Innovar y generar impacto: la estrategia de Israel, el país líder en I+D
Beduinos en el desierto del Negev Crédito: Misión de Economía de Impacto |
Cuál es el ecosistema emprendedor del país que más invierte
en investigación; avances económicos y una realidad social que desafía
16 de
junio de 2019
ISRAEL.- Es una sala grande, con iluminación tenue; el piso está cubierto
por pantallas y los visitantes podemos interactuar con las imágenes que se
proyectan a nuestros pies. Hay puntos rojos en el aire que pueden ser
conducidos hacia arriba y hacia abajo con movimientos de las manos: eso provoca
que lo mostrado en las pantallas se aleje o se acerque, ofreciendo diferentes
perspectivas. Elijo una de las pantallas y, según cómo muevo la mano, veo el
mapa del mundo casi en su totalidad o un primer plano del lugar del planeta
donde estoy ahora. Voy, una y otra vez, del mundo a mi espacio actual y de mi
espacio actual al mundo.
La escena es en el Instituto de Ciencia Weizmann,
en la ciudad israelí de Rehovot, cerca de Tel Aviv. Este centro de estudios es
uno de los más importantes a nivel global en materia de ciencias básicas: se
busca innovar "a partir de preguntas concretas" que se hace cada
líder de las investigaciones. Un dato puede ilustrar el impacto de sus tareas:
de los 25 medicamentos más vendidos en el planeta, 7 surgieron de trabajos
hechos aquí.
Israel es el país que tiene la mayor inversión en
investigación & desarrollo (I+D), medida como porcentaje del producto bruto
interno (PBI). El indicador fue de 4,25% en 2016, según el dato más reciente
publicado por el Banco Mundial. En la Argentina la relación fue de 0,53%, y en
América Latina, de 0,68%, con un Brasil que, con 1,27%, elevó el promedio.
Con algo menos de 9 millones de habitantes, Israel
abarca un territorio pequeño. Esa característica (que limita el mercado
interno), sumada a otras como tener fuertes conflictos geopolíticos y escasez
de recursos naturales, moldea en buena medida el carácter innovador y
emprendedor del país, que se propone llegar con sus efectos más allá de las
fronteras. Israel está en los primeros puestos en cuanto al desarrollo de
tecnologías y algunas de ellas fueron iniciadoras de negocios luego vendidos
por sumas de cientos de millones de dólares a multinacionales (como Waze,
comprada por Google, o Mobileye, adquirida por Intel).
La dinámica emprendedora, en cierta medida
sostenida con incentivos oficiales para la investigación, hace su aporte al
crecimiento constante del PBI: en el primer trimestre de este año el avance
interanual del producto fue de 3,2%, mientras que en la última década, sin
interrupciones al signo positivo, el índice anual promedio fue de algo más de
3%.
Sin embargo, los datos sobre la situación social de
este país de Medio Oriente muestran un desafío pendiente, para el que también
se buscan respuestas en la innovación. La pobreza alcanza al 21,2% de los
habitantes, con una incidencia bastante más alta en la población árabe, de
acuerdo al índice informado por el instituto oficial de estadísticas para 2017
(último disponible). Y, según datos a 2016 publicados por el Banco Mundial,
mientras que 20% de la población se queda con 44,2% del ingreso total, otro 20%
obtiene solo el 5,2%.
Un dato vinculado a esa realidad es el que indica
que "los empleos directos en la alta tecnología son el 8% del total",
según dice en Jerusalén Zafrir Asaf, funcionario del Ministerio de Economía a
cargo de las relaciones con mercados emergentes.
En Weizmann, Dany Schmit, CEO del Comité para
América Latina del instituto, sintetiza cuál es el rol de la academia:
"Aquí somos muy buenos en transformar dinero en conocimiento; la
transformación del conocimiento en dinero es función de la industria".
Schmit, un marplatense establecido en Israel desde hace más de tres décadas,
habla en esta oportunidad frente a quienes llegamos desde cinco países de
América Latina para participar de la primera Misión Económica de Impacto a
Israel.
La actividad fue organizada por Sistema B, la ONG
regional que promueve que los negocios se hagan con impacto económico, social y
ambiental a la vez, y Mujeres del Pacífico, un emprendimiento certificado como
B (por su triple efecto), que se dedica a entrenar, conectar, capacitar y dar
visibilidad a emprendedoras de Chile, Colombia, Perú y México.
"Hay un concepto en la cultura de Israel que
define el foco con el que se pensó esta misión: Tikun Olam, que se refiere a la
responsabilidad por reparar el mundo", describe Martina Mariani, una de
las organizadoras e integrante de Sistema B Internacional y de B Lab de España.
Dalia Silberstein, argentina residente en Israel y consultora global en temas
de innovación social, agrega otra expresión vinculada a los israelíes:
"chutzpah", un término que define el rasgo de actuar con audacia o
incluso con descaro, para llegar al objetivo.
