Todos los secretos de la vida de Mengele en la Argentina
que aún quedan sin revelar
El “ángel de la muerte” fue autor de los más siniestros
experimentos criminales con prisioneros de campos de concentración del nazismo.
Una oportuna reedición del clásico libro de Carlos de Nápoli vuelve a poner en
escena la trama de complicidades que le permitieron residir en el país e,
incluso, mantener reuniones con Perón
17 de diciembre de 2017
Por Osvaldo Aguirre
“Mengele”, la biografía de Carlos De Nápoli |
Ingresó al país con un pasaporte de la Cruz Roja, frecuentó
a miembros notorios de la comunidad alemana y durante más de diez años pudo
vivir sin problemas y con una cédula de identidad a su nombre. Su paradero no
fue entonces un misterio, ni siquiera para el entonces presidente Juan Domingo
Perón, que lo recibió en la Casa Rosada y lo escuchó hablar de sus experimentos
genéticos. Más de medio siglo después, el capítulo argentino en la
vida del criminal nazi Josef Mengele contiene todavía preguntas de difícil
respuesta y desafía a los investigadores.
Mengele, la biografía del periodista e
investigador Carlos De Nápoli que publica Ediciones B, reabre la historia del
médico con la tesis de que fue protegido por la República Federal de Alemania
durante el período que pasó en la Argentina y documentos obtenidos en el
Archivo General de la Nación, que incluyen prontuarios y actuaciones de la
Policía Federal y el Ministerio de Relaciones Exteriores, declaraciones de
allegados al criminal de guerra y averiguaciones policiales posteriores a
su salida del país.
La bibliografía sobre el nazismo en Argentina incluyó varios
títulos este año, entre ellos la reedición de los ya clásicos La
auténtica Odessa y Perón y los alemanes,
de Uki Goñi, una investigación con datos pormenorizados sobre más de 200
criminales de guerra llegados al país desde distintos puntos de Europa, a la
que ahora se agregó el archivo de la iglesia Santa Maria dell'Anima, en Roma,
uno de los enlaces en la fuga, y sospechas sobre la figura de Juan Duarte, el
hermano de Evita.
El periodista afirma en su libro que Mengele fue protegido por la República Federal de Alemania durante el período que pasó en la Argentina (1949 -1959) |
De Nápoli niega que Mengele haya muerto en el balneario
paulista de Bertoia en 1979, pese a que sus restos fueron identificados por una
comisión internacional de forenses. La supervivencia de los nazis a sus muertes
comprobadas -desde Adolf Hitler a Martin Bormann- es un tema clásico en las
investigaciones periodísticas y en las reconstrucciones en clave de
conspiración, para las cuales tanto la ausencia como la disponibilidad de documentos pueden ser evidencia de complots secretos y maniobras para ocultar
presuntas verdades.
Entre amigos
Mengele nació en 1911 en Günzburg, una ciudad de Baviera
donde una calle lleva hoy el nombre de su padre, Karl Heinz. En 1938
ingresó en las SS y comenzó a trabajar en el Instituto de Herencia Biológica e
Higiene Racial de Frankfurt. Ascendido a capitán, en 1943 fue enviado al
complejo de Auschwitz- Birkenau como oficial médico.
En sus memorias, el escritor y sobrevivente del Holocausto
Elie Wiesel contó que Mengele interrogaba a los prisioneros a su llegada al
campo provisto de una varilla que movía a izquierda o derecha, según el destino
que se les adjudicara, la cámara de gas o los trabajos forzados. También lo
acusaron de matar a niños en presencia de sus madres, inyectar el virus de la
fiebre tifoidea a prisioneros con supuestos fines de investigación científica y
extenuar a mujeres jóvenes con extracciones continuas de sangre. Su obsesión
con los gemelos y la genética quedó expuesta en el bestseller Los
niños de Brasil, de Ira Levin.
Mengele interrogaba a los prisioneros a su llegada
al campo provisto de una varilla que movía a izquierda o derecha, según el
destino que se les adjudicara, la cámara de gas o los trabajos forzados
Finalizada la guerra, Mengele volvió a su ciudad natal como
un vecino común y corriente. Las primeras denuncias en su contra comenzaron a
circular en 1950, pero entonces se encontraba a salvo en la Argentina.
El 20 de junio de 1949 Mengele llegó a Buenos Aires en el
vapor North King con un pasaporte a nombre de Helmut Gregor, como lo conoció
más tarde Perón. Según Uki Goñi, en su equipaje traía muestras médicas que
llamaron la atención y que definió como "notas biológicas", sin
mayores explicaciones.
