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Carmen Sevilla
Nació en Sevilla (España) en 1930
María del Carmen García Galisteo, más conocida como Carmen
Sevilla, es una de las estrellas más icónicas de la historia del cine español.
Alegre y vitalista, nació en Sevilla –ciudad que le dio su
nombre– en 1930. Su padre, Antonio García Padilla, era un contable que componía
letras para artistas tan importantes como Imperio Argentina.
A los 10 años se mudó a Madrid junto a su familia. Comenzó
en el mundo de la farándula con doce, concretamente en la compañía de
Estrellita Castro, que quedó impresionada tras verla bailar sevillanas. Debutó
en el cine cuando las películas se rodaban en technicolor. Cintas como Jalisco
canta en Sevilla –su primer trabajo–, Requiebro, Violetas imperiales o La fierecilla
domada la convirtieron en una estrella de la época. Se casó con uno de los
compositores más famosos de España, Augusto Algeró –con el que tuvo su único
hijo– y llegó incluso a dar el salto a Hollywood de la mano de Nicholas Ray,
que la dirigió, en los años sesenta, en la película Rey de reyes.
En los setenta protagonizó películas de Ozores, Olea o Eloy
de la Iglesia y coqueteó con el destape. También en esa época protagonizó
superproducciones al lado de Charlton Heston o Vittorio de Sica. Convertida en
estrella e icono de la cultura popular española –es mítico su anuncio de
electrodomésticos Phillips–, se retiró del cine en 1985 después de casarse –en
segundas nupcias– con el compositor Vicente Patuel –fallecido en el año 2000–.
"Vicente quiso comprar una finca y marcharse al campo y yo me fui con él.
Para eso soy muy comprometida. Digo que lo hago y lo hago. Y eso que lloré
mucho allí, sin que él me viera. Por las noches, en la cama...", relataba.
Ideal de belleza española, carismática y coqueta –son
míticos sus temporadas en una clínica de adelgazamiento en Málaga–, solía decir
que se había retirado del cine como Greta Garbo; joven, guapa y delgada. “Las
series de televisión, los programas, se borran, desaparecen, se olvidan... Las
películas, no; quedan para toda la vida. Me daría mucha pena hacer cine ahora y
verme así...”, reconocía la sevillana. No en vano, es público que rechazó
participar en una película de Pedro Almodóvar, allá por el año 2008.
Con el manchego o sin él, la carrera cinematográfica de
Carmen Sevilla –la parte más desconocida de su trayectoria– resulta arriesgada,
sugerente y, sobre todo, muy reivindicable.
En 1991, una suculenta oferta del entonces director de
Telecinco, Valerio Lazarov, la devolvió a la televisión como presentadora del
mítico programa Telecupón. Su simpatía y afabilidad –combinadas con un simpar
rebaño de ovejitas y unas zapatillas de andar por casa– la auparon a los
altares de la mitología contemporánea. Copó horas de televisión presentando,
entre otros espacios, Cine de barrio, hasta que el alzheimer la obligó a
apartarse de la vida pública.
A continuación, la recordamos en el día de su nacimiento,
con uno de sus éxitos: El Relicario.