Andrés Bartolomé Osuna, más conocido como, Osvaldo Ribó nació en Victoria, provincia de Entre Ríos, el 30 de noviembre de 1927 y murió en Mar del Plata, el 19 de abril de 2015. Cantor.
El sitio www.todotango.com
publicó este recordatorio firmado por Néstor Pinsón y Ricardo García Blaya
Ribó fue para nosotros, ante todo, un gran amigo del grupo
de coleccionistas. Un artista que trabajo su voz, la educó y que nos deleitó
con su fraseo delicado y su cálido timbre. Pertenece a una generación de
cantores que disfrutó el final de los 40, pero que luego tuvo que luchar por
mantener vivo el tango del 60 en adelante.
Nació en Victoria, provincia de Entre Ríos. Su vocación por
la música y el canto despertó tempranamente.
«De pibe, en mi pueblo, no sabíamos de tango, ni de milonga,
ni de ningún otro ritmo. Hasta que, de pronto, me conmovió la letra de un tango
escrita en el diario. Ocupaba la página central, era “Giuseppe el zapatero”. Yo
tenía, apenas, siete años.»
Muy pronto se trasladó a la ciudad de Rosario (provincia de
Santa Fe) donde cursó los estudios primarios. Un día se puso a cantar en la
cocina del colegio, la directora lo escuchó y le preguntó por qué se había
mudado, y el chico respondió: «Porque quería cantar». Esta respuesta la
sorprendió y como era una amante de la música, ejecutante de piano y violín,
cuyo mayor orgullo era el coro del colegio, decidió probar al muchacho. Así fue
como Ribó se transformó en el solista del coro que estaba integrado por 60
niños.
Al poco tiempo debuta en la radio acompañado por guitarras,
siendo aún adolescente, e ingresa en una orquesta de cabaret donde tocaba el
violinista Nito Farace y cuyo director Lincoln Garrot imitaba el estilo de
Osvaldo Fresedo.
«Llegué a Buenos Aires en 1943 a los 16 años. Vivía con un tío quien me anotó en un concurso: Voces nuevas surgidas del deporte, que finalmente gané. Mi tío me ayudó mucho, pero era muy estricto. Un día llegué tarde por culpa de una mujer y me mandó de vuelta a mi pueblo.»
«En ese concurso participaron muchachos mayores que yo, que
luego serían artistas reconocidos: Roberto Carlés, Oscar Larroca y Carlos
Vidal, entre otros.»
No obstante el problema con su tío, Osvaldo se va a vivir a
una pensión, destacándose día a día con su canto. Así conoció entre otros a
Nelly Omar y a Homero Manzi.
Hacia 1944 actúa con la orquesta de Alfredo Gobbi utilizando
el seudónimo Julio Lucero en el cabaret Sans Souci.
Por aquel tiempo actuó también en otros cabarets con el
acompañamiento del conjunto de Antonio Arcieri. Luego se presentó en un local
llamado Hurlingham, enfrente a la confitería Novel de la calle Lavalle. Lo
acompañaba el sexteto Dalepi, apócope del apellido del director, quien era un
muchacho bandoneonista de apellido griego, Armando Dalepidote. En ese local
debutó también la famosa orquesta de jazz Varela Varelita.
Cuando el cantor Enrique Campos se va de la orquesta de
Ricardo Tanturi, el director comienza a probar una importante cantidad de
postulantes. Tanturi buscaba voces con personalidad y por ese motivo elige la
de Andrés Osuna. A raíz de un concurso propuesto por el auspiciante del
programa radial donde actuaba Tanturi, los oyentes proponen el nombre artístico
del cantante recién incorporado. Así surge su seudónimo Osvaldo Ribó.
Su primera grabación fue a dúo con Roberto Videla, el 16 de
agosto de 1946, el vals “Amores de estudiante”, dejando registrados 14 temas
con Tanturi. Su gran éxito fue y, sigue siendo, el tango “Papel picado”, de
Cátulo Castillo y José González Castillo.
En 1954 ingresa a la orquesta de Lorenzo Barbero y graba dos tangos: “Noche de locura” (23/7/1954) y “No quiero verte llorar” (20/5/1955).
En 1954 ingresa a la orquesta de Lorenzo Barbero y graba dos tangos: “Noche de locura” (23/7/1954) y “No quiero verte llorar” (20/5/1955).
En 1960 se vincula al bandoneonista Ángel Domínguez y graba
“Aquel nocturno” con la orquesta de Héctor Gondre, el bandoneonista de Ricardo
Tanturi.
Después pasó a la orquesta de Mariano Mores, con quien tuvo
una mala experiencia, según sus propias palabras, y actuó en televisión.
Siguió actuando, siempre como solista, en innumerables
locales, registrando algunas grabaciones hasta la actualidad. En 1978,
acompañado por Roberto Grela y sus guitarristas deja cuatro temas registrados.
Luego, una serie de grabaciones de las que reniega, sólo editadas en cassette,
ocho temas con la orquesta dirigida por Ricardo Martínez en 1987.
En su último trabajo, grabado en 1999 y editado por Héctor
Lucci, registra doce temas con el acompañamiento de guitarras de Hugo Rivas y
se reeditan los cuatro temas grabados con Roberto Grela en 1978.
Su opinión sobre Gardel es categórica: «Para alcanzarlo no
hubieran bastado la voz de Jorge Casal, el gusto de Floreal Ruiz, la simpatía
de Raúl Berón, ni el coraje de Alberto Castillo. Hay cantores que cantan lindo,
incluso aficionados, pero cantar bien es otra cosa. Son muchos detalles. Cada
palabra, frase tras frase, apoyar una nota tras otra. Cuando uno estudia un
buen maestro de canto te dice que todas las notas tienen que estar en un mismo
lugar, no le vayas a errar a una sola.» Y nos acota como reflexión final: «En
lo popular hay que respetar lo que viene de atrás, lo que se fue formando poco
a poco, lo que se va enseñando de unos a otros. En definitiva, se aprende
escuchando a los otros.»
Como dato curioso se puede señalar que Ribó tuvo dos hijos,
un varón y una mujer, esta última, la actriz Olivia Hussey, la Julieta de la
película Romeo y Julieta del director italiano Franco Zefirelli.
Osvaldo Ribó fue un hombre de largas e interesantes
reflexiones, de una simpatía natural y una personalidad delicada, amante de
relatar historias graciosas hilvanadas una tras otra. En resumen, una persona
simple y sencilla con una voz educada y diáfana que le permitió seguir
trabajando permanentemente.
A continuación, recordamos a Osvaldo Ribó, junto a la Orquesta de Ricardo Tanturi, en el tango Papel picado, grabado el 26 de enero de 1948.