miércoles, 8 de mayo de 2013

Henri Dunant



Jean Henri Dunant nació en Ginebra, Suiza el 8 de mayo de 1828 y falleció en Heiden, Suiza, el 30 de octubre de 1910.



Hombre de negocios, filántropo y activista en favor de la causa humanitaria, cuya labor fue reconocida internacionalmente con el primer Premio Nobel de la Paz junto con Frédéric Passy en 1901.


Su familia era muy devota del calvinismo y tenía gran influencia en la sociedad ginebrina. Sus padres enfatizaron el valor del trabajo social, ayudando a huérfanos, presos liberados, enfermos y pobres. 
 

Dunant creció en el período del despertar religioso conocido como el Réveil, y a los dieciocho años se unió a la Sociedad Ginebrina de las Almas. 

Al año siguiente, junto a unos amigos, fundó la llamada «Asociación del Jueves», un grupo de jóvenes que se reunían para estudiar la Biblia y ayudar a los pobres, y pasó mucho de su tiempo libre ocupado en visitas a la prisión y en trabajo social. 


El 30 de noviembre de 1852 fundó el capítulo ginebrino de la que sería el núcleo fundacional de la «Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes» (YMCA) y tres años más tarde intervino en la reunión de París dedicada a la fundación de su organización internacional, cuyos estatutos redactó.

A los veintiun años, se le obligó a dejar el Collège Calvin por sus malas notas, y empezó como aprendiz en la firma de cambio de moneda Lullin und Sautter. 

Después de que concluyera favorablemente, permaneció como empleado del banco.
En 1853, Dunant visitó Argelia, Túnez y Sicilia, por encargo de la Compagnie genevoise des Colonies de Sétif. 

A pesar de su escasa experiencia, cumplió con éxito su misión.
Inspirado por el viaje, escribió su primer libro con el título Relato de la Regencia en Túnez, publicado en 1858.

Placa conmemorativa

En 1856, creó un negocio para desarrollar en las colonias extranjeras, y después, una compañía de cultivo y comercio del maíz llamada «Compañía financiera e industrial de los Molinos de Mons-Djémila».

Por actividades relacionadas con su empresa, Dunant llegó a Solferino en la tarde del 24 de junio de 1859, el mismo día en que tuvo lugar una batalla entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra italiana. 

38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de batalla, y había pocos intentos para ayudarlos. 

Impresionado por este hecho, Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos y enfermos. 

Carecían de suficientes materiales y el propio Dunant organizó la compra de lo que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. 




Convenció a la población para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban por el lema Tutti fratelli o Todos somos hermanos acuñado por las mujeres de la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere en la Provincia de Mantua.

Tuvo éxito igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por los franceses. Cabe resaltar que Dunant fue el inventor del actual botiquín de primeros auxilios.


Al regresar a Ginebra a principios de julio, Dunant escribió un libro sobre sus experiencias, que tituló Un Souvenir de Solferino. 

Se publicó en 1862 en una edición de 1.600 copias y se imprimió a su cargo. 

En el libro, describió la batalla, los costos, y las caóticas circunstancias que la siguieron. 
 

También desarrolló la idea  que debería existir una organización neutral para proporcionar cuidados a los soldados heridos. 

Distribuyó el libro a muchos líderes políticos y figuras militares en Europa y comenzó a viajar por toda Europa promocionando sus ideas y su libro fue recibido positivamente.

El jurista Gustave Moynier, Presidente de la Sociedad Ginebrina para el Bienestar Público, tomó del libro y sus sugerencias el tema de la reunión de 9 de febrero de 1863 y las recomendaciones de Dunant se examinaron y se valoraron positivamente.


La reunión del 17 de febrero de 1863 se considera, hoy en día, la fecha de fundación del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Desde un primer momento, Dunant concibió las sociedades como entes neutrales, dispuestos a prestar ayuda humanitaria a quien la necesitara, independientemente de su raza, nacionalidad o creencias. 

Con esa idea tomó, impulso la constitución formal en 1863 del Comité Internacional de la Cruz Roja.


Catorce estados participaron en una reunión en Ginebra organizada por el comité para discutir la mejora del cuidado a los soldados heridos.
Un año más tarde, en 1864, una conferencia diplomática organizada por el Parlamento Suizo llevó a la firma de la primera Convención de Ginebra aprobada por doce estados que acordaron:



Proteger a los militares heridos en campaña.


El carácter neutral y protección del personal sanitario y de los hospitales militares. 
 

La adopción del emblema de la Cruz Roja sobre fondo blanco como símbolo protector.


El establecimiento de un comité permanente que se denominó "Comité Internacional de la Cruz Roja".


La promoción internacional de sociedades de socorro.


En septiembre de 1895, Georg Baumberger, el editor jefe del periódico de St. Gallen Die Ostschweiz, escribió un artículo sobre el fundador de la Cruz Roja. 

El artículo, titulado Henri Dunant, el fundador de la Cruz Roja, apareció en la revista ilustrada alemana Über Land und Meer, y pronto fue reproducido en otras publicaciones por toda Europa. 

El artículo llamó la atención, y recibió el apoyo de personalidades e instituciones. 

Recibió el Premio suizo Binet-Fendt y una nota del papa León XIII. 

El apoyo de la zarina rusa María Fiódorovna Románova y otras donaciones mejoraron notablemente su situación financiera.
Dunant comenzó un intercambio de correspondencia con Bertha von Suttner y escribió numerosos artículos. 

También fue particularmente activo al escribir sobre los derechos de las mujeres y, en 1897 facilitó la fundación de la organización femenina «Cruz Verde».


En 1901, Dunant recibió el primer Premio Nobel de la Paz por su papel al fundar el Movimiento Internacional de la Cruz Roja e iniciar la Convención de Ginebra. 

En la salutación oficial que recibió del Comité Internacional, decía:

«No hay hombre alguno que merezca más este honor, pues fue usted, hace cuarenta años, quien puso en marcha la organización internacional para el socorro de los heridos en el campo de batalla. Sin usted, la Cruz Roja, el supremo logro humanitario del siglo XIX probablemente nunca se hubiera obtenido».



Entre otros muchos premios en los años siguientes, en 1903 Dunant se le concedió un doctorado honorario por la Facultad de Medicina de la Universidad de Heidelberg.
Vivió en la residencia de la tercera edad de Heiden hasta su muerte y de acuerdo con sus cuidadoras, el acto último de su vida fue enviar una copia del libro de Müller a la reina de Italia con una dedicatoria personal. 

Murió el 30 de octubre de 1910 a las diez de la noche, a la edad de 82 años.


De acuerdo con sus deseos, fue enterrado sin ceremonia en el Cementerio Sihlfeld en Zúrich. 
 


En su testamento, donó fondos para asegurar una «cama libre» en la residencia de Heiden siempre disponible para un ciudadano pobre de la región y legó algún dinero a amigos y organizaciones de caridad en Noruega y Suiza. 

El resto de los fondos fueron a sus acreedores, extinguiendo parte de su deuda; su incapacidad para satisfacer todas sus deudas fue algo que le pesó gravemente hasta su muerte.



El día de su cumpleaños, 8 de mayo se celebra el Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.

El edificio de la residencia de Heiden alberga al «Museo Henri Dunant». 

En Ginebra y otros lugares, hay numerosas calles, plazas, y escuelas que llevan su nombre. 

 
La «Medalla Henri Dunant», concedida bienalmente por una comisión del Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, es su máxima condecoración.