Evaristo Francisco Estanislao Carriego, nació en Paraná, Entre Ríos, el 7 de mayo de 1883 y falleció en Buenos Aires el 13 de octubre de 1912.
Fue un poeta bohemio que cantó las pasiones y tragedias de
los humildes o la paradoja de la alegría triste de los barrios, también ejerció
el periodismo.
Su familia se mudó al barrio de Palermo, a una casa en Honduras entre
Bulnes y Mario Bravo.
Museo Evaristo Carriego |
Frecuentó los cafés famosos, se desveló hasta la madrugada
en las reuniones de escritores, pero se iba alejando lentamente, como volviendo
hacia un centro único de interés.
Su vida se constituyó así como su poesía, con elementos
primarios y simples en la vida breve del poeta.
Jorge Luís Borges que fue amigo del padre y frecuentaba la
casa familiar dijo:
"Imponía sus versos en el café, ladeaba la conversación a temas vecinos de los versificados por él”.
"Imponía sus versos en el café, ladeaba la conversación a temas vecinos de los versificados por él”.
"En vez de amplificar más cada día su campo de observación, Carriego parecía complacerse en reducirlo. Me basta con el corazón de una muchacha que sufre, dijo cierto día en el ardor de una discusión".
Jorge Luis Borges |
La crítica, le dispensó una acogida favorable; sobre todo,
por su aparente sentido realista y en oposición a las corrientes simbolistas
que la poesía argentina había llevado hasta ese momento.
Su poesía, de versos sencillos, canta los hechos cotidianos
del porteño barrio de Palermo, donde transcurrió su vida.
El 3 de julio de 1906 ingresó en la Logia Esperanza Nº 111
junto con Florencio Sánchez.
Su drama "Los que pasan", fue estrenado en 1912
por la compañía de teatro de María Gámez.
Su existencia fue lineal, sin exabruptos, sin hitos
memorables.
Vivió de ciertos cariños íntimos, del amor de una muchacha muerta,
de los amigos seguros.
Trabajó como periodista desde muy joven, ejerciendo la
profesión en el diario "La Protesta" y en la revista "Caras y
Caretas".
Juan Mas y Pi afirmó: "el centro aquel tan curioso, que
se constituía en la redacción de La Protesta, que era entonces, un diario
anarquista simple de ideas, donde se hacía más literatura que acracia, y donde
el encanto de una bella frase valía más que todas las aseveraciones de Kropotkin
o de Jean Grave".
Publicados póstumamente, “El alma del suburbio” y “La canción del barrio” en los que aparecen los arquetipos que constituían su mitología personal, porteña y tanguera, donde se destacan los guapos, los cafés y el barrio.
En 1927, vieron la luz sus cuentos, en un tomo titulado “Flor
de arrabal”.
El sentimiento de los seres y las cosas del barrio es tan hondo, que sus páginas son de las más auténticamente populares que se reflejan en los diferentes poemarios de la poesía argentina.
Una calle de la ciudad de Buenos Aires en el barrio de Flores lleva su nombre.
Eduardo Rovira compuso un tango en su
homenaje.