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publicó este recordatorio.
Sotiria BELLOU (Σωτηρία Μπέλλου)
(Drosiá, cerca de Calcis, en la isla de Eubea, 22 de agosto
de 1921 – Atenas, 27 de agosto de 1997)
Sotiria Bellou en un sello emitido por el correo griego el 16 de septiembre de 2010, dentro de la serie “Música folklórica”. |
Considerada una de las mejores intérpretes del género rebético ligero (equivalente griego del blues, el tango o el fado), Sotiria Bellou empezó a cantar desde niña himnos bizantinos en la iglesia y demostró la gran calidad de su voz.
Hija de un eclesiástico ortodoxo, tuvo una juventud difícil,
tanto por lo que respecta a las relaciones con sus padres como por los
maltratos de que era objeto por el hombre (un conductor de autobuses) con el
que se casó siendo muy joven por imposición familiar y contra su voluntad; tras
recibir una paliza, en un ataque de ira arrojó ácido a la cara de su marido,
por lo que fue condenada a tres años y tres meses de prisión, aunque sólo
estuvo encarcelada seis meses.
Volvió con su familia, pero la crudeza con la que la
trataban hizo que en 1940, en plena ocupación nazi de Grecia, se estableciera
en Atenas. Pasó dificultades para sobrevivir con trabajos precarios, y se unió
a la resistencia contra los alemanes (quienes la detuvieron y torturaron); en
1944 participó en la Dekemvriana (el levantamiento de Atenas) como miembro del
Ejército Popular de Liberación Nacional (ELAS), en el que se había enrolado.
Sería detenida y encarcelada una vez más durante la guerra civil griega
(1941-1950) por su apoyo a los comunistas.
Tras su puesta en libertad, en 1947 empezó a cantar en un
bar de Atenas, donde fue descubierta por Vasílis Tsitsánis, quien, sorprendido
por sus cualidades, la llevó consigo a los locales más célebres de la capital
griega: ambos popularizaron entonces la música rebética y su versión ligera.
En 1948, mientras actuaba, sufrió otra agresión por
“comunista”, ante la impasibilidad tanto del público como de los músicos que la
acompañaban. Pese a su fuerte personalidad y su firmeza de carácter, se sintió
abandonada y desgraciada, y empezó a darse a la bebida. Sería poco después
cuando empezarían a ser reconocidas por el público sus extraordinarias dotes, y
poco a poco se encumbró hasta los grandes escenarios, de los que no se retiró
hasta la década de 1980.
La dureza de su vida acabó pasándole factura: el alcoholismo
la arrastró a una profunda depresión y, por si fuera poco, contrajo un cáncer
de laringe. Vivió sus últimos años prácticamente en la soledad (sólo tuvo al
lado a una fiel amiga) y la pobreza, pese al gran éxito que obtuvieron sus
grabaciones y su reconocimiento como una de las grandes de la canción popular y
ligera griega. Tras su muerte, su figura fue reivindicada por el partido
comunista, que le rindió homenaje y, como suele ocurrir, póstumamente su voz y
sus canciones fueron divulgadas como nunca, y continúan siendo muy populares.
A continuación, la recordamos en el día de su nacimiento,
con No me dejes otra vez.