Roberto Firpo nació en Las Flores, provincia de Buenos Aires, el 13 de mayo de 1884 y murió en Buenos Aires, el 14 de junio de 1969. Pianista, director de orquesta y compositor.
El Sitio www.todotango.com
publicó este recordatorio firmado por Roberto Selles y Néstor Pinsón
Tanto como director, intérprete o compositor, Roberto Firpo
es uno de los primeros evolucionistas con que ha contado el tango. En aquellos días iniciales de las típicas, él estableció
definitivamente el piano en la orquesta de tango.
Como ejecutante, fue dueño de un finísimo estilo -como puede
comprobarse en los exquisitos solos que grabó- e inició el uso del pedal, que
ofrece una mayor resonancia. Como compositor, introdujo en el tango el aire
romántico, que hasta entonces era ajeno a ese género creado para los pies de
los bailarines.
«Doscientos pesos me costó el día más feliz de mi vida»,
aseguraba don Roberto al referirse a la compra de su primer piano. Para ello,
debió trabajar duro desde pequeño, desde que abandonó el quinto grado para
ayudar a su padre en el almacén de la ciudad bonaerense de Las Flores, donde
había nacido el 10 de mayo de 1884. Pocos años más tarde, ya adolescente, con
unos escasos mangos en el bolsillo de sus primeros largos, arribó a Buenos
Aires en busca de horizontes más promisorios que los que podía ofrecerle el
campo, y se desempeñó como dependiente de almacén, albañil, peón de lechero,
obrero en una fábrica de calzados y en la fundición Vasena. En fin, una
infinidad de empleos que le permitieron reunir con gran esfuerzo la suma para
el instrumento tan ansiado.
Andaba entonces por los 19 años, y comenzó a tomar lecciones
con uno de los grandes de la época, Alfredo Bevilacqua, autor de
"Venus", "Independencia", "Apolo" y otros
clásicos. Cuatro años más tarde, en 1907, se develaba un inspirado compositor
con "La Chola", "El compinche" y "La gaucha
Manuela". Pero, además, debutaba profesionalmente integrando un trío con
Francisco Postiglione en violín y Juan Carlos Bazán en clarinete, para tocar
nada menos que en lo de Hansen, a razón de tres pesos por noche y el permiso
para pasar el platito.
Fue en otro local palermitano, El Velódromo, donde uno de
los miembros del trío, Bazán, comenzó a soplar una llamada de clarinete, a fin
de atraer a la clientela que pasaba rumbo a lo de Hansen. El resultado fue que
este último quedaba casi vacío, mientras que El Velódromo se colmaba de
público. Para solucionar el inconveniente, el empresario del primero volvió a
contratarlos, esta vez por la suma de ¡dos pesos para cada uno! Finalmente,
aquella llamada de Bazán se convirtió en el comienzo de su tango "La
chiflada".
En 1913, formó su primera orquesta, y de ese año datan sus
éxitos iniciales: "Argañaraz", "Sentimiento criollo",
"De pura cepa" y "Marejada".
En el año siguiente, aparecía "Alma de bohemio",
un tango donde el aire romántico se hace completamente perceptible y que
constituye, sin duda, su obra más célebre.
Otros de sus tangos son "El compinche", "El
ahorcado", "Fuegos artificiales" (a medias con Eduardo Arolas),
"Didí", "El bisturí", "El amanecer" (el primer
ejemplo de música descriptiva en el género), "El gallito", "El
rápido", "Vea Vea", "El apronte",
"Montevideo", "La carcajada" y muchos otros. Fue también un
apasionado cultor del vals, de los que produjo una gran cantidad, en general
con gran repercusión en la época: "Pálida sombra", "Horizonte
azul", "Noche calurosa", "Ondas sonoras", "Noches
de frío" y otros.
En 1916, le tocó estrenar, en Montevideo, el que se
convertiría en el tango de los tangos, "La cumparsita", de Gerardo
Hernán Matos Rodríguez, que por entonces era una página de dos partes. Firpo, a
la moda de la Guardia Vieja, le compuso la tercera. Tiempo después se
arrepentiría de no haberlo firmado conjuntamente: los derechos de "La cumparsita"
reportaron millones de pesos.
