El 18 de agosto de 1988 la Organización
Terrorista Hamás presentó su Carta Fundacional, también conocida como el Pacto
de Hamás, en la que delineó la identidad del movimiento, sus objetivos y sus
fines.
En el artículo segundo se presentó como
una rama del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes en Palestina y
declara que sus miembros sean musulmanes que "temen a Dios y levantan la
bandera de la yihad en la cara de los opresores." La carta afirma que
"nuestra lucha contra los sionistas, muerte a los judíos" y pide la
eventual creación de un estado islámico en Palestina, en lugar de Israel y los
Territorios Palestinos, y la obliteración o disolución de Israel. La carta
también afirma que Hamás es humanista y tolerante con otras religiones cuando
no "dejan en duda la soberanía del Islam en esta región". La Carta
añade que "renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar la
religión" de Islam.
La influencia de Irán sobre el grupo terrorista
Hamas es indiscutible, y su asociación en diferentes países, sobre todo en Latinoamérica,
como en Venezuela, y recientemente en Bolivia, y con el sangriento antecedente
de los dos atetados realizados en suelo argentino, tanto a la Embajada de
Israel en 1992, y la AMIA en 1994 son claros ejemplos de su accionar.
Es llamativo y vergonzoso que el Estado
Argentino, escudándose en argumentos muy discutibles, todavía no haya declarado
oficialmente a Hamás como Organización Terrorista.
El 7 de octubre pasado, día del ataque
perpetrado por Hamás al Estado de Israel, hubo entre los muertos y secuestrados
ciudadanos de distintas nacionalidades, entre ellos varios argentinos.
A continuación, la intervención de Pilar
Rahola, en un encuentro sobre antisemitismo realizado en Montevideo, Uruguay.