorosamente entre repeticiones corales. El drama resulta
armónico, sólido, entre el carácter de los protagonistas y la
colectiva pasión del coro. La obertura, de corte rossiniano, aunque
sin ser servil aRossini, es el mejor fragmento musical salido de la
pluma del maestro.
A continuación, recordamos a Vincenzo
Bellini, con la ópera Los Capuletos y los Montescos, en la versión
de Anna Netrebko como Giulietta; el papel de Romeo cantado por Joyce
DiDonato; el personaje de Tebaldo interpretado por Matthew Polenzani;
Capellio encarnado por Giovanni Battista Parodi; y el rol de Lorenzo
en la voz de Mikhail Petrenko, junto al Coro y la Orquesta de la
Opera Nacional de Paris, dirigida por Evelino Pido.