Arthur Rubinstein, nació en Łódź, Polonia, el 28 de enero de
1887 y murió en Ginebra, Suiza, el 20 de diciembre de 1982. Pianista.
Empezó a estudiar piano a los tres años y poco después pasó
a la tutela del músico Alexander Rozincki, que rápidamente se desesperó ante la
pereza del pupilo para realizar los ejercicios que se le exigían.
Su enorme talento musical lo llevó a dar su primer concierto
en público a los 6 años.
Las posteriores experiencias con profesores polacos
siguieron un curso desafortunado, y en 1897 se fue a Berlín para conocer a Joseph
Joachim, afamado violinista y amigo de Johannes Brahms.
El músico alemán quedó maravillado y se ocupó inmediatamente
de su educación musical, en la cual también participaron Max Bruch, Heinrich
Barth y R. Hahn.
En 1900 se presentó ante el público berlinés bajo la
dirección de Joseph Joachim y acompañado por la Orquesta Filarmónica de la
ciudad interpretando el Concierto para piano Nº 23 de Mozart, el Concierto para
piano Nº 2 de Camille Saint-Saëns, obras de Schumann y de Chopin.
En 1904 debutó en París, donde poco más tarde fijó su
residencia y dos años después dio su primer concierto en los Estados Unidos, en
el Carnegie Hall, con la Orquesta de Filadelfia. El recibimiento fue frío, y la gira posterior tampoco estuvo
marcada por el éxito.
Siguieron conciertos en Austria, Italia y Rusia. En 1912
debutó en Londres, donde se presentó con el violonchelista Pau Casals.
Al estallar la primera guerra mundial, no volvió a actuar en
Alemania y vivió principalmente en la capital británica, ejerció de traductor,
pues dominaba ocho idiomas, y tocó junto al violinista Eugène Ysaÿe.
En 1916 y 1917 dio conciertos en Sudamérica y en España y se
interesó por Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Enrique Granados y Villa-Lobos,
cuyas obras pasaron a formar parte de su repertorio.
Le agradaba tocar en los países del sur, especialmente en
España. Allí gustaba su temperamento desenfrenado, su ligereza, su ímpetu.
Los
cuatro conciertos planeados para 1916, pronto totalizaron más de
cien. Estableció una relación con la Casa Real, y el rey Alfonso le otorgó un pasaporte
español para que pudiera viajar libremente en sus recitales en plena Primera
Guerra Mundial.
Gracias al reconocimiento que obtuvo en muchos países de habla hispana, lo
declararon hijo adoptivo y se convirtió en uno de los más significantes
intérpretes de su música.
En los años veinte, después de una segunda gira por los
Estados Unidos, tocó principalmente en Europa.
En la década de 1930 Rubinstein encausó con renovadas
fuerzas su dedicación a la música, se impuso autodisciplina y llegó a practicar
hasta dieciséis horas al día.
El esfuerzo tuvo su recompensa. En su reaparición en el
Carnegie Hall en 1937, fue aclamado como un genio y toda la gira por los Estados
Unidos fue triunfal.
Tras la invasión alemana de París en la Segunda Guerra
Mundial, se trasladó con su familia a los Estados Unidos, país cuya
nacionalidad obtuvo en 1946.
En las décadas siguientes dio conciertos por todo el mundo,
realizó multitud de grabaciones y trabajó con músicos de renombre como Jascha
Heifetz, Emanuel Feuermann, Henryk Szeryng y Gregor Piatigorsky.
Después de más de veinte años de ausencia, en 1958, volvió a
tocar en Polonia, donde el público lo
honró con lágrimas y una ovación de pie, la segunda en la historia de este
país, después de la que recibió Paderewski.
Siguió tocando hasta una edad muy avanzada, y debido a una
ceguera progresiva se retiró en 1976. Su última actuación tuvo lugar en el
Wigmore Hall de Londres.
Seguidamente, Arthur Rubinstein a los 90 años, en una entrevista realizada por Robert MacNeil, en 1975.