El 10 de abril de 1933, Hitler promulgó una ley que declaró el 1 de mayo como “Día Nacional del Trabajo”, y como tal, un día festivo pagado para todos los obreros.
Los dirigentes sindicales quedaron sorprendidos por esta “muestra de respeto y aprecio” al trabajador alemán, y este supuesto reconocimiento de Hitler a la tradicional fiesta que los trabajadores celebran en mayo.
Un periódico sindical declaró que la fiesta del 1 de mayo era el “Día de Victoria”.
Mientras tanto, los nazis de Hitler trabajaban en secreto, preparándose para la abolición del movimiento sindical el 2 de mayo.
El encargado de llevar adelante el plan fue Robert Ley que desde noviembre de 1932 era el Jefe de Organización del Partido Nazi y cuando en 1933 se creó el Frente de Trabajo Alemán, fue nombrado máximo dirigente del nuevo sindicato vertical cuyo objetivo era aumentar la productividad y mostrar el orgullo de la Nueva Alemania.
Para cumplir con ese objetivo, el 21 de abril, Robert Ley envió una carta con advertencias de “estricta confidencialidad”, a todos los principales funcionarios del partido nazi, de la SA y de la SS, informándoles que, “en la mañana del martes 2 de mayo, a las 10:00 comenzarán las Gleichschaltung o medidas encaminadas a eliminar la oposición contra los sindicatos libres”.
Éstas serían supervisadas por los Gauleiters o dirigentes distritales del partido nazi.
Todas las cuentas bancarias y oficinas de los sindicatos fueron requisadas, y todos los funcionarios sindicales y gerentes de las sucursales de los bancos de los sindicatos puestos en “detención preventiva”, es decir, arrojados en campos de concentración.
El 1 de mayo, mientras Hitler encabezaba un acto frente a los trabajadores alemanes en una multitudinaria concentración en Berlín afirmando que la revolución no era contra los trabajadores, la maquinaria del Estado policíaco nazi se puso en marcha para aniquilar a los sindicatos al día siguiente.
No hubo acusaciones concretas contra los sindicatos por violar alguna ley específica.
Las camisas pardas corrían por las calles sembrando el terror con el consentimiento del Estado. Los jueces estaban aterrorizados. Hitler era la ley.
Casi nadie alzó su voz en protesta cuando Robert Ley proclamó el nacimiento del Frente del Trabajo nazi, disolvió todos los sindicatos, y absorbió a sus miembros bajo su nuevo paraguas.
Tres semanas más tarde, por un decreto, Hitler puso fin a convenios colectivos, el decreto dejaba fuera de la ley al derecho a huelga.
Las nuevas fuerzas del trabajo 1934 |
Libreta de Trabajo |
Aportes obligatorios de lo trabajadores |
"Yo sobre esta tierra creo únicamente en Adolf Hitler. Yo creo en un Supremo Dios que me creó y que me guía y creo firmemente que este Supremo Dios nos envió a Adolf Hitler a nosotros".
Estuvo casado con Inga Ley quien le dio dos hijos. Su esposa, la cual estaba platónicamente enamorada de Hitler, terminó suicidándose en 1943 y ello agravó aún más el nivel de alcoholismo de Ley.
A continuación un acto con fines propagandísticos realizado en 1934, poco después de haberse implementado las nuevas disposiciones.