Juan Bautista Ambrosetti nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 22 de agosto de 1865 y murió en Buenos Aires, el 28 de mayo de 1917. Etnógrafo, folclorólogo y naturalista.
Él y su discípulo Salvador Debenedetti son considerados los iniciadores en la Argentina de la ciencia arqueológica.
Habiendo estudiado en Buenos Aires trabó relaciones con Florentino Ameghino y con casi 20 años se sumó a las expediciones de naturalistas que realizaron investigaciones en el Chaco y, de regreso, publicó sus experiencias bajo el seudónimo de Tomás Bathata.
Poco después fue designado director de la sección Zoología del Museo Provincial de Paraná, donde trabajó con Pedro Scalabrini, profesor de la clase de geología. Su formación humanista se completó con Eduardo Ladislao Holmberg.
Tuvo distintos puestos en el Instituto Geográfico Argentino, en la Sociedad Argentina de Enseñanza por medio de Proyecciones Luminosas, en la Sociedad Científica Argentina y en el Museo Natural de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, dirigido por Florentino Ameghino, aunque ya como encargado del área de arqueología.
Viajero e investigador incansable, realizó numerosas expediciones que enriquecieron los conocimientos de topografía, arqueología y etnografía del país.
Representó por primera vez a la Argentina en el Congreso Científico de Nueva York, celebrado en 1902 e intervino en la Junta de Historia y Numismática Americana entre 1901 y 1917 y en el Museo Arqueológico y Antropológico de Buenos Aires.
Realizó publicaciones para el Zoológico de Buenos Aires, el Instituto Geográfico Argentino, la Sociedad Científica Argentina, el Museo Nacional de Buenos Aires, el Museo de La Plata y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, la Escuela Positivista de Corrientes y el Investigador, y el Boletín Nacional de Agricultura.
Su primer trabajo sobre folclore fue Materiales para el estudio del Folclore Misionero en 1893 y ese trabajo sentó bases para el estudio etnomusicológico.
De las investigaciones arqueológicas de Ambrosetti, en la zona del noroeste argentino, sobresale su descubrimiento en 1908 del Pucará de Tilcara en la Quebrada de Humahuaca, que proporcionó rico material arqueológico y antropológico.
En compañía de su discípulo, luego continuador de su obra Salvador Debenedetti, llegó en ese año a Tilcara en una de sus acostumbradas expediciones arqueológicas.
Durante los veranos de tres años consecutivos exploraron el Pucará y extrajeron unas tres mil piezas. Estos materiales y sus observaciones permitieron formarse una idea de cómo era la vida de sus habitantes antes de la llegada de los españoles.
El museo que se encuentra junto a la perdida ciudad de los Quilmes en los Valles Calchaquíes, recibe actualmente su nombre.
En 1904 gestionó la creación del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, del cual fue su primer director y en 1910, la Universidad de Buenos Aires lo nombró Doctor Honoris Causa.
Se lo considera como el iniciador del estudio sobre bases científicas del folclore argentino, ha dejado una bibliografía fundamental, con más de 70 ensayos, para las distintas especialidades a las que se dedicó y catalogó más de 20.000 piezas de flora y fauna.
Entre sus muchas obras sobresalen Arqueología argentina, Supersticiones y leyendas, Los monumentos megalíticos de Tafí del Valle de 1896, La civilización calchaquí, Los cementerios prehistóricos del Alto Paraná.
El 22 de agosto se conmemora el Día Mundial del Folklore, en homenaje al creador de ese vocablo: William Thoms y etimológicamente deriva de “folk” pueblo, gente, raza y de “lore” saber, ciencia y se designa con ese término el “saber popular”.
La fecha coincide en la Argentina, con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti, reconocido como el “padre de la ciencia folklórica”.
El Primer Congreso Internacional de Folklore se realizó en la ciudad de Buenos Aires en 1960, y fue presidido por el argentino Augusto Raúl Cortázar.
A este Congreso asistieron representantes de 30 países que instauraron el 22 de agosto como Día del Folklore.
El emblema que representa a los folkloristas argentinos, elegido por el Primer Congreso Nacional del Folklore en 1948 es el árbol, porque el folklore también hunde sus raíces en la tradición, sus ramas representan el pensamiento, el sentido y la imaginación por un lado y la obra de las manos, es decir la creatividad artesanal por el otro.
Las escasas hojas representan la juventud primaveral de la ciencia, las palomas, la unión de lo material con lo espiritual en la amplitud del folklore.
El tronco y ramas están envueltas con una banda que dice: Qué y cómo el pueblo piensa, siente, imagina y obra. Este emblema fue ideado por Rafael Jijena Sánchez.
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