Hans Werner Henze nació en Gütersloh, Westfalia, entonces República de Weimar, el 1 de julio de 1926, y murió en Dresde, Sajonia, Alemania, el 27 de octubre de 2012. Compositor, y director de orquesta.
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Hans Werner Henze
(Gütersloh, Alemania, 1926 - Dresde, 2012) Compositor y
director de orquesta alemán. Hans Werner Henze fue sin duda uno de los talentos
más eclécticos, fascinantes y controvertidos que dio la segunda mitad del siglo
XX a la música. Alumno de Wolfgang Fortner y René Leibowitz, dio sus primeros
pasos como compositor bajo la influencia del dodecafonismo posweberniano de la
Escuela de Darmstadt, aunque pronto abandonó los rígidos sistemas propugnados
por ésta para abordar una música mucho más personal, síntesis admirable de
elementos tradicionales y vanguardistas en apariencia incompatibles.
Para Henze, cada obra es un problema nuevo que se ha de
resolver, diferente del planteado por la precedente, lo cual explica la
inusitada variedad de lenguajes que caracteriza su producción, desde el
neoclasicismo en la línea de Stravinsky de una ópera como El joven Lord, hasta
el barroquismo a lo Monteverdi de Venus y Adonis, pasando por el
neorromanticismo de El príncipe de Homburg o el antirromanticismo de El mar
traicionado. La influencia de compositores como Bela Bartok, Paul Hindemith y
Arnold Schönberg es también visible en parte de su obra.
Henze dedicó al género operístico una especial atención
desde los inicios de su carrera. Sus trabajos en este campo se distinguen por
una capacidad comunicativa y un sentido dramático poco frecuentes, perceptibles
también en sus composiciones instrumentales y vocales, entre las que pueden
señalarse la monumental Séptima sinfonía, el Réquiem y la Sinfonía núm. 9, ésta
con intervención coral.
Junto a los señalados, otro elemento importante del estilo
del compositor alemán es su compromiso político, manifestado (sobre todo a
partir del estreno en 1968 del oratorio La balsa de la Medusa, dedicado al Che
Guevara) por su vinculación a la izquierda radical. La Sinfonía núm. 6, El
cimarrón y La cubana son algunas otras de sus obras que participan de esta
misma tendencia, quizás la más avanzada y difícil musicalmente hablando. Tras
ella, a partir de la década de 1980, el músico retomó un estilo más accesible y
expresivo, sin perder por ello su motivación humanista.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con Antífona, para 11 cuerdas, vientos y percusión, en la versión de la Orquesta
Sinfónica NDR, dirigida por Peter Ruzicka.