Johann Christian Friedrich Hölderlin nació en Lauffen am Neckar, Wurtemberg, Alemania, el 20 de marzo de 1770 y murió en Tubinga, Alemania, el 7 de junio de 1843. Poeta.
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Friedrich Hölderlin (Lauffen am Neckar, Alemania, 1770 -
Tubinga, id., 1843) Poeta alemán. Al morir su padre, administrador del
seminario protestante de Lauffen, cuando él tenía dos años, su madre casó en
segundas nupcias con Johann Christoph Gock, consejero municipal de Nürtingen,
donde Hölderlin se crió junto con su hermana y su hermanastro. En 1784 ingresó
en un colegio preparatorio para el seminario, en Denkendorf, y en 1788 entró
como becario en el seminario de Tubinga, donde trabó amistad con Hegel y
Schelling, a partir de 1791.
Muy influido por Platón y por la mitología y cultura
helénicas, se apartó sensiblemente de la fe protestante. En 1793 salió del
seminario provisto de la licencia que le permitía ejercer el ministerio
evangélico, pero decidió no dedicarse a su carrera, sino emplearse como
preceptor. Schiller le proporcionó una plaza para ocuparse del hijo de
Charlotte von Kalb, en Waltershausen, aunque pronto abandonó su puesto, dada la
limitada influencia que ejercía sobre su alumno, y se instaló en Jena, uno de
los principales centros intelectuales del país. Asistió a clases impartidas por
Fichte, y Schiller le publicó un fragmento del Hiperión en su revista Thalia.
Falto de recursos, volvió a Nürtingen en 1795, antes de ser
introducido en casa del banquero Gontard, en Frankfurt, siempre como preceptor.
Susette, la esposa de Gontard, mujer al parecer de gran belleza y sensibilidad,
habría de convertirse en su gran amor; tanto en sus poemas como en el Hiperión
se referiría a ella con el nombre de «Diotima». Su amor fue correspondido, y el
poeta describió su relación en una carta como «una eterna, feliz y sagrada
amistad».
A pesar de su trabajo y de los viajes que debió efectuar con
la familia Gontard a causa de la guerra, fue una época de intensa actividad
literaria, y en 1799 finalizó su novela epistolar Hiperión. En septiembre de
1798 tuvo que abandonar la casa de los Gontard, después de vivir una penosa
escena con el marido de Susette. Se entrevistó varias veces en secreto con
ella, hasta que se trasladó a Homburg, por consejo de su amigo, Isaak von
Sinclair.
Emprendió entonces su tragedia La muerte de Empédocles e
intentó lanzar una revista intelectual y literaria, que fracasó. En 1800 fue
invitado a Stuttgart, donde tuvo tiempo para dedicarse a la poesía y traducir a
Píndaro, que ejercería una gran influencia sobre sus himnos. A finales del año
aceptó otro puesto como preceptor en Hauptwil, Suiza; se ignora por qué razones
abandonó su trabajo, en abril de 1801, y volvió con su madre, a Nütingen. Hasta
enero de 1802, cuando obtuvo un cargo en casa del cónsul de Hamburgo en
Burdeos, trabajó ininterrumpidamente en su obra poética.
Al aparecer los primeros síntomas de su enfermedad mental, en abril abandonó una vez más su puesto. Sinclair le comunicó por carta la muerte de Susette Gontard, el 22 de junio de 1803, en Frankfurt. Tras un período de gran violencia, su trastorno mental pareció remitir. Sinclair lo llevó de viaje a Ratisbona y Ulm y, a la vuelta, escribió El único y Patmos, dos de sus obras maestras. Por influencia de su amigo obtuvo la plaza de bibliotecario de la corte, en el palacio del landgrave de Homburg.
Como sus crisis mentales se hicieran cada vez más
frecuentes, en 1806 fue internado en una clínica de Tubinga, sin que se
produjera mejoría en su estado. Un ebanista de la misma ciudad, entusiasmado
por la lectura del Hiperión, lo acogió en su casa en 1807. Allí permaneció
hasta su muerte, en unas condiciones de locura pacífica que se prolongaron
durante treinta y seis años.
La obra de Hölderlin tiene en su eje central el intento de
hallar el sentido y esencia de la lírica en los momentos históricos convulsos
que le tocó vivir. Los juveniles Himnos (1793), en los que canta a la belleza,
la libertad y el genio de la adolescencia, sufren aún la influencia de Schiller
y ensalzan los "ideales de la humanidad". Las Elegías (1793), sobre
todo "Grecia" y El destino", son ya un lamento por lo
desaparecido e incluyen una propuesta fundamental en Hölderlin: el impulso
hacia un nuevo helenismo. Hiperión (1797-1799) es un texto a mitad de camino de
la novela epistolar y de la llamada "de iniciación", que comparte
también las características confesionales de un diario íntimo y anticipa
múltiples aspectos de la sensibilidad romántica.
A partir de 1797 el poeta escribió los fragmentos de
Empédocles, su única incursión en la dramaturgia, que debía ser una tragedia
clásica que trabajó en múltiples versiones. Su protagonista encarna para él al
poeta y visionario en quien se refleja la armonía inherente a la unicidad
total, y la serenidad que acompaña a la maduración para la muerte. Las Poesías
(1799) aparecieron mayoritariamente en el Musenalmanach de Schiller y en el
Taschenbuch für Frauenzimmer von Bildung, y son formalmente clásicas y hasta deliberadamente
arcaicas en ocasiones. Las colecciones conocidas como Lírica tardía contienen
los poemas escritos entre 1801 y 1808, y se publicaron en vida del autor.
Los poemarios editados por Uhland y Schwab en 1826, y
también, póstumamente, las Obras completas publicadas por Schwab en 1846,
incluyen algunos de los inquietantes textos escritos durante la apacible
demencia del autor, que él gustaba atribuir a un alter ego al que llamaba
Scardanelli. A finales del siglo XIX la obra del poeta alemán fue recuperada y
ensalzada por los simbolistas, a través de los cuales ha venido ejerciendo una
influencia creciente en las letras europeas.
A continuación, recordamos a Friedrich Hölderlin, con el
poema El Amor, en la interpretación de Christian Brückner.
EL AMOR
Olvidad a los amigos, insultad a vuestros allegados, injuriad a vuestros poetas —¡tal es vuestra gratitud!— y que Dios os lo perdone. Pero
respetad el alma de aquellos que se aman.
Decidme si aún es posible vivir humana vida, cuando toda frente se inclina bajo el yugo de una inquietud servil. Así, pues, desde hace mucho, el dios pasa indiferente sobre nuestras cabezas.
Mas por frío que sea el año y falto de cantos, en el tiempo señalado las briznas de hierba germinan en la tierra blanca todavía nevada, y a menudo se oye el canto de un ave solitaria.
Cuando poco a poco el bosque sale de su letargo, cuando el río se mece y la brisa ya
suave sopla del Sur, entonces a la hora elegida y en la que confiamos, mensajera de la estación más
hermosa, del suelo duro y bravo surge solitario y completo, más insigne y dulce que ninguno, el amor, hijo de Dios, solamente de Dios.
¡Bendita seas, celestial planta que hacen crecer mis cantos, tú, a la que nutre con su potente savia el néctar del Éter y madura la luz creadora!
¡Crece, sé bosque, mundo con más alma y desplegado en su plenitud! Lenguaje de los que
se aman, sé el de todo las tierras!
¡Que su alma sea el grito de un pueblo entero!