Jordi Soler i Galí, más conocido como Toti Soler, nació en Vilasar de Dalt, Barcelona, España, el 7 de junio de 1949. Cantautor, compositor y guitarrista.
El sitio www.totisoler.com publicó su biografía.
Hay que detenerse para sentir la belleza, tomar al tiempo su pulso de vida para captar la belleza, hay que prestar atención al alma de cada cosa para encontrar la belleza. Pero si todo es demasiado vasto y difícil hay quien nos lo hace cercano y sencillo. Toti Soler, compositor, guitarrista, músico de poemas y cantante, siente, capta y encuentra la belleza en el corazón de cada cosa y generosamente nos lo ofrece en cada una de sus composiciones.
Nacido en 1949 en Vilassar de Dalt (Barcelona), inició sus estudios musicales 1965 en el Conservatorio Superior de Música de Barcelona y los amplió en 1969 a el Spanish Guitar Centro de Londres. Esta formación clásica estará siempre presente en su obra, pero no será ni mucho menos la única. En 1971 conoce al blues-man norteamericano Taj Mahal y aprendiendo y compartiendo el uno del otro la medida del ritmo del llanto hecho música realizarán juntos varios conciertos. Pero el camino de continuo aprendizaje apenas comienza y cautivado por la sabiduría gitana del flamenco más puro Toti Soler viaja a Andalucía en 1972 y adquiere e integra en su música los aprendizajes recibidos del legendario guitarrista flamenco Diego del Gastor.
A partir de 1973 su vida musical inicia otro vuelo. De la mano del poeta, actor y cantante Ovidi Montllor el Toti pone toda la sensibilidad aprendida y comprendida sobre versos de poetas escogidos transformándolos en canciones y recitales que durante veintiséis años llenarán escenarios de todo el mundo, uno de ellos el celebrado en el mítico teatro Olympia de París. La delicadeza, la intuición, la riqueza musical de Toti Soler es pronto requerida por otros artistas de renombre internacional, en 1980 el actor y director Ugo Tognazzi le encarga la composición de la banda sonora de su película I viaggiatorio della sera y ese mismo año es el genio de Léo Ferré quien encuentra en los prodigiosos dedos de Toti Soler el complemento ideal para sus improvisadas e intensas interpretaciones. Así, después de varios conciertos juntos graban en un estudio de Milán los discos Léo Ferré: ludwig - el imaginaire - le bateau ebrio.
Fiel a la forma musical que desde hace más de diez años descubrió, en 1984 participa en la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla 'El Toque' y en 1989 es invitado a participar en el Festival Internacional de Guitarra de Córdoba. Durante los primeros años de la década de los 90 el Toti profundiza y perfecciona la técnica flamenca con el maestro sevillano José Manuel Roldán. En 1994 la Orquesta Sinfónica de Baleares cuenta con su presencia como solista en el Festival de la Canción Mediterránea en Palma de Mallorca. Consagrado ya como compositor e intérprete de la contemporaneidad que recoge tradiciones de sonidos tan diversos Toti Soler acepta el reto de devolver a los orígenes de su formación y participa en 1996 en el VII Festival de Guitarra de Barcelona ofreciendo su primera actuación pública como guitarrista clásico en un concierto dedicado a J.S.Bach.
Ese mismo año recibe el Premio al Mejor Disco Catalán del Año por sus composiciones recogidas en el disco grabado en Suiza, Lydda. En 1998 compone la música por el montaje teatral sobre la obra del autor Ramón del Valle-Inclán Farsa y Licencia de la Reina Castiza. Este trabajo le valdrá el Premio de la Crítica Teatral de Barcelona. En 1999 recibe el Premio al Mejor Disco Infantil del año por sus alegres piezas sobre poemas de Miquel Martí i Pol. En 2000 Toti Soler graba de nuevo diecinueve canciones que forman parte de la memoria poética colectiva de todo un país, el disco Canciones es el penúltimo regalo de este mago que siempre sorprende y cautiva con voz de terciopelo y sonido limpio de agua clara. Un disco que devuelve al Toti más solitario a los escenarios catalanes participando en el Festival de Verano de Barcelona 'Griego' del año 2001 y que le hizo valer dos prestigiosos premios en el ámbito de la canción catalana, el Premio Altavoz de Sant Boi de Llobregat y el Premio a la Popularidad que otorga la emisora Radio 4.
