Mitchell William Miller, más conocido como Mitch Miller,
nació en Rochester, Nueva York, Estados Unidos, el 4 de julio de 1911, y murió
en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos, el 31 de julio de 2010. Cantante,
músico, director y productor musical.
El sitio www.elpais.com
publicó este artículo firmado por Fernando Navarro.
Mitch Miller, productor y padre del 'karaoke' televisado
Apostó por la música popular a pesar del auge del rock
FERNANDO NAVARRO
07 AGO 2010 - 02:00 ART
El amplio y variado universo de la música popular
estadounidense tenía en Mitch Miller, fallecido el pasado 1 de agosto a los 99
años, a toda una estrella. Presentador de televisión, director de orquesta, y,
sobre todo, productor musical, Miller era un emblema para la cultura
norteamericana y, especialmente, para la generación del baby boom, cuando en
los cincuenta y sesenta los discos brillaban por su propósito artístico
abundante en cuidadosos arreglos y el pop se disfrutaba en todos los hogares a
través de la radio y la pequeña pantalla.
Nacido el 4 de julio de 1911, en Rochester (Nueva York),
Miller formó parte de la rica generación artística judía surgida tras la II
Guerra Mundial. Hijo de un inmigrante ruso y una costurera, se graduó en la
Escuela de Música Eastman de la Universidad de Rochester. Como oboísta con
talento, empezó su carrera en diferentes orquestas, llegando a participar en la
lujosa formación de George Gershwin en 1934. Del mundo que rodeaba al maestro
Gershwin, entre musicales de Broadway, compositores del Tin Pan Alley y
clásicos de jazz, Miller absorbió la esencia del cancionero americano de
primera mitad del siglo XX (conocido como Great American Songbook). Era música
bella y pomposa, entendida como una seña de identidad del país, al igual que el
cine de Hollywood.
A mediados de los años cuarenta, dejó los instrumentos para
saltar al sector discográfico en Mercury Records, un pequeño sello que llegó a
colocar entre los más importantes del negocio gracias a su trabajo en las
labores de producción con Frankie Laine, Vic Damone o Patti Page. Con esta
última, Miller demostró su talento y se convirtió en un pionero al introducir
nuevas técnicas de sonidos sobre grabados en Money, Marbles y Chalk. A partir
de ahí, dio el salto a Columbia Records, una de las grandes discográficas de
todos los tiempos donde fue director de la sección de discos pop.
Con su peculiar perilla de bigote abultado y su rutilante
sonrisa, fue un verdadero rey Midas de la música de estudio. Todo lo que pasaba
por sus manos se transformaba en oro. En tan solo tres años, consiguió 51
números uno en grabaciones para Doris Day, Tony Bennet, Rosemary Clooney, Jo
Stafford o Johnny Mathis. En el libro sobre la historia de Columbia Records,
The Label, el periodista Gary Marmorstein cita a Miller en algunas de las
cumbres más altas de la discográfica como un hombre atrevido a los mandos, que
sabía lo que quería en todo momento. Rodeado de grandes vocalistas, su concepto
artístico estaba abierto a los juegos instrumentales. Con todo, sus errores
también fueron sonados: rechazó a una joven Aretha Franklin, distintos
proyectos con Frank Sinatra y se opuso al ascenso del rock'n'roll.
A finales de los cincuenta, comenzó una célebre serie de
discos titulados Sing along with Mitch, que hizo las delicias de la audiencia
que huía de la música que popularizó Elvis Presley y demandaba canciones
tradicionales. Ese era el mejor terreno de Miller. En los setenta, esa serie
musical pasó a ser un programa de la cadena NBC, en una especie de karaoke
televisado, donde un coro masculino interpretaba temas antiguos acompañado por
algunas cantantes, como Leslie Uggams. Los espectadores podían unirse y entonar
las letras que aparecían en la pantalla. Este programa le permitió entrar en la
mayoría de los hogares del país, siendo un referente familiar de primer orden.
Su rostro, como su música, alcanzó desde entonces la posteridad en la cultura
norteamericana.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con uno de sus grandes éxitos: Coronel Bogey.