Franz Peter Schubert nació en Himmelpfortgrund, Austria, el 31 de enero de 1797, y murió en Viena, Austria, el 19 de noviembre de 1828. Compositor.
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Franz Schubert
(Himmelpfortgrund, actual Austria, 1797 - Viena, 1828)
Compositor austríaco. Nacido en las proximidades de la misma Viena que acogió a
Haydn, Mozart y Beethoven, a menudo se le considera el último gran
representante del estilo clásico que llevaron a su máximo esplendor esos tres
compositores y uno de los primeros en manifestar una subjetividad y un lirismo
inconfundiblemente románticos en su música. El lied para canto y piano, uno de
los géneros paradigmáticos del Romanticismo, encontró en él a su primer gran
representante, cuyas aportaciones serían tomadas como modelo por todos los músicos
posteriores, desde Robert Schumann hasta Hugo Wolf y Gustav Mahler.
Franz Schubert |
Hijo de un modesto maestro de escuela, Schubert aprendió de
su padre la práctica del violín y de su hermano mayor, Ignaz, la del piano, con
tan buenos resultados que en 1808, a los once años de edad, fue admitido en la
capilla imperial de Viena como miembro del coro y alumno del Stadtkonvikt,
institución ésta en la que tuvo como maestro al compositor Antonio Salieri. La
necesidad de componer se reveló en el joven Schubert durante estos años con
inusitada fuerza, y sus primeras piezas fueron interpretadas por la orquesta de
discípulos del Stadtkonvikt, de la que él mismo era violinista.
Tras su salida de este centro en 1813, Schubert, a
instancias de su padre, empezó a trabajar como asistente en la escuela de éste,
a pesar del poco interés demostrado por el músico hacia la labor pedagógica. En
estos años es cuando ven la luz sus primeras obras maestras, como el lied El
rey de los elfos, inspirado en un poema de Goethe, uno de sus escritores más
frecuentados. Después de abandonar sus funciones en la escuela paterna,
Schubert intentó ganarse la vida únicamente con su música, con escaso éxito en
su empresa.
El único campo que podía reportar grandes beneficios a un
compositor de la época era el teatro, la ópera, y aunque éste fue un género que
Schubert abordó con insistencia a lo largo de toda su vida, nunca consiguió
destacar en él, bien fuera por la debilidad de los libretos escogidos o por su
propia falta de aliento dramático. Sus óperas, entre las que merecen citarse
Los amigos de Salamanca, Alfonso y Estrella, La guerra doméstica y Fierabrás,
continúan siendo la faceta menos conocida de su producción.
Si Schubert no consiguió sobresalir en el género dramático,
sí lo hizo en el lied. Un solo dato da constancia de su absoluto dominio en
esta forma: sólo durante los años 1815 y 1816 llegó a componer más de ciento
cincuenta lieder, sin que pueda decirse de ellos que la cantidad vaya en
detrimento de la calidad. Escritos muchos de ellos sobre textos de sus amigos,
como Johann Mayrhofer y Franz von Schober, eran interpretados en reuniones
privadas, conocidas con el elocuente nombre de «schubertiadas», a las que
asistía, entre otros, el barítono Johann Michael Vogl, destinatario de muchas
de estas breves composiciones.
Los ciclos La bella molinera y Viaje de invierno constituyen
quizás la cima de su genio en este campo, a los que hay que sumar títulos como
El caminante, La trucha, A la música, La muerte y la doncella o el celebérrimo
Ave Maria. A pesar de la belleza de estas composiciones y de la buena acogida
que encontraron entre el público, la vida de Schubert discurrió siempre en un
estado de gran precariedad económica, agravada considerablemente a partir de
1824 por los primeros síntomas de la enfermedad que acabaría prematuramente con
su existencia.
Admirado en un círculo muy restringido, la revalorización
del compositor se llevó a cabo a partir de su muerte: obras inéditas o que sólo
se habían interpretado en el marco familiar empezaron a ser conocidas y
publicadas, y defendidas por músicos como Robert Schumann o Felix Mendelssohn.
Es, sobre todo, el caso de su producción instrumental madura, de sus últimas
sonatas para piano, sus cuartetos de cuerda y sus dos postreras sinfonías, a
cuyo nivel sólo son equiparables las de Beethoven.
A continuación, recordamos a Franz Schubert, con el Octeto para Violín, Viola, Violonchelo, Contrabajo, Corno, Fagor y Clarinete, en
Fa Mayor D. 803, en la versión de Antje Weithaas y Alina Pogostkina, en violines,
Veronika Hagen en viola, Sol Gabetta en violonchelo, Robert Vizvari en
contrabajo, Alejandro Núñez en corno, Gustavo Núñez en fagot, y Sabine Meyer en
clarinete.