En Dios Me Liberman, por nacionalrock y Nacional Rock 93.7 conversamos con Ernesto Acher sobre el espectáculo La verdadera Cenicienta. Cuento musical para toda la familia, que se presenta todos los domingos a las 11:30, en el auditorio Astor Piazzolla del Centro Cultural Borges, Viamonte 525. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Conducción: Leonardo Liberman / Puesta en el aire: Diego Girau / Coordinación: Guillermo Cabezudo
Ernesto Acher y Jorge de la Vega presentan La verdadera Cenicienta. Cuento musical para toda la familia, todos los domingos a las 11:30 en el auditorio Astor Piazzolla del Centro Cultural Borges, Viamonte 525. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Inspirado en La Cenicienta como punto de partida hacia una
historia cómica y delirante. Cada personaje tiene un tema musical que lo
ilustra y que aparece cuando el texto lo menciona. De la mano de la voz en off
del legendario Pelusa Suero (reconocido, entre otros, por sus voces en los
dibujos animados de García Ferré), que hila las escenas en las que irán
apareciendo la Madrastra, la Cenicienta, el Rey, el Príncipe, el Espejo
espejito, el Hada Madrina y otros personajes.
Idea y guión: Ernesto Acher-Jorge de la Vega / Música:
Ernesto Acher / Jorge de la Vega (flauta y quenas), Ernesto Acher (clarinete y
clarinete bajo), Silvio Murano (primer violín), Jorge Caldelari (segundo
violín), Emilio Astolfi (viola), Ana Faingerch (cello) y Manuel Núñez
(teclado). Relator en off: Pelusa Suero.
“La verdadera Cenicienta” es el resultado de varios años de
intensa investigación, ya que ambos artistas sospecharon desde su niñez que
había una historia oculta detrás del cuento oficial.
Recomendamos especialmente a los mayores prestar atención,
pues gracias a esta obra podrán reconocer los años vividos bajo un engaño
flagrante. La investigación se basó la recopilación de datos obtenidos
por intermedio de: escuchas telefónicas, testigos encubiertos, declaraciones
voluntarias y averiguación de antecedentes (incluidos los de Acher y de la
Vega, individuos musicalmente “muy sospechosos”). Para confirmar la veracidad de la investigación nos gustaría
dar más información, pero por razones obvias no podemos revelar la identidad de
los testigos encubiertos… Ellos son: Caperucita Roja, Pedro, el Lobo (el lobo de
Pedro, ya que el de Caperucita no quiso colaborar por tener un juicio pendiente
por daños y perjuicios al honor y la buena imagen), La Sirenita (amiga íntima)
y La 99, quien aportó valiosos datos desde su trabajo como espía secreta. Queremos advertir que la obra cuenta con escenas explícitas
y vocabulario de alto contenido fantasioso, por lo que la presencia en la sala
de padres, tutores o encargados quedará bajo la exclusiva responsabilidad de
los chicos.
Ernestito Acher |
Nací en Buenos Aires, siendo muy pequeño aún. A los tres
años ya me sentaba en el piano, y después mi mamá me explicó que para tocar era
más fácil si me sentaba en el taburete. Mi primera maestra fue mi tía Chola,
que después se mudó a Israel. Nunca supe si por propia voluntad o de vergüenza
por cómo yo tocaba.
En la escuela secundaria descubrí el jazz, la música
clásica, el tango… Después me enteré que hacía bastante que existían, pero
igual me gustaron, y como siempre me atrajeron los instrumentos, probé con el
clarinete y la trompeta. Luego probé con la arquitectura, pero no pude sacarle ni un
sonido.
Años más tarde entré en Les Luthiers, en donde encontré un
montón de elementos de lo más estrafalarios: algunos eran instrumentos muy
divertidos y otros fueron mis socios y amigos por muchos años. Después armé un grupo que se llamó La Banda Elástica, en
donde ya éramos creciditos (manera delicada de decir grandulones) pero
igualmente jugábamos a hacer música y nos divertíamos como chicos.
También se me dio por jugar con un palito, llamado batuta,
que en general le sirve a los directores para conducir una orquesta y a mí me
sirve más que nada para impresionar a los amigos y espantar las moscas. Y
también compartir el homenaje a Gershwin con mis queridos Jorge Navarro y Baby
López Furst.
Ahora vuelvo con uno de mis primeros amores, el clarinete.
El centro de mi vida siempre fue la música y, como en toda
historia de amor, nunca sabré si ella me quiere tanto, pero yo la adoro y con
eso soy feliz.
Jorgito de la Vega |
Yo nací… en Mendoza. Bueno, nadie es perfecto.
Yo era un niño muy aplicado y obediente.
Un día mi mamá, en un ataque de democracia maternal, me
dijo: “Nene, si no elegís un instrumento, te lo elijo yo”.
Mi mamá es una de esas de las que hay una sola. Y yo,
libremente, elegí la flauta traversa. Entonces le dije: “Yo quiero tocar folklore, música bien
nacional”.
Fue entonces cuando decidió que mi profesor sería el
flautista sueco Lars Nilsson.
Un día, luego de egresar de la Facultad de Artes de la UNC,
decidí agasajar a mi mamá en su cumpleaños tocando el Cumpleaños Feliz. Cuando
terminé de tocar, conmovida y con lágrimas en los ojos, ella gritaba parada
sobre una silla: “¡al Colón, al Colón!”.
Como les dije, yo era un chico muy
obediente, así que en el año ’83 me incorporé a la Orquesta Estable de Teatro
Colón como Primera Flauta Solista.
Luego me perfeccioné en Alemania con el Prof. Paul Meisen y
toqué en varios países de Europa y América. Pero mi mamá dice que eso no es
importante porque ella no estuvo en ninguno de esos conciertos. Cuando volví, grabé varios discos con músicos que admiro
mucho como Eduardo Lagos, Carlos Franzetti, Néstor Marconi, Rodolfo Mederos y
Dario Volonté, entre otros.
Pero esto me llevó a una experiencia muy traumática: un día
descubrí que la cantidad de discos míos que mi mamá tenía en su discoteca era
igual al número de ventas de la compañía discográfica.
Espero que el espectáculo les guste y lo recuerden por mucho
tiempo.
Si no, le cuento a mi mamá.
Prensa y difusión: Karina Nisinman / Carolina Alfonso