Hans Hotter nació en Offenbach am Main, Alemania, el 19 de
enero de 1909 y murió en Grünwald, Múnich, Alemania, el 6 de diciembre de 2003.
Bajo-Barítono.
Hans Hotter es referencia ineludible como Wotan en El anillo
del nibelungo, El holandés errante y el zapatero Hans Sachs en Los maestros
cantores de Núremberg, además de Pizarro en Fidelio de Beethoven, Falstaff de Verdi,
el Rey Marke en Tristan und Isolde, el Gran Inquisidor en Don Carlos, Borromeo
en Palestrina, Borís Godunov, el poeta Olivier de la ópera Capricho, papel que
Richard Strauss compuso para el y Gurnemanz en Parsifal.
Por su altura, medía dos metros, sus colegas vieneses lo
llamaban "Dios", porque Hotter fue el dios Wotan por excelencia en El
anillo del nibeluno.
Su voz poseía extraordinaria riqueza timbrica y
resonancia, inmenso volumen, fiato inmaculado, regulaciones dinámicas
escalofriantes y nobleza de canto sin par.
Hotter fue además un incomparable cantante de Lied,
especialista en obras de Hugo Wolf, Loewe, Schumann, Nicolai, Reger y en
especial del ciclo Winterreise de Franz Schubert del que realizó tres
grabaciones y de cantatas y oratorios de Bach y Brahms.
El crítico y musicólogo argentino Jorge D'Urbano en uno de
sus conciertos en Buenos Aires en 1961 escribió: Resulta difícil imaginar un
artista, cuya voz y porte encuentran adecuado ambiente en el Wotan wagneriano o
en el Gaspar del “Freischutz”, capaz de afrontar el refinamiento y la
delicadeza expresiva de Schubert. El problema de muchos cantantes es que tienen
poca voz para la parte que desempeñan. El de Hotter es que tiene demasiada voz
para “El viaje de invierno”. Es materia de rendida admiración para este oyente
que haya podido reducirla a los límites extremos sin perder en el intento nada
de su dominio expresivo ni de su control técnico. Su enfoque de la obra no es
anecdótico. Por encima de los contrastes dramáticos que ella ofrece, destacó
siempre el clima espiritual y la continuidad de su particular emoción. Y
habiendo renunciado a cualquier efecto expresivo que no fuese indispensable
para la necesaria comprensión del asunto, la austeridad que puso en juego fue a
la vez intensa y convincente. Cuando finalizó el último lied, tan cargado de
presagios y pertinaz insistencia, había en la sala una tensión emocional cuya
calidad sólo alcanzan los grandes artistas.... Cuando salí de la sala estaba
seguro de haber escuchado una notable interpretación. Pero, a diferencia de
tantas veces, la música siguió madurando dentro de mí y a medida que pasaron
las horas fue creciendo mi admiración hasta el punto de comprender que había
escuchado algo absolutamente memorable. No tengo reparo en confesarlo. Y sí
agradecimiento por quienes consiguieron que me enriqueciera en semejante
proporción.
Sus versiones de la cantata Ich habe genug de Bach, de los
Cuatro cantos serios de Brahms, así como del Requiem Alemán y los Tres sonetos
de Michelangelo de Wolf marcan cimas del canto lírico.
Hans Hotter escribió: "Mi asociación con Wotan fue
producto de la naturaleza y el destino, pero fue un éxito más artístico que
personal; en mi corazón soy un cantante de canciones de cámara".
Con más de 100 papeles, desde todo punto de vista, fue uno
de los colosos del canto del siglo XX.
Completamos este recordatorio dedicado a