Elisabeth Abegg, Alemania.
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Elisabeth Abegg |
Elisabeth Abegg, nacida en Estrasburgo, capital de Alsacia,
(actualmente en Francia), era una profesora de historia. Fue
influenciada profundamente por las enseñanzas cristianas
universalistas de Albert Schweitzer, el gran teólogo, humanista y
médico alsaciano. Abegg se trasladó a Berlín y comenzó a enseñar
en el Luisen Mädchenschule, una escuela elegante para niñas de
la capital alemana. Se empeñó en inculcar en sus alumnas –muchas
de las cuales provenían de hogares judíos- sus creencias
humanísticas, que se centraban en la santidad de la vida humana.
Cuando los nazis asumieron el poder Abegg entró en conflicto con el
director nazi del colegio, recientemente nombrado. Se vio obligada a
cambiar de colegio y en 1940 fue forzada a retirarse prematuramente
como consecuencia de una delación. A pesar de haber sido señalada
por las autoridades como poco fiable desde un punto de vista
político, continuó teniendo contactos con sus amigos y exalumnos
judíos. Cuando Anna Hirschberg, su amiga desde hacía 40 años fue
deportada al Este, Abegg comprendió el verdadero significado de la
persecución de los judíos por los nazis y decidió hacer todo lo
que estuviese en su poder para salvar a otros judíos. Convirtió el
apartamento de tres habitaciones y media, que compartía con su madre
de 86 años y su hermana Julia, en un refugio temporal y punto de
reunión para judíos que habían pasado a la clandestinidad. En
conjunción con sus camaradas del movimiento cuáquero escatimó su
propia comida y la de su hermana para suministrar cartillas de
racionamiento a sus protegidos; puso a la venta sus propias joyas
para organizar la fuga subrepticia de Jizchak Schwersenz a Suiza,y
consiguió documentos falsos para otros; se dirigió a Liselotte
Pereles, la directora de una guardería en Berlín, para convencerla
de que pasase a la clandestinidad con su sobrina Susi, de ocho años.
La mayoría de los que acudían a su puerta pidiendo ayuda eran
completos desconocidos, pero ella nunca vacilaba y asumía riesgos
cada vez mayores, a pesar de que sus vecinos eran nazis activos. En
1957, al cumplir los 75 años, algunos de los supervivientes que
había salvado le dedicaron una colección mimeografiada de memorias
titulada "Cuando una luz penetró las tinieblas".
El 23 de mayo de 1967 Yad Vashem reconoció a Elisabeth Abegg
como Justa de las Naciones.