Sándor László Kellner, más conocido como Alexander Korda, nació en Pusztatúrpásztó, entonces Imperio Austro Húngaro, el 16 de septiembre de 1893, y murió en Kensington, Londres, Reino Unido, el 23 de enero de 1956. Director de cine, productor y guionista.
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publicó este recordatorio.
Alexander Korda
(Túrkeve, 1893 - Londres, 1956) Director y productor
estadounidense de origen húngaro. Estudió periodismo en París y regresó a su
país natal para trabajar en el cine mudo, donde se inició como periodista
cinematográfico (fundó el periódico Pesti Mozi), traductor y escritor de
intertítulos en la empresa Projetograph. Ejerció otras profesiones
cinematográficas, entre ellas operador, actor y guionista, y dirigió su primer
filme en 1914, A becsapott újságiró.
Alexander Korda |
Durante la Primera Guerra Mundial creó la productora Corvin Films, así como unos estudios para el rodaje. Realizó hasta el fin de la contienda una veintena de filmes, la mayoría sobre guiones propios. Acabada la guerra, emigró a Viena en 1920, donde dirigió Su majestad el bandido y La emperatriz del mar, y, tres años después, se instaló en Alemania. En este último país rodó La tragedia de los Habsburgo, sobre el fin del imperio austrohúngaro, y Una moderna Du Barry, en las que trabajaba la actriz Maria Farkas, que se convertiría poco después en su esposa.
El matrimonio viajó a Hollywood en 1926 contratado por la
First National, productora que había alabado el trabajo de Korda en Una moderna
Du Barry. María Farkas, ahora conocida como María Korda, obtuvo cierto éxito
como actriz en Estados Unidos a finales de la época del cine mudo, mientras
Alexander Korda realizó, entre otros filmes, Los húsares de la reina y La vida
privada de Helena de Troya, curiosa contemporaneización de la legendaria Helena
de Troya de la Ilíada basada en la obra de teatro de Robert Sherwood y en la
novela de John Erskine.
El año 1929 supuso una ruptura en la carrera del director,
pues a la crisis de la aparición del sonoro se sumó la Gran Depresión
estadounidense. Ello le hizo trasladarse a Francia, donde trabajó en los
estudios que la Paramount había construido en Joinville, en las proximidades de
París, como director de versiones en alemán de filmes franceses. La Paramount
lo nombró su representante en el Reino Unido y Korda marchó a Londres en 1932.
Poco después su carrera tomó un nuevo rumbo al
independizarse de la Paramount y fundar, junto con sus hermanos (el director
Zoltan y el decorador Vincent) y el guionista Lajos Biró, la productora London
Films, que le permitiría dirigir sus filmes más conocidos durante la década de
1930: entre ellos, La vida privada de Enrique VIII, La aventura de don Juan y
Rembrandt, filmes de época en los que el director, como ya había ocurrido con
La vida privada de Helena de Troya, humanizaba a los personajes célebres y
rehuía las falsas interpretaciones históricas de cartón-piedra.
La vida privada de Enrique VIII (1933) |
Estos filmes compartían una misma delicadeza y perfección estética, a la que contribuyeron el operador Georges Périnal y el director artístico Vincent Korda. Los principales papeles recaían en actores de reconocido talento, arropados por un grupo estable y experimentado de actores secundarios. Korda perseguía realizar producciones cinematográficas de prestigio internacional que pudieran rivalizar con la industria estadounidense.
Con La vida privada de Enrique VIII, Korda alcanzó su primer
gran éxito como productor, recaudando diez veces más de lo que le había costado
su producción. Una clave importante de este éxito fue la inspiradísima
interpretación del monarca inglés Enrique VIII por parte de Charles Laughton.
Con este actor repitió en Rembrandt, biografía del pintor holandés Rembrandt
van Rijn, donde nuevamente Laughton volvía a dar una magistral lección
interpretativa encarnando al artista en sus últimos años de esplendor
artístico, ruina económica y declive social. En La aventura de don Juan, el
director ofreció su propia versión del mito de don Juan Tenorio.
Tampoco es desdeñable, durante esa misma década de 1930, su
labor como productor de filmes como Catalina de Rusia, de Paul Czinner, sobre
la emperatriz rusa Catalina la Grande; La Pimpinela Escarlata, de Harold Young,
con Merle Oberon y Leslie Howard, ambientada en la revolución francesa; El
fantasma va al Oeste, de René Clair, historia de un millonario estadounidense
que compra un castillo escocés, con fantasma incluido, y lo traslada piedra a
piedra a su país; y Las cuatro plumas, un clásico del cine de aventuras situado
en la guerra de Sudán de fines del XIX, de su hermano Zoltan Korda.
Durante la Segunda Guerra Mundial volvió a los Estados
Unidos, donde rodó Lady Hamilton, historia basada en la relación amorosa entre
el almirante Horacio Nelson y lady Hamilton, con el trasfondo del
enfrentamiento bélico franco-británico de principios del XIX, que en una
segunda lectura servía como propaganda británica en pleno conflicto bélico con
la Alemania nazi. También produjo dos filmes de aventuras que tendrían
posteriormente infinitas versiones: El ladrón de Bagdad y El libro de la selva,
ambas interpretadas por el entonces popularísimo Sabú.
Lady Hamilton (1941) |
Al finalizar la guerra regresó al Reino Unido y dirigió sus dos últimos filmes, la comedia Separación peligrosa, con Robert Donat y Deborah Kerr, sobre un matrimonio al que separa la guerra y al cabo de los años vuelve a reencontrarse, y Un marido ideal, sobre una obra de Oscar Wilde que protagonizó Paulette Godard. A partir de entonces intensificó su carrera como productor, apoyado en la London Films, y abandonó sus tareas como realizador.
En 1942 fue nombrado Sir por el monarca inglés Jorge VI,
nombramiento con el que se convirtió en el primer hombre de cine en recibir tal
distinción nobiliaria. Entre 1947 y 1956 llegó a producir más de cuarenta
filmes de los más diversos directores y géneros cinematográficos, entre los que
sobresalen El tercer hombre (1949), de Carol Reed, basado en la novela de
Graham Greene y con un magistral Orson Welles en el reparto; Los cuentos de
Hoffman (1951), de Michael Powell y Emeric Pressburger; y Ricardo III (1955),
de Laurence Olivier, traslación a la gran pantalla del Ricardo III de
Shakespeare.
Aunque había dejado de dirigir, el mayor mérito de Korda en
sus últimos años fue su insistencia en dotar de solidez a la industria
cinematográfica británica y su interés por apoyar a nuevos realizadores.
Algunos de ellos se convertirían años después en figuras fundamentales del cine
inglés posterior a la Segunda Guerra Mundial, como los ya mencionados Powell,
Pressburger y Olivier, pero también Carol Reed, David Lean o Anthony Asquith.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con un fragmento de la película That Hamilton Woman, de 1941.