Con respecto a este tango fundamental, el mismo Firpo
recordaba: «En 1916 yo actuaba en el café La Giralda de Montevideo, cuando un
día llegó un señor acompañado de unos quince muchachos -todos estudiantes- para
decirme que traían una marchita y querían que yo la arreglara porque pensaban
que allí había un tango. La querían para la noche, porque la necesitaba un
muchacho llamado Matos Rodríguez. En la partitura en dos por cuatro aparecía un
poco la primera parte y en la segunda no había nada. Conseguí un piano y
recordé dos tangos míos compuestos en 1906 que no habían tenido ningún éxito:
"La gaucha Manuela" y "Curda completa". Y le puse un poco
de cada uno. A la noche lo toqué con Bachicha Deambroggio y Tito
Roccatagliatta. Fue una apoteosis. A Matos Rodríguez lo pasearon en andas. Pero
el tango se olvidó, su gran éxito comenzó cuando le adosaron la letra de
Enrique Maroni y Pascual Contursi».
En más de una oportunidad, debió compartir el escenario con
el dúo Gardel-Razzano, además de soportar sus incansables bromas. Cierta vez,
cuando Firpo interpretaba el pasodoble "¡Qué salga el toro!", en el
momento en que uno de los integrantes de la orquesta gritaba el título en medio
de la interpretación, Carlitos -usando sus índices a modo de cuerno- arremetió
contra los músicos que fueron a dar por el suelo. Más allá de tan terribles
bromas, Firpo y Gardel-Razzano grabaron juntos, por única vez, en 1917, el
tango fue "El moro", en cuya etiqueta no figuró, extrañamente, el
nombre de los cantores, salvo -claro está- como autores. ¿Venganza de Firpo?
No, lo que ocurrió en realidad es que no estaba previsto ningún tipo de
vocalización. ¿Qué ocurrió entonces? Cuenta la anécdota que Gardel y Razzano
irrumpieron en la sala de grabación y la broma, en este caso, consistió en
cantar la letra del estilo sorprendiendo al maestro Firpo. La empresa
discográfica editó el disco sin modificar la etiqueta del disco.
Armenonville, El tambito, Palais de Glace, Bar Iglesias,
L'Abbaye, Teatro Buenos Aires, Teatro Nacional, Salón San Martín -el famoso
Rodríguez Peña-, Colonia Italiana, son sólo algunos de los muchísimos sitios
por donde deambulaba Firpo con sus conjuntos, primero, y con su orquesta
después. Todos ellos le reportaron fama y dinero. Y más dinero aún a raíz de
las grabaciones que le ofrecían como consecuencia del éxito.
En 1930, sorpresivamente abandonó por un tiempo el tango. Él
mismo explicó el motivo a Héctor y Luis Bates: «Con el dinero que recibí por
las grabaciones me sentí ganadero. Todo lo que tenía lo invertí en hacienda. En
un año solamente llegué a ganarme un millón de pesos(...) Después vino aquella
tristemente célebre crecida del Paraná que diezmó mi hacienda; quise resarcirme
de tanta pérdida e intenté suerte en la bolsa. Allí perdí todo lo que me
quedaba. Tuve que volver al trabajo de antes, formé mi orquesta y empecé de
nuevo».
También volvió a la composición, con un título por demás
elocuente: "Honda tristeza".
La trayectoria de Firpo fue extensísima y en no pocas
ocasiones retornó al pequeño conjunto, como sus cuartetos de larga permanencia
y diversas formaciones -en el primero de ellos-, de 1933, ya tocaba Juan
Cambareri, El Mago del Bandoneón-, o su excelente Quinteto de Antes.
Firpo fue uno de los más grandes músicos del tango, de gran
erudición musical no obstante mantenerse dentro de la más pura escuela
tradicional del género.
Su labor discográfica es inmensa y seguramente han quedado
títulos sin registrar. Durante la etapa acústica de grabación hizo más de 1650
registros y al final de su carrera, allá por 1959, totaliza una cifra cercana a
las 3000 grabaciones.
El 14 de junio de 1969, convertido desde hacía tiempo en una
gloria viviente del tango, la vida le marcó el acorde final.
A continuación, recordamos a Roberto Firpo con su tango Cosas olvidadas, con letra de José María Contursi, en la versión de Roberto Firpo y su Orquesta Típica, cantado por Alberto Diale, en una grabación de 1940.