Héctor Panizza nació en Buenos Aires, Argentina, el 12 de agosto de 1875 y murió en Milán, Italia, el 27 de noviembre de 1967. Compositor y director de orquesta.
Estudió con su padre, violonchelista de la orquesta del
Teatro Colón, y posteriormente en el Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán.
Luego
de su debut en Roma en 1897, dirigió en muchos teatros italianos, y tuvo a su
cargo, en 1916, el estreno mundial en Turín, de la ópera Francesca da Rimini de
Riccardo Zandonai.
El Maestro Arturo Toscanini lo contrató como director
musical del Teatro La Scala de Milán, puesto que ocupó entre 1921 y 1932.
En 1934 debutó en los Estados Unidos en el Metropolitan
Opera House de Nueva York, permaneció por ocho temporadas, dirigió 26 óperas en
231 funciones, y trabajando con Rosa Ponselle y Enrico Caruso entre otras
figuras.
Como compositor escribió la trilogía del medioevo italiano
con libro de Luigi Illica, la ópera Aurora con libreto de Illica y Héctor
Quesada, estrenada en la temporada inaugural del Teatro Colón en 1908 y la
ópera Bizancio estrenada en el Colón en 1939.
Héctor Panizza dirigió a las figuras más destacadas de la lírica
mundial como: Hariclea Darclée, Claudia Muzio, Rosa Raisa, Georges Thill, Gilda
dalla Rizza, Tito Schipa, Lily Pons, Gabriela Besanzoni, Bidu Sayão, Alexander
von Sved, Hina Spani, Gina Cigna, Zinka Milanov, Leonard Warren, Delia Rigal, Maria
Caniglia, Beniamino Gigli, y Victoria de los Ángeles entre muchas otras grandes
voces.
Estrenó mundial y localmente varias óperas de Gian Carlo
Menotti, Ermanno Wolf-Ferrari, entre otros compositores contemporáneos, fue el
primero en registrar la versión italiana de Borís Godunov con Ezio Pinza.
Su cercanía con Arturo Toscanini, ayudó al lanzamiento de
las carreras internacionales de varias estrellas de la lírica, entre ellos la
soprano británica Eva Turner y el director Antonino Votto.
Héctor Panizza publicó en 1952, su autobiografía titulada Medio
siglo de vida musical, y está considerado como uno de los máximos directores de
ópera de la primera mitad del siglo XX, en los principales teatros de ópera
como el Teatro Colón de Buenos Aires, La Scala de Milán, Covent Garden de
Londres, la ópera de Chicago y el Metropolitan Opera House de New York.
Uno de los hitos en su carrera musical fue la composición de
la ópera Aurora, que fue la primera ópera estrenada en la temporada inaugural
del Teatro Colón de Buenos Aires, en septiembre de 1908.
Es una obra creada para exaltar los ideales patrióticos en
vísperas de la celebración del Centenario, con libreto de Luigi Illica y Héctor
Cipriano Quesada.
El título coincide con el nombre de la heroica y trágica
protagonista y simultáneamente remite en forma metafórica a la alborada de la
Independencia nacional.
La acción transcurre durante los sucesos de mayo de 1810 en
la provincia de Córdoba y aparecen personajes históricos puntuales como
Santiago de Liniers y Güemes. La pareja romántica son el joven patriota Mariano
y la bella Aurora, que es la hija del jefe de las fuerzas españolas en la ciudad
mediterránea. Las tribulaciones de los amantes ocurren durante los hechos de la
lucha por la Independencia.
El aria principal de la obra, al final del segundo acto,
tiene un alto sentido patriótico, y era frecuente que el público enfervorizado
pidiera a viva voz la repetición.
Esto dio origen a que, por medio de un decreto, la Canción a
la Bandera, o Aurora, fuera incorporada como una de las canciones oficiales del
Estado Argentino, y que la canten los alumnos, durante el izamiento de la
enseña patria, en todas las escuelas.
