Alicia Rosa Maguiña Málaga, más conocida como Alicia Maguiña, nació en Lima, Perú, el 28 de noviembre de 1938, y murió en su ciudad, el 14 de septiembre de 2020. Cantante y compositora.
El sitio www.elperuano.pe publicó este recordatorio firmado por José Antonio Vadillo Vila.
ÍCONO DE LA IDENTIDAD NACIONAL
Alicia Maguiña, un puente entre mundos peruanos
José Antonio Vadillo Vila
jvadillo@editoraperu.com.pe
Se te extrañará, maestra. Alicia Rosa Catalina Maguiña Málaga fue una revolucionaria en la sociedad limeña. Consecuente, sin medias tintas, comprendió que este país diverso había que abrazarlo con respeto, investigando sus ritmos antes de asirlo a las cuerdas vocales.
De diversidades sabía desde la cuna. Había nacido en Lima, el 28 de noviembre de 1938, pero desde los dos meses creció en la ciudad de Ica, donde su padre –un chalaco–era vocal de la corte superior. La madre de la futura artista era arequipeña.
Lo recordaría siempre y en las páginas de Mi vida entre cantos, las memorias que publicó el año pasado, cuando se calzó las ocho décadas: en Ica, a los 6 años, Alicia descubrió al Perú en Felícitas, una de las jóvenes quechuahablantes que eran dejadas en las casas de gente acomodada y lloraban sus tristezas en cantos desgarrados. Le inspiraron ese valse revolucionario para su tiempo, ‘Indio’ (compuesto en 1963), considerado por la crítica de su tiempo como “la primera canción peruana de un contenido social auténtico”.
En canciones
Maguiña construyó una carrera entre dos mundos. “Mi trabajo ha sido inclusivo en cuanto a la procedencia, pero excluyente en cuanto a la mediocridad y nunca exalté lo ordinario”, escribió. Otro de sus grandes éxitos, ‘Viva el Perú y sereno’, es una crónica de la Lima de ayer; estudiosa, piezas con sabor norteño son ‘A Chiclayo llaman Gloria’ y el tondero ‘La apañadora’.
Su nombre se asocia, sobre todo, a la marinera limeña. Ella la aprendió, en los cincuenta, de los grandes maestros, como Manuel Quinta Olivares, el Canario Negro. Alicia dominó la estructura de cuartetas, resbalosa y fuga.
En este género en el que su creatividad fue prolija fulguran ‘Negra quiero ser’ y los que dedicó a sus maestros del canto y el baile ‘Augusto, dueño del santo’ (para Augusto Ascuez) y ‘Bartola’ (en honor a Bartola Sancho Dávila); o el que le hizo en respuesta a Chabuca Granda, ‘Dale, toma’. El triste ‘Winaytam Kausanki Jose María’, dedicado al amauta Arguedas. O la elegante ‘Muliza de la aurora’.
Tiene también elegantes versiones. Por ejemplo, de Juan Bolívar Crespo, con orquesta típica del Centro, cantó ‘Jauja’ y ‘Súplica de amor’; en Lima, deleitó con el huaylarsh ‘Casarme quiero’, de otro portento, Zenobio Dagha. Con Carlos Hayre (“el mejor y más inspirado guitarrista de todos en marinera limeña”), registró el festejo ‘A mí no me cumbe’ y el valse ‘Corazón’, de Lorenzo Humberto Sotomayor; y con el piano de Filomeno Ormeño, el valse ‘Cuando me quieras’.
Vena integradora
Santiago Alfaro, director general de Industrias Culturales y Artes del Ministerio de Cultural, resume la importancia de la artista: “Alicia Maguiña representa esa vena integradora que ha sido liderada por personajes como Rosa Mercedes Ayarza, José María Arguedas, Alicia Bustamante, quienes han tratado de desmontar las estructuras del prejuicio y el racismo imperantes en nuestra sociedad para generar espacios de encuentro entre nuestras diversas tradiciones y artísticas”.
El sociólogo enfatiza sobre el interés de Maguiña por domeñar las tradiciones afroperuanas y andinas, aun cuando no estaban ligadas a su círculo social. Así, su relación más estrecha fue con el valle del Mantaro, donde compartió con maestros compositores de la talla del violinista Dagha o Emilia Alanya, y la intérprete Flor Pucarina. Su curiosidad musical la llevó a las fiestas patronales y a disfrutar de los coliseos andinos de Lima.
