Mariano Etkin nació en Buenos Aires, Argentina, el 5 de noviembre de 1943, y murió en su ciudad, el 25 de mayo de 2016. Compositor.
El sitio www.folkloreimaginario.com.ar
publicó esta entrevista realizada por Leopoldo Martí.
Entrevista al compositor argentino Mariano Etkin.
“La música contemporánea latinoamericana debe aspirar a ser
música”
– Maestro Etkin: vinculando la temática de la “Maestría en
Música Latinoamericana del Siglo XX”, ¿qué puede decirnos acerca de lo
‘argentino’ o en todo caso lo “latinoamericano” en obras de compositores
contemporáneos?
– La respuesta debemos vincularla con una cuestión más
amplia, con una problemática vigente desde hace muchas décadas en algunos
sectores de la cultura de nuestro país, que tiene que ver con la búsqueda de
una identidad argentina o latinoamericana. Justamente para el Seminario de
Música de Cámara en la Maestría en Interpretación de Música Latinoamericana del
Siglo XX, de la Universidad Nacional de Cuyo, he preparado, más que material
específicamente técnico –que está más al alcance de todos los que se interesen
por este tema-, traje unos textos de autores como, por ejemplo, Jorge Luis
Borges, algunos textos ya clásicos, como un texto que trata sobre el escritor
argentino, otro muy interesante que se llama “Vindicación del 1900”, en los
cuales Borges tiene una posición tomada sobre este asunto, la cual fui
comprendiendo y a la cual me fui acercando con el paso de los años. Toda esta
problemática está muy vinculada con cuestiones ideológicas y políticas, sin
ninguna duda. Lo que sucede es que en el campo de la cultura esto muchas veces
no se dice. Por ejemplo, cuando en la
década del ‘40 y del ’50 se dio aquella famosa oposición entre el llamado
‘universalismo’ de Juan Carlos Paz versus el llamado “nacionalismo” de
Ginastera, aparentemente esta era una discusión cultural en la superficie; pero
esto estaba enraizado en cuestiones fundacionales de la Argentina, que tienen
que ver con la apreciación del gaucho o de lo que representó la inmigración en
nuestro país.
Entonces, de acuerdo a la ubicación ideológica de cada uno,
esto se ve hacia un lado, hacia otro o hacia otros, puesto que no son solamente
dos lados. Por eso, ese último gran ‘combate’ que se dio en la Argentina, -estético
en la superficie, como dije antes-, entre Paz y Ginastera, puede ser visto, en
el comienzo del siglo XXI, a la luz de una perspectiva diferente. Yo creo que
la música de Paz no era tan universalista como él creía, pero era mucho menos
universalista más allá de lo que él llama universalista; y lo que sus
seguidores llamaban universalista era el “nacionalismo” de Austria. Es decir aquello que él importó, con los
grandes cambios que ese “traslado” supone, era música que luego aquí sufrió
muchos otros cambios. Podríamos hablar, sin entrar en tecnicismos complejos, de
cierta simplicidad en el tratamiento del dodecafonismo. Y entonces entraríamos
en otra cuestión, muy interesante, que es la oposición simple-complejo, pues a
aquellos músicos europeos que no les interesa la música latinoamericana, ven
nuestra música como demasiado ingenua, muy simple. Es un tema muy importante
como discusión estética. Entonces decíamos que la música de Paz era más
argentina de lo que él creía, y lo de Ginastera era bastante más europeo de lo
que el decía, de lo que él veía como argentino, por ejemplo al usar un ritmo de
malambo, alguna melodía campera o la utilización de las notas de las cuerdas de
la guitarra, en fin todas esas cuestiones referidas a la música de Ginastera.
Porque Ginastera tuvo una formación clásica europea, además
de su interés por la música de Bartòk y, tardíamente, su interés por la música
de Stravinsky. Yo recuerdo en alguna clase que le escuché a Ginastera decir que
escuchó “La Consagración de la Primavera” cuando ya era un hombre grande. Es
notable y sorprendente, sobre todo si pensamos que “La Consagración…” se
estrenó en Buenos Aires en la década del ’20, pocos años después de que se
estrenara en Paris. Y esto es interesante pues habla de cierto aislamiento, de
ciertos bolsones de desinformación que, creo yo, es un fenómeno universal, a
pesar de los avances de la información. Todo esto, en fin, clarifica un poco
esta especie de mundo en “blanco” y “negro”, ese que mi generación aprendió; es
decir, cuando yo tenía 25 años, el mundo se dividía entre “universalistas” y
“nacionalistas”, y por cierto que las cosas son mucho más complejas.
En cuanto a lo “latinoamericano”, yo creo que es importante
no devolverles a los europeos los mismos espejitos que ellos nos vendieron a
nosotros. Hay algunos compositores latinoamericanos que están en ese camino,
respondiendo a las necesidades de un mercado de ciertos sectores de la música
europea, que están saturados de escuchar lo que su cultura produce, y tienen
mucha avidez por lo que se produce en otros lados. Pero tienen avidez e interés
en tanto y en cuanto sea claramente diferenciado de lo que ellos hacen.
Entonces estos compositores suplen esa necesidad del mercado europeo, y ahí van
con sus obras tratando de ofrecer cierto exotismo, que no es más el exotismo de
la pentafonía, ni de la rítmica folklórica, sino que es otro tipo de exotismo.
Pero además creo que no debemos cometer el mismo error de los europeos cuando
hablan de Latinoamérica. Yo creo que Latinoamérica es una unidad desde cierto
punto de vista, pero, desde otro, creo que no.