La ópera Aurora fue repuesta en el Teatro Colón en 1909,
1945, 1953, 1955, 1965, 1966, 1983 y 1999.
A continuación, recordamos a Héctor Panizza, con la ópera
Aurora, en la versión de Martha Colalillo como Aurora; el papel de Mariano
interpretado por Dario Volonté, el rol de Don Ignacio cantado por Marcelo
Lombardero; Omar Carrión como Raimundo; el personaje de Bonifacio cantado por
Gabriel Renaud; Don Lucas, interpretado por Carlos BoschLavin, Lavin, en la voz
de Mario Solomonoff; Carina Höxter como Chiquita; y el papel del Capitán cantado
por Edgardo Zecca, junto al Coro y la Orquesta Estable del Teatro Colón,
dirigidos por Bruno D'Astoli, en la producción de 1999.
La ópera, está ambientada en la provincia de Córdoba,
Argentina.
Acto Primero
Se desarrolla en el aula donde ha sido instalada la
biblioteca. En la iglesia y convento de la Compañía de Jesús, en Córdoba, se
encuentran los novicios Mariano y Raymundo, quienes hallan un pedazo de papel
en el que se lee: Jóvenes: ¡Salud a la aurora que surge en el cielo de la
Patria! La lucha por la Independencia principia hoy, 25 de mayo; hoy comienza
la Patria" y otro mensaje que dice: ¿Córdoba únicamente ha de ver agitarse
contra la patria el estandarte de la reacción? ¡No, Córdoba no ha de ser vil!
¡Muerte a Liniers y a Ignacio de la Puente! Jóvenes: vuestro convento domina la
plaza. Liniers ha escondido allí armas y municiones. Abrid esta noche el
convento al pueblo y entregadle las armas, o todo se habrá perdido". Ante
la perplejidad de todos Mariano reacciona y los gana para la causa patriótica.
Ante el inesperado pronunciamiento, los jefes realistas deciden convertir la
iglesia en fortaleza. Mariano se encuentra ante un dilema terrible: al
enamorarse de Aurora, hija del jefe realista don Ignacio, no se atreve a ceder
a su amor por no traicionar la causa que se propone defender. Al final del
acto, la llegada de los patriotas interrumpe sus vacilaciones, al mismo tiempo que
las campanas del convento anuncian un nuevo día..
Acto Segundo
En el segundo acto, la escena se traslada a la residencia de
don Ignacio de la Puente. Una comisión de patriotas, al frente de la cual se
hallan don Lucas, Mariano y Raymundo, penetra en el palacio para exigir la
rendición de las tropas realistas. El jefe español se niega rotundamente; ante
la insistencia de los delegados, les expresa que dará su respuesta definitiva
al despuntar la aurora. Mientras que don Ignacio toma las medidas necesarias de
precaución, Mariano, en traje de seminarista, entra sigilosamente a la
residencia y le explica a Aurora sus ideales de libertad, a los que deberán
sacrificarse hasta los anhelos más queridos del corazón.
Acto Tercero
El tercer acto transcurre en una estancia cordobesa. Al
anochecer, don Ignacio se entera del fusilamiento de Liniers. La gravedad de la
situación lo decide a dejar a su hija en un convento hasta que haya pasado la
tormenta de la revolución. Momentos después, se lleva ante el jefe español a un
prisionero. Aurora lo reconoce enseguida: es Mariano. No puede evitar una
exclamación de asombro, que hace comprender a su padre que existe entre ambos
una relación sentimental. Lo condena a muerte por espía y traidor. Una feliz
constelación les hace posible la fuga. Los amantes aprovechan la circunstancia
pero los centinelas los sorprenden y una bala infortunada hiere a la joven. La
desgraciada muchacha, postrada en el suelo, ve alborear el día. Al elevarse
radiante el sol de la libertad de América, exclama: "Mirad, es la aurora.
Dios la escribe en el cielo con el sol y en la tierra con su sangre" y
expira en brazos de su amante.