"Un tema clave del ecosistema israelí es la
articulación entre los sectores público, privado y académico; la coordinación
es fundamental para promover la innovación y la economía de impacto", dice
Silberstein, también organizadora de este viaje de emprendedores, miembros de
ONG, educadores y comunicadores.
Weizmann tiene 280 laboratorios y un presupuesto de
US$450 millones anuales, de los cuales un tercio proviene del gobierno de
Israel; el resto se integra con ingresos derivados de descubrimientos
(licencias de uso dadas a empresas), premios, filantropía y servicios
prestados. Uno de los grandes desafíos, vinculado al costo y al largo tiempo
que llevan los trabajos, es el que plantean los altos valores monetarios de
poner en el mercado lo que se deriva de las investigaciones. Schmit afirma que
los plazos de los trabajos tienden a acortarse, pero el dilema de cómo dar
mayor accesibilidad a tratamientos para la salud sin que deban pasar largos
períodos, sigue abierto. Aquí y en otras partes.
Ecosistema de negocios
En Israel hay más de 6600 empresas activas y el 55%
tiene de 1 a 10 empleados. Según datos de Start-Up Nation Central -ONG que
intermedia entre líderes de negocios, gobiernos y entidades civiles- en estas
tierras hay 430 inversores en forma permanente. Y la dinámica de negocios llevó
a que, solo en 2018, unos 1500 inversores de 30 países pusieran dinero aquí.
Están establecidas en el país 320 multinacionales y 300 hacen investigación y
desarrollo. Con una startup activa cada 1500 habitantes, en 2017 se crearon 950 empresas y
cerraron 600, mientras que en 2014 habían abierto 1029 y habían puesto su punto
final 258. El achicamiento de la brecha entre aperturas y cierres se atribuye,
entre otras posibles razones, al protagonismo que toman grandes firmas
tecnológicas dejando menor margen para emprendimientos de pequeña magnitud.
¿Qué provoca el espíritu emprendedor e innovador de
Israel? Según un informe de la ONG, los inmigrantes que llegaron en los siglos
XIX y XX se encontraron con carencia de agua, pocas tierras arables y vecinos
no amistosos. Esos factores empujaron a buscar soluciones. Luego, se sucedieron
otra razones históricas, como la cancelación -en los años 80- de un proyecto de
desarrollo aéreo, que "liberó" a un grupo de ingenieros, y el aumento
global posterior de la demanda de tecnologías de la información y de
comunicaciones, sobre las que el ejército del país había trabajado.
"En Israel se ve el compromiso con el trabajo
y el propósito; lo que se hace, se hace por algo más que por uno mismo y los
negocios se mueven con propósito", dice el argentino Gerardo Tyszberowicz,
asesor del presidente de IRSA, Eduardo Elzstain. La compañía es, en Israel,
dueña de IDB, un holding que trabaja en negocios de varios rubros.
El ejecutivo describe rasgos de los israelíes, que
tienen que ver con su forma de negociar y de moverse en los negocios. Los
israelíes son, entre los habitantes de varios países analizados por la autora
norteamericana Erin Meyer, quienes con mayor fuerza conjugan, en las
relaciones, un trato confrontativo (van de frente) y una demostración intensa
de emociones. En el caso de los argentinos, agrega Tyszberowicz, podría decirse
que se comparte la segunda característica pero no la primera. Antes que
confrontar, el argentino tenderá más a decir: "después vemos" o
"luego te llamo", como expresión que bien puede significar que algo
no gustó.
En el ecosistema emprendedor de Israel conviven
cientos de organizaciones que actúan como aceleradores, financiadores,
capacitadores o facilitadores de espacios. De la dinámica participan desde
instituciones como el Centro Peres para la Paz y la Innovación, en Tel Aviv,
que entrena a emprendedores y promueve la integración multicultural, hasta
entidades de variado alcance que fondean proyectos, como OurCrowd, una
plataforma global de crowdfunding con oficinas en Jerusalén. También están los centros del ámbito
académico que impulsan el desarrollo de startups, como el caso de Technion, en Haifa: de una innovación para lograr
diagnósticos médicos tempranos desarrollada en esta universidad tecnológica,
por ejemplo, nació la firma NanoSynex, pensada por alumnas del programa para el
desarrollo de negocios.
Un caso vinculado con la alimentación es el de la
incubadora The Kitchen Hub. La firma láctea Strauss es, en este caso, la
responsable de apoyar desarrollos como los de Flying SpArk, que trabaja con
larvas de la mosca de la fruta para extraer proteínas para consumo humano, y
Zero Eggs, que elabora a partir de plantas un alimento líquido que reemplaza al
huevo.
