Napoléon Coste nació en Amondans, Doubs, Francia, el 27 de junio de 1805, y murió en París, Francia, el 17 de febrero de 1883. Guitarrista y compositor.
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publicó este recordatorio.
Napoleón Coste, otro talento francés inolvidable
En esta ocasión, en tarde de entrega de los Premios Princesa
de Asturias, quiero ocupar unas líneas sobre este guitarrista y compositor del
siglo XIX, Napoleón Coste, cuyos estudios son bien conocidos y reconocidos en
el ámbito de la docencia y aprendizaje de la Guitarra Clásica. Nuestro
protagonista de hoy nace en Amondans, Doubs (Francia) en 1805, en pleno auge
del Imperio de Napoleón I, -lo que explica fácilmente la elección de su nombre
de pila por parte de sus padres-, falleciendo en 1883, por lo que desarrolla su
vida en una época trepidante en cambios sociales e industriales con indudable
repercusión en las artes.
La llama del interés por la guitarra fue prendida por su
madre, quien la ejecutaba con destreza, y que además le enseñó a tocar el
instrumento, no tardando mucho tiempo en convertirse en un maestro en el
sentido genial del término desde su tierna juventud, demostrando pública y
notoriamente sus capacidades técnicas e indudable talento interpretativo en
múltiples conciertos que pudieron disfrutar sus contemporáneos franceses. No es
casualidad que me ocupe de Napoleón Coste, seguidamente de nuestro gran
Fernando Sor, puesto que en 1829 Napoleón se traslada a París y recibe las
clases de un veterano Sor (contaba por entonces 51 años, y como apuntamos en su
biografía, residía en la capital francesa tras la restauración borbónica en
España, país al que ya no regresaría nunca más). La habilidad y capacidad de
aprendizaje de Coste con un profesor tan reputado como Fernando Sor precipitó
su reconocimiento como el guitarrista francés más considerado.
Sus trabajos como compositor son igualmente sobresalientes,
llamando la atención a los que vivimos en este siglo XXI actual que tuviese que
auto producir la impresión de sus partituras, al no encontrar ningún editor que
lo hiciera pese a su condición de guitarrista más relevante del país
(ciertamente todo es más sencillo hoy, ya que con la tecnología actual resulta
relativamente fácil publicar un trabajo
impreso o digital; otra cosa, evidentemente, es hacerlo llegar a los seguidores
y, lo que es más difícil, conmover y perpetuar entre ellos).
Todas las vidas personales y profesionales se exponen a
momentos decisivos que mediatizan su progresión. En el caso de Napoleón Coste,
siendo ya un hombre de cierta edad, a los 58 años, sufre un accidente con
resultado de fractura de un brazo que trunca de forma definitiva su carrera
como concertista. Pudo haber sido también su final como músico o, quién sabe,
si su propio final como persona; sin embargo, Coste eligió seguir, no se
rindió, contrató un asistente y se sumergió en la docencia y composición, que
desarrollaría durante los últimos veinte años de su vida. Ciertamente, desde
aquí, en el siglo XXI, es ese el legado que nos deja Coste al no haber sido
contemporáneos de sus conciertos (no cambiaría desde luego mi siglo por el XIX
pero si tuviera una máquina selectiva del tiempo es seguro que me sentaría
furtivamente durante varias horas a escucharlo).
Como buen pupilo y generosa persona, Napoleón Coste publicó
el Método para Guitarra de su profesor Fernando Sor, a la muerte de éste (en
1839, diez años después de dar las primeras clases a Coste), re digitado y
aumentado, dato que he conocido recientemente, y explica que exista un manual
al que luego me referiré con partituras de ambos genios de la guitarra.
