José Libertella nació en Calvera, Italia, el 9 de julio de 1933 y murió en París, Francia, el 8 de diciembre de 2004. Bandoneonista, compositor, arreglador y director de orquesta.
El sitio www.todotango.com
publicó este recordatorio, firmado por Miguel Frías
A la resignada hora del consuelo, habrá que decir que lo
aguardaba un final acorde con su vida: en una París otoñal durante una de las
tantas giras del Sexteto Mayor, a horas de un concierto (que finalmente sus
compañeros dieron en su homenaje), tras una súbita crisis cardiaca le llegó la
muerte sin largos prólogos. Tenía 71 años, treinta y uno de ellos al frente del
conjunto que había creado con Luis Stazo. Acababa de recibir en Buenos Aires el
premio a la trayectoria del Fondo Nacional de las Artes. Estaba haciendo Tango
Pasión, dos palabras que resumen su destino.
Un día antes, se sintió mal al bajar de un ómnibus en la
ciudad que visitó más de dos docenas de veces. Allí era feliz, aunque le
preocupaba que pudieran olvidarlo en la Argentina. En abril de 2003, en el 30
aniversario del sexteto, confesó: «Aunque vivimos de gira, nos presentamos todo
lo posible en Buenos Aires, porque sabemos que no hay nada peor que el olvido.
Cuando actuamos en Champs Elysées, después de la función vamos siempre al mismo
restaurante. Al entrar sale un aplauso de cada rincón. Pero ocurre en París, si
no lo ve la familia no es lo mismo».
Nació en Calvera, Italia, su padre Juan construía tejas y
trabajaba la tierra, fue el primero en emigrar a la Argentina. José lo siguió
el 7 de junio de 1934, tenía once meses, viajó en el buque Principessa María en
brazos de su madre. «Mi niñez en Villa Lugano fue tranquila hasta que vi a un
tipo tocando el bandoneón cerca de mi casa. Fue una magia: yo tocaba un poco la
verdulera de mi tío, pero era otra cosa. Mi primer bandoneón estaba medio roto.
Había sido del conjunto Los Viudos, que tocaban por lo pueblos y como chiste
hacían que la gente pateara el bandoneón. Lo compré por 170 pesos y mi papá
pagó una parte en chapas de zinc. Lo empecé a estudiar con varios maestros,
perfeccionándome luego con Francisco Requena y con Marcos Madrigal. Hasta que
un día me escuchó Humberto Canaro y me dijo: "Venite p’al centro o te vas
a quedar entre los yuyos"».
Así comenzó una carrera extraordinaria no solo como
bandoneonista, también como director de orquesta, arreglador y compositor, con
títulos como “Rapsodia de arrabal”, “París otoñal”, “Universo”, “Bajo
romántico”, “Y a pesar de todo” y “Organito arrabalero”, entre otros.
En 1948, integró la fugaz orquesta de Alberto Suárez
Villanueva. En 1950, la de Osmar Maderna donde conoció a Luis Stazo. Al
fallecer Maderna prosiguió hasta 1955 en la Orquesta Símbolo dirigida por
Aquiles Roggero. Luego lo requiere Carlos Di Sarli y tiene en la línea fueyera
como compañeros a Alfredo Marcucci y Julián Plaza. Integró el conjunto de Ángel
Vargas —cuando se separó brevemente de D'Agostino—, después formó su propio
conjunto que dirigió y arregló durante siete años (1959-1966) y acompañó a
Miguel Montero, con quien realizó seis discos larga duración.
En 1967, creó el Cuarteto Gloria: Jorge Dragone (piano),
Claudio González (violín), Rafael Ferro (bajo) y Pepe(bandoneón) para darle el
marco orquestal a Edmundo Rivero en su gira por Japón, allí Libertella tiene
editados once discos, lo que remarca la admiración que siempre ha despertado en
aquel país. Por esa época se presentó en la Avenida Corrientes en Patio de
Tango, como también ofreció algunos conciertos en el desaparecido Teatro Apolo,
llegando con aquellos músicos a la sala de grabación del sello Odeon, entre
otros estaban Raúl Volinier (piano), Eduardo Walczak (violín), Alberto Celenza
(bajo), Adriano Fanelli (cello), Andrés Rivas (viola) y él como director.
El 23 de abril de 1973, fue una fecha fundamental en su trayectoria,
se crea el Sexteto Mayor, con presentación en La Casa de Gardel. Dijo al
respecto: «Al principio creíamos que íbamos a durar quince días, entre otras
cosas porque nuestros violinistas tenían mucho trabajo en otros géneros,
grababan todo los días y llegaban agotados. Con decir que Fernando Suárez Paz
se durmió en escena tocando su solo de “Otoño porteño”».
Comienzan las giras por nuestro país y por Latinoamérica,
pero la primera gran ovación y repercusión posterior fue cuando en 1981 actúan
en París en la inauguración de Trottoirs de Buenos Aires, donde estuvieron
presente, Julio Cortázar, Ives Montand y Paloma Picasso, entre otros.
Comenzaba la conquista de Europa y el resto del mundo. Luego
la total consagración con el recordado espectáculo Tango Argentino. Dijo:
«Hacemos cosas tradicionales y otras no tanto, pero muy audibles». En 1992, la
creación de otro espectáculo: Tango Pasión, que no se detuvo —para Pepe— hasta
su último día, cuando comenzó a comprender que nunca sería olvidado.
Publicado en el diario Clarín el 9 de diciembre de 2004.
A continuación, recordamos a José Libertella, con su interpretación del Tango La Cachila, junto a Luis Borda en guitarra, Mauricio Marcelli en violín, Diego Schissi en contrabajo, y Oscar Giunta en batería.
A continuación, recordamos a José Libertella, con su interpretación del Tango La Cachila, junto a Luis Borda en guitarra, Mauricio Marcelli en violín, Diego Schissi en contrabajo, y Oscar Giunta en batería.