El caballero de la rosa, título original en alemán, Der Rosenkavalier Op. 59, es una ópera cómica en tres actos con música de Richard Strauss y libreto en alemán de Hugo von Hofmannsthal y el mismo compositor. Fue estrenada en Dresde el 26 de enero de 1911, por el director de orquesta Ernest von Schuch y la dirección artística de Alfred Roller.
Después de componer óperas como Salomé en 1905 y Elektra en 1909,
en donde asomaba la politonalidad, la atonalidad y el paroxismo expresionista,
con un texto dramático influido por el vocabulario freudiano de las pasiones
humanas, Strauss comunicó a Von Hofmannsthal su deseo de componer una ópera
distinta, al estilo de la ópera mozartiana, ligera, humorística y ambientada en
la sociedad del siglo XVIII.
A diferencia de las óperas anteriores, el libreto de Von
Hofmannsthal es original, no está basado en obras literarias existentes. El
título de la ópera alude a una costumbre inexistente inventada por Von
Hofmannsthal, que sirve de excusa para el desarrollo argumental.
A continuación, de Richard Strauss, la ópera El Caballero de
la Rosa Op. 59, en la versión de Elisabeth Schwarzkopf como La Mariscala, el
papel de Octavio interpretado por Sena Jurinac, el rol de Sophie cantado por
Anneliese Rothenberger y Otto Edelmann es el Baron Ochs, junto al Coro y el
Ballet de la Opera de Viena, y la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, dirigida
por Herbert von Karajan.
La acción se desarrolla en Viena, en los primeros años del reinado de la emperatriz María Teresa I, en el siglo XVIII.
Acto I: Dormitorio de la Mariscala
Amanece mientras la Mariscala y su joven amante, Octavian,
intercambian palabras de amor tras haber pasado una noche juntos.
Entra Mohamed, el criado negro de la princesa, con el
desayuno y Octavian se esconde. Sale de su escondite cuando Mohamed se retira y
la pareja sigue con su diálogo mientras toman el desayuno.
Se oyen ruidos fuera de la habitación. La Mariscala teme que
su marido, que se halla de cacería lejos de Viena, haya regresado de improviso,
por lo que Octavian se esconde y se disfraza de criada.
Apartando a los lacayos, el barón Ochs, primo de la
Mariscala, irrumpe en la habitación y comienza a hablar de su próximo
matrimonio con Sophie, la hija del acaudalado burgués Faninal. Le pide a su
prima que le recomiende a un noble que le entregue a Sophie una rosa de plata
en señal de compromiso, de acuerdo a la costumbre. Durante la conversación,
Ochs coquetea con Mariandel, que no es otro que Octavian disfrazado de criada.
Ochs se justifica ante la Mariscala diciendo que aún estando casado seguiría
persiguiendo a campesinas y criadas. Viendo la situación, la Mariscala propone
a Octavian como portador de la rosa.
Es la hora en que la Mariscala recibe a las visitas y la
habitación se llena de gente que acude a solicitar algún favor. Un tenor
italiano ofrece un aria sentimental, mientras el barón discute con un notario
sobre la dote de Sophie. Entre los visitantes se encuentra una pareja de
intrigantes italianos, Annina y Valzacchi, que ofrece sus servicios al barón,
quien los contrata para que localicen a Mariandel.
Todos se marchan y la Mariscala, en su soledad, piensa en el
futuro de la prometida, entregada a un ser tan desagradable como su primo, y
recuerda cómo fue obligada en su juventud a casarse con un hombre mayor al que
no amaba. Estos recuerdos la llenan de melancolía, y le hacen reflexionar sobre
el paso del tiempo y la vejez que se acerca irremediablemente.
Cuando Octavian regresa, la Mariscala le asegura que tarde o
temprano encontrará una muchacha de su edad de la que se enamorará, y la
abandonará para siempre. Esto enfurece al muchacho, que le asegura que nunca
dejará de amarle. Cuando Octavian se marcha, la Mariscala repara en que no se
ha despedido con un beso como era habitual y manda a sus criados a buscarle,
pero ya no le encuentran. Entonces, le envía la rosa que ha de presentar a la
prometida del barón.
Acto II: Sala de visitas en la casa de Faninal
En la mansión de Faninal se espera la llegada del caballero
que entregará la rosa de plata. Faninal, muy nervioso, trata de calmar a su
hija, mientras Marianne, el aya de Sophie, mira por la ventana la llegada de
Octavian.
Anunciado por una multitud de lacayos, Octavian entra
lujosamente vestido, y presenta la rosa de plata a Sophie, quien la acepta
extasiada; cuando ambos cruzan sus miradas, comienzan a sentirse
irresistiblemente atraídos.
Cuando la escolta se retira, ambos jóvenes se sientan a conversar,
pero son interrumpidos por la entrada del barón Ochs, escandalizando a Sophie
con sus groseros elogios. Luego, Ochs se retira a discutir el contrato de
matrimonio con el padre de la joven.
La pareja se queda a solas. Sophie afirma que no se casará
con el barón y ambos se abrazan declarándose su amor. Valzacchi y Annina los
sorprenden y llaman a Ochs, pero este no da importancia a lo sucedido. Octavian
dice al barón que Sophie jamás se casará con él y le reta a duelo. El barón se
muestra inexperto con la espada y Octavian le hiere levemente.
En medio de la confusión, Sophie le dice a su padre que
nunca se casará con Ochs, y Faninal amenaza con hacerle ingresar a un convento
si no accede a casarse. Entre tanto, Octavian contrata los servicios de Annina
y Valzacchi para salvar a Sophie de esta situación.
El barón, a quién los criados han dejado solo, se recupera
del susto bebiendo vino. Annina entra con una carta de Mariandel en la que le
pide una cita con ella, y Ochs vislumbra una conquista amorosa.
Acto III: Una habitación en una posada
Instigados por Octavian, Annina y Valzacchi preparan la
trampa que le han tendido al barón. Poco después, entran Ochs y Mariandel para
cenar en privado, mientras la falsa doncella se muestra tímida y nerviosa.
De repente unas extrañas apariciones se ven en distintos
lugares de la habitación, dejando perplejo al culpable barón. Luego, Annina
disfrazada de viuda, aparece con varios niños gritando que Ochs es su padre.
Llega la policía, y Ochs en su defensa presenta a Mariandel como su prometida
llamándola Sophie von Faninal, pero en ese momento aparece Faninal, quien llama
a su hija para que refute la absurda pretensión del barón.
Cuando Octavian susurra a la policía la verdad sobre su
disfraz, entra la Mariscala y comprende rápidamente todo lo ocurrido, haciendo
desistir a Ochs de su pretensión de casarse con Sophie. La Mariscala se queda a solas con los jóvenes amantes y
renuncia generosamente a Octavian a favor de Sophie. Luego abandona el lugar
junto al padre de Sophie, quién se siente feliz por haber cumplido su deseo de
ingresar en la nobleza. Octavian y Sophie quedan solos, y llenos de dicha
repiten su declaración de amor.