Oscar Manuel Rodríguez de Mendoza, más conocido como Oscar Ferrari, nació en Buenos Aires, el 9 de agosto de 1924 y murió en su ciudad, el 21 de agosto de 2008. Cantor de tangos.
El sitio www.todotango.com
publicó este recordatorio con la firma de José Pedro Aresi
Su identificación con la música y la poesía de Buenos Aires
es tan extensa, que resulta imposible resumirla en el espacio destinado
habitualmente a estas semblanzas. Sin embargo, la claridad expresiva y la
modestia de Oscar Ferrari, allanan el camino que es necesario recorrer para
acercar su figura y su pensamiento al público, ávido de conocer detalles de
quienes se han ganado un hondo prestigio dentro del universo del tango.
Nació en la calle Deán Funes 743, donde el barrio de
Balvanera se da la mano con el de San Cristóbal. Eran tiempos en que el
chirriar del tranvía acallaba el berrido de los recién nacidos y por las noches
aún parecían escucharse los tangos que emigraban de la casa de María “La
Vasca”. Su padre, Roberto Salvador y su madre María Antonia Quimino, ambos
argentinos, eran bailarines que actuaban en la "revista porteña".
Desde muy pequeño, Oscar frecuentó y durmió en los camarines de diversos
teatros del género y es así como, entre uno y otro espacio, se fue acunando en
tangos. En el año 1930 sus padres se trasladan a Montevideo, donde dos años
después fallece don Roberto Salvador, imprevistamente a los 28 años.
En 1916 Ferrari regresa con su madre a Buenos Aires y se
radica en otro barrio de rancia estirpe tanguera, Barracas. Durante su infancia
y su juventud transitó calles adoquinadas, flanqueadas por casas bajas y
rodeadas de fábricas y depósitos de lana y cuero. Desde su casa de San Antonio
645 comienza a amasar sus sueños de cantor, en tanto se emplea como dependiente
para ayudar a "parar la olla".
Su encuentro con el tango se produjo siendo todavía un niño
y se prolongó en el tiempo, al mantener vivo el contacto con su barrio y la
ciudad que lo vio nacer. Desde muy joven se identificó con su gente y sintió en
carne propia las mismas necesidades de aquellos obreros jornaleros que eran sus
vecinos. Estas vivencias marcaron a fuego su simpatía en favor de los
movimientos sociales que reivindicaron las luchas obreras.
Su voz, de claro registro de tenor agudo y delicado, se fue
desarrollando naturalmente y su oído captó de inmediato la cadencia y melodía
de la canción ciudadana. Dice Ferrari que desde muchacho, sintió a Gardel como
una parte de su vida y pensó que para cantar tangos sólo bastaban la voz y el
sentimiento. Recién en 1945, actuando ya con Alfredo Gobbi, el compositor y
cantor Hugo Gutiérrez lo convence de tomar clases de canto, convirtiéndose así
en su primer y único maestro.
Se inicia profesionalmente en una época en que al tango no
le faltaban exponentes de alta calidad interpretativa y luego de una breve
actuación en la orquesta de Atilio Felice, ingresa en 1943 a la "Típica
Gómez" y participa de un concurso organizado en el Luna Park. Enseguida es
contratado por Juan Caló, con quien debuta en la boite La Colmeña. En 1945 se suma
a la orquesta de Alfredo Gobbi y al ser llamado a cumplir con el servicio
militar obligatorio, lo hace en la Marina de Guerra; no obstante lo cual se las
ingenia para actuar en el conjunto “Los Cantores de América”, junto con el
guitarrista Adolfo Berón y Alberto Suárez Villanueva en el piano.
Después de la conscripción se incorpora a la orquesta de
Edgardo Donato y estrena el que sería uno de sus grandes éxitos, el tango
“Galleguita” de Horacio Pettorossi y Alfredo Navarrine. Luego pasa fugazmente
por la orquesta de Astor Piazzolla, donde actúa junto a Fontán Luna hasta la
disolución de la misma.
Fue recién en el año 1949 cuando Oscar Ferrari llega a ser
conocido por el gran público y accede al disco. Francisco Fiorentino lo
presenta al maestro José Basso, quien lo incorpora a su orquesta compartiendo
su labor primero con "Fiore" y luego con Jorge Durán.
Entre los años 1956 y 1960 actúa con Armando Pontier, junto
a Julio Sosa. Posteriormente y según lo cuenta el mismo Oscar, "cuando se
termina el esplendor de las orquestas, tuvimos que ser solistas de prepo".