Mi conocimiento de la música de Coste se produce entre los
cursos segundo y quinto de guitarra clásica. Todos los estudios de Coste que
integraban los programas de mi época (años noventa) se encuentran en el manual
“Veinticinco estudios para Guitarra” N. Coste Op. 38, de la Editorial Unión
Musical Española revisados, cómo no, por el gran R. Sainz de la Maza (Burgos
1896-Madrid 1981). La primera toma de contacto en grado elemental fue el
estudio 6, un Alegretto en Do mayor en compás ternario de subdivisión binaria,
con interesantes estructuras armónicas representadas en acordes no habituales
para el profano pero llenos de musicalidad, y completados con notas de adorno
amén de alteraciones accidentales que dan un resultado novedoso y agradable de
escuchar. Como ocurre en buena parte de los métodos de instrumentos musicales,
la complejidad avanza proporcionalmente a la ascensión numeral, enfrentándonos
después (ya en el grado medio o profesional), con estudios como el número 14,
un alegro de compás y subdivisión binarios con gran cantidad de tresillos que
transforman rítmicamente el estudio, unidos a figuras rítmicas finas de
ejecutar a tiempo, como son los grupos de tresillos de semicorcheas anudados a
semicorchea con puntillo y fusa (que integrarían una de las cuatro partes del
compás de 4/4), que complican seriamente una ejecución correcta y
representativa de la partitura del autor. Y seguimos avanzando hacia el estudio
17, éste ya un Cantabile binario pero de subdivisión ternaria (6/8), cuya
inferior complejidad rítmica se compensa en dificultad con el recorrido de
cejillas por los siete primeros trastes del diapasón; para finalmente concluir
en el estudio 24 (de quinto de guitarra) un Agitato en 2/4, de menor dificultad
rítmica pero con una combinación de graves y agudos en ocasiones compleja
técnicamente, con ligaduras y alteraciones accidentales que integran este
cuadro compositivo.
Esta semana, con la convicción de que escribiría sobre
Coste, quise descubrir alguna obra nueva y me decanté por probar a leer la
última del manual (el estudio 25), titulado “Tarantelle”, un Allegro diferente
con subdivisión ternaria, que se desarrolla por las notas más agudas del mástil
y que por su estabilidad rítmica y sonidos menos habituales, perfectamente
ensamblados, recomiendo a cualquier guitarrista clásico medio que no haya
descubierto aún este trabajo.
Como antes apunté, también tengo otro manual titulado
“Scelta de Studi per Chitarra”, Nuova Edizione, revisado y digitado por Ruggero
Chiesa, Edizioni Suvini-Zerboni-Milano, al que ya me referí en la biografía
precedente de Fernando Sor, puesto que integra obras de ambos autores, y
seguramente se corresponderá con el Método de Fernando Sor que su pupilo
Napoleón Coste publicó a la muerte de aquél introduciendo también obras
propias, que son bastante interesantes para practicar digitación, si bien
tienen una menor dificultad que las aquí analizadas. Del libro compartido
destacaría por su agradable sonido los estudios 46 y 57 en cuya ejecución
reincidí esta misma mañana en unos minutos que rescaté antes de comenzar la
jornada laboral.
Napoleón Coste ha pasado a la historia de la guitarra no
sólo como un excepcional intérprete solista y gran compositor, con un extenso
catálogo de trabajos, sino también como un ejemplar docente divulgativo de la
cuerda pulsada, contribuyendo al igual que Fernando Sor o Dionisio Aguado,
entre otros, a colocar la guitarra en un estatus musical más reconocido que
entonces, teniendo además la inquietud de interpretar en guitarras no
convencionales (de siete cuerdas), y haciendo un trabajo impagable y
dificultoso como la transcripción de partituras del siglo XVII, escritas en
tablatura, que son trasladadas al solfeo actual y universal. Quién sabe si la
fractura de su brazo, que cerró su carrera como guitarrista, pudo haber
contribuido a explorar en mejor medida los campos de composición y
transcripción al tener que cambiar de registro, regalo universal e intemporal
para los amantes de la guitarra que le agradecemos cada vez que leemos
-instrumento en mano- algunas de sus obras.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con Gran Capricho Op. 11, en la versión de Carlos Bedoya.