La producción de alimentos se relaciona con una de
las innovaciones quizá de más largo plazo de estas tierras, donde el agua no
abunda. El desarrollo de sistemas de riego de precisión para la agricultura
caracteriza a Netafim, una firma industrial, hoy multinacional, nacida en un
kibbutz del desierto del Negev cinco décadas atrás. Hoy hay en Israel 270 de
estos asentamientos -tienen 130.000 habitantes-, en los que se vive bajo la
filosofía de compartir bienes: cada uno aporta según sus habilidades y se lleva
según sus necesidades. Netafim, que tiene otras dos plantas en Israel, fue
vendida en 2017 a la mexicana MexiChem, que firmó el compromiso de mantener las
instalaciones aquí por al menos 20 años. El riego de precisión tiene como
principio el uso sostenible del agua y la tecnología se basa en la capacidad de
absorción de cada suelo en particular y en el consumo que necesita cada planta.
Con la mirada puesta en lo social y ambiental, hay
proyectos sobre los que podría decirse que se rigen por un principio de
"consumo de precisión". Robin Food, en el barrio Hadar, en Haifa, es
un restaurante fundado por Shai Rilov, quien se inspiró en una iniciativa que
vio en Estados Unidos. Se trata de un comedor vegano donde se consumen solo
frutas y verduras que, de no estar en este lugar, habrían sido desechadas por
estética o por logística. Con el lema de "Salvá alimentos. Comé bien. Pagá
según cómo te sientas", el precio lo pone cada comensal según sus
posibilidades y su identificación con el proyecto.
En ese mismo barrio de Haifa, muy venido a menos en
décadas pasadas, las obras de mejoramiento de viviendas que impulsa el fondo
Hadarim y que involucran a los propios vecinos, muestran otra cara de las
iniciativas contra la exclusión.
A varios kilómetros allí, nuestra misión de
latinoamericanos tuvo su encuentro con la cultura beduina: Amal Abu Karen Afawi
tiene su emprendimiento en la aldea de Lakiya, en la región de Negev, para
recibir turistas y mantener vivos los sabores típicos de la comunidad a la que pertenece
y en la que quiere dejar la huella de impacto de su vida. Amal tiene una
historia que va mucho más allá de esta iniciativa: años atrás, desafió las
tradiciones de su tribu y decidió, contra la opinión de su padre, seguir un
camino no habitual aquí para una mujer: se propuso ser enfermera. Y logró,
además de dar sus servicios en un hospital, ocupar espacios desde los cuales
aporta para la prevención y el conocimiento de enfermedades por parte de las
mujeres beduinas.
"La mujer suele tener mayor empatía y esa es
una cualidad muy requerida y valorada en la economía de impacto social",
define Fernanda Vicente, chilena y fundadora de Mujeres del Pacífico. Agrega
que, naturalmente, cuando una mujer genera una solución para algo, el impacto
de esa respuesta suele ir más allá.
Ampliar la visión y la reflexión del por qué y del
para qué hacemos lo que hacemos es algo que está en el ADN de la economía de
triple impacto. Así lo describe Pedro Tarak, fundador de Sistema B e impulsor
de actividades como la misión a Israel: "Después de la familia, la forma
de organización más numerosa en las sociedades es la empresa; en el inicio del
movimiento de la economía de impacto nos preguntamos qué pasa cuando, en vez de
pensar solo en dinero y en intereses personales, pensamos también en intereses
colectivos y en lo social y ambiental. Así nació el pensamiento del triple
impacto, al que sumo dos aspectos: el cultural y el espiritual".
Lugar de profundo significado para las grandes
religiones, Israel es una invitación a entrar en la dimensión espiritual. Y eso
no está aislado de la economía: como empresario, emprendedor, investigador,
empleado o consumidor, como persona en definitiva, cada quien puede aportar a
dar un sentido u otro a la actividad. Y puede aportar a mover algo en el mundo,
sin aquel puntito rojo del centro de visitantes de Weizmann, y sí con lo que
logra ser aprehendido desde la experiencia propia y de otros.
Acciones para el cambio
Las actividades de innovación
tecnológica se conjugan con proyectos para generar mejoras en la situación de
grupos de la población
Centros de estudios e innovación
·
El Centro Peres para la Paz y la Innovación,
fundado en 1996 por el expresidente Shimon Peres, desarrolla planes para
innovar y promueve la integración. De entidades educativas de Israel como
Technion y Weizmann, surgieron inventos que cruzaron las fronteras.
Beduinos en el desierto del Negev
·
Amal Abu Afawi es emprendedora y, además de
gestionar en su aldea un espacio para visitantes, desafió trabas culturales; es
enfermera y desarrolla acciones por las mujeres beduinas. También en el sur de
Israel, el proyecto Wadi Attir alienta tareas rurales sustentables.