Shahak Shapira, un joven de 26 años, sufrió hostigamiento
antisemita. Perdió a varios familiares en el Holocausto y a su abuelo en el
atentado de los Juegos Olímpicos de 1972, en Múnich. Y, a pesar de todo, vive
en Alemania. La tía abuela de la cantante israelí Rilli Willow murió en
Auschwitz, pero Rilli se casó con un cristiano alemán y vive en Berlín. El
cocinero alemán Tom Franz se convirtió al judaísmo, se casó con una israelí y
vive en Tel Aviv. También la escritora alemana Sarah Stricker trabaja y vive en
Israel. Cuatro ejemplos de una nueva generación de israelíes y alemanes que
demuestran que, incluso tras los capítulos más oscuros de la historia alemana,
la gente puede volver a convivir en paz y amistad.