“Fue una promotora del respeto de las tradiciones; trató de destacar y reivindicar los vestuarios, las bases instrumentales, los formatos más tradicionales y la interpretación. Fue una gran promotora desde Radio Nacional, con La hora de Alicia Maguiña, donde buscaba mostrar ‘el alma del Perú’. Y fue una gran crítica de las dimensiones más comerciales del arte. A diferencia de otros compositores e intérpretes que vienen de tradiciones específicas, ella tenía la veta integradora. A la vez, fue una persona bastante íntegra e independiente en sus distintos roles; luchó contra muchos prejuicios al casarse, por ejemplo, con el guitarrista Carlos Hayre [el matrimonio duró 25 años]”.
A la par, recuerda Alfaro, a inicios de los setenta, Maguiña editó dos discos “revolucionarios” junto a Hayre, en los que se incorporó al vals el cajón y “sonoridades del jazz”.
Fue en la misma década cuando la reconocida folclorista Agripina Castro se contactó con ella y la convenció para coronarla en Sapallanga (Huancayo, Junín) colla de la Virgen de Cocharcas. Y por 40 setiembres, Maguiña nunca faltó a su cita en honor a la Mamacha Cocharcas.
Derechos del autor
La artista tiene el mérito de haber sido, hasta la fecha, la única mujer que ha llegado al cargo de presidenta de la Asociación Peruana de Autores y Compositores. Lo hizo en dos períodos: 1980-1982 y 1983-1984.
Rubén Ugarteche, director general de la Apdayc, pone en relieve otra faceta de Maguiña: su importante labor como “dirigente autoral”. Tenía el carné de socio número 139 y la asociación salvaguarda sus letras y melodías originales.
Debe estar en los registros del Congreso de la República, por ejemplo, la disertación que ofreció la maestra en el hemiciclo Raúl Porras Barrenechea sobre derechos de autor. No integraba la directiva ya, pero doña Alicia acompañó a los compositores hasta el Indecopi y el Poder Judicial. “Era firme y confrontacional, a pesar de las dolencias de su rodilla, en defensa de los derechos de autor”.
Ugarteche recuerda que si bien la cantautora limeña recibió importantes distinciones, como la Orden El Sol en el grado de Gran Oficial o las Palmas Artísticas del Ministerio de Educación o una pensión de gracia del Congreso, la asociación estuvo siempre pendiente de su salud.
El Ministerio de Cultura, Apdayc y diversas personalidades hicieron las gestiones ante Essalud para que se internara a la maestra Maguiña en el hospital Rebagliati cuando su salud desmejoró en estos últimos días. “Todos los justos homenajes a Chabuca Granda no nos deben hacer olvidar que hay otras figuras que realzar como Zenobio Dagah o Alicia Maguiña”, recuerda Ugarteche. En honor a Alicia, ni bien se levante el actual estado de emergencia, el Museo de la Música de Apdayc [en Miraflores] presentará una muestra con las letras originales y otras pertenencias de la compositora, a fin de destacar su labor artística. Adiós, maestra.
Datos:
En 1954, compuso sus primeras canciones: el valse ‘Inocente amor’ y los huainos ‘Perla andina’ (al retornar de su primer viaje al valle del Mantaro) y ‘Serrana’.
Su primer viaje al extranjero fue en 1962, contratada por Canal 13 de Buenos Aires.
‘Indio’ (1963) fue grabado por artistas como Olga Guillot, Toña La Negra, Daniel Santos, Mercedes Sosa y Julio Jaramillo.
Una de las canciones que recopiló fue el famoso tondero ‘San Miguel de Piura’.
Alicia Maguiña grabó 19 elepés y 10 discos compactos.
Realizó largas temporadas en los teatros Municipal, Segura, Pardo y Aliaga, verbigracia.
El Proyecto Especial Bicentenario la consideró en el espectáculo Mujeres del bicentenario: autoras y compositoras del Perú, junto a Victoria Santa Cruz, Serafina Quinteras, Rosa Mercedes Ayarza y Chabuca Granda.
A continuación, la recordamos en el día de su nacimiento, con El Indio.