Judith Lynn Sill, más conocida como Judee Sill, nació en Oakland, California, Estados Unidos, el 7 de octubre de 1944, y murió en North Hollywood, Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 23 de noviembre de 1979. Cantante, multiintrumentista y compositora.
El sitio www.dirtyrock.info
publicó este recordatorio.
JUDEE SILL: LA FRAGILIDAD DE UN TALENTO IGNORADO
Por el Equipo de redacción de Dirty Rock Magazine
La enigmática e inclasificable cantautora Judith Lynn Sill,
nacida en Oakland (California) en 1944, representa el prototipo de la artista
atormentada cuya obra queda vinculada inexorablemente a sus experiencias
personales y su vida extrema.
Marcada por una sórdida infancia, su padre, bebedor,
propietario de un bar, importador de animales exóticos y cámara para la
industria del cine, fallece repentinamente cuando Judee sólo cuenta con 8 años.
Su madre, también alcohólica, decide mudarse a L.A. con sus dos hijos, donde se
casa con un pendenciero animador de los estudios Hanna-Barbera con serios
problemas con la bebida. Un matrimonio nuevamente problemático e infeliz que
provocará su caída en una espiral autodestructiva de drogas y alcohol y su
fallecimiento en 1965.
Es en la época del instituto donde Judee empieza a coquetear
con el lado oscuro, contrayendo matrimonio a la temprana edad de 17 años
(aunque se divorciará un año después). Para costearse las drogas, se dedica a
atracar junto a su pareja gasolineras y licorerías. Le tocará pasar una larga
temporada en el reformatorio, que aprovechará para perfeccionar sus
conocimientos de piano e impregnarse de góspel y música religiosa que más
adelante aplicará en sus composiciones.
A su salida del reformatorio, comienza a asistir a la
Universidad de L.A., donde estudia armonía y musicalidad, y donde conoce al
“Beach Boy” Bruce Johnston, combinándolo con un trabajo en un piano-bar. Pero la díscola Judee volverá a las andadas:
Abandona los estudios, entra en contacto con un bajista traficante de LSD
y cae en las garras de los
estupefacientes. Su segundo matrimonio con un pianista de jazz llamado Bob
Harris la introduce de lleno en el mundo de la heroína, recurriendo durante
tres años a la falsificación de cheques, robos y, de forma esporádica, a la
prostitución para costearse su adicción, lo que le lleva irremediablemente a la
cárcel. Allí dentro se enterará del fallecimiento de su hermano Dennis. Un
nuevo drama en su vida (junto a la muerte de su madre) que le hará reflexionar
sobre su futuro.
Tras una estancia de tres meses en prisión, sale limpia y
concienciada en dirigir todos sus esfuerzos al terreno de la composición.
Gracias a su amistad con Jim Pons (bajista de The Turtles) comienza a escribir
canciones para Blimp Productions e
incluso consigue que el popular grupo (intérpretes del famoso hit “Happy
together”) obtenga un moderado éxito con su versión de “Lady-O”, apareciendo
además en la portada de la célebre revista “Rolling Stone” fotografiada por la
mismísima Annie Liebovitz.
Gracias a David Geffen, con quien mantendrá una problemática
relación sentimental, inaugurará su flamante nuevo sello Asylum, hogar del
llamado sonido californiano “Laurel Canyon”, que atraerá a una serie de músicos
como Jackson Browne, Warren Zevon, Carly Simon, Joni Mitchell, Carol King, The
Eagles u otras “rara avis” como el mismísimo Tom Waits.
Tras una gira teloneando a David Crosby y Graham Nash, éste
último le produce un brillante single de adelanto, “Jesus was a crossmaker”, al
que sigue, un mes y medio después, su excepcional álbum de debut. Producido por
el equipo Jim Pons–John Beck–Henry Leavy, “Judee Sill” (1971) es un apabullante
trabajo que mezcla pop, folk, country, música clásica y que se caracteriza por
una gran complejidad en el tratamiento vocal, destacando precisamente su
cristalina voz.
Pero, curiosamente, en vez de centrar sus letras en sus
experiencias negativas en la vida, opta por la fe, la espiritualidad y la
redención. Dado el excelso nivel de todas las composiciones cuesta creer que
pueda ser su primer trabajo. Si acaso destacaremos la inocente y angelical
“Crayon angels”, la barroca “The phantom cowboy”, el insólito country “The archetypal man”, la
evocadora “The lamb ran away with the crown”, el aroma a western de “Ridge
rider”, la apocalíptica “Enchanted sky
machines”, la estremecedora balada “Lopin’
along thru the cosmos” y los
temas anteriormente comentados, la emotiva y nostálgica “Lady-O” y la vibrante
“Jesus was a crossmaker” (inspirada en un desengaño amoroso con el compositor
J.D. Souther).
Sill echará el resto con su segundo trabajo, el
infravalorado “Heart food” (1973), un disco al mismo nivel que su predecesor
pero quizás más consistente como álbum (“Judee Sill“ era más bien una magistral
colección de canciones). Henry Leavy (The Leaves) repite como productor junto a
Judee, que además se encarga de los
arreglos y la orquestación.
Una pequeña diferencia respecto al primer álbum es que las
influencias country y góspel se hacen más pronunciadas, mientras que sus letras
navegan por temáticas similares (religión, búsqueda de la salvación, problemas
sentimentales, el ocultismo, etc). Sobresale el inicio pausado de la reflexiva
“There’s a rugged road”, la desgarradoramente romántica “The kiss”, el emotivo
country “The Pearl”, la rockera “Soldier of the heart”, la gospeliana “Down
where the valleys are low” o la escalofriante complejidad de “The donor”, que
cierra de forma brillante el disco.
Aunque el álbum recibe excelentes críticas resulta un
absoluto fracaso, en parte debido a las desafortunadas declaraciones de Judee
sobre su “jefe” David Geffen, frustrada por el escaso apoyo de su segunda gira
por el Reino Unido, y que desembocó en
la nula promoción de “Heart food” por parte de su discográfica.
Tras esta época creativa regresan los años oscuros. Judee se
ve envuelta en varios accidentes de tráfico. Las secuelas, una operación
fallida de espalda y una depresión la devuelven a la senda de la drogadicción y
al progresivo abandono de su carrera musical. Finalmente, moriría en 1979 a los 35 años de una sobredosis con la que trataba de mitigar su dolor
crónico en su apartamento de L.A., olvidada incluso por sus compañeros de
profesión.
Con el paso de las décadas se ha reavivado ligeramente el
interés por esta compositora y fruto del mismo se han publicado álbumes como
“Dreams come true” (2005) una irregular colección de maquetas con las que
Judee preparaba un hipotético tercer álbum, “Live in London: The BBC
Recordings 1972-73” (2007), una muestra de su paso por el popular programa en
sus giras por el Reino Unido, o “Crayon Angel: Tribute to the music of Judee
Sill” donde una serie de artistas (Ron Sexmith, Beth Orton, Bill Callahan,
Trembling Blue Stars…) realizan versiones de sus míticos temas.
A pesar de todo, Judee Sill sigue siendo una ilustre
desconocida, como en cierto modo les ocurre a Karen Dalton o Laura Nyro, con
las que guarda aspectos en común, aunque diversos músicos como Linda Rondstadt,
Fleet Foxes, The Hollies, Warren Zevon o Cass Elliot han rememorado su legado.
Si existiese justicia, al menos debería gozar del mismo status que otro maldito
por excelencia, Nick Drake. Mientras esperamos que llegue ese día, seguiremos
disfrutando de sus dos obras maestras.
A continuación, la recordamos en el día de su nacimiento,
con The Kiss.