Creo, por ejemplo, que entre Bolivia y Argentina hay diferencias enormes,
a pesar de ser países limítrofes. Y no se trata de ser mejores ni peores, sino
una cuestión de diferencias culturales. Entonces tampoco hagamos lo mismo con
Europa, y pongamos en la misma bolsa a España, Albania y Alemania, porque son
tres países absolutamente diferentes. Y es interesante darse cuenta que entre
los países que invierten más en la cultura, como por ejemplo Francia y
Alemania, se ve mucho más interés por lo de afuera, especialmente en la música
contemporánea, en Alemania. Eso me pareció un fenómeno muy interesante, que
tiene que ver con cuestiones muy atávicas de las culturas de esos países. Es
decir Francia, una ex gran potencia colonial del planeta, una ex potencia
imperial del planeta, con una ciudad que durante muchísimo tiempo fue
considerada el centro del mundo, y que aún hoy es uno de los centros del mundo,
en cambio Alemania con muchísimas dificultades, nunca pudo convertirse del todo
en una potencia, además de la cuestión filosófica alemana, su afán de
trascendencia, esta cuestión de la proveniencia de los sajones con respecto a
las culturas nórdicas; en fin, como vemos es un tema muy complejo, desde lo
cultural, y desde ellos hacia nosotros.
– En estos días de trabajo en la Maestría, Ud. tiene la
posibilidad de escuchar gran cantidad de obras exclusivamente de compositores
latinoamericanos del siglo XX, interpretadas por músicos de Argentina y de
algunos otros países latinoamericanos. Qué reflexión le merece esto en relación
a la Maestría y en el terreno cultural general.
– Yo creo que esto es muy importante, porque de hecho la
música latinoamericana en Latinoamérica ocupa un lugar muy secundario. Y la
música académica latinoamericana ocupa una marginación adentro de una
marginación. Hay una primera marginación que es la de la música contemporánea
en general, y una segunda marginación que es la de la música que se hace en los
países latinoamericanos. Esto tiene que ver con muchas cosas, y una de ellas es
la juventud de esta música, pues se ha empezado a componer de una manera
sistemática a partir de los comienzos del siglo XX. Para un fenómeno cultural
que tenga cierta profundidad, es muy poco tiempo, lo cual no es tampoco un
justificativo. Otro problema es el de los “ghettos”, que se dan en muchos
lugares; por ejemplo, en Alemania –país que conozco bastante- se organizan conciertos
de música latinoamericana; es muy difícil encontrar una obra de un compositor
latinoamericano en un programa de concierto con otro compositor alemán,
español, japonés, etc.; es muy raro de ver eso. Yo estoy en contra de esos
“ghettos”, porque creo que la música latinoamericana debe aspirar a ser música,
ni siquiera diría música contemporánea, porque de alguna manera Mozart es un
compositor contemporáneo, porque la manera en que se toca a Mozart para él
mismo, si viviera, sería imposible de escuchar. Por eso, esta Maestría me
parece un hecho muy importante, pero que debe insertarse en una esfera cultural
mucho más amplia. Tampoco creo demasiado en las normas forzosas de inclusión de
obras, porque finalmente contribuye a un resultado pobrísimo, cuando alguien se
ve forzado a tocar o dirigir algo, es lo peor que puede pasar, porque eso se
escucha. Yo creo que, como decía Schönberg, “la música contemporánea no es que
suene mal, sino que está mal tocada”, y agregaría que está mal tocada porque la
gente que la toca no tiene convicción ni cree en lo que está tocando.
– ¿Qué anhela de la música latinoamericana contemporánea?
– Como dije antes, yo anhelaría que la música que se hace
aquí pueda ejecutarse en un mismo nivel de importancia y expectativas junto a
los grandes compositores contemporáneos, en sus mejores expresiones. Hay una
frase muy cáustica que dijo una vez Stravinsky, que “Necesariamente el 99% de
la música que se compone es mala”, y como lo dijo Stravinsky que es uno de los
compositores más importantes del siglo XX, es una verdad dolorosa.
Evidentemente en el arte hay un proceso de decantación, y el tiempo no puede
ser reemplazado por nada; es decir, el tiempo que preserva y construye, es el
mismo tiempo que destruye. Y yo creo que aunque no es mucho lo que se puede
hacer contra eso, sí se puede hacer mucho dando a conocer lo que se hace.
Pensemos que aún hoy hay gente común, de la calle, que me pregunta qué música
toco y le contesto que no toco, que soy compositor, y entonces se produce un silencio,
de desconocimiento; creo que esa persona, dentro de cien años, si yo estuviera
vivo, y le dijera que soy compositor, y en vez de producirse un silencio me
preguntase qué tipo de música hago, creo que habría una movilidad hacia una
etapa interesante en la difusión y circulación de estos bienes culturales.
– ¿Cómo ve el panorama de la música latinoamericana actual?
– Hay una cosa importante que hay que decir que es que uno
nunca puede saber qué es lo que está pasando en la actualidad más actual, por
más internet y globalización comunicacional que haya, es imposible. Lo que yo
puedo evaluar es lo que ya pasó; y por lo que ha pasado en estos últimos años,
que yo conozco, me parece percibir un cierto impasse, que tiene que ver con una
especie de incertidumbre en otros planos de la vida del hombre contemporáneo.
Sin embargo, de tanto en tanto se escucha algo por lo que uno
se hace la clásica pregunta: ¡¿cómo se le ocurrió esto?!, el clásico comentario
ante algo que sorprende, y que sorprende como una muestra de la imaginación, porque, en definitiva, como
decía Edgar Varese, la última palabra es imaginación.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con Lágrimas para Orquesta Sinfónica, en la versión de la Orquesta Sinfónica
Simón Bolívar, dirigida por Alfredo Rugeles.