Toti Soler, sin embargo, fluye con el tiempo, respira incombustible toda la riqueza del tiempo y de su alenar continuo hace surgir siempre aire nuevo. En 2002 graba en su propio estudio Vita Nuova un disco que integra sabidurías musicales y poéticas acumuladas de tantos años y donde, sin embargo, cada tema contiene en él el nuevo tesoro de una vida propia, fiel reflejo de la capacidad de este músico al transformar la vida más íntima y profunda en belleza compartida. Vita Nuova es presentado al público en el Palau de la Música de Barcelona y recibe en 2003 el Premio de la Sociedad General de Autores y Editores (S.G.A.E.) al Mejor Disco en la categoría Nuevas Músicas.
La mémoire et la Mer será el sello discográfico que, en el país vecino de Francia, proponga, en 2004 en Toti Soler editó un disco recopilatorio y suficientemente representativo del suyo trabajo musical. Toti escoge, entre música y canciones, trece temas de varios discos ya publicados, para acercarse con una emblemática y cálida antología al público francés. El disco, que lleva por nombre Guitarra y Cançons, incluye también tres temas grabados con Léo Ferré en 1981 a los estudios Regson Zanibelli de Milán.
Y como si se tratara de una premonición en 2004 representa por Toti, discográficamente hablando, el año de la memoria. Salen a la luz dos discos cargados de historia, de tiempo y de tradición. Toti, animador de la música popular de su país, animador de la su lengua, elige, arregla, armoniza e interpreta canciones populares catalanas
dándoles el vuelo y la vigencia vital de la tradición más viva. Con la sensibilidad de el hombre que ama lo más antiguo, el anónimo heredado como patrimonio común que representa para cualquier país conocer sus canciones más populares, interpreta y reintrépreta de nuevo sus sentidos más atávicos: El archivero de Tortosa y Racconto, dos discos sorprendentes que ponen de manifiesto que el hombre y el creador, la música y la poesía, el talento y la sabiduría confluyen siempre en los discos que Toti enseña al mundo.
La finalización del 2004 tendrá por Toti un aire de otoño de melancolía compartida. Por iniciativa del director teatral Joan Ollé, Toti Soler pondrá música a la obra del narrador y dramaturgo ruso Anton Chéjov, El tío Vania. Y si el texto, con palabras de su director, enferma el alma, la música que Toti compone e interpreta en directo durante las cinco semanas en que será representada en el Teatre Lliure de Barcelona, será bálsamo de delicadeza, será acento de soledad, será para cada una de las palabras pronunciadas por los actores prolongación y estremecimiento del ambiente apasionado e inmóvil que rodea a Serebriakov, a Ástrov, a Yelena, a Sonia…
El año 2005, en una cultura empeñada en celebrar la muerte, es el décimo aniversario de la muerte del Ovidi Montllor. Esta tristísima efeméride supone para Toti una presencia en los escenarios del país tan inusual como intensa. Instituciones públicas y privadas reclaman y solicitan a Toti la creación de un montaje poético/musical que haga vive el legado artístico y moral de aquel que hacía temblar de tanta ternura, de tanta dureza, de tanta esperanza y tanta amargura. Y así, los más de veinticinco años de mutua admiración, de mutua entrega, de mutua maravilla por la voz y los dedos de la música hacen surgir el espectáculo y el disco Dios catalanes y un ruso, haciendo alusión a los diez poetas catalanes y al único poeta ruso al que Ovidio y Toti pusieron voz y música. Uno vez más Toti es el eco transparente e imprescindible de aquel que ataba cartas y rosas y ofrecía al amigo los reyes y los ases de la más franca y leal alianza artística y personal.
Y en medio de ésta, casi frenética, presencia escénica, una noticia que llega dando una señal de paz y de justicia: el Departamento de Cultura la de la Generalitat de Cataluña hace público el otorgamiento a Toti Soler del Premio Nacional de la Música 2005 en su 15ª edición. Un reconocimiento institucional tan justo como necesario porque si todavía hay alguien, en el pequeño país que habita, que tiene el atrevimiento ignorante de no apreciar y admitir entre los mayores a este músico que habla con el alma al descubierto.
Todos tenemos surcos en el corazón llenos de arcanas emociones. A pocos les es dado el don y la generosidad de recoger con las manos el chorro transparente que en ellos se pone y darlo a ver a los sedientos de vida, a los sedientos de amor. De estos privilegiados los llamamos poetas, los llamamos músicos. Toti, poeta que escribe sobre el papel pautado de las seis cuerdas que siempre le acompañan da en su último disco, callado y misterioso, casi místico, un chorro de luz y aire del sonido más destilado que vive y habita en el surco profundo de su Vida secreta. Una música que no sólo puede ser escuchada con el oído, sino que pide, también, ser comprendida por el alma.
A continuación, celebramos su cumpleaños, con Pettita Festa. Toti Soler, guitarra y voz; Gemma Humet, voz; Marc Prat, contrabajo; y Jaume Catà, percusión.
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