Mengele |
Uno de los enlaces habría sido Carlos Fuldner, miembro del
partido nazi que en la posguerra gestionó precisamente el viaje de criminales
de guerra a la Argentina de acuerdo a "las propias instrucciones del
Excelentísimo señor Presidente de la Nación", según su declaración en un
expediente del Ministerio de Relaciones Exteriores que transcribe De Nápoli.
Mengele se instaló en Arenales 2460, en la localidad de
Florida. El dueño de casa era Gerhard Malbranc, gerente del Banco Alemán
Transatlántico y "uno de los testaferros de los dineros nazis que se
habían girado al país durante la guerra", según afirmó Jorge Camarasa en
otra biografía dedicada al criminal de guerra, Mengele: El ángel de
la muerte en Sudamérica (2008).
Mengele ingresó al país con un pasaporte de la Cruz Roja y pudo vivir en Argentina sin problemas y con una cédula de identidad a su nombre
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El circuito de relaciones locales incluyó a un viejo amigo
de la familia Mengele, el empresario Robert Mertig, dueño de Orbis, y a Kurt
Fries, José Stroeher -años más tarde negó haber conocido a Mengele-, Berthilde
Von Zitek, el ex coronel de las SS Friedrich Rauch y Alfred Ruckert, presidente
del Frente Nacional Socialista Argentino.
Mertig declaró que su amigo había sido perseguido por
comunistas y que, una vez establecido en Buenos Aires, se sintió tranquilo y
volvió a usar su nombre. En 1956 el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo
Civil N° 9 de Buenos Aires resolvió que Gregor y Mengele eran la misma persona
y la Policía Federal extendió la cédula de identidad número 3940484 a nombre de
José Mengele.
Previamente, también en 1956, el jefe de la sección Consular
de la embajada alemana en Buenos Aires había certificado los datos de Mengele
"para ser presentados a la Policía Federal, a los efectos de obtener una
cédula de identidad". Para De Nápoli, la embajada ocultó el dato de la
presencia de Mengele a los cazadores de nazis, al igual que el juicio que le
inició la Universidad Goethe para retirarle su título.
El aura macabra de los experimentos con prisioneros
siguió a Mengele y provocó diversas especulaciones y fantasías entre los
investigadores. Sus únicas actividades comprobadas en la Argentina fueron
la fabricación de juguetes didácticos, a través de Tameba, una especie de pyme
que funcionó en Avenida de los Constituyentes y San Martín, y la participación
como socio mayoritario de Fadrofarm (Fábrica de Drogas Farmacéuticas), entre
julio de 1958 y abril de 1959, junto con Heinz Truppel y Ernesto Timmermann, combatiente de la Segunda Guerra cuestionado por
comportamiento "antipartidario" por los nazis.
Curiosamente, fue Perón quien dio testimonio de experimentos
genéticos de Mengele, según se lo contó en 1970 a Tomás Eloy Martínez: "Un
día el hombre vino a despedirse porque un cabañero paraguayo lo había
contratado para que le mejorara el ganado. Le iban a pagar una fortuna. Me
mostró las fotos de un establo que tenía por allí, cerca del Tigre, donde todas
las vacas le parían mellizos", recordó.
El paradero de Mengele no fue un misterio, incluso el entonces presidente Juan Domingo Perón lo recibió en la Casa Rosada y lo escuchó hablar de sus experimentos genéticos (foto: Pinélides Fusco) |
Mengele habría viajado por primera vez a Paraguay en julio
de 1958, después de que se casara en Nueva Helvecia, Uruguay, con Marta María
Will, viuda de su hermano Karl Tadeo. El 30 de septiembre de 1959 la embajada
alemana en Buenos Aires exigió su extradición al gobierno argentino pero el
criminal de guerra había vuelto a adelantarse a sus perseguidores: por entonces
se encontraba en Hohenau, una pequeña localidad del departamento de
Itapúa, en Paraguay, donde vivió unos años bajo el nombre de Fritz
Fischer, antes de terminar en Brasil.
Entre otros, sus domicilios en Argentina fueron Virrey
Vértiz 970, un casa de Vicente López que compró y luego, en 1971, vendió la
familia Mengele; Sarmiento 1875, Vicente López, en alquiler a Otto y Bertha
Pantz, dirección que constituyó para el divorcio de su primera esposa, Irene
Schönbein, en 1954; Sarmiento 1911, Olivos; y Tacuarí 431, Paraná 140,
Azcuénaga 1551 y Crámer 860, Buenos Aires. Pasó sus últimos días en el país en
la calle 5 de julio 1074, de Vicente López.
"A diferencia de Eichmann, cuyo lugar de residencia fue
casi siempre un misterio, de Mengele se sabía casi siempre dónde se
hallaba", dijo el cazador de nazis Simon Wiesenthal. Por qué no lo
atraparon y hasta qué punto avanzó en aquellos experimentos que le confiaba al
presidente Perón son preguntas que siguen abiertas.