En calidad de tal, se presenta en diversas ciudades del interior del país y fue
precisamente en esas giras que lo alejaron de Buenos Aires, cuando Ferrari da
rienda suelta a su veta de escritor y poeta. "Historias de Cabaret” (libro
prologado por Julián Centeya), "Versos de amor y barricada" y "A
mis colegas", son juguetes literarios en los que Oscar vuelca todo su
sentir y cuenta historias reales que le tocó vivir o escuchó de boca de sus
protagonistas. En "A mis colegas" traza la semblanza de varios
compañeros de profesión, con un enfoque humano y fraterno que merece ser
destacado.
En 1970 vuelve a integrar la orquesta de Armando Pontier y
en 1973 la de Leo Lipersker, para luego retomar su carrera como solista.
Recorre con éxito Colombia, Uruguay, Paraguay, Chile y en el año 1995 se
incorpora a la orquesta de Beba Pugliese, con quien tiene oportunidad de actuar
en París.
A partir de 1997 vuelve a presentarse como solista, a la vez que
dicta clases de canto en la Escuela Argentina de Tango. Durante el transcurso
de su carrera artística fue distinguido con la "Orden del Porteño",
el "Discepolín de Oro", el "Homero Manzi de Oro" y en
diciembre del año 2002 recibe de la Academia Porteña del Lunfardo el
"Diploma a la Gloria del Tango".
Hasta aquí, una historia que no se consume con la
señalización de hitos cronológicos. Oscar Ferrari reúne facetas que lo
convierten en un ser especial, que trasunta humildad y franqueza y un destacado
respeto por las personas con las que ha convivido o se han cruzado a lo largo
de su camino.
Conversar con Ferrari y no hablar de su gran éxito, el tango
"Venganza" es algo que escaparía a toda lógica. Cuando Oscar ingresa
a la orquesta de José Basso para reemplazar a Ricardo Ruíz, el maestro le
indica que debe comenzar cantando los tangos que "hacía" su
antecesor, entre los que figuraban "Perdón viejita" y
"Venganza". Como "Perdón viejita" estaba muy identificado
con Ruíz , que había logrado con el mismo un verdadero suceso, él elige como
"opera prima" el tango "Venganza”, que su predecesor cantaba con
un estilo "fresediano" y al cual Ferrari le imprime una
característica diferente que él explica así : " En cambio yo, que provengo
de Barracas, con un poquito más de barro, un poquito más de arrabal, le doy
otra interpretación. No mejor, pero sí distinta. Cuando enfatizo y digo
"morí como un perro", la frase prendió en la gente y el tango se
convirtió en un éxito; tanto es así que en el año 1950 se vendieron cuatro millones
de discos".
Oscar Ferrari grabó el tango "Venganza" en ocho
oportunidades. Lo hizo una vez con Basso, dos con Pontier y luego con Beba
Pugliese. Como solista lo grabó para distintos sellos discográficos y a fines
del 2002 acompañado por un grupo de músicos jóvenes. No obstante los éxitos
alcanzados con ese tango, Ferrari opina que "no es la mejor cosa que
grabé. La que más dificultades me propuso musicalmente fue "La
Maleva", que tiene otro nivel musical" y agrega "Pero bueno,
gracias a "Venganza" todavía estoy aquí". También se destaca su
versión de “Mi vieja viola” de Humberto Correa.
Oscar Ferrari es un porteño de ley y como tal se preocupa
por todo lo vinculado con la difusión del tango y en especial por los aspectos
inherentes a su esencia tradicional. Es por ello que antes de finalizar nuestra
charla, como pensando en voz alta, este hombre sencillo, sensible y enamorado
de la poesía que aprendió cantando y escuchando tangos nos dice: "Yo le
sugiero a todos quienes “hacen” tango, que respeten las músicas, que respeten
las letras y que antes de grabar se metan dentro del argumento de las letras;
precisamente por una razón muy simple y honesta, nosotros estamos usando el
talento de los escritores y los músicos y lo menos que podemos hacer es
respetar lo que ellos escribieron. No deformar la música a nuestra
conveniencia. Hoy escucho grabaciones donde la música no tiene nada que ver con
lo que escribió el autor. No muchachos, no. Al deformar la música, el tango
pierde armonía, pierde belleza, porque el que la escribió se quemó las pestañas
para encontrar los acordes y para lograr la debida armonía. Lo menos que
podemos hacer es respetarlo, cantar según la música tal cual la escribió el
autor y no acomodar la letra a nuestra conveniencia. No, no, respetemos, ya que
estamos usando ese talento sin pagar nada y viviendo de él".
Así, sin desearlo y ansioso de seguir escuchándolo, me despedí de Oscar Ferrari en la puerta del edificio donde vive, en pleno centro de nuestro sentido Buenos Aires.
A continuación, recordamos a Oscar Ferrari, con dos interpretaciones: Tu piel de jazmín, en el programa La noche con Amigos, presentado por Lionel Godoy, y El día que me quieras, junto a Aníbal Arias, en guitarra.